La Nueva Religión del Holocausto
Ésta es la traducción de un extracto del libro de Nicholas Kollestrom, Breaking the Spell sobre la narrativa del Holocausto. Los capítulos anteriores a la parte aquí traducida se refieren a la abundante evidencia científica y documental sobre la ausencia de un plan alemán de exterminar a los judíos y de la imposibilidad de que hayan existido cámaras de gas fuera de las usadas para despiojar la ropa de los reclusos y combatir el tifo, de que hayan existido crematorios para deshacerse de un número grande de cadáveres, de que la población judía en los países dominados por los nazis pudiera haberse reducido en la cantidad que se arguye haber sido exterminada. La parte aquí traducida habla de que la creencia en el Holocausto ha tomado visos de religión y ha desplazado al cristianismo en Europa
Traducido del inglés por Roberto Hope
Holo-Religión
El Holocausto se ha convertido en la nueva religión de Occidente. Desafortunadamente, es la religión más siniestra conocida por el hombre. Es una licencia para matar, para arrasar, para emprender ataques nucleares, para aniquilar, para violar, para saquear, y para conducir una depuración étnica. Ha hecho de la venganza y de la represalia un valor en Occidente. Sin embargo, mucho más desconcertante es que le roba a la humanidad su herencia, está ahí para impedirnos mirar a nuestro pasado con dignidad. La religión del Holocausto Le roba a la humanidad su humanismo. Gilad Atzmon.
Más tomos se han publicado sobre Auschwitz que sobre ningún otro lugar sobre la tierra. Una religión mundial, obligatoria, que toma posesión de todos los rincones del mundo, desplazando a las desgastadas antiguas religiones de tiempos pasados, en la cual:
Auschwitz se equipara al Gólgota. El sacrificio de Cristo-Dios en el Calvario es eclipsado por el sufrimiento de los judíos en Auschwitz.
Los santos son los sobrevivientes del Holocausto
Creer en milagros es la creencia de que hubo un plan de exterminio de los judíos europeos a pesar de la completa y total y absoluta ausencia de evidencia documental alguna; la creencia en una cierta arma de destrucción masiva cuya característica primaria es una imposibilidad física.
El pecado original es el sentimiento de culpa de lo que hicimos o dejamos que se le hiciera al Pueblo Elegido de Dios.
La Redención se cumple mediante una incesante corriente de dinero de Alemania hacia Israel para compensar a los supervivientes del Holocausto, de los cuales ahora hay casi un millón; y esto, sesenta años después del acontecimiento. [255] En un orden de magnitud de cien mil millones de dólares, y sigue fluyendo.
Herejes son los que dudan del Holocuento, condenados éticamente y castigados con la interrupción de sus prospectos de carrera, su exclusión de los círculos sociales y de la sociedad decente, etc.
Santuarios son los sitios y museos en Memoria del Holocausto; toda ciudad importante en los Estados Unidos cuenta con un museo de éstos.
Pecado es el excesivo interés por el punto de vista de Alemania, v.gr. el leer literatura revisionista.
San Pedro es Elie Wiesel, el primer papa de esta nueva religión recientemente establecida, quien cobra veinte mil dólares por conferencia para hablar sobre cómo el Holocausto queda fuera y más allá de la historia, etc., acusado recientemente de ser el Mayor Mentiroso del Mundo, que jamás estuvo en Auschwitz.
En el pasado, la gente tenía visiones de gloria en el núcleo de su creencia religiosa. Había una clase de felicidad o beatitud; v.gr. para los musulmanes era un cielo donde vírgenes hermosas sirven canastos de frutas. Ahora, sin embargo, la gente tiene una visión de horror espantoso en el centro de su religión, su cosmovisión. De ahí que la gente pueda decirse a sí misma: puedo estar sintiéndome deprimida, pero, por lo menos, no estoy allá. Hoy en día, el dudar que seis millones hayan sido exterminados es semejante a lo que en siglos pasado era dudar de la Resurrección de Cristo o de la Santísima Trinidad. No es ahora una forma de hacer amigos e influenciar en la gente,
Con tremendo vigor, la nueva Holo-religión se impone. Sus características clave son utilizadas por políticos y ministerios para acceder a las emociones profundas de las masas (comprensiblemente llamadas borregos por muchos comentaristas anti-convencionales modernos). Le queda bien a la gente moderna que no puede creer principalmente en una deidad benévola pero, sin embargo, cree de manera poco clara en algún poder maligno que obra en nuestro mundo. Sirve la función religiosa de proveer un marco moral absoluto o final que, de otra manera, sería difícil que se presentara.
