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lunes, 22 de febrero de 2016

Devastación de la Europa Católica. 7

Devastación de la Europa Católica

Algunas Causas y Consecuencias de la Revolución Protestante

(última de siete partes) 

Por el Hermano David Mary, MICM, terc.

Tomado de: http://catholicism.org/the-devastation-of-catholic-europe-some-causes-and-consequences-of-the-protestant-revolt.html
Traducido del inglés por Roberto Hope

Escocia

Para Escocia, la revolución protestante no se manifestó hasta después de la muerte de su recio dirigente católico, el Rey Jaime V. Hasta el momento de su muerte, Jaime resistió con éxito todos los empeños de su tío, Enrique VIII de llevarlo a la nueva religión. Jaime, católico leal, fue celoso promotor de la corrección de los abusos eclesiásticos en la Iglesia, y enemigo tenaz de la herejía. 103

No obstante, para 1535, se habían formado en Escocia dos bandos opuestos ― uno de ellos incluía a muchos nobles, a la reina madre ― Margarita Tudor, hermana de Enrique ― y a muchos descontentos, súbditos del reino, que secretamente apoyaban las maquinaciones de Enrique VIII y el avance del nuevo orden, mientras que en el otro estaba el rey, la jerarquía de la Igesia, varios nobles católicos y la gran masa del pueblo escocés, que era católico.

Entre los súbditos leales al rey y a la Iglesia estaba un tal David Beaton. Habiendo sido nombrado Cardenal Primado de Escocia en 1538, por la autoridad del Papa Pablo III, Beaton demostró ser un apoyo valioso al Rey Jaime en resistir los errores descabellados de la época.

Enrique trató en vano de desbaratar la alianza de Jaime con Beaton. Dos veces envió Enrique emisarios apremiándole a que siguiera su ejemplo de usurpar la supremacía de la Iglesia en sus dominios. Luego de ver sus intrigas frustradas y resistidas por el Rey y el Cardenal, Enrique recurrió a la violencia. En 1542 se desató una guerra entre Inglaterra y Escocia, y el Rey Jaime murió poco tiempo después de que las fuerzas escocesas fueran derrotadas en la frontera norte de Inglaterra.

El Conde de Arran, Jaime Hamilton, fue entonces declarado regente de Escocia por algunos nobles escoceses que habían vendido sus lealtades a Enrique. La heredera del trono, María Reyna de Escocia, tenía apenas una semana de haber nacido cuando murió su padre; por esa razón se autorizó que Hamilton gobernara durante la minoría de edad de ella.

El Cardenal Beaton fue enviado a prisión por el nuevo gobernante, que abiertamente favorecía las nuevas doctrinas (el luteranismo en esa época). Enrique VIII ideó un plan para que Hamilton arreglara un matrimonio entre María y Eduardo VI, hijo de Enrique. El pueblo escocés descubrió la propuesta alianza con Inglaterra y, en protesta, sacó a Beaton de prisión y forzó a Hamilton a que renovara su lealtad al Papa.

Con el Cardenal Beaton ahora libre para advertir al país del peligro inminente proveniente del sur, Enrique VIII incitó abiertamente un complot para quitar a Beaton de la escena. En 1546, el Cardenal Beaton fue martirizado por su fe y su patria, en la Catedral de San Andrés, por nobles apóstatas de la familia Leslie. 104

Luego se desató en Escocia una guerra civil, e Inglaterra lanzó una invasión en 1547. Con la ayuda de los franceses,  en 1550, Escocia pudo expulsar a Inglaterra de su territorio. Creciendo el número de nobles en el bando de Enrique, y siendo el pueblo gobernado por una regente extranjera, María de Guisa (habiendo sido Hamilton expulsado), no pasó mucho tiempo para que la revolución estallara sobre Escocia.

En 1555, el sacerdote apóstata, Juan Knox  ―buen amigo y discípulo de Juan Calvino, pasó a Escocia y predicó en Edimburgo impunemente contra la antigua fe. Dos años más tarde, los nobles protestantes formaron el grupo de los “Señores de la Congregación”. Este grupo fue una liga quasi-militar empeñada en promover un protestantismo tipo inglés en los territorios gobernados por estos hombres, ambiciosos de poder. 105

En 1559, a consecuencia de la instigación producida por las diatribas de Knox contra la Iglesia, templos y monasterios comenzaron a ser atacados y saqueados. Al año siguiente, Inglaterra (siendo ya gobernada por la Reina Isabel) invadió Escocia por tierra y por mar en apoyo de los “Señores de la Congregación”. 106 La profanación y destrucción de iglesias y abadías siguió extendiéndose, y María de Guisa, la reina regente, murió. Ya habiendo alcanzado la mayoría de edad, María Reina de Escocia, tomó de Francia las riendas del gobierno.

En agosto de 1560, se reunió un parlamento en Escocia, con los “Señores de la Congregación” haciéndose cargo de él, y estando Juan Knox presente como mentor religioso. 107 Este parlamento no había recibido autorización de la nueva reina para reunirse.

Knox propuso y el parlamento aceptó una “Confesión de Fe” protestante, sustituyendo la doctrina y disciplina católica con el calvinismo. Se promulgaron tres estatutos: 1) se abolían las jurisdicciones papal y episcopal, 2) todos los actos anteriores que fueran contrarios al calvinismo quedaban derogados, y 3) se declaraba ilegal la misa bajo pena de confiscación y cárcel y, de ser necesario, de exilio y aun de muerte. (Knox declaró públicamente que “una misa era para él más temible que 10,000 hombres armados”)

El Libro de Disciplina y el Libro de Orden Común, que encarnaban las opiniones de Knox, se hicieron ley para la nueva religión, como lo estableció el Parlamento. Todos los sacramentos, excepto el bautismo y una “cena” calvinista se declararon abolidos. La jurisdicción episcopal fue reemplazada por un consistorio de presbíteros (de ahí el nombre de Iglesia Presbiteriana), auxiliada por ancianos y diáconos. Las propiedades de la Iglesia fueron declaradas confiscadas; y aun cuando Knox había decretado que la propiedad pasara a la nueva “Kirk” Presbiteriana, los nobles se enriquecieron rápidamente con el botín. “Como en Inglaterra, con la avaricia del rey tirano, también en Escocia con la codicia de la nobleza mercenaria, deseosos de apropiarse de la riqueza acumulada de la Iglesia, consumaron una obra que aun los historiadores protestantes han descrito como una revolución más que una reforma” 109

Irlanda

Aunque Irlanda nunca capituló en la Revuelta Protestamte contra la Iglesia de Cristo, vale la pena echar una mirada a su sufrimiento durante este período, a fin de ilustrar el odio demoníaco que los revolucionarios tenían hacia los católicos y la Única Fe Verdadera.

Cuando comenzó la revuelta en Inglaterra, Irlanda era un país conquistado, con soldados ingleses ocupando su territorio. Gracias a eso, Enrique VIII pudo imponer en 1541, sobre un parlamento complaciente, la Ley de Supremacía.  Inmediatemente después, tuvo lugar una gran profanación y destrucción de las más venerables reliquias católicas de Irlanda. Los santuarios y las tumbas de los Santos Patricio, Brígida y Columba de Iona, fueron profanadas y saqueadas, y las reliquias sagradas lanzadas al viento. La guarnición Inglesa en Athlone saqueó y arrasó la Catedral de Clonmacnoise.

En el curso de los siguientes 200 años, todos los monasterios y casas religiosas (unas 550 en número) fueron saqueadas y destruidas en todo el país; sus tierras fueron confiscadas, y las iglesias y edificios conventuales fueron secularizados y destruidos. Las iglesias parroquiales y las iglesis catedrales también fueron confiscadas, y los edificios y los ingresos fueron aplicados a los fines del credo herético. “Se instituyó una persecución religiosa de ferocidad sin precedente que siguió, con pocas y breves interrupciones, por más de dos siglos. Sacerdotes y religiosos fueron enviados al exilio o condenados a muerte; toda manifestación pública de la Fe Católica era suprimida; los santuarios y los emblemas religiosos fueron destruidos o removidos; los días de fiesta católicos fueron secularizados; se prohibía vestir el habito religioso en público; la celebración de la misa, aun en privado se declaró ofensa criminal. Quienes se rehusaron a conformarse a la secta herética fueron molestados, pauperizados y degradados mediante una serie de leyes y un sistema de administración que se han ganado una notoriedad singular en la historia del mundo". Así escribe el historiador Lecky: “La simple profesión de la fe católica excluía a un hombre de toda forma de poder político y municipal, de casi todo medio de adquirir riqueza, conocimientos, dignidad o influencia. Lo sometía al mismo tiempo a impuestos excesivos y opresivos, privándole del derecho de legar su propiedad y de gobernar a su familia a su gusto, le daba poder a cualquier protestante que tuviera una enemistad con él, de injuriarlo y molestarlo de mil maneras; en una palabra a una condición poco mejor que la de servidumbre absoluta.”

La ferocidad y crueldad implacables que caracterizó a las conquistas de Irlanda por los Tudor y los Puritanos, durante las cuales unas dos terceras partes de la población fue segada por la hambruna y la espada 111, y la opresión, el pillaje y la persecución que las siguieron tomaron mucha de su intensidad, del odio y del fanatismo religioso. 112

Epílogo:

Mientras la Revolución arrolló una gran parte de Europa con su avance, hubieron aquellos países donde el protestantismo nunca logró posicionarse ― específicamente España e Italia.

En España, la Iglesia era fuerte y el estado estaba gobernado por recios dirigentes católicos ― Carlos V y Felipe II. Por su empeño y mediante la labor de una Inquisición efectiva, la Revolución nunca llegó a figurar.

Asímismo en Italia, la Inquisición Romana y la lealtad del pueblo al Papa hizo que los protestantes lograran muy pocas incursiones con las cuales pudieran incitar a los hombres a una revolución.

Aun cuando este artículo no se ocupará de la Reforma Católica, la cual tuvo lugar poco después de que comenzara la protestante, pueden decirse algunas palabras acerca de sus causas y sus efectos.

Puede considerarse que la Reforma Católica comenzó en 1527 con el notorio Saqueo de Roma, que tuvo lugar a finales de mayo de ese año. Generalmente se reconoce que Roma fue castigada por Dios por la laxitud de su moral, sus lujos y la gran falta de determinación para corregir los varios y diversos abusos que se habían acrecentado a través de los años. Habían crecido a tal grado, es decir, que imponían una camisa de fuerza que impedía la misión primaria de la Iglesia,

Sin ir a gran detalle sobre las causas del Saqueo de Roma, bastará decir que el Ejército Imperial de Carlos V, que entonces ocupaba Italia debido a guerras con Francia e Italia, se abrió paso a la ciudad de Roma buscando hacer pillaje. Facciones luteranas y diversas otras anti-católicas dentro del ejército “medio enloquecidas del deseo de oro y con odio a la Iglesia Católica, se arremolinaron sobre los muros de la ciudad y comenzaron la matanza y quemazón. Saquearon la sacra capital de la cristiandad con la crueldad más despiadada que cualquiera que la historia hubiera jamás registrado ... Roma quedó enteramente en ruinas” 113 Para cuando terminó, miles de personas habían sido muertas, altares e iglesias habían sido profanadas, objetos sagrados habían sido robados, y el papa había sido hecho prisionero. Una breve reaparición de la peste negra devastó a aquéllos que habían cometido los actos perversos.

Así, de este castigo de Roma y del aprisionamiento por un tiempo del Papa Clemente VII, comenzaría la Reforma Católica. Un papa con deseo de reformar, Pablo III, fue electo en 1534, mismo año en que San Ignacio de Loyola comenzara la Compañía de Jesús. Once años más tarde, en Trento, el más famoso concilio ecuménico de la Iglesia comenzó la larga y ardua tarea de codificar la Fe Católica y de restablecer una fuerte disciplina en los asuntos eclesiásticos. 114 Esta reforma, a eso verdadera, mostraría al mundo que la Iglesia Católica es la divinamente instituida Iglesia de Cristo.

Sin embargo, tan fuerte como se hizo cuando emergió de las cenizas de la Reforma, jamás habría de volver a recuperar todo lo que perdió en términos de prominencia e influencia en el mundo. Sí, seguiría tan fuerte como siempre en su empeño de convertir paganos, judíos, herejes, cismáticos e infieles a la Una Iglesia Verdadera fuera de la cual no hay salvación, pero su influencia sobre las mentes y corazones de la sociedad jamás habría de alcanzar el lugar que en justicia le corresponde.

