lunes, 27 de agosto de 2018

La Nueva Edad Obscura. III

La Nueva Edad Obscura

 La Escuela de Frankfort y la Corrección Política 


Por Michael Minicino

Tomado de: https://www.schillerinstitute.org/fid_91-96/921_frankfurt.html
el cual a su vez es una reproducción tomada del número de invierno de 1992 del Magazín Fidelio

Traducido del inglés por Roberto Hope

Parte III



La Explosión de la Opinión Pública

A pesar de la imposibilidad de probar la tesis central de los "tipos psicoanalíticos," la metodología de la Escuela de Franfort para hacer encuestas interpretativas se volvió dominante en las ciencias sociales y esencialmente así sigue siendo hoy en día. De hecho, la adopción de estas nuevas, supuestamente científicas técnicas en los años 1930s trajo una explosión en el uso de los sondeos de opinión, mucho de lo cual ha sido fondeado por Madison Avenue (se utiliza este término para referirse a la industria publicitaria, porque en esa avenida de la Ciudad de Nueva Mayor es donde están ubicadas las matrices de las principales agencias publicitarias de los EUA - N.del T.). Las principales encuestadoras de hoy en día — A. C. Nielsen, George Gallup, Elmo Roper — todas ellas se fundaron a mediados de los 1930s y comenzaron utilizando los métodos de Instituto de Investigación Social, especialmente por el éxito del Analizador de Programas Stanton-Lazersfeld. Para 1936, la actividad encuestadora se había extendido lo suficiente como para justificar la formación de una asociación, la Academia Americana de Investigación de la Opinión Pública en Princeton, encabezada por Lazersfeld. En la misma época, la Universidad de Chicago formó el Centro Nacional de Investigación de Opinión. En 1940, la Oficina de Investigación del Radio fue convertida en el Buró de Investigación Social Aplicada, una división de la Universidad de Columbia, con el incansable Lazersfeld como director.

Después de la Segunda Guerra Mundial, Lazersfeld comenzó a emplear encuestas para psicoanalizar el comportamiento de los votantes en los Estados Unidos, y para la elección presidencial de 1952, las agencias publicitarias de Madison Avenue estaban ya firmemente en control de la campaña de Dwight Eisenhower, utilizando el trabajo de Lazersfeld. La de 1952 fue también la primera elección desarrollada bajo la influencia de la televisión que, como bien lo había predicho Adorno ocho años antes, había progresado a un grado increíble de influencia en muy corto plazo. Batten, Barton, Durstine & Osborne — la legendaria agencia de publicidad BBD&O — diseñó las apariciones de campaña de Eisenhower, enteramente para las cámaras de televisión y tan cuidadosamente como los numerosos congresos de Nüremberg de Hitler; los 'spots' publicitarios de un minuto de duración se comenzaron a emplear por primera vez para satisfacer las necesidades de los votantes determinadas por los sondeos.

La bola de nieve no ha dejado de rodar desde entonces. Todo el desarrollo de la televisión y la publicidad en los años 1950s y 1960s fue liderado por hombres y mujeres que habían sido capacitados en las técnicas de la Escuela de Frankfort, de alienación masiva. Frank Stanton pasó directamente del Proyecto del Radio a convertirse en el dirigente individual más importante de la televisión moderna. El principal rival de Stanton en el período formativo de la televisión fue Sylvester "Pat" Weaver, de la NBC; después de obtener un doctorado en el "comportamiento de atención de los auditorios," Weaver trabajó con el Analizador de Programas a fines de los 1930s, antes de ser nombrado vice-presidente de la agencia de publicidad Young and Rubicam, posteriormente director de programación de la NBC y acabó siendo el presidente de la cadena. Los historiales de Stanton y de Weaver son típicos.

Hoy en día, los hombres y las mujeres que dirigen las cadenas de medios, las agencias de publicidad y las organizaciones encuestadoras, aun cuando jamás hayan oído de Theodor Adorno, creen firmemente la teoría de Adorno de que los medios pueden, y deben, convertir en "fútbol" todo lo que tocan. La cobertura que se hizo de la Guerra del Golfo debería dejar claro que así es.