Observemos cómo fueron gaseados los seis millones de judíos, sin razón alguna o porque los Nazis eran perversos. Los perversos nazis también se cuidaron de hacer explotar las cámaras de gas destinadas a humanos conforme se iban retirando, para que nadie pudiera encontrar evidencia de su labor diabólica . Los perversos Nazis también se cuidaron de echar al río las cenizas, luego de que habían cremado enormes montones de cadáveres, como lo han documentado fuentes tan confiables como Stephen Spielberg y Elie Wiesel, para que no quedaran rastros de las víctimas gaseadas. Se ha convertido en una verdad de perogrullo; el Holocausto ocurrió porque los los Nazis eran perversos, y, a la vez, el Holocausto es prueba de su eterna perversión. Así es como se ve la máxima perversión ¿o no?
Igual como Jesús y María subieron al cielo sin dejar huella tangible alguna para la posteridad, así el Holofraude tiene 6 millones de judíos gaseados sin dejar rastro alguno en la tierra, mientras blancas nubes de humo se esfumaron camino al cielo. Ambas narrativas tienen un contexto hebreo-judaico.
La religión cristiana es acerca de un Dios que pasó por una muerte humana y luego regresó. La religión del Holocausto es acerca de seis millones de judíos que murieron trágicamente en cámaras de gas pero luego, misteriosamente, regresaron para cobrar el dinero. No sólo estaban vivos después de la guerra, sino que se han multiplicado. Más supervivientes del Holocausto han recibido indemnización de Alemania que los que jamás existieron en países que hayan estado bajo el control de los Nazis.
La religión cristiana tiene un misterio Triuno, un Dios que es tres personas distintas en un solo Dios Verdadero. La religión Holocáustica tiene su misterio sagrado, esencialmente de tres partes: la intención Nazi de erradicar a los judíos, el asesinato de seis millones de ellos, y su exterminio llevado a cabo en cámaras de gas.
Mientras tanto, ya de vuelta al mundo real, Auschwitz era un campo de trabajo forzado cuyos internos marchaban arduamente cada mañana a las fábricas locales de armas y de municiones. El gas era para sus ropas, no para ellos. Los británicos han sido disuadidos de comprender esta no tan sutil distinción.
Como no había una razón para el holocausto, la amenaza de un nuevo holocausto puede en principio ser invocada en cualquier situación en absoluto – aparecerá muy impredeciblemente: la amenaza de un nuevo Holocausto para justificar, por ejemplo, los interminables baños de sangre a los que estados vecinos de Israel han estado sujetos desde la formación de este país en 1948. Quiero decir ¿quiere usted que vuelva otro Holocausto? Alemania debe, por supuesto, entregar más submarinos nucleares a Israel, etc. En las elecciones primarias de julio de 2012 para seleccionar un candidato presidencial, Newt Gingrich comenzó a emplear la mantra de un segundo holocausto: un segundo término del Presidente Obama llevaría a un segundo Holocausto. Cuando se le pidió que aclarara, sólo dijo: Permitir que Irán obtenga armas nucleares bajo el régimen de Ahmanidejad traerá el riesgo directo de un segundo Holocausto.
Aquí cito al científico alemán Germar Rudolf: [257]
El Holocausto se ha metamorfoseado en una ideología que tiene todos los elementos de una religión, [258] con su propio dios (el pueblo judío como mesías colectivo), su propio demonio (Adolfo el Inmencionable), sus propios sumos sacerdotes (los historiadores que siguen la ortodoxia del Holocausto), sus propios templos (los museos y memoriales del Holocausto), su fiesta de guardar mundial como la ordenó la ONU (el 'Día de la Remembranza', 27 de enero), sus santos (las supuestas víctimas de los campos de concentración), sus profetas (los testigos), sus peregrinaciones (a los antiguos campos de concentración), su Inquisición (los medios de comunicación, y en muchos países aun tribunales judiciales que castigan a los herejes), y sus creyentes (las víctimas inocentes de la propaganda del Holocausto).
