domingo, 22 de septiembre de 2019

Los Fines Obscuros detrás del Alarmismo del Calentamiento Global

Los Fines Obscuros detrás del Alarmismo del Calentamiento Global


Por Edmund Contoski


Tomado de_ https://panamazonsynodwatch.info/articles/commented-news/the-agenda-behind-global-warming-alarmism/
Publicado Originalmente por American Liberty
Traducido del inglés por Roberto Hope

He aquí una pregunta intrigante para usted. En un cuarto de 6 por 6 metros con un techo de tres metros ¿cuántos cerillos tendría usted que encender en él para alcanzar el mismo porcentaje de bióxido de carbono que es emitido a la atmósfera anualmente por todos los automóviles (unos 800 millones) en el mundo? La respuesta nos la da Ivar Giaever, premio Nobel de física, quien dice que el cálculo es relativamente sencillo. La respuesta es: un cerillo. Increíble ¿no? El número de vehículos es enorme, pero la atmósfera es tan enormemente más grande, que las emisiones de bióxido de carbono generadas por el hombre son triviales para nuestra supervivencia o la del planeta. Por supuesto, si la gente comprendiera esto, no apoyaría la regulación de los combustibles fósiles pare evitar el calentamiento global. De ahí la necesidad de provocar el alarmismo por el calentamiento global.

El alarmismo tuvo un fuerte impulso en junio de 1988 cuando James Hansen, del Instituto Goddard de la NASA, testificó ante el senado de los Estados Unidos que él estaba 99% seguro de que ya venía produciéndose un calentamiento global. Él no era más que una muy pequeña minoría dentro de la comunidad científica, pero no fue esa la impresión que han dado los medios masivos de comunicación.  Esos mismos medios, que escasamente diez años antes habían estado publicitando advertencias de la aproximación de una era de hielo, ahora se han precipitado colmando al público con advertencias de una amenaza opuesta, con el trillado argumento de que algo debe hacerse 'antes de que sea demasiado tarde.'

La comunidad científica fue menos impresionable que el público. En la convención de la American Geophysical Union en el siguiente otoño, unos cuantos meses después del testimonio de Hansen, sólo un científico pudo encontrarse que pensara que el efecto invernadero había empezado. Jerome Namias, quien pasó 30 años en el Servicio Meteorológico Nacional de Estados Unidos antes de cambiarse al Scripps Institution of Oceanography, ha dicho que otros factores explican el clima reciente "muy adecuadamente sin el efecto invernadero", William Sprigg, director de la National Oceanic and Atmospheric Administration ha dicho "No se ha demostrado el argumento de que los gases de invernadero expliquen lo que estamos observando."

Andrew R. Solow del Woods Hole Oceanographic Institution escribió en diciembre de 1988: "Algunos dirán que la clase científica exige un grado irrazonable de certidumbre antes de aceptar una idea nueva. Pero en el caso del cambio climático, y particularmente con respecto a detectar con los datos existentes algún cambio, no es cuestión de que la evidencia sea muy endeble. Es cuestión de que no hay evidencia alguna." No obstante eso, los medios en general siguen comentando del efecto invernadero como si representara una opinión científica ampliamente sostenida, cuando no como un hecho incontrovertible.

Luego vino el informe del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC). Produjo una transformación dramática en la aceptación del calentamiento global por parte del público. El informe constaba de dos partes: una era el largo texto de la investigación, escrito por los científicos; la otra era un "Resumen para Funcionarios Públicos" — que es la única parte que la mayoría de los que lo reciben llega a leer — fue escrita por personas que recibieron nombramientos políticos. No eran políticos, sino servidores públicos que estaban recibiendo órdenes de los gobiernos que firmaron la Convención Marco sobre el Cambio Climático, de las Naciones Unidas. Se suponía que el Resumen debiera estar basado en la investigación, pero fue escrito antes de que la investigación se hubiera hecho. Y la investigación fue luego 'ajustada' para que concordara con el Resumen, en vez de que se hiciera lo contrario. He aquí una descripción del proceso, hecha por el climatólogo Vincent Gray, Ph D, quien es la única persona que haya participado en todas las publicaciones del Panel desde su inicio:

"El movimiento ambientalista es una pseudo-religión anti-científica que cree que los humanos están destruyendo 'el planeta'.... En los años 1980s, un grupo de científicos poco escrupulosos que apoyaban este dogma planteaba que el público y los gobiernos lo aceptarían más fácilmente si se constituyera en opinión 'establecida' de un grupo de científicos lo suficientemente grande. Inventaron un modelo pseudo-científico del clima, que desechaba el conocimiento científico acerca del clima que se había acumulado a lo largo de generaciones de meteorólogos. Afirmaba que el clima está controlado por emisiones de bióxido de carbono y otros gases de invernadero menos abundantes, relacionadas con las actividades del hombre.

Persuadieron a la Asociación Meteorológica Mundial y a su propio Programa Ecológico de las Naciones Unidas, de que estableciera un Panel Intergubernamental de Cambio Climático para reunir material científico que soportara el proyecto, en preparación para la Cumbre Mundial sobre la Tierra de 1991, que lanzó el embuste.

"El Panel, hasta ahora, ha emitido cinco principales Informes. Éstos han sido exitosos en grado asombroso, para persuadir a los gobiernos de todo el mundo, de que ellos pueden prevenir lo que supuestamente controla el 'calentamiento global' reduciendo las emisiones de bióxido de carbono y otros gases de invernadero menos abundantes. El mecanismo principal para asegurar la uniformidad de pensamiento se aplica mediante la inclusión de un Resumen para los Instauradores de Políticas Públicas al principio de cada Informe. Éste es, en realidad, un Resumen Preparado por Instauradores de Políticas Públicas, pues ha sido dictado, renglón por renglón, por los representantes de los gobiernos que controlan el Panel, a un grupo de 'Autores de Proyecto' de su confianza."

"Los capítulos de cada Informe están organizados de un modo tal que promueva la idea de un cambio climático causado por un aumento en los gases de invernadero. Las observaciones reales del clima, o se ocultan, o se 'suavizan', o se 'filtran' o se 'alinean', o se 'interpolan', o se eliminan las observaciones que se aparten del patrón, a fin de tratar de encontrar 'tendencias' que puedan encajar en el molde que ha sido decidido para ellas. 

Cuando la versión final del Informe del Panel de 1995 no concordaba con el Resumen, a Ben Santer, quien había sido designado por el Panel como autor principal del Informe, se le asignó la tarea de alterar todo el Informe para que concordara con el Resumen. Luego de que apareció el Informe impreso en mayo de 1996, los revisores científicos quedaron estupefactos al descubrir que se habían hecho cambios importantes después de que hubieron firmado su aprobación del contenido de los capítulos científicos. Los cambios de Santer habían invertido por completo la 'ciencia climatológica' del Informe del Panel. Aquí van ejemplos de algunos de esas alteraciones:

"Vistos en conjunto, estos resultados indican que es improbable que la tendencia observada en las temperaturas promedio durante los últimos cien años sea enteramente de origen natural."

Esta es la oración que suprimió: "Ninguno de los estudios arriba citados ha producido evidencia clara de que podamos atribuir los cambios observados a la causa específica de aumentos en los gases de invernadero."

Esta es la oración que agregó: "La parte principal de la evidencia estadística contenida en el Capítulo 8, cuando se le examina en el contexto de nuestra comprensión física del sistema climático, ahora apunta hacia una influencia humana discernible sobre el clima global."

Esta es otra que eliminó: "ningún estudio a la fecha ha atribuido de manera positiva todo o parte [del cambio climático observado] a causas [producidas por el hombre]."

Y otra que añadió: "la mayoría de estos estudios muestran que es improbable que los cambios observados en la temperatura media global promediada anualmente durante el último siglo se deban enteramente a fluctuaciones naturales en el sistema climático."