La Reforma logró dos males infaustos, uno mortal, que fue su separación de la Iglesia Romana de un gran número de príncipes con sus súbditos, y el otro contagioso, que fue el de enfriar más y más la devoción del resto de los príncipes hacia la Sede Papal. Éstos últimos siguieron adorando a Jesucristo en la Eucaristía, siguieron creyendo en la libre voluntad y el purgatorio, siguieron declarándose y manifestándose, en todo lo que no ofendiera su orgullo, hijos amorosos de Cristo y del Papa; pero, actuando como hijos no muy afectuosos, lo expulsaron de sus estados y repelieron a la Iglesia, forzándola a confinarse al santuario invisible de sus dogmas. No proclamaron como Lutero que la Iglesia era invisible, pero la privaron de su visibilidad, apenas permitiéndole las formas sensibles del culto exterior. La iglesia es visible no sólo en la confesión explícita de sus dogmas y en el uso de sus sacramentos, sino también en aquello que constituye la esencia de su visibilidad, la sujeción al Pontífice, Vicario de Jesucristo. Él preside sobre todo hombre católico en el complemento de su individualidad, o sea en su razón. Ahora bien, como la vida social es la vida del hombre, precisamente porque es racional, el Vicario de Cristo no puede gobernar a todo hombre sin tocar, con su autoridad, a la sociedad civil, en la cual existe el complemento del hombre. Los príncipes expulsaron al Papa de esta sociedad, lo confinaron a la Iglesia, y aun cuando a sí mismos se llamaban católicos y cristianísimos, el ateísmo político deshonró la administración de sus estados. Del ateísmo político al religioso [no habría] más que un paso...115

Hasta que el Pontificado Civil no se establezca en el mundo, hasta que el mundo nuevamente reconozca la autoridad divina del Vicario de Jesucristo y se someta a esa autoridad, seguirá descarriado como el hijo pródigo, destinado a alimentar los cerdos de los réprobos.


Notas:
101 Summary of Catholic History, p. 197. 
102 Ibid., pág. 198. 
103 "Scotland", Rt. Rev. Oswald David Hunter-Blair, OSB, MA, Catholic Encyclopedia, Vol. XIII, pág. 622. 
104 "Beaton", Rt. Rev. David Hunter-Blair, OSB, MA, Catholic Encyclopedia, Vol II, pág. 373. 
105 Summary of Catholic History, pág. 203. 
106 "Scotland", pág. 619. 
107 Summary of Catholic History, pág. 204. 
108 "John Knox", Rt. Rev. David Hunter-Blair, OSB, MA, Catholic Encyclopedia, Vol. VIII, pág. 683. 
109 "Scotland", pág. 619. 
110 Framework of a Christian State, págs. 647-648. 
111 La población de Irlanda [antes de las persecuciones] se estimaba generalmente de unos 2 millones. Según un censo levantado en 1659, la población era de 500,091. 
112 Ibid., pág. 89. 
113 Philip II, William Thomas Walsh, TAN Books, págs. 13-14. 
114 Traemos a la atención del lector que la palabra codificar significa "reducir a un código," o "poner en forma sistemática, especialmente por escrito." Ya que la Fe Católica es la misma Fe que había sido confiada por Jesucristo a sus Apóstoles, enseñada, a su vez por ellos, y diseminada por todo el mundo por la Iglesia, no es necesario decir que lo que se hizo en Trento fue una reducción en papel de ciertos dogmas que siempre se habían creído; ni el Concilio de Trento, ni ningún otro concilio ecuménico podía "inventar," "descubrir" o "crear," doctrina. La frase "codificando la Fe Católica," significa el plasmado de la revelación en un lenguaje específico que condenaba la herejía peculiar de la época (el protestantismo). 
115 History of Boniface VIII, pág. 445. 
116 Our Glorious Popes, pág. 90. 

lunes, 15 de febrero de 2016

Devastación de la Europa Católica. 6

Devastación de la Europa Católica

Algunas Causas y Consecuencias de la Revolución Protestante

(sexta de siete partes)

Por el Hermano David Mary, MICM, terc.

Tomado de: http://catholicism.org/the-devastation-of-catholic-europe-some-causes-and-consequences-of-the-protestant-revolt.html
Traducido del inglés por Roberto Hope

El Cisma de Inglaterra


En Inglaterra, la revuelta contra la Iglesia golpeó de manera muy fuerte. En ninguna parte habría de producir el protestantismo un desastre más grande. Este desastre no se produjo tanto por la diseminación de doctrinas falsas como por la corona haber arrancádole por fuerza la iglesia a Roma. Una nueva iglesia nacional surgió a la existencia, y el camino para construir la Iglesia Anglicana ocasionó un tremendo costo en vidas y en propiedades.

Como lo habíamos visto en otra parte, la intromisión del poder civil en los asuntos de la Iglesia había llegado a tal grado que mucho del alto clero de Inglaterra se había alejado de la Santa Sede y se había puesto al servicio del rey. Así mísmo, el reconocimiento general de la Primacía del Papa había menguado en la mente de muchos ― gobernantes al igual que gobernados. Bajo esas circunstancias, era sólo cuestión de tiempo para que la persona indicada llegara a escena y se aprovechara de la deteriorada situación. Para Inglaterra, esa persona fue Enrique Tudor ― el Octavo de Inglaterra.

Todo el mérito o demérito de haber causado la separación de Inglaterra de la Iglesia Católica le pertenece justamente a Enrique VIII. Él fue el verdadero padre de la Reforma Inglesa, la cual fue peculiarmente obra suya, amoldada de acuerdo con su voluntad real, y hecha según su imagen y semejanza. Este hecho es indiscutible. De no ser por él, no hubiera habido un cisma y consecuentemente tampoco la Reforma en Inglaterra ― o por lo menos no entonces.

Enrique VIII llegó al poder en el año 1509, ocho años antes de que Alemania iniciara la revolución. Le tomó muy poco tiempo después de eso para separar a Inglaterra de la Iglesia Una y Verdadera. Después de 1515, Enrique se había vuelto absolutista en asuntos políticos, arrancando una obediencia ciega tanto de nobles como de clérigos.90 Y a tono con el espíritu prevaleciente de los tiempos, Enrique también comenzó a albergar una actitud de desafío hacia el Santo Padre.

El proceso de separación comenzó cuando Enrique trató de divorciarse de su esposa, Catalina de Aragón, con la que ya llevaba 17 años de casado, con el pretexto de que su matrimonio era inválido debido a un impedimento de afinidad. Catalína era la viuda de Arturo, el hermano de Enrique, quien había muerto antes de que el matrimonio se hubiera consumado. El papa Julio, por ese motivo, había concedido una dispensa que permitía a Catalina casarse con Enrique. Enrique puso en cuestionamiento esa dispensa. Por lo tanto el Papa Clemente VII nombró a una comisión que investigara las circunstancias del caso. Esto fue en 1528. En 1529, se llevó a cabo una audiencia formal en Inglaterra. Todos menos uno de los obispos presentes estaban a favor del divorcio. El único disidente era el Obispo Juan Fisher de Rochester. El Cardenal Wolsey, que constituía la mitad de la comisión de dos miembros, pidió un veredicto inmediato sobre el caso; sin embargo, el Cardenal Campeggio, legado del Papa, suspendió la audiencia hasta el otoño. La Reina Catalina, viendo la obvia parcialidad que surgía de la audiencia apeló al Papa, por lo que el Papa no tuvo otra opción que la de atraer el caso a Roma para llegar a una decisión. La decisión en este caso no se hizo pública hasta julio de 1533, cuatro años más tarde.

Antes de que ese plazo terminara, sin embargo, Enrique comenzó a tomar medidas para separar a su país de la Iglesia. Tomás Moro, un laico, reemplazó al Cardenal Wolsey como canciller de Inglaterra, señal para muchos de que resultarían actividades anticlericales por parte del rey. Esto resultó ser cierto. En octubre de 1529 se instituyó un “Parlamento de Reforma”, del cual salió legislación ideada para restringir la libertad de la Iglesia en Inglaterra y poner toda su autoridad en las manos de un solo hombre ― Enrique VIII. Aun cuando el parlamento no fue escogido por el propio Enrique, fue muy complaciente con sus deseos.91 El parlamento comenzó con unas leyes levemente anti-clericales, que atacaban abusos eclesiásticos genuinos que todo mundo censuraba. Esta legislación incluyó la Ley Testamentaria [Probate Act], la Ley Mortuoria [Mortuories Act] y la Ley de Pluralidades [Pluralities Act], ésta última denunciando la pluralidad de beneficios, la no residencia de los beneficios y la actividad mundana de los clérigos. Estos fueron sólo presagios de los motivos verdaderos del Parlamento, ya que estas últimas leyes atacaban abusos que el mismo Enrique había condonado anteriormente. Depués de todo ¡él mismo había prodigado varios beneficios a sus ministros clérigos, especialmente al Cardenal Wolsey!

Luego siguió la restauración del Estatuto de Provisores [Statute of Provisors] anulando los nombramientos papales sin el consentimiento real. El objeto de esta ley era obvio ― la autoridad de la Iglesia no podía cruzar los límites nacionales sin la anuencia de Enrique. Las verdaderas intenciones de Enrique se hacían muy aparentes. Propuso a los obispos de Inglaterra que, para evitar cualquier dificultad que surgiera de la violación de este estatuto, tales como prestar juramento de obediencia a la Santa Sede (estos eran votos que se acostumbraba que hicieran los candidatos a altos puestos en la Iglesia), declararan públicamente: 1) “Reconocemos que Su Majestad es el protector especial y el único y supremo jefe de la Iglesia y clero de Inglaterra” y 2) “el cuidado de las almas será confiado a Su Majestad”. A la siguiente convocación del clero, estas propuestas fueron secundadas, pero con una enmienda rescatante añadida por el Obispo Juan Fisher ― “en la medida en que lo permite la ley de Cristo”

El paso de la revolución inglesa se aceleró cuando en enero de 1532 el Parlamento votó por la Ley de Amortización [Mortmain Act] que restringía los derechos de propiedad de los clerigos y reducía las primicias papales.93 Tomás Moro entonces renunció como canciller, previendo la intención hostil de la nueva legislación.

15 de mayo de 1532 ― el clero de Inglaterra subordina las cortes católicas a revisión secular, terminando de esa manera toda jurisdicción independiente del estamento eclesiástico. (Esta independencia fue la causa por la cual Santo Tomás Becket había sido martirizado en 1165.)

Agosto de 1532 ― Tomás Cramner fue nombrado Arzobispo de Canterbury y el Papa Clemente VII aceptó su nombramiento como una última concesión para evitar la rebelión de Enrique.

En el siguiente enero, Enrique intercambió votos matrimoniales secretamente con Ana Bolena, que llevaba en su seno a la hija de él, Isabel.

30 de marzo de 1533 ― Cramner hizo su juramento de obediencia al Papa, pero sólo después de haber afirmado que “Aun cuando hoy juro ser obediente a la Sede de Roma, sin embargo, sólo lo haré de dientes a afuera y no con mi mente y corazón internos, ni tengo la intención de cumplir mi promesa con el Papa que está ausente...” 94 (¡Esto muestra la completa hipocresía en el carácter de uno de los llamados grandes reformadores!)

Abril de 1533 ― el Parlamento de Enrique aprobó una ley que restringía las apelaciones a Roma ― esto fue el resurgimiento del antiguo Estatuto de Praemunire que había aparecido por primera vez en el Siglo XIV bajo el reinado del rebelde gobernante inglés ― Eduardo III.

El 23 de mayo de 1533, Cramner pronunció nulo e inválido el matrimonio de Enrique con Catalina, y válida la unión con Ana Bolena.

En julio del mismo año, Roma decidió en contra de la petición de anulación de Enrique, declaró ilícita su unión con Ana, e ilegítimos todos los posibles hijos. Sin embargo, el Papa se esperó al año sigueinte para ratificar su decisión públicamente. Se especula que esperaba que Enrique no siguiera adelante con el cisma.

En repudio de la decisión Papal, el Parlamento aprobó entonces la Ley de Sucesión en abril de 1534, que invalidaba el matrimonio de Enrique con Catalina y declaraba a Isabel legítima y heredera al trono. Los Santos Tomás Moro y Juan Fisher se rehusaron a hacer juramento de conformidad con esta ley, y entonces fueron mandados a prisión por alta traición. (Tomás Moro había reconocido el derecho del Parlamento de designar un heredero al trono, pero se rehusó a aceptar la sutoridad del Parlamento de pronunciarse sobre la validez de un matrimonio. Esto está muy lejos de lo que el hombre moderno permite al estado en estos asuntos)

Y finalmente, en noviembre de 1534, el parlamento dio su sanción a la Ley de Supremacía: “Sea promulgada por la autoridad de este parlamento que el rey, nuestro soberano señor, sus herederos y sucesores, reyes de estos dominios, sean considerados, aceptados y reputados como la única cabeza suprema en la Tierra, de la Iglesia de Inglaterra, llamada Anglicana Ecclesia,” con la autoridad de “visitar, reprimir, reparar, registrar, ordenar, corregir, restringir y enmendar” cuanto “por cualquier forma de autoridad o jurisdicción espiritual deba ser reformado; ... no obstante todo uso o costumbre, ley extranjera o autoridad extranjera.”95 Un juramento de supremacía que la acompañaba exigía a los súbditos “jurar lealtad, fidelidad, y obediencia sólo a Su Majestad, el Rey... y no a ningún poder extranjero.”96

En enero y febrero de 1535, Enrique asumió su nuevo título de cabeza suprema de la iglesia y de la jerarquía inglesa, renunció explicitamente a la institución divina del papado. La consumación del cisma ya era total.