Esta nueva religión sirve a muchos judíos en general, y al Apartheid Estado de Israel en particular, como espada y escudo en su interacción con los gentiles y las naciones extranjeras. Para prevenir un nuevo Holocausto se le permite a Israel cometer cualquier crueldad, lidiar cualquier guerra, violar cualquier ley internacional como le plazca. Se sale con la suya en (casi) todo. Pero esta nueva superstición también sirve a muchas otras naciones como un espantajo para hacer que su propia población acepte las guerras. Primero, acusan al dirigente enemigo de un Holocausto cometido o planeado y luego declaran la guerra. Serbia, Iraq, Irán. Funciona asombrosamente bien.
Observamos que un químico, joven brillante, que había terminado su tesis doctoral en cristalografía, luego de sufrir un frenazo en su carrera, trauma, condenación ética y cuatro años de cárcel, le viene una ansia por escribir sobre una nueva religión mundial.[259] Yo tuve una experiencia algo similar, de no tener casi a nadie que se interesase de hablar sobre mi investigación de historia de la astronomía que hice en el University College, London durante quince años. Sin embargo, el mundo entero se me echó encima cuando empecé a invadir el Terreno Sagrado. Esa respuesta repentina parecía como si y hubiese cometido alguna transgresión religiosa, pero ciertamente no implicó discutir sobre mi investigación en química; por lo menos, a mi no me metieron a la cárcel.
La Holo Religión fomenta la culpabilidad inagotable de los goyim por haber permitido que tal cosa le haya sucedido al Pueblo Elegido de Dios. Ése es su pecado original; y su Redención se alcanza mediante la incesante corriente de fondos hacia Israel. A la lista dada por Rudolf, podríamos agregar las Reliquias Sagradas; así como las iglesias solían guardar como un tesoro, supuestos fragmentos de la Cruz de Jesús, así también los Holotemplos tienen trozos de pelo judío, de zapatos, etc., provenientes de Auschwitz.
Las religiones tienen milagros, de los cuales el Holocuento no se queda corto; por ejemplo, aquí tenemos testimonio concerniente al presunto campo de exterminio de Treblinka, donde la imagen primaria de un infierno de pilas de cadáveres humanos ardiendo en llamas fue establecida en el el juicio llevado a cabo en Jerusalén en 1987 (o sea el golpe maestro publicitario para exprimir mayor compasión de entre los goyim), un testigo, Eliahu Rosenberg aseveró:
En Treblinka supimos que los niños pequeñitos arden mejor que los adultos. Basta con un fósforo para hacerlos arder.
Este fue el llamado Juicio Demjanjuk [260]. Durante ese juicio, J, Wiernak asimismo aseveró:
Resultó que los cadáveres de mujeres se quemaban más fácilmente que los de hombres-
En el mundo real, los cadáveres de humanos no son inflamables. Estos cuentos hechos en el infierno exitosamente activaron el Holocausto de Treblinka en la memoria del público mundial.
Dedicamos un capítulo por separado a Treblinka, la que goza de no uno, sino dos Holo-milagros; ahí fue la asfixia 875,000 judíos por medio del gas de escape de motores diesel, un gas que no es letal, [262], seguido rápidamente por sus miles de cadáveres de alguna manera inflamables siendo incendiados en las gigantescas piras infernales (basta con que usted vea La Lista de Schindler, oh burlón descreído.)
Robert Faurisson regresó de una conferencia que discutió sobre el Holocausto celebrada en Irán en el 2006, en la cual su discurso de primera clase Victorias del Revisionismo es considerada una obra clásica. Al regresar a Francia, tuvo que someterse a juicio, acusado de negar el Holocausto, y fue pronunciado culpable porque había dicho ante un canal de televisión Iraní que nunca hubo una sola ejecución por cámara de gas bajo el gobierno de los alemanes.
El pueblo de Francia no vio la necesidad de discutir por qué había dicho tal cosa, más bien necesitaba que fuera condenado de violar un dogma sagrado. En su juicio en París, la asistente del Procurador Público, Anne de Fontette, leyó una invocación a Jehová, protector de su pueblo elegido, rogándole que protegiera a dicho pueblo de los labios mentirosos de Faurisson. El crucifijo había sido removido de los tribunales franceses desde hacía ya mucho tiempo, pero ese día, en París, se insinuó venganza por el sacrilegio de Faurisson, mediante la invocación a Jehová.