Hay mucha otra evidencia de que el CO2 es irrelevante para el cambio climático. Para comenzar, el vapor de agua es, por mucho, el gas de invernadero más importante, ya que produce del 96% al 98% del efecto invernadero. El CO2 es un gas de invernadero débil y comprende sólo el 0.04% de la atmósfera — y 97% del CO2 es producido por la naturaleza, no el ser humano. Los volcanes, los pantanos, los arrozales, las hojas caídas, hasta los insectos y las bacterias producen CO2 así como metano, otro gas de invernadero. Las termitas por sí solas emiten más CO2 que todas las fábricas y los automóviles del mundo (Ver la revista Science del 5 de noviembre de 1982). Los humedales naturales emiten más gases que todas las actividades humanas combinadas. Si pudiéramos el eliminar no solamente todos los combustibles fósiles para uso humano sino, además, todas las fuentes naturales de gases de invernadero. el 96% del efecto invernadero permanecería, ocasionado por el vapor de agua.

El bióxido de carbono solamente produce cambios minúsculos en la temperatura atmosférica; sin embargo, todos los modelos computacionales que proyectan un calentamiento global "desmedido" están basados en que el poco calentamiento causado por el CO2 es amplificado por el vapor de agua. Pero tal amplificación jamás ha ocurrido, aun con mucho mayores niveles de CO2. En la era de los dinosaurios, el contenido de bióxido de carbono en la atmósfera era de tres a cinco veces más de lo que es ahora, pero no ocurrió ningún calentamiento global desmedido. Durante el período ordovícico, el nivel de CO2 en la atmósfera, era doce veces más que el de ahora. pero la tierra pasaba por una edad de hielo. Si una teoría es contradicha por los hechos, la teoría ha de estar equivocada.

Durante el período pérmico y la primera mitad del período triásico, hace unos 250 a 300 millones de años, la concentración de bióxido de carbono era la mitad de lo que es ahora, pero la temperatura era unos 10°C más alta. Del período cretácico al eoceno, hace unos 35 a 100 millones de años, una alta temperatura venía acompañada de una reducción en la proporción de bióxido de carbono. La teoría de que la concentración de bióxido de carbono es determinante para la temperatura de la tierra es, por lo tanto, incorrecta.

La clave del clima de la tierra es el sol, no el CO2. Marte, Neptuno, Júpiter, Saturno, y aun el distante Plutón están todos experimentando un calentamiento global. ¿Es el sol el que los está calentando en tanto que nuestro calentamiento es debido al CO2?

La radiación del sol varía por los 'ciclos de manchas solares', Los campos magnéticos rompen la superficie del sol, produciendo perturbaciones violentas y cambios en el 'viento solar', que es la corriente de partículas de carga que emana del sol. El viento solar, modulando los rayos cósmicos galácticos que llegan a la atmósfera, determina tanto la formación de nubes como el nivel de bióxido de carbono en la atmósfera de la tierra. Los ciclos de manchas solares causan sólo ligeras variaciones en la radiación del sol, pero estas variaciones son amplificadas en múltiples tantos por su interacción con: 1) el ozono de la alta estratósfera y 2) las nubes en la baja tropósfera. Las nubes tienen cien veces más impacto en el clima y en la temperatura, que el CO2. Cuando el viento solar es fuerte y los rayos cósmicos débiles, la capa global de nubes se encoge. Se expande cuando los rayos cósmicos son fuertes porque el viento solar es débil. O, como lo expresó, de manera un tanto poética, el científico Zbigniew Jaworozki: "el sol abre y cierra una sombrilla de nubes controladora del clima arriba de nuestras cabezas."