El juramento de supremacía se hacía cumplir so pena de muerte. Por rehusarse a hacer este juramento, los santos cartujos Juan Houghton, Roberto Lawrence y Agustín Webster junto con el monje San Ricardo Reynolds, fueron condenados a muerte. San Juan Fisher fue martirizado el 22 de junio, y Santo Tomás Moro el 6 de julio. El Papa Pablo III excomulgó a Enrique el 30 de abril, y pidió que fuera depuesto. Sin embargo ningún príncipe o rey salió al paso a hacer cumplir la bula,

Entonces, ya con todas las legalidades apartadas del camino, Enrique y compañía comenzaron lo que la historia conoce como el Gran Pillaje; entre 1536 y 1540, la corona expropió y suprimió 645 monasterios, 90 colegios y 110 hospitales (¡el valor de las propiedades monacales representaba en esos tiempos un tercio de la riqueza en tierras de Inglaterra!)

Conforme estas propiedades pasaban a manos de Enrique, salían nuevamente como regalos a sus amigos y partidarios, y como sobornos a sus enemigos potenciales. Muchas de ellas fueron también dilapidadas por Enrique en lujos. A la muerte de Enrique, en 1547, casi dos terceras partes de la riqueza mal habida de la corona había sido distribuida entre 1600 partidarios y cofrades ladrones, creando de esa manera una clase terrateniente con un fuerte interés creado de que la Reforma permaneciera.97 Esta nueva plutocracia poseía un destacado poder económico que le permitía primero controlar el parlamento y con el tiempo restringir el poder de la corona. Para finales del reino de Isabel en 1603, una nueva oligarquía estaba apoderándose del país.98 La cantidad de propiedades robadas a la Iglesia totalizaba más de dos millones de acres. 99.

Algunos infames individuos reunieron grandes fortunas y de ellas enorme poder al término del Gran Pillaje ― Guillermo Cecil, Tomás Cromwell, Juan Dudley y Eduardo Seymour, por nombrar algunos. Estos mercaderes del poder establecieron el curso de la futura Inglaterra Protestante para cientos de años después.

Otro resultado del Gran Pillaje fue que la gran mayoría de los 6,500 monjes y frailes y 1500 monjas fueron mandados a la calle a haberselas con sus propios recursos. Aparte de estos 8,000, otros 92,000 dependientes de los monasterios ― los ancianos, los huérfanos, los enfermos, fueron arrojados sobre las espaldas de la sociedad, Como consecuencia de ello, se promulgaron las primeras Leyes de Pobres en Inglaterra, en un intento de lidiar con un creciente problema social.

En lo que concierne a la doctrina, Enrique extirpaba toda novedad que apareciera (excepto, por supuesto, sus propias novedades relacionadas con la primacía e infalibilidad del Papa). 100 Mantuvo intacta la misa ― la creencia en la divina presencia y en la transubstanciación, el celibato de los sacerdotes, y los siete sacramentos. Fue sólo después de su muerte, en 1547, cuando tomaron asiento las novedades luterana y calvinista. Éstas fueron traídas durante el reinado de Eduardo VI, por el Duque de Somerset y el Arzobispo Cramner inyectando veneno en un cuerpo ya cismático. El primer “Libro de Oración Común” ["Book of Common Prayer"] apareció en 1548, y fue impuesto sobre el pueblo en junio de 1549.

El 31 de enero de 1550, el Parlamento votó por una nueva forma de consagración de arzobispos, obispos, sacerdotes y diáconos, llamado el Ordinal. Tuvo un principio endeble, modificándose en 1552; fue suprimido por la reina católica, María Tudor, y readoptado finalmente por Isabel I en 1559. Tuvo el efecto de invalidar todas las ordenaciones anglicanas posteriores, pues estaba ideado deliberadamente para destruir toda idea de un sacerdocio sacrificatorio. “En intención, y hasta el siglo XVII también en forma, era defectuoso e incapaz de perpetuar la sucesión apostólica del episcopado y las órdenes sagradas."

Cranmer introdujo un segundo “Libro de Oración Común” en 1550 que era más zwingliano que luterano. Todos los vestigios de la misa desaparecieron junto con los ritos que tenían reminiscencia de sacrificio. Mesas reemplazaron a los altares y todas la vestiduras, excepto el sobrepelliz, fueron prohibidas. Todos los sacramenteos se declararon ilegales y se instituyeron dos sacramentos ― el bautismo, y la “cena”, mediante una Ley de Uniformidad aprobada por el Parlamento en 1552.

Para completar la nueva iglesia, aparecieron “42 artículos” en junio de 1553, que representaban la enseñanza oficial de la Iglesia Anglicana, que para entonces ya llevaba 18 años de existir. Estos artículos presentaban un delicado balance entre el luteranismo y el calvinismo.

(Continuará)

Notas:
89  History of Protestant Revolt, Vol. II, pág. 60. 
90  Outline History of the Church by Centuries, pág. 556. 
91  Summary of Catholic History, pág. 188. 
92  Ibid., pág. 188. 
93  Las primicias son "los primeros frutos, o el primer ingreso en el año de un beneficio eclesiastico, que se paga a lal Curia Papa."— Catholic Encyclopedia, Vol. I, pág. 537 
94  The Rise and Growth of the Anglican Schism, Rev. Nicolas Sander, TAN Edition, pág. 89. 
95  Summary of Catholic History, pág. 190. 
96  Ibid., pág. 190. 
97  The Beginning of the English Reformation, Hugh Ross Williamson, Sheed and Ward, págs. 55-56. 
98  Summary of Catholic History, pág. 193. 
99  History of Protestant Reformation in England and Ireland, pág. xii. 
100 Como la Primacía del Papa y la Infallibilidad Papal no se habían definido antes del Concilio Vaticano I, Enrique no estaba negando enseñanzas de fide definita de la Iglesia. Sin embargo, al negar estas doctrinas, sí negaba articulos de Fe que siempre se habían creído universalmente ― y que por lo tanto pueden ser llamados de fide catholica. Fuera de esto, Enrique se oponia fuertemente a las nuevas doctrinas que estaban surgiendo en Europa en esos tiempos. Antes de este cisma, el Papa le habia impuesto el título de "Defensor de la Fe" por su labor de defender a la Iglesia y sus enseñanzas contra las herejías de entonces. Por supuesto nada de esto le imputa virtud alguna a él, pues fue culpable de un asalto directo contra el Cuerpo Místico de Cristo; simplemente sirve para aclarar el dato histórico de que Enrique no adoptó las herejías de los otros "reformadores." 

lunes, 1 de febrero de 2016

Devastación de la Europa Católica. 5

La Devastación de la Europa Católica

Algunas Causas y Consecuencias de la Revolución Protestante

(quinta de siete partes)

Por el Hermano David Mary, MICM, terc.

Tomado de: http://catholicism.org/the-devastation-of-catholic-europe-some-causes-and-consequences-of-the-protestant-revolt.html
Traducido del inglés por Roberto Hope

Suiza

La revuelta germana se extendió hacia el sur a Suiza bajo la forma del zwiglianismo (por Ulrico Zwinglio, un sacerdote apóstata) en los años 1520s. El zwinglianismo era un tipo de protestantismo más radical que el de Lutero en que Zwinglio manifestaba un espíritu mucho más racionalista, que bordeaba en el panteísmo: “Todo es Dios, todo lo que existe es Dios, y nada existe que no sea Dios”. Además, Zwinglio era un gran iconoclasta.70

En Zurich en 1521, el cabildo de la ciudad protegió a Zwinglio de las autoridades eclesiásticas y le permitió predicar su ponzoña al populacho. Para 1525, luego de que el cabildo hubiera dado su aprobación oficial a Zwinglio, todo signo externo de catolicidad había sido destruido. La misa había sido reemplazada por una forma “más pura de adoración ― el altar desapareció y algunas simples mesas cubiertas con el pan y el vino sacramentales tomaron su lugar, y una multitud de ansiosos comunicantes se reunía alrededor de ellas.”71

La revolución suiza se hizo más radical y fue más absoluta que la alemana; sin embargo, “en todas partes su progreso se distinguía por disenciones, conmociones civiles, rapiña, violencia y derramamiento de sangre. Y así como la alemana, debía también su establecimiento a la intromisión de las autoridaes civiles. Sin ésta, ninguna de las revoluciones hubiera tenido ni consistencia ni permanencia.” 72.

De Zurich, el veneno se extendió hacia Berna, donde sobrepasó por mucho a su preceptor en celo y fanatismo religioso, y Berna tomó la batuta en todos los asuntos religioso-políticos del país. Allí se celebró un concilio zwingliano en 1528, en el cual se adoptaron diez artículos de la nueva fe. Luego, la nueva fe fue impuesta a la fuerza sobre toda la población del cantón (Suiza está formada por cantones o distritos). Se abolió la misa, se demolieron los altares, se quemaron las imágenes, se les permitió a los sacerdotes casarse y se obligó a los religiosos que dejaran sus conventos. Esta nueva religón, establecida por ley, causó mucha violencia, sacrilegio, y rapiña en todo el cantón bernés.

La vieja religión Católica fue suprimida de manera tiránica. Para hacer cumplir la nueva religión, se enviaron desde Berna comisionados a todas las comunidades del cantón, con instrucciones de dirigirse a la gente y emplear todo esfuerzo para inducirlos a abrazar el nuevo evangelio. Luego de que predicaban, la cuestión se sometía a voto popular. (Se permitía que participaran muchachos de 14 años.) Si la mayoría se iba por la nueva religión, la minoría era obligada a abandonar la vieja religión; públicamente se declaraba abolida la misa en todo el pueblo. Si, por el contrario, la mayoría votaba por seguir con la vieja religión, (como frecuentemente era el caso), la minoría protestante conservaba la libertad de practicar la suya. Aun si algún pueblo votaba unánimemente por seguir practicando el catolicismo, sus sacerdotes eran desterrados y ¡en su lugar se ponían predicadores protestantes!  Todo esto se hacía cumplir por la autoridad civil. 73

Agréguese a la tiranía de los protestantes la nota de hipocresía: “La [tiranía] del partido protestante era superada sólo por su total inconsistencia. Los gloriosos privilegios del juicio privado, de libertad de conciencia y de prensa, estaban siempre en sus labios, y sin embargo ¡temerariamente las pisoteaban todas ellas! Cada quien podía intepretar la biblia por sí solo y sin embargo quien osara interpretarla diferentemente de como lo hacían sus excelencias los consejeros municipales de Berna, era castigado como enemigo del gobierno,” 74

En 1535, se hizo conocer la revolución en Ginebra, principalmene por las intrigas de Berna. Como resultado, las iglesias católicas fueron confiscadas luego de haber sido antes pintarrajeadas sacrílegamente y desecradas; el clero católico era perseguido y forzado a huir de la ciudad; casi la mitad de la población fue obligada a emigrar para poder alcanzar paz y libertad de conciencia para ellos mismos, y luego de que se iban, sus propiedades eran confiscadas y en castigo por haber osado dejar la ciudad, eran privados de sus derechos. En 1536, la Reforma fue establecida en Ginebra por el gran consejo municipal y hecha cumplir con las espadas y bayonetas del ejército.

Fue cinco años más tarde cuando Juan Calvino (1509-1564) un sacerdote apóstata, llegó a la ciudad y comenzó a consolidar el sistema calvinista. Este sistema absorbió al zwinglianismo y realizó una comunidad ideal de elites predestinadas. El calvinismo construyó sobre el luteranismo existente ― la justificación sólo por la fe, la negación de la gracia santificante, la biblia como única regla de fe. Añádase a esto la predestinación absoluta ― con independencia de sus actos, el hombre está predestinado al cielo o al infierno. La libre voluntad no existe.

Como en el luteranismo, la doctrina calvinista prácticamente identificaba a la iglesia y el estado como una sola entidad; sin embargo, a diferencia de los luteranos, los calvinistas propugnaban el dominio de la Iglesia sobre el estado, o sea una teocracia, en la cual una sola entidad gobierna tanto las cosas espirituales como las temporales. Algunos historiadores erróneamente señalan que esto es lo que la Iglesia Católica enseña. Parecen olvidar que la Iglesia Romana reconoce dos cuerpos distintos dotados de autoridad propia y no una única organización.

Es interesante notar que las pretensiones teocráticas de Calvino estaban basadas en “un intenso individualismo derivado de la certidumbre de ser de los elegidos y del deber del individuo de cooperar para llevar a cabo el propósito divino contra un mundo pecador y hostil.” 

Aquí también, como en el Luteranismo, que le adscribía un valor meramente terrenal y naturalista a la actividad terrenal, el calvinismo sostenía esta separación de la gracia y la naturaleza. Calvino, sin embargo, añadió incentivos poderosos a la observancia de este valor naturalista y a la búsqueda de la riqueza. “Él enseñaba que la energía en el trabajo y el éxito en los negocios eran prueba de que uno había sido elegido para ser salvado, una clara indicación de que el acto puramente interior de fe ― la confianza en Cristo, había sido llevado a cabo correctamente, y que por otra parte la falta de ambición por las ganancias y el pobre éxito eran prueba de la condenación eterna. Consecuentemente, la acción política y los tratos de negocios, en vez de estar [motivados por una caridad sobrenatural hacia el prójimo, se] dejaban al consejo del juicio privado, o sea, inevitablemente a lo que indicaba el interés propio. De esa manera, el individualismo en la religión preparó el camino para el individualismo y el separatismo en la actividad política y económica.