¿Puede uno imaginar nada más demencial que condenar a un hombre por haber dado, a invitación, una conferencia sobre un tema histórico, a miles de millas de distancia de París en otro continente y, además, que se bramara acerca de la venganza de Jehová? Esta debe haber sido la cosa más insensata que jamás haya ocurrido en un tribunal francés desde que se dejaron de enjuiciar animales, puercos y caballos, en tribunales de la edad media.
Así es como Faurisson, decano del Revisionismo, hombre de gran erudición, catedrático de francés, latín y griego, profesor de poesía simbolista, experimentó esta nueva religión del siglo XX:
La religión del Holocausto es una religión laica. pertenece al mundo secular, es profana; en la actualidad, tiene a su disposición el brazo secular, o sea, una autoridad temporal con poder temible. Tiene su dogma, sus mandamientos, sus decretos, sus profetas y sus sumos sacerdotes. Como un revisionista lo ha observado, tiene su círculo de santos, hombres y mujeres, por ejemplo, Santa Ana (Frank), San Simón (Wiesenthal), y San Elías (Wiesel). Tiene sus lugares santos, sus rituales y sus peregrinaciones. Tiene sus edificios sagrados (y macabros) y sus reliquias (en forma de barras de jabón, zapatos y cepillos de dientes). Tiene sus mártires, sus héroes, sus milagros y sus milagrosos sobrevivientes (por millones), sus leyendas doradas y sus hombres justos. Auschwitz es su Gólgota. Por él, Dios se llama Jehová, protector de su pueblo elegido, quien, como lo dice uno de los salmos (el N° 120), invocado recientemente por una procuradora pública, Anne de Fontette, durante el juicio de un Revisionista francés en París, castiga a los labios mentirosos (incidentalmente, lanzándoles "flechas agudas de los poderosos, con carbones de enebro"). Para esta religión, Satanás se llama Hitler, condenado, como Jesús en el Talmud, a hervir en excremento por toda la eternidad. No conoce ni la misericordia ni el perdón, ni la clemencia, sino solamente el deber de venganza, Amasa fortunas mediante chantaje y extorsión y adquiere privilegios antes jamás oídos. Dicta su ley a las naciones. Su corazón late en Jerusalén, en el monumento Yad Vashem, en un terreno arrebatado a los nativos, bajo la protección de un muro de 26 pies de alto construido para proteger un pueblo que es la sal de la tierra, los compañeros de fe en el holocausto gobiernan a los goyim con un sistema que constituye la expresión más pura de militarismo, racismo y colonialismo.
Podemos dudar que Jehová, la deidad del Antiguo Testamento, sea parte de esta religión secular, que es más una religión talmúdica-judía para los goyim: el Talmud es un libro sagrado que no reconoce deidad alguna, o ninguna deidad trascendente fuera del pueblo judío, pero prescindamos de meternos en ese tema.
¿Es realmente una religión secular? Aquí va una pequeña sátira del católico norteamericano Michael Hoffman:
Creo en un Holocausto®, concebido en Hollywood, nacido de los medios de comunicación neoyorkinos, y en seis millones de judaicos que sufrieron bajo el poder de Adolfo Hitler y fueron gaseados, convertidos en jabón y pantallas de lámparas, y luego cremados. Creo que resucitaron de entre los muertos en el siglo XXI para luego aparecerse ante los vivos y los muertos. Creo en Elie Wiesel y los geysers de sangre [264] y en Arnold Friedman, y en el humo de color de los crematorios, creo en la Santa Iglesia del Holocuento, en los santos comunistas, en negar el perdón de los pecados de los alemanes, en la resurrección de las farsas y en la vida perdurable de los cuentos de cámaras de gas de Auschwitz. Amén.
(Credo de la Iglesia del Shoah. Michael Hoffman, Revisionist Review blogspot 2009)
Es un mito trascendental en el sentido de que es ultramundano; o sea que la gente decente no se pondría a buscar evidencia de su veracidad, sino que la aceptaría reverentemente como sustituto artificial de un conocimiento metafísico genuino (aquí me atrevo a presumir que eso es asequible)
Quizás la sátira es la mejor manera de aproximarse a este tema: [265]
En el Museo Memorial del Holocausto en Washington debéis inclinar la cabeza ante el mejor testimonio posible de la existencia de las mágicas cámaras de gas: Sobre un montón de zapatos más o menos desgastados o reciclados, en grandes letras podéis leer: "Somos los últimos testimonios", por supuesto ¡los zapatos hablan!