La técnica de los medios masivos y de la publicidad desarrollada por la Escuela de Frankfort ahora efectivamente controla el desarrollo de las campañas políticas en los Estados Unidos. Las campañas ya no se basan en programas políticos, sino realmente en la alienación. Las pequeñas irritaciones y los temores irracionales son identificados por medio de sondeos psicoanalíticos, para luego ser metamorfoseados en forma de "problemas políticos" a ser abordados; los anuncios de "Willy Horton" de la campaña presidencial de 1988, y la "enmienda de quema de la bandera", no son más que dos ejemplos recientes. Las cuestiones que determinan el futuro de nuestra civilización se reducen escrupulosamente a oportunidades para fotos y sound bites — como los reportes originales de Ed Murrow de los años 1930s — en los que se maximiza el efecto dramático pero el contenido en ideas es cero.

¿Quién es el enemigo?

Parte de la influencia del timo de la personalidad autoritaria en nuestros días también se deriva del hecho, increíble, de que La Escuela de Frankfort y sus teorías fueron aceptadas oficialmente por el gobierno de los Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial, y estos miembros del Comintern fueron los responsables de determinar quiénes eran los enemigos de Norteamérica durante y después de la guerra. En 1942, la Oficina de Servicios Estratégicos (OSS), la unidad de espionaje y operaciones encubiertas constituida precipitadamente, le pidió al ex-presidente de la Universidad de Harvard, James Baxter, que organizara una Rama de Investigación y Análisis (R&A) que trabajara bajo la División de Inteligencia de la OSS. Para 1944, la Rama de Investigación y Análisis había reunido a tan grande y prestigiado grupo de eruditos inmigrados que H. Stuart Hughes, entonces un joven recién doctorado, dijo que trabajar para la Rama era asistir a una segunda escuela de graduados con cargo al gobierno. La Sección Centro-Europea estaba encabezada por el historiador Carl Schorske; debajo de él, en la importantísima Sección Austro-Germana, estaba Franz Neumann como jefe de la Sección, con Herbert Marcuse, Paul Baran y Otto Kirchheimer, todos ellos veteranos del Instituto de Investigación Social. Leo Lowenthal encabezó la sección germano-parlante de la Oficina de Información de Guerra; Sophie Marcuse, esposa de Marcuse, trabajaba en la Oficina de Inteligencia Naval. En la Rama de Investigación y Análisis también estaban Siegfried Kracauer, el antiguo instructor de Adorno sobre la filosofía de Kant, que para entonces ya era un teórico del cine; Norman O. Brown, quien se hizo famoso en los años 1960s por combinar la teoría del hedonismo de Marcuse con la terapia de energía orgónica de Wilhelm Reich para popularizar la "perversidad polimorfa"; Barrington Moore Jr., que posteriormente fue profesor de filosofía y habría de ser co-autor de un libro con Marcuse; Gregory Bateson, marido de la antropóloga Margaret Meade (quien escribía para la Revista de la Escuela de Frankfort), y Arthur Schlesinger, el historiador que había de formar parte del gabinete de Kennedy.