En Ginebra, Juan Calvino aniquiló los últimos vestigios de sentimiento católico; la ciudad revirtió hacia el antiguo testamento; en el bautismo se imponían nombres de patriarcas, y los nombres de los santos se erradicaron del calendario, dejando en blanco los días del año. Se observaba sólo el sábado en un espíritu de legalismo judío. 77

Calvino fundó la Academia, conocida más tarde como la Universidad de Ginebra, que se convirtió en el nuevo Santo Oficio de esta 'Roma Protestante', el seminario central, núcleo misional, y centro de conocimientos del movimiento calvinista en Europa.78 La Academia sirvió como la Meca del calvinismo de otros países ― los hugonotes en francia, los neerlandeses reformados en holanda, los presbiterianos en Escocia y los puritanos en Inglaterra y en la Nueva Inglaterra.

La Revolución Escandinava

La Reforma se apersonó en los países católicos de Dinamarca, Suecia y Noruega pronto después de haber producido sus efectos nocivos en Alemania.

Dinamarca

El voluntarioso e inescrupuloso gobernante de Dinamarca, el Rey Christian II, que estaba imbuído del mismo espíritu que había motivado a sus pares, los príncipes 'católicos' de Alemania, comenzó su ataque a los derechos de la Iglesia en 1519. Durante los siguientes cuatro años, colocó cinco clérigos en la sede arzobispal primada, sólo uno de los cuales recibió confirmación papal, y promulgó nuevos edictos regulando la propiedad eclesial y sujetando la jurisdicción episcopal a la corona. Junto con esta intromisión en los asuntos de la iglesia, Christian II laboró por lograr sus ideas absolutistas en el campo de la política. Trató de lograr esto resolviéndose a hacer valer su supremacía real en toda la Union de Kalmar. (Los países de Islandia, Noruega, Suecia, Finlandia y Dinamarca estaban unidos bajo el dominio de los daneses en virtud de este tratado). También deseaba destruir todo el poder que detentaban los nobles de su propio país. Falló en ambos intentos, y por ello causó su expulsión de Dinamarca en 1523. Un efecto de las políticas de Christian fue una guerra de Suecia contra la Unión de Kalmar.

Los nobles de Dinamarca pusieron en el poder al tío de Christian, Federico de Schleswig-Holstein. Federico era un luterano secreto, y en violación a su juramento de coronación, de apoyar a la Iglesia y suprimir la herejía, inició una revuelta en serio contra la Iglesia. En 1526 salió del clóset, por asi decirlo, con su luteranismo, y el siguiente año en la Dieta de Odense, promulgó la infame Ordenanza de Odense. Esa ordenanza 1) transfirió la confirmación de obispos de la Santa Sede a la corona, 2) permitió el matrimonio de los clérigos, 3) otorgó igual protección real a los sacerdotes católicos y a los predicadores luteranos, y 4) proclamó la absoluta libertad de conciencia.79 Esta ley, en efecto, colocó a la iglesia danesa en cisma. “Cuando murió Federico I en 1533, no cabía lugar a duda de que la corte era luterana; los obispos, serviles cismáticos, pero la gran mayoría del populacho era católico.” 80

Después de la muerte de Federico, la población católica se unió en apoyo del Conde Cristóbal de Oldenburgo, quien pudo retener el trono por dos años. Sin embargo, los poderosos nobles, con la ayuda de los suecos (para entonces ya había ocurrido la revolución en Suecia), capturaron Copenhague, sede del poder en 1536 y pusieron a Christian III, hijo luterano de Francisco, en el trono. Bajo el reinado de Christian III, Dinamarca perdió su catolicidad. El rey hizo arrestar a todos los obispos el 20 de agosto de 1536. Se les ofreció su libertad y una pequeña pensión a condición de renunciar a sus sedes episcopales y a sus tesorerías en favor del rey, y de prometer no ofrecer más resistencia al cambio religioso. Todos aceptaron menos uno, el Obispo Ronnnow de Roskilde. Él habría de morir en prisión ocho años más tarde. 81

Al año siguiente, Christian III invitó al brazo derecho de Lutero, Juan Bugenhagen, a supervisar el establecimiento del sistema luterano en Dinamarca. Después de esto, los sacerdotes que se rehusaban a introducir la nueva religión eran privados de sus parroquias. Como algunos clérigos y laicos seguían oponiéndose a la nueva religión, se promulgaron leyes más estrictas en 1544 y 1546. Toda la propiedad eclesiástica que quedaba fue confiscada; todos los sacerdotes católicos fueron enviados al exilio bajo pena de muerte si regresaban, y todos los laicos católicos fueron privados de su derecho de desempeñar cargos públicos y de transmitir propiedades a sus herederos. Habremos de ver las mismas medidas represivas ser promulgadas por Enrique VIII e Isabel I en Inglaterra e Irlanda.

Noruega

Para Noruega, que seguía bajo el dominio de Dinamarca por medio de la Unión de Kalmar, fue sólo cuestión de tiempo para que el populacho fuera infectado de luteranismo. Primero, Dinamarca privó a Noruega de sus principales pastores, desterrándolos y poniéndolos en prisión. Para 1537, privados así de sus dirigentes eclesiásticos, los noruegos cayeron a merced del gobierno danés, que de inmediato tomó medidas activas para imponer sobre ellos la nueva religión. Se aprobaron leyes por las cuales todo el clero era obligado a abrazar el luteranismo o abandonar el país, A su crédito, muchos de los monjes prefirieron el exilio a la apostasía.82

Así pues, la Reforma, que en todas partes llevaba la promesa de libertad en sus labios, dispersó la ruina sobre las expectativas sociales, materiales y políticas de Noruega, de cuyos efectos todavía no ha podido recuperarse. 83

Islandia

Islandia, también bajo el dominio de los daneses, fue forzada a abrazar el luteranismo solamente después de que un gran contingente de tropas danesas derrotara a los insurgentes católicos y matara al último obispo católico en 1550. Las leyes promulgadas en Dinamarca fueron hechas valer en Islandia y habrían de pasar más de 300 años para que un sacerdote católico obtuviera permiso de desembarcar en Islandia.84

Suecia

La historia de la Revuelta en Suecia no presenta ninguna grande excepción a las leyes generales que rigieron el movimiento en otros países. Como en Inglaterra, la obra de la Reforma fue entera y exclusivamente llevada a cabo por la corona. El hombre que la llevó a efecto fue Gustavo Vasa. Vasa llegó al poder como resultado de llevar a los suecos a la victoria en una guerra de independencia contra Dinamarca, disolviendo la Unión de Kalmar. En 1523, fue coronado rey de Suecia por aclamación popular. Tomó el nombre de Gustavo I. Desafortunadamente para Suecia, Gustavo era un luterano no declarado. Se hacía pasar por católico celoso, y mientras tanto, llevó a cabo una campaña secreta para introducir el luteranismo en Suecia. Sus instrumentos fueron dos de los discípulos 'maestros' de Lutero, los hermanos Olaf y Lorenzo Petersson, o Petri. Un historiador protestante proporciona los detalles de la hipocresía real:

El intrépido Olaus Petri se había presentado en la dieta que se celebró en Strangas en 1523, y buscó exponer los errores del papado ante los estados. Causó mucha excitación y llegó a los oídos del rey, quien llamó a Olaus y a su patrocinador, el docto y venerable Laurentius Andreae. Deben ahora explicar sus sentimientos ante él, y fue imposible para él no aprobar lo que concordaba tan bien con sus propias convicciones y ventajas, pero no se explicó abiertamente todavía por algún tiempo, temiendo que ganándose el nombre de hereje le traería la detestación de los sacerdotes y del pueblo; por lo tanto aparentaba no tomar parte en estas disputas religiosas, pero secretamente protegía las nuevas doctrinas, y para su mayor diseminación colocó a Lorenzo como doctor de teología en Upsala, a Olaus como predicador en la Iglesia Mayor de Estocolmo, y a Laurentius Andreae lo nombró su propio secretario.

Tres años más tarde, en 1527, dos obispos que se mantenían estrictamente en la fe, Pedro Sunnanwader y Magnus Knut, fueron ejecutados como traidores por rechazar la herejía que se esparcía desde la catedral de Estocolmo. (Esto fue ocho años antes del martirio de Santo Tomás Moro y de San Juan Fischer en Inglaterra,)

La Iglesia en Suecia estaba para entonces bien enterada de la nueva religión de Gustavo y de sus intenciones respecto a las propiedades de la Iglesia. En la Dieta de Westeras, celebrada a fines de 1527, se aprobó una ley por la corona, que contenía lo siguiente: 1) Las riquezas y los ingresos superfluos de los conventos deben ser aplicados al uso del reino y de la corona, y 2) la palabra “pura” de Dios debe ser predicada en las iglesias del reino.86

En una determinación distinta, llamada Westeras Ordinantia, se fijó que los obispos, diáconos, etc., debían ser nombrados por el rey sin el consejo del Papa, que el rey depusiera a los clérigos descalificados, y que en asuntos terrenales los sacerdotes debían comparecer ante tribunales temporales.87

En consecuencia, la corona y la nobleza se abalanzaron sobre la riqueza y las propiedades de la Iglesia con gran rapacidad y avaricia. La iglesia fue despojada y esclavizada.

Dos años más tarde, la Dieta de Odebro estableció formalmente la iglesia nacional con una jerarquía subordinada a la corona, y Lorenzo Petersson fue nombrado arzobispo de Upsala ― sede primada de Suecia. La dieta pedía la adopción de una liturgia en lengua vernácula y un clero  casado (la gente de Upsala se asombró y escandalizó en grande de ver al nuevo arzobispo de Upsala entrar acompañando a su esposa a la venerable catedral.)

Este año de 1529, fue el anterior al año en que se celebrara la famosa Dieta de Augsburgo en Alemania. Y sería 63 años antes de que cualquier declaración doctrinal de la nueva iglesia sueca hiciera su aparición.

Comparando a Gustavo con Enrique VIII de Inglaterra, el Arzobispo Spalding dijo, “Ambos [Enrique y Gustavo] comenzaron su reinado bien, como ídolos del pueblo, y ambos lo terminaron mal, objeto de la detestación popular. Bajo ambos reinos, había libertad popular al principio y esclavitud popular al final. Ambos se hicieron a sí mismos cabeza de la iglesia en sus respectivos reinos mediante fraude y violencia, y ambos, por y mediante esta usurpación sacrílega de la soberanía espiritual, lograron aplastar las libertades de la gente y establecer un redomado despotismo real.”88

(Continuará)

Notas:
70  Summary of Catholic History, pág. 173. 
71  History of Protestant Revolt, págs. 174-175. 
72  Ibid., pág. 168. 
73  The Protestant Reformation in Western Switzerland, Charles Louis De Haller, págs. 53-54. Esto puede leerse en The History of the Protestant Revolt, pág. 188. 
74  De Haller, págs. 58-59. 
75  Judgment of the Nations, Christopher Dawson, págs. 44-46. 
76  The Mystical Body of Christ and the Re-Organization of Society, pág. 278. Calvino fue el primero en desconocer abiertamente las leyes de la Iglesia contra la usura. (p. 75) 
77  Summary of Catholic History, pág. 175. 
78  Ibid., pág. 176. 
79  Summary of Catholic History, pág. 160. 
80  Ibid., pág. 160. 
81  Ibid., pág. 160. 
82  History of the Protestant Revolt, Vol. II, pág. 449. 
83  Ibid., pág. 450. 
84  "Iceland", Pius Wittman, PhD., Catholic Encyclopedia, Vol. VII, pág. 617. 
85  History of Sweden, Fryxell, Vol. II, págs. 117-118. 
86  History of Protestant Revolt, Vol. II, pág. 419. 
87  Ibid., pág. 419. 
88  History of Protestant Revolt, Vol. II, págs. 432-433. 

lunes, 25 de enero de 2016

Devastación de la Europa Católica. 4

La Devastación de la Europa Católica

Algunas Causas y Consecuencias de la Revolución Protestante

(cuarta de siete partes)

Por el Hermano David Mary, MICM, terc.

Tomado de: http://catholicism.org/the-devastation-of-catholic-europe-some-causes-and-consequences-of-the-protestant-revolt.html
Traducido del inglés por Roberto Hope
uinto

Quinto Concilio de Letrán

La última oportunidad vino en la forma del Decimooctavo Concilio Ecuménico de la Iglesia Católica ― el Quinto Concilio de Letrán. Ese Concilio, presidido por el Papa Julio II del 1512 al 1513 y por el Papa León X hasta su conclusión en 1517, trató muchas cuestiones importantes que la Iglesia enfrentaba. Éstas, enumeradas en ningún particular orden de importancia, fueron: convocar a una Cruzada para defender a Europa de los turcos que la estaban invadiendo por el Oriente (este llamado a una cruzada cayó en oídos sordos en Europa, principalmente por las luchas intestinas entre los príncipes cristianos, y por la forma como los gobernantes veían al Papado ― como cualquier otro principado temporal); poner a Francia en interdicto por haber convocado a un concilio cismático en Pisa (ese concilio luego fue repudiado por sus adherentes, y fueron absueltos más tarde); condenar la “Sanción Pragmática de Bourges” y exigir su abolición en Francia; llamar a una reforma de la Iglesia ― prohibiendo los beneficios comendatorios, castigando a los eclesiásticos blasfemos, incontinentes, negligentes y simoníacos, y restringiendo los ingresos de la iglesia a fines seculares. El concilio permitió “Montañas de Piedad”, una agencia de préstamos establecida para los pobres, su principal razón era contrarrestar las prácticas usureras que estaban floreciendo en una era de mammonismo; y reiterar la doctrina de que sólo el Papa tiene el derecho y la autoridad de convocar, prorrogar, o disolver un concilio.