Va en seguida una gráfica que muestra una fuerte correlación entre las temperaturas de la tierra y el ciclo magnético del sol, el cual es un indicador de las variaciones en su brillo (irradiación). En ningún lado puede encontrarse un diagrama que muestre una correlación así entre la temperatura de la tierra y el bióxido de carbono.
El registro histórico de la temperatura debería dejar resuelta la cuestión acerca de si está ocurriendo un calentamiento global, pero no ha sido así porque las cifras estén siendo manipuladas. El estadístico canadiense Steve McIntyre ha documentado que la NASA ha estado "reescribiendo la historia una y otra vez". El sitio de Internet climateaudit.org observa que el 20 % del registro histórico fue ajustado 16 veces en dos años y medio. Otros ajustes alteran datos de varias décadas atrás.

La US Historical Climatology Network (USHCN) proporciona mediciones reales de temperatura; o sea, datos fríos. James Hansen, jefe del Goddard Institute for Space Studies (GISS) de la NASA, tomó datos de la USHCN y les aplicó ciertos ajustes secretos. El USHCN informó de un descenso de la temperatura de cerca de medio grado centígrado, en tanto que el GISS informó de un aumento de medio grado. Hansen se rehusó a explicar cómo y por qué hizo tales ajustes. Su silencio hace surgir una cuestión ética, y quizás legal, de si el jefe de una agencia financiada por los contribuyentes, con fondos federales, puede rehusarse a revelar cómo se gastaron esos fondos. También hace surgir la duda de si los ajustes son legítimos o meramente una manipulación deliberada, ideada para producir un resultado deseado.

Hay una mucho mayor y más seria distorsión en los datos de temperatura global que la de falsificar reportes de las estaciones medidoras individuales. Los registros de temperaturas en todo el mundo han sido falsificados manipulando las ubicaciones de las estaciones que reportan. Comenzando alrededor del 1990, estaciones de mayor altitud y de zonas rurales han sido eliminadas de la red para crear una falsa tendencia hacia el calentamiento. El registro global de temperatura, que solía estar basado en 6,000 estaciones que reportaban, está ahora basado en menos de 1,500. El informe de 106 páginas de la extensa investigación hecha por Joseph d'Aleo y Anthony Watts documenta el efecto con una gráfica:

En muchos casos, las estaciones siguen informando, pero sus datos ya no se utilizan. Con frecuencia las estaciones han sido reemplazadas con otras a menor altitud o en áreas más urbanizadas, que más probablemente mostrarán mayores temperaturas; "en los países fríos, como Rusia y Canadá, las estaciones rurales en las regiones polares fueron desligadas en favor de estaciones de menor altitud o en zonas más urbanizadas. Los datos de las ciudades que quedaron fueron usados para estimar las temperaturas de más al norte. Como resultado, los nuevos promedios calculados fueron más altos que lo que habían sido cuando las estaciones en los lugares fríos formaban parte de la evaluación mensual o anual.

"En el Canadá, el número de estaciones se redujo de 600 a menos de 50. El porcentaje de estaciones a menor altitud (menos de 300 pies) se triplicaron, y las de altitudes mayores a 3,000 pies se redujeron a la mitad. El calentamiento que se ilustra viene de interpolar datos de las estaciones más al sur para suplir los cuadros vacíos de las de más al norte, aun cuando el promedio simple de las estaciones disponibles muestra un aparente enfriamiento.

Environment Canada reporta que hay 1,400 estaciones climatológicas en el Canadá, muchas que informan de sus lecturas cada hora, y que están disponibles en el Internet, pero no se incluyen en la base de datos global. El Canadá tiene 100 estaciones al norte del Círculo Ártico, pero la National Oceanic and Atmospheric Administration (NOAA) usa sólo una."

"El numero de estaciones rusas se redujo de 476 a 121, de manera que más del 40% del territorio ruso dejó de ser incluido en los cálculos de temperaturas globales.... Los rusos se percataron de que los 121 sitios utilizados daban en su mayor parte informes de temperaturas más altas que las de los 356 que dejaron de utilizarse. En algunos casos, registros de estaciones que provenían desde el siglo diecinueve fueron desconocidos en favor de estaciones con menos datos, pero que señalaban en dirección de un calentamiento. El equipo del Institute for Economic Analysis (IEA) afirmó: "Sólo una décima parte de los sitios meteorológicos que cuentan con series completas de temperaturas son los que se utilizan."