En ese vasto museo, privado de toda clase de representación científica de una 'cámara de gas' Nazi, podéis ver ante vos tres latas de Zyklon B; con todas vuestras fuerzas tenéis que resistir la tentación de pensar que los alemanes las emplearon para su uso normal (o sea el de un producto basado en ácido hidrocianúrico, inventado por el ilustre judío Haber alrededor de 1922 para matar plagas, especialmente piojos, transmisores del tifo); debéis tener presente la fortaleza de creer que los alemanes los usaron para matar judíos, claro, pues en todas las cosas conviene juzgar solamente sobre la base de que los judíos fueron condenados al exterminio.
Como moneda de cambio, y es conveniente decirlo, debéis aceptar los cuentos fantasmagóricos que propagan nuestros merolicos profesionales, hombres y mujeres, que hacen sus rondines en escuelas, colegios y otros lugares donde estudian los goyim
Debéis saber que al evocar el pasado, la remembranza supera a la historia; la novela histórica supera al estudio científico, claro, el drama y la ficción superan la terrena realidad material. Tenedlo siempre en mente: el estómago de un creyente en el 'Holocausto' es capaz de digerir piedras. []
¡Aclamad la multiplicación de placas holocáusticas en edificios, frente a muros escolares, sobre monumentos!
¡Aclamad las peregrinaciones guiadas a Auschwitz en aviones fletados repletos!
¡Aclamad el chantaje al que tantas instituciones, como los Ferrocarriles Nacionales Franceses, y tantos países, como Suiza, han sucumbido! Queriendo al principio resistir, algunas han demandado justificación. ¡Y han acabado lamentándolo!
Muy acertadamente se les replicó que tales reflejos antisemitas agravarían su situación y que les convenía ceder sin refunfuñar al chantaje por las sumas que les habían sido fijadas.
Cedieron y pagaron de inmediato en dinero [267]
Y esto significa que habremos de volver con ellos en el futuro para exigirles el sobrante de 'restituciones, reparaciones, indemnizaciones y compensaciones' [268]
Y alemanes cuyos padres en 1945 no habían nacido todavía, pagarán miles de millones, por lo menos hasta el año 2030, a judíos que ni siquiera han llegado a este mundo todavía.
Judaizar o morir': esa es la consigna que debe dictar toda línea de conducta.
A tan noble ideal les conviene sacrificar todo, y luego, una vez que hayan dado todo, a aquéllos de sus gobiernos se les ordenará, claro, que den todavía más.
¡Amén! Y, como toda Europa está sometiéndose a esta esclavización mental, aquí va una opinión de la Europa Oriental; de Polonia, sede del Holocausto [269] Se creó un poderoso tabú central de una nueva religión nacida en Auschwitz. El Holocausto no pertenece al pasado, es un sistema santificado de dogmas con una estructura quasi-religiosa que puede ser usada como instrumento político, ideológico o moral para alcanzar objetivos no necesariamente sublimes. La quasi-religión del Holocausto puede hacerse intervenir en conflictos políticos e ideológicos o en la lucha de poderes. Es un instrumento efectivo de chantaje moral, de indoctrinación y de propaganda, o aun de guerra cultural.
La primera víctima de la quasi-religión del Holocausto es el cristianismo. El Holocausto eclipsó el acontecimiento central del cristianismo, o sea el Sacrificio de Jesús. Para los Judíos, el Holocausto es un equivalente de la Crucifixión, e Israel es un equivalente de la Redención. En la Shoah, la nación judía murió por Dios, tomando para sí la carga de Su inimaginable culpa por su indiferencia, ausencia, o impotencia. Algunos teólogos cristianos se comportan como conversos a la religión del Holocausto: aun cuando no pueden abiertamente equiparar a Auschwitz con el Gólgota pues eso significaría abandonar el cristianismo, ya dieron un primer paso en esta dirección. Comenzaron por crear relaciones especiales entre la Cruz y el Holocausto, luego los equiparan para anunciar la victoria final del Holocausto. Las cámaras de gas superaron a la Cruz. Auschwitz opacó al Gólgota. El sacrificio judío es mayor que el de Jesús. El teólogo polaco Michal Czajkowski, un gran entusiasta del diálogo Judeo-Cristiano exigió (arrodillado) la creación de una nueva teología cristiana y una nueva doctrina posterior a la Shoah. Todos esos hechos muestran indicios de capitulación del cristianismo ante la religión del Holocausto, o la judaízación del cristianismo. Simultáneamente, se carga al cristianismo con la responsabilidad de que el Holocausto haya acontecido en Europa.