La primera encomienda para Marcuse fue encabezar un equipo que identificara tanto a aquéllos que habrían de ser juzgados como criminales de guerra después de que acabara la guerra, como a aquéllos que podían ser líderes potenciales de la Alemania de la post-guerra. En 1944, Marcuse, Neumann, y Kirchheimer escribieron la Guía de Desnazificación, que fue posteriormente emitida para oficiales de las fuerzas armadas norteamericanas de ocupación en Alemania, para ayudarles a identificar y suprimir comportamientos pro-nazis. Luego del armisticio, la Rama de Investigación y Análisis envió representantes como enlaces de inteligencia con las diversas potencias de ocupación. Marcuse fue asignado a la Zona Norteamericana, Kirchheimer a la francesa, y Barrington Moore a la soviética. En el verano de 1945, Neumann se separó para hacerse jefe de investigación para los juicios de Nüremberg. Marcuse se mantuvo dentro o alrededor del servicio de inteligencia de los Estados Unidos hasta principios de los años 1950s, ascendiendo hasta ser nombrado jefe de la Rama Centro Europea de la Oficina de Investigación de Inteligencia del Departamento de Estado, oficina formalmente encargada de "planificar y poner en marcha un programa de investigación de inteligencia positiva...para satisfacer las necesidades de inteligencia de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y de otras agencias autorizadas." Durante su estadía como funcionario de gobierno de los Estados Unidos, Marcuse apoyó la división de Alemania en una parte Oriental y otra Occidental, observando que esto prevendría que se formara una alianza entre los partidos de izquierda recientemente liberados y los antiguos estratos conservadores de industriales y hombres de negocios. En 1949 preparó un reporte de 532 páginas intitulado "The Potentials of World Communism" ("El Potencial del Comunismo en el Mundo," que no fue desclasificado como secreto hasta 1978) el cual indicaba que el Plan Marshall para la estabilización económica de Europa limitaría el potencial de reclutamiento de los partidos comunistas de Europa Occidental a niveles aceptables, causando un período de coexistencia hostil con la Unión Soviética, marcado por confrontación solamente en lugares lejanos como Iberoamérica e Indochina — en conjunto, un pronóstico sorprendentemente exacto de lo que pasó. Marcuse dejó el Departamento de Estado con una subvención de la Fundación Rockefeller para trabajar en los diversos departamentos de estudios soviéticos que se habían formado en muchas de las principales universidades norteamericanas después de la guerra, principalmente con veteranos de la Rama de Investigación y Análisis

Al mismo tiempo, Max Horkheimer estaba causando un daño aún más grande. Como parte de la desnazificación de Alemania recomendada por la Rama de Investigación y Análisis, el Alto Comisionado de los Estados Unidos para Alemania, John J. McCloy, utilizando fondos personales discrecionales, se llevó a Horkheimer de regreso a Alemania para reformar el sistema universitario de ese país. De hecho, McCloy le pidió al Presidente Truman y al Congreso que aprobaran un proyecto de ley que permitiera a Horkheimer, quien ya se había hecho americano naturalizado, a que tuviera una doble nacionalidad; así, durante un breve período, Horkheimer fue la única persona en todo el mundo en tener al mismo tiempo la nacionalidad americana y la alemana. En Alemania, Horkheimer comenzó a hacer el trabajo preparatorio para un completo resurgimiento de la Escuela de Frankfort en esa nación a finales de los años 1950s, incluyendo la capacitación de toda una generación de eruditos opuestos a la civilización Occidental, como Hans-Georg Gadamer y Jürgen Habermas, que habrían de tener una influencia destructiva en la Alemania de los 1960s. En un período de la historia americana cuando algunos individuos eran orillados a quedar desempleados y al suicidio por despedir el más tenue aroma de izquierdismo, los veteranos de la Escuela de Frankfort — todos ellos con sobresalientes credenciales del Comintern — llevaban lo que podía llamarse vidas encantadoras. Los Estados Unidos habían, en increíblemente gran medida, entregado la determinación de quiénes eran los enemigos de la nación a los peores enemigos de la nación.