Los llamados a reforma quedaron como letra muerta, ya que no se hicieron cumplir. Tragicamente, el pluralismo, los beneficios comendatorios y el otorgamiento de dignidades eclesiásticas a niños siguieron siendo la costumbre. En cuanto a la Sanción Pragmática, Francisco I, Rey de Francia, en una reunión con el Papa León X, la abolió, pero a un costo muy alto para la Iglesia ― se le dio al Rey el derecho de nombrar a los ocupantes de todas las sedes episcopales, abadías, y prioratos; el clero francés fue gravado con impuestos, y otras concesiones pertenecientes a la jurisdicción eclesiástica fueron otorgadas al gobernante francés, asegurando de esa manera la influencia real sobre la Iglesia en Francia. 48 De ese momento en adelante, el Rey de Francia tuvo poca tentación de rebelarse, “pues ya había recibido todo lo que el Rey Enrique Octavo de Inglaterra y otros príncipes habían esperado ganar" [mediante su rechazo del Papado]

La Revuelta Comienza en Alemania

El poder espiritual de los papas había decaído gradualmente, y su autoridad había perdido la mayor parte de su influencia. Alemania, en una dieta pública, se había declarado independiente del Papa, y hasta príncipes de menor importancia en Europa desacataban o menospreciaban los estruendos provenientes del Vaticano.50 Esencialmente, así era la actitud alemana hacia la Iglesia a principios del Siglo XVI. Pues el emperador Maximiliano, siendo fiel a las tradiciones de Alemania desde los días de Federico Barbarroja, había puesto las bases para la revuelta en el Sacro Imperio Romano. Un historiador comenta:

“Debemos mencionar un hecho determinante que señala el final de la operación de ese proceso de desarrollo que hemos venido observando como característico de los cambios en la sociedad y en la civilización medieval: a saber, la instauración del Derecho Romano como la norma legal aceptada en todo el Imperio, bajo Maximiliano I, ... Esto tuvo el efecto de detener y cristalizar una estructura social que había estado sujeta a repetidos cambios sin revolución, de manera tal que era más probable que los cambios futuros tomaran formas radicales y revolucionarias.”51

Estos cambios radicales y revolucionarios estaban por manifestarse. Todo lo que se necesitaba era una chispa que encendiera las llamas de la apostasía. Esa chispa llegó en la forma de una predicación de indulgencias para la construcción de una basílica en Roma dedicada a San Pedro. Los príncipes alemanes se enfurecieron en grande.

“Los rapaces príncipes de Alemania, que deseaban gobernar de manera suprema tanto la Iglesia como el Estado, eran particularmente sensibles al tema de que saliera dinero de Alemania para la Santa Sede, no obstante lo ancestral que hubiera sido la costumbre que anteriormente lo había autorizado, o lo razonables que fueran los motivos por los cuales esa costumbre se hubiera originado”

De modo que no se molestaron demasiado cuando Martín Lutero, un monje agustino, empezó su ataque contra la indulgencia y contra los diversos males que veía presentes en la Iglesia. Maximiliano, enemigo declarado del Papa, “lejos de oponerse a los primeros ataques de Lutero contra las indulgencias, ve con agrado el espíritu y agudeza de éste, declara que merece protección, y trata a sus adversarios con desprecio y burla.” 53 Maximiliano recomendará a Lutero a su segundo de a bordo ― Federico, Elector de Sajonia ― con estas palabras: “pudiera llegar un momento en que podríamos necesitar de él.”54 “Había poca necesidad de recomendarlo, pues Federico ya era patrono y protector (de Lutero) y ya había tomado partido abiertamente en favor de él, prohibiendo al fraile dominico Tetzel predicar la indulgencia dentro de los límites de Sajonia.”55

El 1° de noviembre de 1517, Lutero clavó sus 95 tesis en la puerta de la iglesia en Wittenburg, “apelando con mucho tacto a las pasiones del pueblo alemán, y a sus viejos prejuicios contra la Santa sede en la cuestión de dinero.” La Revuelta había dado comienzo.

Al año siguiente, Maximiliano inauguró una dieta en Augsburgo con varios de los príncipes y dirigentes alemanes, para quejarse de la venta de indulgencias y otros desórdenes eclesiásticos. Maximiliano utilizó esta dieta para “humillar al Pontífice y obligarlo a retractarse de algunas de sus exigencias exorbitantes”56 relacionadas con la indulgencia y la orden del Papa de que Lutero compareciera en Roma. Maximiliano no permitiría a la Iglesia que ejerciera su autoridad exigiendo a Lutero que respondiera por sus actividades. Así pues, Lutero seguiría difundiendo su herejía impunemente.

El historiador alemán Menzel nos proporciona la clave de todos los movimientos de Lutero y de las razones por las cuales fueron considerados favorablemente por muchos de los príncipes de Alemania. Dice que Lutero “albergaba una reverencia casi bíblica por los ungidos del Señor, con cuya ayuda esperaba lograr reformar la Iglesia.”57 Contrariamente a la creencia popular de entonces, Lutero era fiel a la doctrina del derecho divino de los reyes y consecuentemente opuesto a las ideas modernas de libertad popular ¡de las cuales ha sido generalmente considerado paladín!58 “Nunca hubo una mayor falsa concepción que aquélla que sostiene que Lutero era partidario de la libertad popular... [Lutero] confiaba para su éxito, no en el pueblo, sino en el brazo fuerte de los príncipes; y éstos últimos amablemente secundaban sus posturas, las cuales obraban tan evidentemente en ventaja de ellos mismos.” 59

“La Reforma se redujo a una mera cuestión de denigrante avaricia y ambición mundana por parte de los príncipes; y Lutero, el archi-reformador, el valeroso adversario del Papa, y cacareado paladín de la libertad ¡es rebajado a la posición de mero instrumento, agachado y servil, de hombres rapaces y sin principios, que procuraban sólo sus propios intereses y que deseaban imponerlo sobre sus súbditos con su poder supremo sobre Iglesia y Estado! Al sacudirse el yugo de Roma, al pueblo alemán le fue atado otro infnitamente más irritante a su pescuezo, y ha tenido que aguantarlo desde entonces!”60

Como consecuencia, la Iglesia perdió todas sus propiedades en aquellos distritos alemanes que apostataron. “La riqueza de la Iglesia, que hasta entonces había sido el patrimonio de los pobres; todas las instituciones eclesiásticas, incluyendo hospitales, escuelas, casas de asilo, etc. Pasaron a manos de los reyes y príncipes y de los magistrados de los pueblos.” 61 Para ver qué papel tan importante jugaron la codicia y la avaricia en la continuación de la revuelta en Alemania, considérese esto: En 1530 y en 1535, se hicieron dos intentos por reformadores conciliadores y la Iglesia, por reconciliar a los Protestantes con la Iglesia Católica. “Los teólogos católicos insistieron en dos puntos: que los sacerdotes casados abandonaran a sus mujeres, y que los príncipes protestantes restituyeran a la Iglesia los bienes de que se habían apoderado. La primera de las condiciones probablemente se habría cumplido; pero, como lo observa Erasmo 'los príncipes luteranos nada querían oir de restitución.' (Erasmo Ep. P 998)”62. Así, la revuelta alemana continuó, no por “la pureza de una doctrina, o la propagación de la luz, el triunfo de un credo, o el mejoramiento de la moral, sino por los intereses miserables y profanos de este mundo.” 63

La nueva organización de la administración de la iglesia establecida entonces en Alemania, y el papel que jugaron los príncipes, es descrito por Menzel:

"Todo el sistema de la iglesia fue simplificado. Los obispados secuestrados fueron administrados provisionalmente y los asuntos de la iglesia luterana fueron controlados por comisionados seleccionados de entre los reformadores y por consejos nombrados por los príncipes, Lutero promulgando incesantemente la doctrina del derecho de los soberanos temporales a decidir cuestiones eclesiásticas. Su intención era la creación de un contrapeso a la autoridad eclesiástica, y probablemente estaba lejos de imaginar que la religión pudiera con el tiempo ser privada de su dignidad y libertad por el despotismo temporal. La autoridad episcopal pasó enteramente a manos de los príncipes." 64

Litúrgicamente, Lutero preservó ciertas características de la Misa para evitar excitar oposición entre la gente común, pero daba instrucciones privadas a sus ministros de que cambiaran la intención de las palabras de la consagración, de ahí en adelante pronunciadas meramente como una narración. Lutero confesó: “Si yo logro acabar con la misa, habré conquistado por completo al Papa.”65

Los nuevos servicios luteranos variaban de distrito en distrito, pero en la mayoría se omitía el ofertorio, el canon se decía en voz alta, y la comunión era enfatizada como la parte más esencial de la Misa. Las oraciones y la vestimenta de los ministros dependía de la localidad. Como los nobles y los burgueses se habían apoderado de la mayor parte de los bienes de la Iglesia, el ritual luterano era necesariamente sombrío.

Desde 1525, el protestantismo emanó de Sajonia para incorporarse en los distritos de Hesse (en 1527), Nassau (1528), Prusia (1525), Brandenburgo (1539), Brunswick (1545), Mecklenburgo (1548), y partes de Wurtemberg en el sur (1545). A la muerte de Lutero, la mayor parte de los estados alemanes del norte se habían vuelto luteranos, y sus enseñanzas estaban siendo introducidas en el sur, que en otros aspectos seguía siendo católico...

Después de 1530, este conglomerado de iglesias de estado carecía de una doctrina oficial. La Confesión de Augsburgo trató de codificar en 21 artículos un credo oficial luterano. Esto, sin embargo no detuvo las innumerables diferencias de opinión en la doctrina que pronto surgieron entre varias iglesias rebeldes. Cada nueva secta protestante tenía sus propias ideas acerca de lo que Cristo enseñó. Menos y menos estaban de acuerdo con Lutero, conforme pasaba el tiempo, y para 1546 ¡Lutero era esencialmente el último luterano que quedaba!67

Antes de pasar a describir la Revuelta en el resto de Europa, oigamos al propio Lutero comentar acerca de los resultados morales de su “gloriosa” Reforma. “Todo está al revés, el mundo se hace peor cada día por esta enseñanza, y la miseria de esto es que los hombres hoy en día son más codiciosos, más duros de corazon, más corruptos, más licenciosos, y más malvados que lo que eran anteriormente bajo el Papado... Nuestros evangelistas son ahora siete veces más malvados que lo que eran antes. En proporción, conforme oímos el evangelio, robamos, mentimos, engañamos, nos atracamos, nos embriagamos, y cometemos toda clase de crímenes. Si un demonio ha sido arrojado de nosotros, otros siete han tomado su lugar, a juzgar por la conducta de los príncipes, señores, nobles, burgueses y campesinos, sus actos completamente desvergonzados, y su indiferencia hacia Dios y a Sus amenazas.. Bajo el Papado, los hombres eran caritativos, y daban liberalmente; pero ahora bajo el evangelio todo mundo despeluca a su prójimo, y cada uno quiere tenerlo todo para sí mismo. Y mientras más se predica el evangelio, más hondo los hombre se sumergen en avaricia, orgullo y ostentación.

En otro de sus escritos, Lutero nos dice en su libro Charlas de Sobremesa: “Algo no menos asombroso y escandaloso, es ver que desde que la doctrina pura del evangelio ha sido sacada a la luz (!) el mundo va cada día de mal en peor... Los nobles y los campesinos han llegado a tal tono, que se jactan y proclaman sin escrúpulos, que sólo tienen que dejarse predicar; pero que preferirían ser enteramente liberados de la palabra de Dios, y que no darían un bledo por todos los sermones juntos. ¿Y cómo habremos de culparlos cuado ni siquiera toman en consideración el mundo futuro? Viven tal como es su creencia: son y siguen siendo puercos: viven como puercos y mueren como verdaderos puercos” 69

(continuará)

Notas:

48  Historia de los Papas, Von Pastor. 
49  Summary of Catholic History, pág. 177. 
50  History of the House of Austria, Coxe, Vol. I, pág. 297. 
51  The Monumenta Germaniae Historica, W.T.M. Gamble, págs. 54- 55. 
52  History of the Protestant Revolt, Vol. I, pág. 142. 
53  History of the House of Austria, Vol. I, pág. 387. 
54  History of the Popes, Leopold Ranke, Vol. I, 1878, pág. 65. 
55  History of the Protestant Revolt, pág. 143. 
56  History of Germany, Wolfgang Mezel, Bohn's Edition, Vol. II, pág. 226. 
57  Ibid., pág. 233. 
58  History of the Protestant Revolt, pág. 144. 
59  Ibid., pág. 144 
60  History of the Protestant Revolt, pág. 146. 
61  Framework of a Christian State, pág. 94. 
62  History of the Protestant Revolt, págs. 152-153. 
63  Melancthon, citado por el historiador Audin — como aparece en History of the Protestant Revolt, pág. 151.
64  History of Germany, Vol. II, pág. 249. 
65  Summary of Catholic History, pág. 154. 
66  Ibid., pág. 154. 
67  Summary of Catholic History, pág. 156. 
68  Citado por el historiador alemán Döllinger de los escritos de Lutero cercanos al final de su vida. Este extracto puede encontrarse en History of the Protestant Revolt, Vol. I, pág. 260. 
69  Table Talk (Charlas de Sobremesa), Martín Lutero, Super. I, Epist. Corinth., Chapter 15. Extraído de History of Protestant Revolt, págs. 257-258. 

lunes, 18 de enero de 2016

Devastación de la Europa Católica. 3

La Devastación de la Europa Católica

Algunas Causas y Consecuencias de la Revolución Protestante

(tercera de siete partes)

Por el Hermano David Mary, MICM, terc.