La teología cristiana tradicional ha sido trastrocada: en vez de que los judíos sean responsables de matar a Jesús, ahora son los cristianos a quienes se les carga con la responsabilidad del asesinato de judíos en el Holocausto. Se reconoce como una culminación negativa del cristianismo. De modo que el cristianismo ha perdido su base para existir y debe ser reemplazado por una nueva religión. Obras escritas por conversos a la religión del Holocausto están repletas de un apabullante nihilismo, ponzoñoso y blasfemo, comparable con el ateísmo agresivo de los comunistas.
Polonia ni por aproximación ha sido suficientemente cargada con la culpa de iniciar la Segunda Guerra Mundial [270]; sin embargo, la idea de que ella experimente culpa por el Holocausto es absurda. Por el contrario, Israel debería agradecerle profusamente por haber mantenido tan bien la mística de los campos de concentración holocáusticos como atracciones turísticas estelares durante tantos años.
Otra opinión, esta vez francesa: Un artículo en Le Monde trata de la Shoah siendo elevada a religión de estado por el Primer Ministro judío Nicolás Sarkozy (4 de abril de 2009). Luego, de la pluma del sociólogo francés Alain Besançon, se pueden encontrar los siguientes comentarios:
En la escala de las cosas sagradas, nada hay ahora que pueda competir por el primer lugar con la Shoah. Habiéndose hecho universal, mantiene la postura del pueblo judío de ser el elegido de Dios, con la elección siendo producto de la diabólica voluntad de Hitler y no por la decisión benévola de Dios. Los ofrece a la simpatía, en el más fuerte sentido, del mundo cristiano. Resultado de todo esto son los cambios en la escala de dignidad, en la lista de objetos que pueden ser tocados solamente con manos temblorosas, en la jerarquía de valores y en el prestigio de aquéllos que los defienden. Así pues, ocupando el primer lugar, innegablemente está la Shoah.
Faurisson observó lo siguiente:
" La religión de la Shoah tolera otras religiones, particularmente la religión católica romana, pero solamente en la medida en que acepte la subordinación. Benedicto XVI lo sabe y así actúa cuando se postra y se humilla ante ella. Especialmente infectada de mentiras, la religión de la Shoah clama odio y cruzadas. A este respecto, repitiendo la imagen utilizada por Jean Jaurès con relación al capitalismo, puede decirse de la nueva religión, que ella 'lleva guerra dentro de sí de la misma manera como un nubarrón lleva una tormenta'."
Quizás uno de cada diez judíos franceses fueron deportados durante la guerra, vamos a los números del Capítulo 14, con la Francia de la post-guerra viendo más judíos aparecer que los que había habido ahí anteriormente. Un cuarto de millón de judíos vivían ahí cuando acabó a guerra, una proporción mayor que la que ahora existe en Inglaterra. Dado que Francia estuvo ocupada por los nazis durante la guerra, eso difícilmente suena a una política de exterminio, más bien es una de deshacerse de los revoltosos, ya que muchos judíos estaban activos en el movimiento comunista de resistencia en ese país. Si y cuando algún día Francia derogue su ley de crímenes de pensamiento, podrá ser posible un debate sereno sobre este tema.
Una perspectiva Árabe.