IV. El Eros Aristotélico: Marcuse y la Contra-cultura de las Drogas de la CIA

En 1989, se le pidió a Hans-George Gadamer, protegido de Martin Heidegger y último de la generación original de la Escuela de Frankfort, que escribiera una apreciación de su propio trabajo para el periódico alemán Frankfurter Allgemeine Zeitung. Escribió así:
"Uno tiene que concebir la ética de Aristóteles como la verdadera realización del desafío de Sócrates, el cual Platón había puesto al centro de sus diálogos sobre la pregunta de Sócrates acerca de lo que constituye el bien, como la idea principal y más elevada, que supuestamente es el principio más elevado del ser para el universo, el estado y el alma humana. Contra esto, Aristóteles opuso una crítica decisiva, bajo la famosa fórmula, "Platón es mi amigo, pero aún más amiga es la verdad." Él negó que uno pudiera considerar la idea del bien como un principio universal del ser, que supuestamente sea válido de la misma manera para el conocimiento teórico igual que para el conocimiento práctico y para la actividad humana."
Esta aseveración no sólo manifiesta la filosofía subyacente de la Escuela de Frankfort, también indica un punto de inflexión alrededor del cual podemos ordenar gran parte del combate filosófico de los últimos dos milenios. En sus términos más simples, la corrección de Platón por Aristóteles desgaja a la física de la metafísica, relegando al Bien como un mero objeto de especulación, acerca del cual "nuestro conocimiento se queda en hipótesis" en palabras de Wilhelm Dilthey, filósofo favorito de la Escuela de Frankfort. Nuestro conocimiento del "mundo verdadero", como Dilthey, Nietzsche, y otros precursores de la Escuela de Frankfort solían enfatizar, se vuelve erótico, en el sentido más amplio del término, como fijación de objeto. El universo se convierte en una colección de cosas, cada una de las cuales opera de acuerdo con su propia naturaleza (o sea genéticamente) y por medio de la interacción entre ellas (o sea mecanísticamente). La ciencia se convierte en la deducción de las categorías apropiadas de estas naturalezas e interacciones. Ya que la mente humana es meramente un sensorium, esperando que la manzana de Newton la sacuda para hacer una deducción, la relación de la humanidad con el mundo (y viceversa) se convierte en un apego erótico a objetos. La comprensión de lo universal — la aspiración de la mente a ser la imagen viviente del Dios vivo — es por lo tanto ilusoria. Ese universal, o no existe o existe incomprensiblemente como un deus ex machina; o sea, lo Divino existe como una superadición al universo físico — Dios es realmente Zeus, lanzando relámpagos al mundo desde una ubicación externa.(O, quizás más apropiadamente, Dios es realmente Cupido, dejando que esas flechas de oro hagan que los objetos se atraigan, y las flechas de plomo hagan que los objetos se repelen.

La clave de todo el programa de la Escuela de Franfort, desde su originador Lukacs en adelante, es la liberación del eros Aristotélico, para hacer psicológicamente primarios los estados de sentimiento individuales. Cuando el Instituto de Investigación Social llegó a los Estados Unidos, a mediados de los años 1930s, se regocijaron de que ahí fuera un lugar que carecía de defensas contra su tipo de Kulturpessimismus (pesimismo cultural). Sin embargo, aun cuando la Escuela de Frankfort hizo importantes incursiones en la vida intelectual americana antes de la Segunda Guerra Mundial, esa influencia estaba principalmente confinada al medio académico universitario y al del radio, y aun cuando importante, todavía no había alcanzado el nivel apabullante de influencia sobre la vida social, que habría de adquirir durante la guerra. Además, la movilización de los Estados Unidos para la guerra, y la victoria contra el fascismo, desviaron el programa de la Escuela de Frankfort Los Estados Unidos en 1945 se habían vuelto casi sublimemente optimistas, con una población firmemente convencida de que una república movilizada, respaldada por la ciencia y la tecnología, podía hacer casi cualquier cosa. Los quince años que siguieron a la guerra, sin embargo, vieron la dominación de la vida familiar por el radio y la televisión, que habían sido moldeados por la Escuela de Frankfort, en un período de erosión política en el cual el gran potencial positivo de Los Estados Unidos degeneró en una postura puramente negativa contra la amenaza real, y con frecuencia manipulada, de la Unión Soviética. Al mismo tiempo, cientos de miles de la nueva generación — los llamados "baby boomers" — estaban entrando a la escuela preparatoria (college) y estaban siendo expuestos al veneno de la Escuela de Frankfort, sea directa o indirectamente. Es ilustrativo que para 1960, la sociología se había convertido en el curso de estudio más popular en las universidades americanas. De hecho, cuando uno mira las primeras agitaciones de la rebelión estudiantil de principios de los 1960s, como los discursos del Movimiento de Libre Expresión de Berkeley o la Declaración de Port Huron que dio origen al grupo Students for a Democratic Society. A uno le sorprende qué carentes de contenido real eran estas discusiones. Hay mucha ansiedad acerca de estar siendo forzados a conformarse al sistema — "Soy un ser humano. No doblar, enrollar ni mutilar" — fue una frase muy socorrida en Berkely — pero está claro que los "problemas" citados derivan mucho más de los libros de texto exigidos de sociología, que de las verdaderas necesidades de la sociedad.