Tomado de: http://catholicism.org/the-devastation-of-catholic-europe-some-causes-and-consequences-of-the-protestant-revolt.html
Traducido del inglés por Roberto Hope

Ockhamismo y Lutero

Martín Lutero fue alumno de Gabriel Biel (1425-1495), un reconocido pofesor de nominalismo en el Siglo XV. En el prefacio del segundo tomo de Las Obras de Lutero, Melanchton escribe así: "Lutero podía citar de memoria a Biel y d'Ailly casi palabra por palabra. Estaba profundamente versado en los escritos de Ockham. Consideraba a éste superior a Tomás y a Escoto."24

Tomando un punto del Ockamismo, el de la separación de la gracia y la naturaleza, podemos mostrar cómo usa Lutero esto para comenzar su nueva religión. Los Ockhamistas decían que: No es la gracia santificante la que por su naturaleza nos hace agradables a Dios, sino más bien es la aceptación libre que Dios hace de nosotros lo que le complace. Hablando estrictamente, no es porque un hombre esté en estado de gracia el que sea agradable a Dios; es exclusivamente porque es aceptado así por Dios. De ahí sigue que la Gracia Santificante es una marca sin importancia designada por Dios para distinguir a quien Él acepta de otros. La Gracia misma no nos da ni Su favor ni Su amistad. En consecuencia no es la Gracia Divina la que nos hace dignos de la vida eterna. Somos merecedores de la vida eterna exclusivamente porque Dios nos acepta.25 

Sin negar la existencia de la Gracia Santificante y las virtudes infusas, los Ockhamistas minimizaban su necesidad y enfatizaban repetidamente que todo dependía de la aceptación de nosotros por Dios. Lutero llevó esto un paso más allá.¡Afirmó que Dios nos acepta aún sin gozar de la Gracia Santificante! Somos declarados amigos de Dios por medio de un “arreglo extrínseco”. Este arreglo proviene de la justicia de Cristo, o sea una justicia que no es nuestra. Según Lutero, Dios considera justo al pecador en virtud de la justicia de Cristo, pero el pecador sigue siendo pecador. El pecado no es eliminado, pero Dios considera justo al pecador porque la justicia de Dios se le imputa a él.26

Aunado a este error, Lutero adoptó otro principio Ockhamista, el de la exaltación de la razón del individuo (recordemos que los Ockhamistas trataban al universo como una colección de cosas individuales), y desarrolló un sistema puramente individualista de relación con Cristo. Ya no tenía el hombre que ganarse la salvación “en comunión” ¡ahora habría de tener a Cristo como su “salvador personal”.!

La enseñanza católica insiste, no en la separación de lo sobrenatural y lo natural, sino en su distinción y conexión. Para la Iglesia Católica no hay una contradicción inevitable entre la Gracia invisible y las organizaciones visibles, entre la libertad interior y la potencia exterior, entre el mundo sobrenatural y el universo material. El reino de Dios entre nosotros consiste, esencial y principalmente en la sociedad sobrenatural de la Iglesia Católica y secundatiamente y como consecuencia de la influencia de la Iglesia Católica, en la organización de la vida social, política y económica, de los estados, de acuerdo con el Plan Divino de orden. 27

Luego, toda actividad externa del hombre, que surja de una naturaleza que se prive de la Vida Sobrenatural y se sujete a los dictados de un gobernante, que debe verse a sí mismo, no como cristiano, sino como gobernante, es enteramente naturalista. Por este individualismo y esta separación, se abre el camino hacia el Naturalismo y el Liberalismo modernos. Así, la vida del ciudadano es separada.y dividida de la vida del cristiano. Como consecuencia de esto, cada estado protestante, después de la Paz de Westfalia de 1648, expresó este ideal separatista organizando su forma nacional de religión como un departamento de estado [¿Nos recuerda esto lo que ocurrió en Oriente en los anteriores seiscientos años?]” 28

Con el tiempo, la filosofía de Ockham llevó al racionalismo de René Descartes y de Godofredo Leibniz; encontraría su conclusión lógica en el panteísmo de Baruch Espinosa, y contribuiría grandemente al surgimiento del materialismo social (el capitalismo moderno) como fue formulado por Juan Locke, David Hume y Augusto Comte. Además, sabemos que Juan Locke se convirtió en una gran influencia en el pensamiento de “gigantes” de la filosofía tales como Adán Smith y Juan Stuart Mill en Inglaterra, así como de Voltaire y Juan Jacobo Rousseau en Francia.29

El efecto que tuvo el nominalismo sobre el sentido común fue devastador, Por ejemplo, en el campo de la ciencia, “la manera antigua de observación de sentido común fue abandonada en favor de un planteamiento muy diferente. Aun cuando pudiera parecer extraño decir esto, la ciencia física se hizo menos 'empírica': fue liberada no solamente de las teorías físicas aristotélicas sino también de la idea de sentido común de un método de observación que había tendido a prevalecer entre los físicos anteriores."

Es interesante notar que Ockham ha sido llamado “el primer protestante” por su actitud hacia la Iglesia y el orden establecido por ésta. Él negaba el derecho de los papas de ejercer un poder temporal, o de interferir de modo alguno en los asuntos del estado. Era partidario de un absolutismo secular.31

El Concilio de Contanza y le Herejía Conciliar

Otro paso hacia el precipicio de la Reforma se dió en 1414 cuando el Décimosexto Concilio Ecuménico de la historia de la Iglesia Católica fue convocado en Constanza, ciudad en la costa del Lago de Constanza en el sur de Alemania.32

Por voluntad del Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, Segismundo, el anti-papa Juan XXII citó al concilio con el propósito expreso de re-establecer el papado bajo una sola cabeza, la suya. Conforme procedió el concilio, los tres que se atribuían estar ocupando el trono papal renunciaron de acuerdo con los deseos del concilio, y fue electo un nuevo papa, Martín V (su coronación fue el 21 de noviembre de 1417), terminando de esa manera el Gran Cisma de Occidente.

El concilio también trató el tema de las enseñanzas heréticas de Juan Wyclif. Más de 260 puntos de lo que enseñaba Wyclif fueron censurados como heréticos; se ordenó que todos sus escritos fueran quemados, y su cadáver fue condenado a ser exhumado y echado fuera del camposanto. Juan Wyclif (1324-1384), nominalista, y sus seguidores ― los Lolardos ― atacaban el dogma de la transubstanciación; atacaban la institución divina de la jerarquía de la Iglesia, y negaban la autoridad de la Iglesia Católica. Para suplantar la autoridad magisterial de la Iglesia, Wyclif sostenía que la biblia constituía la única regla de fe (esta idea fue originada con él.) Él y sus seguidores arguían que la Iglesia no podía tener posesiones temporales y que era lícito que los reyes y los príncipes privaran a la Iglesia de lo que ésta poseía de manera ilícita. Y los lolardos enseñaban que la validez de los sacramentos era afectada por lo pecadores que fueran los ministros ― se negaban a distinguir el carácter oficial del carácter personal del sacerdocio.33 El discípulo de Wyclif Juan Hus, fue juzgado hereje por el Concilio, condenado y quemado en la hoguera.

Dom Tosti comenta sobre las consecuencias de las enseñanzas de Wyclif, “El germen prolífico de tanta ruina está en el Triálogo, la principal obra de Wyclif. En ese libro introduce como disputando a la Verdad, símbolo de lo bueno, el Error, símbolo de la mala teología, y la Ciencia, que es la figura del mismo Wyclif. Aquí está el trono erigido a la razón del individuo, y el primero en sentarse en él es Wyclif, lugar que le legó más tarde a Lutero...”34. Para los gobernantes de la Cristiandad, esta “razón individual” “había alcanzado una infalibilidad que podía al mismo tiempo garantizarles su defensa contra la importuna supervisión del Sacerdocio Supremo, y contra el escrutinio impertinente del pueblo... Por esto fue que Lutero halló favorecimiento en las cortes de Alemania, ya que generosamente utilizaba esta razón con los príncipes;... La herejía de Lutero infectó primero a los príncipes, y luego al pueblo.”35

Sin embargo, aun terminando el Gran Cisma de Occidente y tratando las ideas erróneas de Wycif y Hus con efectividad, el Concilio de Constanza sembró la semilla de una más letal manifestación de la intervención del estado en los asuntos de la Iglesia. De la 3a a la 5a sesión del Concilio (o sea del 26 de marzo al 5 de abril de 1415) se hizo el intento de establecer la autoridad del Concilio en la declaración de 5 artículos conocidos con el nombre de “Artículos de Constanza”. De estos cinco artículos, dos merecen una consideración primaria. El Artículo 2 declaraba que: “en todo lo pertinente a la fe, la extinción del Cisma y la reforma en su cabeza y miembros, todo cristiano, hasta el mismo Papa, está obligado a obedecerlo" [al Concilio] y el Artículo 3; "que en caso de rehusarse a obedecer al Concilio todos los cristianos recalcitrantes (y aun el Papa) están sujetos a castigo eclesiástico, y en caso de necesidad a otras sanciones (civiles).”36 En palabras llanas, esto estaba afirmando que el Concilio, independientemente del Papa, era el depositario final de la autoridad eclesiástica suprema ― ¡el Concilio, no el Papa, era supremo en materia de fe y de moral! Esta idea llegó a conocerse como la “Herejía Conciliar”. (Su origen es atribuido generalmente a Pedro dAilly, canciller de la Universidad de París, otro nominalista.)

Del lado de la Iglesia, el Papa Martín V declaró que no podía haber apelación de un papa a un concilio, y el Papa Pío II condenó formalmente este error en 1459. Mientras tanto, sin embargo, un tal Juan Le Charlier de Gerson, obispo francés y estudioso de D'Ailly, escribió extensamente en apoyo de la herejía, y sus opiniones fueron recibidas ampliamente en Francia. Gersón había escrito cierta vez que “Los Artículos de Constanza eran dogmas y deberían grabarse en piedra en todas las iglesias.” 37 Los Artículos de Constanza “tranquilizaban la conciencia de los reyes franceses tantas veces como la autoridad papal les importunaba o les parecía excesiva,”38 "Para ellos, el Concilio de Constancia los libraba de la autoridad inmediata del papa, quien podía errar y ser emplazado como parte ante el Concilio.”39

El Concilio de Florencia y la Sanción Pragmática

Como resultado de esta forma de pensar por parte de los franceses y de otros también, en la sesión 35 del Concilio fue promulgado un decreto conocido como Frequens, según el cual debería celebrarse un concilio ecuménico cada diez años, más o menos. El concilio habría de volverse una institución permanente indispensable ― un tipo de parlamento religioso que se reuniría a intervalos regulares. ¡La monarquía papal dejaría de serlo; daría lugar a una oligarquía constitucional incluyendo entre sus miembros a embajadores de los gobernantes católicos!

En esencia, los reyes y príncipes trataban de liberarse de la interferencia papal. Por supuesto, el papa no aceptaría estos decretos del Concilio, pero era incapaz (o sea demasiado débil) de hacer algo al respecto. Así pues, de momento el papa transigió y convocó a un concilio en Pavia para 1423 y luego nuevamante para 1431 en Basilea, Suiza, en conformidad con este infame decreto. Martín V murió en 1431 y lo sucedió Eugenio IV. En Basilea comenzó a germinar una disputa con respecto a la identidad de quién gobernaría la Iglesia ― papa o concilio. En la primera sesión pública, Eugenio IV expidió una Bula disolviendo el Concilio, pero el Concilio siguó reuniéndose. En su tercera sesión, el Concilio ordenó al papa que retirara su Bula de disolución y que se presentara en Basilea dentro del término de tres meses. Transigiendo, el papa retiró todos sus manifiestos contra el Concilio de Basilea.