Pero ¿por qué el Holocaustismo ha reemplazado al Cristianismo? Supongo que es porque el Cristianismo ha estado sufriendo una lenta declinación ya por varios siglos. Para el Siglo XIX ni las clases pensantes ni las clases gobernantes creían más en Dios, como lo escribió A.N. Wilson en su libro 'El Funeral de Dios: La Declinación de la Fe en la Civilización Occidental'. La reacción contra el cristianismo en la Europa post-cristiana llegó a un punto en que, para el período de la Post-Guerra (Segunda Mundial), un complejo residual de culpa se encontró con el poderío Judeo-Holocáustico en los medios de comunicación [272] y el resultado fue que el Holocaustismo reemplazó al Cristianismo como núcleo de la narrativa sagrada de Occidente. Rehmat [273]
Aquí transcribo lo que el irreprimible Kevin Barrett (Fundador de MUJCA [´Musulmanes, Judíos y Cristianos por la Verdad sobre el 11 de Septiembre"] y columnista regular en el sitio Web de Veterans Today [274]: Puede uno saber cuál historia es considerada sagrada y cuál no lo es, simplemente por la reacción que se experimenta cuando se comete un sacrilegio. A nadie en Occidente se le hace enfrentar cargos por negar la Crucifixión/Resurrección. Cualquiera puede despreocupadamente dudar de la Crucifixión, de la Resurrección o del nacimiento virginal u otros dogmas del cristianismo y seguir trabajando en grandes universidades de Occidente. De hecho, si no se expresan dudas sobre estos temas, podría ser más difícil ser contratado. Admita usted en el comedor de los maestros que no duda de la Resurrección o del Nacimiento virginal y lo verán con miradas muy extrañas. Pero admita usted que duda de cualquier aspecto de la narrativa sagrada del Holocausto: seis millones de víctimas judías, la mayoría muertas en cámaras de gas como parte de un esfuerzo preconcebido de eliminar el judaísmo de la faz de la tierra, y jamás volverá a conseguir trabajo en este pueblo. Así hemos sido testigos del triste espectáculo de un obispo católico siendo juzgado por un nuevo tribunal de la Inquisición, por una herejía que nada tiene que ver con el catolicismo. El Islam, la religión que está creciendo con mayor rapidez en el mundo, es inmune al Holocaustismo por dos razones. La primera es que los musulmanes comprenden y se oponen a las atrocidades que se hacen en Palestina justificadas en el Holocausto -- La segunda, 'Por sus frutos los conoceréis', dijo Jesús, y los frutos del Sionismo Holocáustico son millones de personas desplazadas, niños a quienes se les dispara con impunidad, fósforo blanco rociado en el espacio más densamente poblado del mundo, etc., etc., cuestiones que para los musulmanes son tan visibles como para los Occidentales son tan invisibles,
Los católicos han recibido su dosis de Holo-culpa a través de las maravillosas acciones del papa que reinó durante la guerra, Pío XII [275] Su preocupación por todas las víctimas del nazismo era reconocida universalmente. Sin embargo, desaprobó la creación de un estado judío en Palestina, de modo que, después de 1947, comenzó a ser demonizado. ¿Por qué no había hecho nada para detener el Holocausto? era la acusación. Después de todo, él sabía muy bien lo que estaba pasando ¿no es así? Desde luego que lo sabía. Uno podría plantear la misma pregunta acerca de la Cruz Roja Internacional, que visitaba Auschwitz y otros campos de concentración alemanes sobre una base regular para examinar la higiene en el campo. ¿Por qué su grueso tomo sobre el tema no hace mención alguna del Holocausto? Porque nunca sucedió, obviamente. Es sólo un fantasma.
Desde tan atrás como 1981, Elie Wiesel proclamaba que el cristianismo había perecido en Auschwitz. Presuntamente, Pío XII había ayudado a Hitler a llevar a cabo el Holocausto. ¡De modo que ahora se oye de católicos que proclaman su Holo-culpa! Uno podría volver aquí al aniquilamiento de la reputación del historiador británico David Irving, a quien se le conoce por su muy cuidadoso y extenso acceso a fuentes primarias para su obra. Él publicó su libro sobre la Guerra de Hitler, que afirmaba que Hitler nunca tuvo conocimiento de programa alguno de exterminio o de muerte en cámaras de gas. Irving simplemente no pudo encontrar evidencia alguna de ello [276] Como era de esperarse, su editorial, Macmillan (en 1991) hizo pulpa de todos los ejemplares que tenía de su libro, y él se convirtió en un paria nacional; no, en el paria nacional. Yo sugeriría a los católicos, que desplegaran una determinación un poco mayor sobre este tema.
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