La Revolución Psicodélica de la CIA

La agitación en fermento en las universidades en 1960 podría haber pasado, o tenido un resultado positivo, de no ser por la traumática decapitación de la nación que representó el asesinato de Kennedy, más la simultánea introducción del uso extendido de las drogas. Las drogas siempre habían sido una "herramienta analítica" de los románticos del siglo diecinueve, como los simbolistas franceses, y eran populares entre la periferia bohemia marginal europeo-americana bien entrada la era de la post-guerra. Pero, en la segunda mitad de los años 1950s, la CIA y los servicios de inteligencia aliados comenzaron a hacer una extensa experimentación con el alucinógeno LSD (dietilamida de ácido lisérgico) para investigar su potencial para el control social. Ahora ha quedado documentado que se produjeron y se diseminaron millones de dosis de la sustancia química bajo el eje de la Operación MK-Ultra de la CIA. El LSD se convirtió en la droga de preferencia dentro de la agencia y se repartía gratuitamente a amigos de la familia, incluyendo a un número sustancial de veteranos de la OSS. Por ejemplo, fue el veterano de la Rama de Investigación y Análisis de la OSS, Gregory Bateson, quien "entregó" al poeta del movimiento Beatnik, Allen Ginsberg, a un experimento de la Marina Norteamericana en Palo Alto, California. No sólo Ginsberg, sino también el novelista Ken Kesey y los miembros originales del grupo de Rock 'The Grateful Dead' fueron quienes abrieron la puerta de la percepción, por cortesía de la Marina. El guru de la "revolución psicodélica," Timothy Leary, se enteró de los alucinógenos por primera vez en la Revista Life (a cuyo editor, Henry Luce, como a muchos otros formadores de opinión, con frecuencia se le proporcionaba ácido del gobierno), y comenzó su carrera como un empleado de la CIA bajo contrato; en una "reunión" de pioneros del ácido, Leary reconoció abiertamente, "todo lo que soy, lo debo a la visión de la CIA." Los alucinógenos tienen el efecto singular de hacer antisociales a las víctimas, enteramente centradas en sí mismas, y obsesionadas con objetos. Hasta los objetos más banales adquieren un "aura", de la cual Benjamin había hablado, y se volvían imperecederos y profundos. En otras palabras, los alucinógenos lograban instantáneamente un estado mental idéntico al prescrito por las teorías de la Escuela de Frankfort. Y la popularización de estos químicos crearon una vasta labilidad psicológica para llevar esas teorías a la práctica. Así, la situación a principios de los 1960s representó un punto brillante de re-entrada para la Escuela de Frankfort y fue explotado íntegramente. Una de las ironías que coronaron a la 'Now Generation' (Generación del Ahora) de 1964 hasta ahora es que, por todas sus afirmaciones de extrema modernidad, ninguna de sus ideas o artefactos tenía menos de treinta años. La teoría política viene enteramente de la Escuela de Frankfort. Lucien Goldmann un radical francés que fue profesor invitado de la Universidad de Columbia en 1968, estaba absolutamente en lo correcto cuando en 1969 dijo de Herbert Marcuse que "los movimientos estudiantiles ...encontraron en su obra y a final de cuentas sólo en su obra, la formulación teórica de sus problemas y aspiraciones." El pelo largo y las sandalias, las comunas de amor libre, la comida macrobiótica, los estilos de vida liberados, se habían ideado a la vuelta del siglo veinte y se habían probado totalmente en el terreno en varios experimentos sociales como el de la comuna de Ascona de 1920. Hasta el desafiante "Nunca confíes en nadie mayor de treinta años" de Tom Hayden era meramente una versión menos educada del "No vale la pena hablar con nadie que sea mayor de treinta años" de Rupert Brooke de 1905. Los planificadores sociales que modelaron los años 1960s simplemente aprovecharon materiales que ya se encontraban disponibles.