Sin embargo, su transigencia le hizo poco bien al Papa, pues el Concilio había sido copado por el Cardenal radical Luis Allemand. Allemand, encabezando la facción revolucionaria, depuso a Eugenio IV como herético y cismático y procedió a elegir al Duque de Saboya como el siguiente (anti-) papa, Félix V. (Justo antes de este hecho fue cuando Eugenio IV había disuelto el Concilio de Basilea y lo había transferido a Ferrara. Ferrara procedió a declarar todos los actos futuros de Basilea nulos e inválidos. Más tarde, Ferrara fue transferido a Florencia en 1439, de donde derivó su nombre el Decimoséptimo Concilio Ecuménico de la Iglesia.) El cisma de Occidente no había muerto todavía.

En 1438, unos delegados del papa se reunieron con el clero francés para reunir apoyo en favor de Eugenio IV. Todavía otra transigencia fue hecha por el papa por la cual el clero francés prometió lealtad continua al Papa a costo de que el Papa aceptara muchas de las reformas acordadas en Basilea, con ciertas modificaciones. El Rey Carlos VI de Francia emitió un decreto llamado la Sanción Pragmática, mediante el cual aceptó este acuerdo entre Francia y el Papa. La Sanción contenía lo siguiente: 1) el Concilio era supremo en materia de fe y de moral, 2) se celebrarían concilios generales periódicamente y 3) se le ponían límites a las reservas papales y exigencias de tributo. “Como la ley se registró en el Parlamento Francés, el Parlamento obtuvo el derecho de interferir en los asuntos internos de la Iglesia.” 41

La soberanía temporal del Papa le había sido prácticamente despojada, y ahora su autoridad espiritual estaba siendo tocada por la misma nación que había provocado la usurpación de aquélla ― Francia, la Hija Primogénita de la Iglesia, Alemania seguiría a Francia con su propia versión de la Sanción Pragmática en 1439.

Uno de los aspectos positivos del Concilio de Florencia fue la unión temporal de las Iglesias Griegas con Roma. Luego de mucho debate y discusiones, la delegación griega, consistente en 700 griegos, el Emperador de Bizancio y el Patriarca de Constantinopla, admitieron el 6 de julio de 1439, la existencia del purgatorio, el que el Espíritu Santo procede del Padre y del hijo, y reconocieron también la supremacía del Papa. Este reconocimiento por los griegos ayudó a restaurar en la Cristiandad, una rehabilitación temporal del hecho que el Papa era la autoridad eclesiástica principal en la Iglesia. El creciente cisma (de Occidente) fue evitado y nueve años más tarde Félix V se sometió al verdadero pontífice,

Trágicamente para los griegos que regresaron a casa después de haber firmado el Acta de Reunión, se encontraron al llegar con reproches acérrimos y la decidida oposición del clero y del pueblo de Bizancio. Y antes de que pudiera lograrse el decreto oficial de aceptación, Constantinopla cayó en manos de los turcos, y el nuevo patriarca, designado por el sultán, repudió el acuerdo.

El Renacimiento  (1450— 1527) 

El paso siguiente hacia la Reforma Protestante tuvo lugar comenzando a mediados del Siglo XV con el advenimiento de esos fenómenos sociales conocidos como el Renacimiento. Con la apariencia de un “florecimiento” del estudio y del conocimiento clásicos, mucho del Renacimiento no fue otra cosa que la revitalización de antiguas filosofías y culturas paganas para reemplazar a la moribunda civilización y forma de vida cristianas de Europa.

Luego de la captura de Constantinopla por los turcos en 1453 muchos eruditos griegos emigraron hacia  Italia, Francia y Alemania, trayendo consigo tesoros de arte y de literatura que habían rescatado de la ciudad caída. La repentina diseminación del conocimiento y de la cultura pagana griega, combinado con los inmorales ideales paganos, haciéndose pasar por 'humanismo' junto con una accesión sin precedente a la riqueza que fue consecuencia del descubrimiento del Nuevo Mundo y de la apertura de las rutas marítimas al Lejano Oriente, tendieron a producir un gran deterioro en la moral, especialmente entre las clases ociosas y privilegiadas. 42

Algunos de los aspectos del Renacimiento que ameritan ser notados pueden dividirse en tres categorías ― la intelectual, la política y la ecoómica.

En el campo intelectual, el escolasticismo estaba ciertamente en una condición de decadencia, no tanto por alguna debilidad inherente, sino por un nominalismo difundido muy extensamente. El Humanismo, o Racionalismo Humanista, habiendo sido abierto su camino por el nominalismo, y utilizando como base las antiguas filosofías clásicas, profesaba un retorno al “Evangelio puro” de Cristo.

El historiador católico Newman Eberhardt observa, “El Racionalismo Humanista constituía un sustituto peligroso hasta del peor escolasticismo. La fe ciega, creían algunos humanistas, absolvía a los estudiosos, de toda limitación de su libertad de pensamiento: se decían a sí mismos cristianos; pero luego podían especular como quisieran. Algunos supusieron tener licencia para criticar cualquier cosa de la Iglesia, que no correspondiera a su fe interior, y muchos suponían que todo lo que no concordara explícitamente con la Biblia no podía concernir a la fe católica. Para ellos, la teología escolástica no era más que opinión humana, de manera que algunos llegaban a insinuar que los decretos papales y conciliares en última instancia se apoyaban en ninguna otra cosa que tesis escolásticas.” Las tendencias que habían prevalecido en los 200 años anteriores de la historia de la Iglesia para ellos “Indicaban que el papado era meramente una institución humana; un gobierno susceptible a críticas libres de ataduras, y a correcciones drásticas como a cualquier otro. El anti-clericalismo, además, era un puente engañoso hacia el anti-eclesialismo: los hombres podían castigar a los clérigos sin marcar una línea a su conducta. Finalmente, demasiadas cosas podían ser insinuadas mediante proposiciones tentativas, académicas, 'como si': Por ejemplo, 'la Eucaristía sería más razonable si fuera meramente pan, aunque eso contradice la tradición'; o 'podrían proponerse razones sensatas en pro del divorcio ― si éste no estuviera prohibido por el Evangelio. Pero, ¡un momento! quizás esto no esté prohibido, pudiera ser que el 'texto original' contradiga a la bárbara y corrupta Vulgata Latina,”43

Políticemente el Maquiavelismo sacó su horrorosa cabeza conforme los monarcas de las naciones y los pequeños tiranos aplicaban muchas de las enseñanzas contenidas en Il Principe.44 El absolutismo del estado estaba creciendo; los ejércitos feudales se estaban haciendo obsoletos y su lugar estaba siendo tomado por mercenarios.

Económicamente, el Renacimiento fue simplemente un resurgimiento de la codicia. Las prohibiciones canónicas de la usura se volvieron letra muerta conforme los capitalistas fueron asentándose. Y la ganancia, y no la necesidad, estaba convirtiéndose en la regla para la distribución de la riqueza.45 El sistema de gremios, siguiendo el espíritu de los tiempos, comenzaba a perder su carácter religioso y comenzó a declinar en utilidad e influencia.46

Tristemente para la Iglesia, el papado no estuvo libre de la seducción que ofrecía este “renacimiento”. “Respirando la atmósfera ponzoñosa del Renacimiento, con su lujo inmoderado y vicio pagano, [los papas] escandalizaban a Europa con su disposición de honrar a hombres cuya conducta y escritos eran indescriptiblemente asquerosos. Poderosos cardenales, cada uno apoyado por algún estado amigo, luchaban por la elección de ellos mismos al papado... Nicolás V fue al menos incauto en su tolerancia del paganismo en el Vaticano; Sixto IV fue ciertamente negligente; y los años finales del siglo [XV] llevaron al trono papal a un hombre que hacía recordar los días más obscuros de la Roma Pagana, Alejandro VI, tan perverso, como para escandalizar a la opinión pública en una era profundamente corrupta, a un grado hasta el momento no explicado¨ (History of the Popes, Pastor, Tomo V, p. 522). Los escándalos se acumulaban, hasta que muchas personas creían que los demonios habían tomado posesión de las partes principales de Roma. “47

La Revolución pronto habría de tener lugar. Hemos visto su venida desde tiempo atrás. La autoridad de la Iglesia ha sido socavada por la debilidad y transigencia de parte del papado, y una creciente audacia del estado secular ante la Esposa de Cristo se ha manifestado por reyes y príncipes que interferían con la obra de la Iglesia en la Tierra. Ambos aspectos han traído una gran pérdida de fe entre los pueblos de Europa. Entonces, seremos testigos del resultado lógico de este resquebrajamiento de la fe y de la autoridad. Sin embargo, justo antes de que ocurra lo inevitable, parece que Dios concede a Su clero (y al mundo) una última oportunidad de corregirse, antes de dejar que se desenlace la tragedia.

(continuará)

Notas:
24  Citado por Paul Vignaux en su obra en francés, Luther, Commentateur des Sentences, p. 45. 
25 Tomado de The Mystical Body of Christ and the Re-Organization of Society, por el P. Denis Fahey, pp. 271-272. 
26  Ibid., p. 272. 
27  Ibid., p. 273. 
28  Ibid., p. 275. 
29  Ibid, pp. 241-263. 
30  Copleston, p.16. El nominalismo también influenció la obra de Galileo (p. 16).
31  "William of Ockham", The Catholic Encyclopedia, Vol. XV, P. William Turner, p. 636. 
32  El Concilio no llegó a ser un concilio legítimo de la Iglesia hasta su décimacuarta sesión, que se llevó a cabo en julio de 1415. 
33  "The Lollards", F.F. Urquhart, The Catholic Encyclopedia, Vol. IX, p.334. La idea de que la pecaminisidad del ministro afecta la validez de los sacramentos fue tomada de la herejía Donatista que afligió a la Iglesia en el Siglo IV. Viene al caso también hacer notar que esta idea está presente hoy en día bajo la guisa de "sedevacantismo" aunque en forma ligeramente diistinta.
34  The History of Boniface VIII, Dom Tosti, p. 444. 
35  Ibid., pp. 444-445. 
36  "Constance, Council of", Obispo Thomas J. Shahan D.D. J.U.L., The Catholic Encyclopedia, Vol. IV, p. 289. 
37  "Gerson", Canon Louis Salembier, The Catholic Encyclopedia, Vol. VI, p. 532. 
38  The History of Boniface VIII, Dom Luis Tosti, p. 448. 
39  Ibid., p. 448. 
40  "The Council of Florence", Prof. Leon Van Der Essen, Ph.Litt.D., The Catholic Encyclopedia, Vol. VI, p. 113. 
41  "The Pragmatic Sanction", Klemens Leffler, The Catholic Encyclopedia, Vol. XII, p. 333. 
42  Framework of a Christian State, E. Cahill, S.J., p. 83. 
43  A Summary of Catholic History, Newman C. Eberhardt, C.M., pp. 9-10. 
44  Nicolás Maquiavelo (1469— 1527) 
45  Summary of Catholic History, pág 11. 
46  Framework of a Christian State, Cahill, pág 80. 
47  An Outline History of the Church by Centuries, Fr. Joseph McSorley, p. 488-489.

lunes, 11 de enero de 2016

Devastación de la Europa Católica. 2

La Devastación de la Europa Católica

Algunas Causas y Consecuencias de la Revolución Protestante

(segunda de siete partes)

Por el Hermano David Mary, MICM, terc.

Tomado de: http://catholicism.org/the-devastation-of-catholic-europe-some-causes-and-consequences-of-the-protestant-revolt.html
Traducido del inglés por Roberto Hope

El Papa Bonifacio VIII

Un gran punto de inflexión en la historia de la Iglesia y del mundo ocurrió después de la muerte de uno de nuestros papas más gloriosos ― Bonifacio VIII; quien reinó como sumo Pontífice de 1294 a 1303. Como escribe la hermana Catherine Clarke, M.I.C.M.: "No hay un papa en toda la historia de la Iglesia a quien los hombres hayan desplegado mayor esfuerzo por desfigurar, deshonrar y vituperar que el noble y heróico Papa Bonifacio VIII.”9 ¿Y por qué es esto? El Papa Bonifacio luchó por preservar “sin inteferencia los derechos de la Iglesia y de la Santa Sede, no solamente en el santuario de la Iglesia, sino también en el corazón de la sociedad civil.”10 “Con cada respiro de su corazón sacerdotal probó todo esfuerzo de su mente, tan extraordinariamente dotada, todo ruego, toda diplomacia, toda benevolencia, toda paciencia, toda censura, todo anatema, toda excomunión que estuvieran a su alcance para detener la oleada de la revolución”

En esto sabemos que Bonifacio fracasó. El poderosamente malvado rey de Francia, Felipe IV (apodado El Hermoso) fue instrumento de la caída de Bonifacio (y del Papado). Para detener la creciente usurpación de los derechos y de las propiedades de la Iglesia por Felipe en Francia, el Papa Bonifacio convocó a un concilio en Roma, del cual surgió el famoso documento, Unam Sanctam: Como hemos visto, esta bula reiteraba la enseñanza de la Iglesia con respecto a su autoridad espiritual y temporal y lo importante que es esta autoridad para “toda creatura humana”. Debido a este documento y su expedición, Felipe el Hermoso fabricó acusaciones descabelladas contra Bonifacio, pidió la remoción de este “falso” papa, y envió a sus lacayos a Roma a que lo depusieran. ¡Y esto es exactamente lo que ocurrió! Bonifacio fue literalmente arrastrado de su trono y golpeado en la cara con el guante de hierro del sacrílego invasor. Bonifacio murió 35 días más tarde como resultado del abuso a que fue sometido por los lacayos de Felipe. Un testigo de este trágico acontecimiento, el Cardenal que luego fue electo Papa Benedicto XI, escribió en una bula lo siguiente: “Un soberano Pontífice ha sido ultrajado; y, con su esposo cautivo, la Iglesia misma ha quedado cautiva. ¿Dónde en adelante poder hallar un lugar seguro? ¿Qué santuario será respetado después de la violación de el del Romano Pontífice? ¡Oh, crimen inexpiable!" Como resultado de su defensa del Papa Bonifacio, un mes más tarde, Benedicto XI murió envenenado. 12