"En Europa, las estaciones de montaña de mayor altitud fueron desechadas, y los termómetros fueron trasladados hacia el mediterráneo, a elevaciones menores, y a más ciudades. La prescindencia de estaciones fue de casi el 65% de Europa en conjunto.

"La mayoría de las estaciones de montaña en el oeste de los Estados Unidos ya no están. En California, las únicas estaciones que quedan están en San Francisco, Santa María, Los Ángeles y San Diego."

"Tan recientemente como en 1988, los datos de temperatura de China venían de 400 estaciones. En 1990, de sólo 35.

"Los datos fríos de temperatura en el norte de Australia no muestran tendencia alguna en 125 años. El Panel, sin embargo, usa datos 'ajustados'". El informe de D'Aleo/Watts dice: "Tenemos cinco distintos registros que cubren Darwin desde 1941. Todos concuerdan entre sí casi exactamente ¿Qué caso tiene ajustarlos? La NOAA agregó una enorme e imaginaria tendencia artificial hacia la mitad más reciente de los datos fríos" Las temperaturas en Darwin estaban descendiendo a razón de 0.7% por siglo. Luego de los ajustes del NOAA, las temperaturas se estaban elevando a razón de 1.2 grados por siglo.

Ni el falsificar los registros de temperatura ni el mover la ubicación de los termómetros tendrá efecto alguno sobre el calentamiento global. Tendrán efectos políticos, pero las reglamentaciones políticas no afectarán el CO2 de manera significativa alguna, ya que el 97% de las emisiones de CO2 de la tierra son producidas por la naturaleza. Tan sólo el Océano Pacífico ecuatorial produce el 72% de las emisiones de este gas en el planeta; las emisiones por la actividad humana son minúsculas, como lo demuestra la respuesta de 'un cerillo' a la pregunta del principio de este artículo. Y millones de años de evidencia geológica prueban que el efecto invernadero no controla el cambio climático. De manera que se han gastado miles de millones de dólares persistiendo en una política ambientalista que es inalcanzable (y que si se lograra sería perjudicial) — a menos de que usted piense que el dinero fue empleado en perseguir una regulación política para algún otro propósito.

En 2010, un miembro dirigente del IPCC de las Naciones Unidas reconoció: "Uno debe quitarse de la cabeza la ilusión de que la política climatológica internacional es política ambiental. Ésta ya casi nada tiene que ver con política ambiental. Ahora no se trata de proteger el ambiente sino de distribuir la riqueza" dijo Ottmar Edenhofer, co-presidente de Grupo de Trabajo de IPCC III y autor principal del Cuarto Informe de Evaluación (2007) "Redistribuimos la riqueza del mundo mediante la política climatológica"

El periódico Investors Business Daily publicó:
"Los países desarrollados básicamente han expropiado la atmósfera de la comunidad mundial" dijo Edenhofer "y por lo tanto a ellos debe expropiárseles su riqueza y redistribuirla a las víctimas de sus presuntos crímenes. Los traficantes de clima de las Naciones Unidas están buscando imponer un impuesto global de reparaciones climáticas, gravando todo, desde los vuelos por aerolínea y el transporte marítimo internacional, hasta el combustible y las operaciones financieras. Edenhofer declaró a una fuente noticiosa Alemana (NZZ am Sonntag) que la cumbre climatológica de Caracas no era una conferencia sobre el clima sino una de las mayores conferencias económicas desde la Segunda Guerra Mundial." El acuerdo de Cancún estableció un 'Fondo Verde pro Clima' para administrar la ayuda a naciones pobres que sufran de inundaciones o sequías debidas al calentamiento global. La Unión Europea, Japón, y los Estados Unidos han encabezado compromisos de cien mil millones de dólares por año hasta el 2020 para las naciones pobres, más treinta mil millones de dólares para ayuda inmediata.