Eros y Civilización

El documento fundacional de la contra-cultura de los 1960s, y que llevó a los 1960s el "mesianismo revolucionario" de los 1920s, fue el Eros y Civilización de Marcuse, publicado originalmente en 1955 y financiado por la Fundación Rockefeller. El documento resume magistralmente la ideología del Kulturpessimismus de la Escuela de Frankfort en el concepto de "dimensionalidad." En una de las más bizarras perversiones de la filosofía, Marcuse afirma derivar este concepto de Friedrich Schiller. Schiller, a quien Marcuse falsamente identifica como heredero de Immanuel Kant, discernió dos dimensiones en la humanidad: un instinto sensual y un impulso hacia la forma, Para Marcuse, por otra parte, la única forma de escapar de la unidimensionalidad de la sociedad industrial moderna era liberando el lado erótico del hombre, el instinto sensual, la rebelión en contra de la "racionalidad tecnológica." Como posteriormente (en 1964) habría de decir Marcuse, en su obra El Hombre Undimensional, "Una cómoda, suave, razonable esclavitud democrática predomina en la civilización industrial avanzada, una señal del progreso técnico."

Esta liberación erótica él la identifica falsamente con el "instinto de juego" de Schiller, que, más que ser erótico, es una expresión de la caridad, un concepto más alto del amor asociado con la verdadera creatividad. La teoría contraria de Marcuse de liberación erótica es algo que se encuentra implícito en Sigmund Freud, pero no enfatizado explícitamente, excepto para algunos renegados de Freud como Wilhelm Reich y en cierta medida, Carl Jung, Marcuse afirma que todo aspecto de la cultura de Occidente, incluyendo la misma razón, actúa para reprimir esto: "El universo totalitario de la racionalidad tecnológica es la más reciente transmutación del concepto de razón" o "Auschwitz sigue visitando, no la memoria sino los progresos del hombre — los vuelos inter-espaciales, los cohetes, los misiles, las bonitas plantas electrónicas..."

Esta liberación erótica también habría de tomar la forma del "Gran Rachazo" una negativa rotunda al monstruo "capitalista" y todas sus obras, incluyendo la razón tecnológica y el "lenguaje ritual-autoritario." Como parte del Gran Rechazo, la humanidad debería desarrollar un "ethos estético," convirtiendo a la vida en un ritual estético, un "estilo de vida" (una frase sin sentido que entró al lenguaje en los años 1960s, bajo la influencia de Marcuse). Con Marcuse representando la punta de la cuña, los años 1960s se llenaron de justificaciones intelectuales obtusas para la rebelión sexual adolescente sin contenido. Eros y Civilización fue reimpreso en una edición barata encuadernada en papel en 1961, y tuvo varias reediciones; en el prefacio de la edición de 1966, Marcuse afirmó que la nueva consigna "Haz el amor, no la guerra", era exactamente de lo que hablaba cuando decía "La lucha por el eros es una lucha política." En 1969, observó que hasta la obsesión de la Nueva Izquierda por emplear obscenidades en sus manifestaciones políticas era parte del Gran Rechazo, llamándole "una rebelión lingüística que destroza el contexto ideológico en el cual se utilizan y se definen las palabras."

Marcuse fue auxiliado por el psicoanalista Norman O. Brown, su protegido en el OSS, que contribuyó a Life Against Death (Vida Contra la Muerte) en 1959, y Love's Body (Cuerpo del Amor) en 1966 — llamando al hombre a que se desprenda de su razonable ego "blindado," y lo reemplace con un "ego Dionisiano del cuerpo," que abrazaría la realidad instintiva de perversidad polimorfa y traería al hombre de nuevo a una "unión con la naturaleza." Los libros de Reich, que afirmaban que el nazismo había sido causado por la monogamia, fueron reeditados. Reich había muerto en una cárcel norteamericana por recibir dinero con su embuste de que el cáncer podía ser curado re-canalizando la "energía orgónica." La educación primaria llegó a ser dominada por el principal discípulo de Reich, A.S. Neill, un miembro del culto teosófico de los años 1930s y ateo militante, cuyas teorías educativas exigían que a los pupilos se les enseñara a rebelarse contra sus profesores, que son, por naturaleza, autoritarios. Del libro de Neill, Summerhill, se vendieron 24,000 ejemplares en 1960, aumentando a 100,000 en 1968, y dos millones en 1970. Para 1970, era de lectura obligatoria en 600 cursos universitarios, haciéndolo uno de los textos educacionales más influyentes del período y todavía es un punto de referencia para los escritores recientes sobre el asunto.