¿Por qué se le dió este trato a Benedicto XI? y ya que viene al caso ¿por qué la tergiversación histórica de la verdad con respecto a Bonifacio VIII? Dom Tosti nos da una explicación:
"Pues cuando un hombre llega a ser identificado con una teoría de tal manera que una guerra contra la teoría significa una guerra contra aquél que la defiende, ha de ser que el alma de este hombre es capaz de comprenderla, que puede defenderla solo. De ahí que los odios contra Bonifacio han sobrevivido. Y siempre que la mano del poderoso ataca a la Iglesia en sus derechos, desentierra de la tumba las cenizas de esa alma magnánima a fin de execrarlas."13

La Supresión de la Autoridad Temporal

Algunos pontífices han sido perseguidos y torturados por la fe; la furia de la gente o la tiranía de reyes cristianos han hecho a otros pontífices sufrir la tribulación y las penas del exilio; ninguno de ellos había sido previamente juzgado y condenado. El primero que fue puesto a esta triste prueba fue Bonifacio. El primero y el segundo en persecución y en sangre obtuvieron la palma del martirio y fueron subidos al cielo desde el trono que ocupaban. Bonifacio no halló siquiera compasión en su ignominia; descendió de su trono y con él el Pontificado, o mejor dicho fue arrastrado de ahí y conducido al Sanedrín de letrados y sofistas, para forzarlo, como a Jesucristo, a decir lo que es la verdad. Hubo un tiempo en que toda clase de creyentes en el Evangelio se detenían reverentemente a las puertas de la Iglesia y no se atrevían a preguntar hasta dónde se extendían sus límites, cuál era el libro de sus derechos ni de qué temple era el cetro que llevaba en su mano. Pero muerto Bonifacio, no sólo meramente entraron en el santuario de Dios, sino más bién lo invadieron, y se abalanzaron sobre la Iglesia para demostrarle que los límites de su heredad ya no eran los límites de la tierra, sino precisamente aquéllos que los hombres le marcarían a voluntad, que su código de leyes se había hecho obsoleto, impotente y carecía de luz y de valor, excepto el derivado de la voluntad de los hombres; en fin, este cetro de cuyo toque las sociedades humanas habían sido constituidas y que había levantado o hecho caer el trono de cien reyes, era sólo espiritual, puramente espiritual.14

Y así, el Poder Temporal de la Iglesia, o el Pontificado Civil, como lo describe Dom Tosti, “salió de aquel templo en el cual una doble unidad ligaba a la gente; la unidad de fe, que sigue uniéndola y siempre seguirá uniéndola, y esa unidad de confianza filial con la cual la gente encomienda al Pontificado la dirección de sus destinos civiles. Lo que hizo Felipe contra Bonifacio echó a la Iglesia fuera de los estados civiles y la hizo invisible; con eso dejaba de existir en el templo de la justicia civil.”15. Después de haber sido expulsados, como ciudadanos del estado, del imperio civil de la Iglesia Romana, los creyentes quedaron miserablemente confundidos. “Comenzó a faltarles la caridad, que es la unión de los corazones; la fe, que es la unión de las almas, y después acabó faltándoles el orden civil, que es la unión social.”

Reemplazar la influencia cristiana de las leyes civiles de Europa fue la creciente influencia de los legistas y juristas franceses, quienes abogaban por el derecho romano como el tipo predominante de derecho. Estas ideas anticuadas convencieron a rey y príncipe por igual, que ellos estaban destinados a gobernar a la manera de los emperadores romanos, responsables ante nadie de la moralidad de sus actos. Una mortal manifestación de esta “nueva” ley fue un aumento en el despotismo de los diversos gobernantes que la abrazaron.

Aún mayor decadencia y confusión en las mentes de los hombres fue auxiliada por dos acontecimientos que aparecieron inminentes en el escenario europeo del Siglo XIV ― el “Cautiverio Babilónico” (1308 ― 1377) y el Gran Cisma de Occidente (1378 ― 1417)

El Cautiverio Babilónico 17

Durante setenta años, el papado existió para el beneficio de nada más que una sola nación ― Francia, tiempo en el que siete papas tomaron residencia en ese país, en un poblado llamado Avignon. Aquí, cayeron bajo el total dominio de los reyes de Francia. Como resultado, las diversas naciones de la Cristiandad se hicieron más y mas nacionalistas en su actitud hacia la Iglesia, y la lealtad al Papa de los príncipes cristianos de Europa se volvió más de nombre que de hecho.

El Gran Cisma de Occidente

En 1377, la estadía papal en Avignon terminó cuando Santa Catarina de Siena pudo convencer al Papa Gregorio XI de volver con la Corte Papal a Roma. El Papa murió al año siguiente, y lo que sucedió durante los siguientes 40 años erosionó aún mas el prestigio y la prominencia papal en los corazones y mentes de los cristianos.

No estando satisfechos con su elección de Urbano VI como siguiente papa, varios cardenales abandonaron Roma para elegir otro papa, Clemente VII, que procedió a tomar residencia en Avignon. Europa quedó dividida en cuanto a cuál de los dos era el papa legítimo. Francia, España y Escocia se alinearon con el sucesor establecido en Avignon, mientras que Alemania, Italia, Inglaterra y Flandes reconocían a Roma. ¡Cual si este mal no hubiera sido bastante, un tercer pretendiente al papado ― Alejandro V ― fue coronado en Pisa, Italia! Ya no era posible saber a qué pastores obedecer, y la confusión se hizo tal, que hasta los instintos de los santos fallaron (Santa Coleta y San Vicente Ferrer por nombrar sólo dos).

La Peste Negra (1346-1353)

A mediados del Siglo XIV, la Peste Negra arrasó a Europa y Asia, llevándose 25 millones de almas y cargando consigo una mayor parte del sacerdocio católico.

La Peste Negra convirtió a la Cristiandad en una casa enlutada y tuvo terribles resultados de todo tipo: el peor de ellos habiendo sido el que los sacerdotes se hicieron tan escasos, que con gran facilidad se ordenaban malos sacerdotes, que toda la filosofía y la moralidad cristiana cayeron en desprecio... La Peste Negra decimó al sacerdocio, dejando apenas suficientes sacerdotes y haciendo que fueran admitidos al sacerdocio a un buen número que habría sido mejor no haberlos ordenado. 18

En su libro sobre Santa Liduvina de Schiedam, el autor J.K. Huysmans escribe de esa época:
Era el desorden más absoluto, y la Cristiandad jamás había sido reducida a un caos tal. Dios consintió en demostrar el origen divino de Su Iglesia mediante el desorden y la infamia de Sus criaturas: ninguna institución humana hubiera podido resistir tales sacudidas. Fue como si Satanás hubiera movilizado a sus legiones y las puertas del infierno se hubieran abierto: la tierra pertenecía al Espíritu del Mal, quien asedió a la Iglesia, atacándola sin respiro, reuniendo a todas sus fuerzas para desbancarla...

La gente estaba oprimida con lo que oían y lo que veían; clamaban justicia y consolación entre todos estos males, pero no oían respuesta a sus plegarias. Se acogieron a la Iglesia sin mejor resultado. Su fe fue sacudida y en su simpleza decían que el representante de Cristo en la tierra ya había perdido sus poderes divinos pues él ya no podía salvarlos. Comenzaron a dudar de la misión de los sucesores de San Pedro; ya no podían creer en ellos, los veían tan humanos y tan débiles. 19

La Edad de la Fe estaba llegando a su fin.

Con el regreso de los papas de Avignon había cambiado el carácter del Papado. El Papa ahora gobernaba más en la capacidad de un príncipe civil en vez de hacerlo en la forma de un celoso defensor de la fe e incansable apóstol para la salvación de las almas. Como resultado de ello, surgieron abusos en la Iglesia debidos al mal uso de la riqueza eclesiástica por estos hombres de carácter mundano que estaban sentados en el trono papal. Entre estos abusos pueden enumerarse varios: pluralismo ― la posesión simultánea de varios beneficios por un mismo hombre; nepotismo ― favoritismo en beneficio de parientes, particularmente mediante el obsequio de dignidades y cargos lucrativos para ellos; se predicaban “indulgencias” con demasiada frecuencia; abusando de la sagrada prerrogativa de la Iglesia, los puestos más altos y más ricos de la Iglesia ahora quedaban monopolizados por la nobleza ― muchos de ellos carecían de verdadera vocación al sacerdocio o a la vida religiosa, o la preparación necesaria; algunos prelados recibían ricos beneficios, en tanto que había numerosos sacerdotes que apenas tenían lo suficiente para vivir; la educación clerical se hizo deficiente ― los sacerdotes no recibían la preparación debida; y los monasterios y conventos más ricos se estaban convirtiendo en círculos sociales para los ricos y famosos; la vida religiosa comunitaria se hizo laxa. 20

La Filosofía Moderna de Ockham

Junto con estas tragedias que cayeron sobre el papado y los fieles, creció un movimiento en el campo de la filosofía que habría de establecer la base de todo pensamiento moderno. Esta filosofía ganó un gran número de adherentes mientras que la philosophia perennis representada en el escolasticismo de Santo Tomás de Aquino era ignorada. Esta nueva manera de ver el mundo fue llamada “Nominalismo” u Ockhamismo, en reconocimiento a Guillermo de Ockham (1280-1349), la persona con quien se asocia su codificación. El nominalismo como filosofía “constituyó la cuña que se clavó entre la teología y la filosofía y que resquebrajó la síntesis que había sido lograda en el siglo XIII” 21 por los filósofos tomistas. La filosofía nominalista habría de contribuir a formar el cimiento de todas aquellas filosofías de “subjetivismo” que han llegado hasta nuestros tiempos.

La filosofía de la Iglesia, tal como fue perfeccionada por el tomismo enseña que mediante el conocimiento de conceptos universales, el hombre puede lograr un conocimiento de la realidad objetiva del mundo ― de las cosas visibles y de las invisibles. Los Universales le ayudan a entender la naturaleza de las cosas, y le ayudan a ver el orden y la unidad que está presente en el mundo.

El objeto captado por medio de un concepto universal es llamado universal porque ha sido concebido como algo que es común a muchas cosas, algo que es o puede ser atribuido a muchas cosas en nuestros juicios, algo que se concibe como común a todos los miembros de una clase. ¿Qué es este algo? Es una realidad que está presente en cosas individuales del sentido, que ayudan a constituir la esencia o realidad de esas cosas. 22

En oposición a esto, el nominalismo niega que los universales tengan algo que ver con la naturaleza o esencia de las cosas.

Según el nominalismo, el universal como tal no es una realidad, ni siquiera es una idea: es simplemente un nombre (de ahí el título de nominalismo), un mero término. Este término (por ejemplo hombre) nada real tiene que le corresponda excepto individuos (Juan, Jaime, Tomás), y nada mental tiene que corresponda a él, excepto nuestras percepciones de individuos reales o nuestra imaginación, imágenes de individuos que anteriormente hemos percibido.

Al negar la realidad de los universales, el nominalismo afirma que las ideas que uno tiene de un objeto es sólo una colección de experiencias individuales que uno ha tenido con ese objeto. Consecuentemente, las naturalezas o esencias de las cosas del mundo se vuelven subjetivas, y la idea que uno tiene de la naturaleza de un árbol, por ejemplo, puede o puede no ser la misma que la idea que alguien más tiene de ese mismo árbol. La realidad objetiva deja de existir ― todo lo que ahora existe son las realidades individuales que tiene cada persona que vive en el mundo.

Como habremos de ver, la mentalidad nominalista habría de tener un gran efecto sobre el pensamiento de Martín Lutero y de otros “reformadores” protestantes del siglo siguiente.

(Continuará)

Notas:
9   Our Glorious Popes p. 75.

10  Ibid. p. 80.
11  Ibid. p. 80.
12  History of Pope Boniface VIII, p. 405
13  Ibid.
14  Ibid. p. 435.
15  Ibid. p. 443.
16  Ibid. p. 443.
17  El Cautiverio de Babilonia porque la duración de la residencia Papal en Avignon fue casi la misma que la de los judíos en Babilonia. 
18  Chaucer, G.K. Chesterton, pp. 40, 56. 
19  St. Lydwine of Schiedam, J.K. Huysmans, 1923, TAN Books, page 21. 
20  The Jesuits in History, M.P. Harney, S.J., pp. 6-16. 
21  History of Philosophy, Copleston, S.J., , Vol. III, p. 11. 
22  The Science of Logic, P. Coffey, PhD., 1938, p.10.