"No importa que la ciencia sea toda falsa, hay beneficios ambientales colaterales.... El cambio climático [proporciona] la más grande oportunidad de traer justicia e igualdad al mundo" — dijo Cristina Stewart, la ministro ambiental del Canadá. "Debemos montarnos en la cuestión del calentamiento global. Aun cuando la teoría del calentamiento mundial esté equivocada, estaremos haciendo lo correcto en cuanto a política económica y política ambiental" — dijo Tim Wirth, anterior Subsecretario de Estado para Asuntos Globales de los Estados Unidos, y la persona más responsable de establecer el Tratado de Kyoto.

"El ambientalismo sólo simula tratar de la protección ambiental. Detrás de su gente y de su terminología amigable al ambiente, los partidarios del ambientalismo despliegan intentos ambiciosos de reorganizar y cambiar el mundo y la sociedad humana, nuestro comportamiento y nuestros valores. Nos consideran criaturas peligrosas y pecaminosas que deben estar controladas por ellos. Yo viví en un mundo semejante llamado comunismo. Y sé que condujo al peor daño ambiental que el mundo haya jamás experimentado. Los seguidores de la ideología ambientalista, no obstante, siguen presentándonos diversos escenarios catastróficos con la intención de persuadirnos de que implantemos sus ideas... Sus recomendaciones nos regresarían a la era del estatismo y la restricción de libertades ... La ideología será diferente. Su esencia, no obstante, será idéntica — la atractiva, patética, y a primera vista noble idea que trasciende a los individuos en nombre del bien común, y la enorme auto-confianza por parte de los proponentes sobre su derecho de sacrificar al hombre y su libertad a fin de llevar esa idea a la realidad... No se trata de climatología. Se trata de libertad" — dice Vaclav Klaus, ex-presidente de la República Checa.

Calvin Beisner, Ph.D., es un científico que asistió a la Conferencia de Copenhague sobre el Clima y narró una experiencia muy diferente de la que fue transmitida por los medios de comunicación al pueblo americano. En la Cornwall Alliance Newsletter de enero de 2010, escribió: "Éramos un grupo pequeño (de unas 30 o 40 personas) en medio de un mar enturbiado de manifestantes (casi todos del otro lado) probablemente unos veinte mil, en el centro de Copenhague, ondeando pancartas, gritando consignas, etc. Los grupos más grandes parecían ser del Partido Comunista (sí, sus pancartas decían eso), el Movimiento Juvenil Socialista Internacional, los Activistas Radicales pro Clima, y Greenpeace." Cuando el orador, el Presidente de Venezuela Hugo Chávez habló, la multitud aplaudió vigorosamente cuando dijo que había 'un fantasma silencioso y terrible en el salón — el capitalismo'. Pero cuando dijo 'el socialismo, el otro fantasma que está probablemente merodeando en el salón, es el camino para salvar el planeta; el capitalismo es el camino al infierno... . Luchemos contra el capitalismo y hagámosle obedecernos' la multitud de delegados oficiales se levantaron para darle una ovación."

El 23 de junio de 2008, a exactamente veinte años de su trascendental testimonio ante el Senado, en el que manifestó sin fundamento que estaba 99% seguro de que venía ocurriendo un calentamiento global, James Hansen compareció ante el Comité Selecto sobre Energía, Independencia y Calentamiento Mundial. Ahí conjuró imágenes de los juicios de Nüremberg de los criminales de guerra nazis, afirmando que los jefes de las compañías proveedoras de energía mediante combustibles fósiles "debían ser juzgados por crímenes de lesa humanidad y crímenes contra la naturaleza."

De 2010 a 2016, Christiana Figueresa fue la funcionaria de más alto rango en cambio climático en las Naciones Unidas. Era la Secretaria Ejecutiva de la Convención Marco sobre el Cambio Climático de las Naciones Unidas. En 2015, manifestó abiertamente que el objetivo era derrocar al capitalismo — en sus palabras: "para cambiar el modelo de desarrollo económico que ha estado reinando por 150 años cuando menos, desde la época de la revolución industrial."

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