Marcuse guió el camino para el renacimiento del resto de los teóricos de la Escuela de Frankfort, re-introduciendo al por largo tiempo olvidado Lukacs en Norteamérica. El propio Marcuse fue el pararrayos de la contra-cultura, y era atacado regularmente por fuentes tales como el diario soviético Pravda, y el entonces gobernador de California, Ronald Reagan. La única crítica con algún mérito fue la del Papa Pablo VI, quien en 1969 criticó a Marcuse, (caso extraordinario, ya que el Vaticano generalmente se abstiene de denunciar a personas que aún viven) junto con Freud, por su justificación de "las expresiones ofensivas e irrefrenadas de eroticismo" y calificó la teoría de liberación de Marcuse como "la teoría que abre el camino para el desenfreno disfrazado de libertad...una aberración del instinto." El eroticismo de la contra-cultura significaba mucho más que el amor libre y el ataque violento contra la familia. También significaba la legitimación del eros filosófico. La gente fue enseñada a verse como objetos, determinados por sus "naturalezas." La importancia del individuo como persona dotada de la chispa divina de la creatividad y actuando sobre toda la civilización humana fue reemplazada por la idea de que la persona es importante porque es negra, o mujer, o siente impulsos homosexuales. Esto explica la transformación del movimiento de los derechos civiles en el movimiento llamado Black Power ('empoderamiento' de los negros), y la transformación de la legítima cuestión de los derechos civiles de las mujeres en feminismo. La discusión sobre los derechos civiles de las mujeres fue forzada a convertirse sólo en otro "culto de liberación" con todo y su quema de portabustos, y otros rituales abiertamente de tipo Astarte; un repaso de Política Sexual de Kate Millet (1970) y El Eunuco Hembra, de Germaine Greer, demuestra su total sustento en Marcuse, Fromm, Reich, y otros extremistas freudianos.

El Mal Viaje

La popularización de la vida como un ritual erótico y pesimista no se abatió, sino que de hecho se profundizó durante los veinte años que llegaron a nuestro tiempo, es la base del horror que vemos a nuestro alrededor. Los herederos de Marcuse y de Adorno dominan enteramente nuestras universidades, enseñando a sus propios alumnos a que reemplacen la razón con ejercicios rituales "Políticamente Correctos." Son muy pocos los libros teóricos sobre las artes, las letras o el lenguaje publicados ahora en los Estados Unidos o en Europa que no reconozcan abiertamente su deuda con la Escuela de Frankfort.

La cacería de brujas en las universidades es simplemente una implementación del concepto de "toleración represiva" — "tolerancia para los movimientos de izquierda pero intolerancia para los de derecha" — impuesta por estudiantes de la Escuela de Frankfort, ahora convertidos en profesores de estudios feministas o de estudios afro-americanos. El portavoz más erudito en pro de los estudios afro-americanos, por ejemplo, el profesor Cornell West de Princeton, declara públicamente que las teorías se derivan de Georg Lukacs. Al mismo tiempo, la horripilancia tan cuidadosamente nutrida por pesimistas de la Escuela de Frankfort, ha corrompido nuestros emprendimientos culturales más elevados. Uno difícilmente puede encontrar una ejecución de una opera de Mozart que no haya sido enteramente deformada por un director que, siguiendo a Benjamín y al Instituto de Investigación Social, trate de "liberar el subtexto erótico." No puedes pedirle a una orquesta que ejecute a Schönberg y a Beethoven en un mismo programa, y mantener la integridad de ésta última. Y cuando nuestra más alta cultura se vuelve impotente, nuestra cultura popular se vuelve abiertamente bestial. Una imagen final: Los niños norteamericanos y los europeos ven diariamente películas como Nightmare on Elm Street (Pesadilla en la Calle del Álamo) o Total Recall (Desafío Total). o programas de televisión comparables con ellas. Una escena típica en una de estas películas mostrará a un personaje que sale de un aparato de televisión, la piel de su cara se desprende de manera realista para revelar un hombre horriblemente deformado, con dedos en forma de navajas de rasurar, dedos que comienzan a crecer hasta varios pies de largo y, de repente, la víctima es rebanada en tiras sangrientas. Esto no es entretenimiento, es la profundamente paranóica alucinación de una mente influida por el ácido LSD. Lo peor que pasó en los 1960s es ahora nuestra dieta diaria. Debido a la Escuela de Frankfort y a sus co-conspiradores, Occidente se encuentra en un "Mal Viaje" del cual no se le permite bajarse.

