Siguiendo los pasos de Pascal
Por Christophe Geffroy
Tomado de: https://thepostil.com/author/christophe-geffroy/
Traducido del inglés por Roberto Hope Sánchez Mejorada
Pierre Manent ha publicado un nuevo libro intitulado Pascal et la proposition chretienne (Pascal y la proposición cristiana). Es una obra rica y densa que nos parece de suma importancia. Es sin embargo una obra demandante, y me temo que muchos de nuestros contemporáneos no serán capaces de penetrarla; es tanto lo que el cristianismo y en particular la cuestión de Dios en general se han vuelto ajenos a sus preocupaciones y aún a su cultura.
Es sobre este tema con el que la reflexión de Pierre Manent empieza. La duda que acecha a los europeos, el auto odio que con frecuencia manifiestan, el olvido y aún el rechazo de su historia surgen del hecho de que "los europeos no saben qué pensar de, o qué hacer con, el cristianismo. Han perdido la inteligencia y el uso de él. Ya no quieren oír de él" (p. 7) Ya no percibimos la nueva radicalidad del cristianismo ni medimos el cambio producido por la implantación progresiva del "estado soberano" luego de la Reforma Protestante y las Guerras de religión, en nombre de una supuesta "neutralidad" filosófica y religiosa que ha acabado por monopolizar toda autoridad, incluyendo la autoridad espiritual de los "valores" — "No hay ley alguna por encima de la ley de la República" — tanto así que el poder del Estado Soberano se ha vuelto ilimitado.
Una Religión como Ninguna Otra
Ahora bien, fue a mediados del siglo XVII que el estado soberano se estuvo moldeando, y es en este contexto sin precedentes en el que Pascal, de una manera desafortunadamente fragmentaria y no acabada, en que empezando desde cero reflexionó sobre la "proposición cristiana" específicamente de la fe cristiana, de la mera posibilidad [de que existiera] la fe cristiana. Debido a esta reflexión, Pascal está adaptado particularmente a nuestros tiempos, una guía muy valiosa, pero una guía difícil de seguir sin un maestro seguro que nos dirija. Esto es lo que Pierre Manent hace de una manera pedagógica y luminosa, desarrollando para nosotros la manera como Pascal concibe esta "proposición cristiana".
Sabemos cómo Pascal estaba trabado en una disputa entre la gracia y la libertad y que criticaba a los jesuitas por abogar por una religión más complaciente para no ver tantas almas tibias, indiferentes al evangelio, que se apartaran de la Iglesia — ¡el paralelismo con la situación presente no dejará de notarse por nadie! Sin embargo, Pascal defiende que el cristianismo no es una religión entre tantas. No la justifica por la autoridad de la Iglesia o por la Sagrada Escritura sino por el hecho singular de que ella sola "explica adecuadamente la principal 'discordancia' de la condición humana, dividida entre la grandeza y la miseria" (p. 361) — ella sola se atreve a ir en contra de algunos de los más universales estímulos de la naturaleza humana; por ejemplo, predicando el amor a los enemigos o el perdón de las ofensas. El dogma del pecado original explica estas "discordancias". "Ciertamente, nada choca más fuertemente contra nuestra actitud que esta doctrina (del pecado original) y, sin embargo, sin este misterio, el más incomprensible de todos, seríamos incomprensibles para nosotros mismos. El nudo de nuestra condición sufre sus giros y vuelcos en este abismo. De modo que el hombre es más inconcebible sin este misterio que lo que este misterio es inconcebible para el hombre" (Pensées, 122, citado en p. 239-240).
La Elección Iluminada del Corazón
Pascal no es un teólogo que busque probar racionalmente la existencia de Dios. La fe no necesita pruebas; éstas están dirigidas a la razón pero no es ahí donde se decide la fe: es un don de Dios que lo pone en el corazón del hombre. Pascal así es como busca abordar la voluntad — la famosa apuesta — más que la inteligencia, una vía que, no obstante, de ninguna manera se opone a la razón: "Las profecías, los mismos milagros, y las pruebas de nuestra Religión no son de una naturaleza tal que sean absolutamente convincentes, mas son también de una naturaleza tal que uno no pueda decir que creerlas va contra la razón" (Pensées, fr, 682, citado en la p. 316). Y Pierre Manent agrega: "Nada es más ajeno a Pascal que un "salto de fe". En vez de ello nos da un camino de la razón que nos lleva a una elección del corazón, del corazón informado" (p. 361), porque no es una elección ciega, sino una reflexionada e iluminada.
Y, sin embargo, Pascal señala, pocos parecen tomar esta elección: "El hecho más significativo no es la autoridad adquirida por el cristianismo sino, por el contrario, el ateísmo teórico o práctico de la inmensa mayoría de los seres humanos, cristianos incluidos" (p. 365). Hoy en día todavía más que en los tiempos de Pascal, la idea de que la única gran cuestión de la vida es la elección de Dios con lo que ello implica para la salvación del alma o su eterna condenación no le interesa a mucha gente. Esto nos lleva nuevamente a la cuestión de que la gracia de Dios le es ofrecida a todos y la libertad humana tiene el poder de rechazarla. "Hay suficiente luz para aquéllos que quieren ver, y suficiente obscuridad para aquéllos que tienen la disposición contraria" (Pensées, 139, citado en la p, 367).
Para hacer que el creyente y el no creyente puedan "convivir" no es sencillo: la solución del modernismo es empujar a la religión a los márgenes de la vida pública. Pascal no plantea una solución política; pero nos proporciona un camino demandante, uno que está adaptado a nuestros tiempos de incredulidad: "Y todo lo que necesitamos saber es que somos miserables, corruptos, alejados de Dios, pero redimidos por Jesucristo; y de esto es de lo que tenemos prueba admirable en la tierra" (Pensées fr 402, citado en la p 406).
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