Los principios por los cuales se construyó la civilización judeo-cristiana occidental ya dejaron de ser dominantes en nuestra sociedad; existen solamente como un tipo de movimiento de resistencia clandestino. Si ese movimiento a final de cuentas se sumerge, nuestra civilización no sobrevivirá — y en nuestra era de enfermedad pandémica incurable y armas nucleares, el colapso de la civilización occidental muy probablemente arrastrará con él al resto del mundo al infierno.

La salida es crear un renacimiento. Si eso suena grandioso, es no obstante lo que se requiere. Un renacimiento significa comenzar de nuevo; descartar lo malo, lo inhumano y lo simplemente estúpido, y retornar, cientos o miles de años, a las ideas que permiten a la humanidad crecer en libertad y bondad. Una vez que hayamos identificado esas creencias centrales, podremos reconstruir la civilización.

En última instancia, un nuevo renacimiento se apoyará en científicos, artistas, y compositores, pero en el principio, dependerá de gente aparentemente ordinaria que defenderá en ella misma la chispa divina de la razón, y tolerará nada menos que eso en los demás. Dados los éxitos de la Escuela de Frankfort y sus patrocinadores de la Nueva Edad Obscura, estas personas ordinarias con su creencia en la razón y en la diferencia entre el bien y el mal, serán "impopulares." Pero ninguna verdaderamente buena idea jamás fue popular, en un principio

──────────────────────────────────────────────

El Cambio de Paradigma de la Nueva Era

El trabajo de sondeo original de la Escuela de Franfort de los años 1930s, incluyendo el de la "personalidad autoritaria" estaba basado en categorías psicoanalíticas desarrolladas por Erich Fromm. Fromm derivó esas categorías de las teorías de J.J. Bachofen, colaborador de Nietzsche y de Ricardo Wagner, quien aseguraba que la civilización humana había sido originalmente "matriarcal." Este período primigenio de democracia "gynocrática" y dominación del culto de la Magna Mater (Gran Madre), decía Bachofen, fue sumergido por el desarrollo del "patriarcalismo" racional, autoritario, incluyendo la religión monoteísta.
Más tarde, Fromm utilizó esta teoría para aseverar que el apoyo de la familia nuclear era evidencia de las tendencias autoritarias.

En 1970, cuarenta años después de que hubiera proclamado la importancia de la teoría de Bachofen, Erich Fromm de la Escuela de Frankfort hizo una encuesta acerca de qué tan lejos habían progresado las cosas. Listó algunos "cambios socio-psicológicos", que indicaban el avance del matriarcalismo sobre el patriarcalismo:
  • La revolución de las mujeres
  • La revolución de los niños y los adolescentes, basada en el trabajo de Benjamin Spock y otros, permitiendo a los niños nuevas y más adecuadas maneras de expresar su rebelión
  • El surgimiento del movimiento radical de los jóvenes, que abraza completamente a Bachofen, en su énfasis en el sexo en grupo, estructura familiar disuelta, y atuendo y comportamiento unisexual.
  • El empleo de Bachofen por profesionales para corregir un análisis excesivamente sexual de la relación madre-hijo — esto habría de hacer el Freudianismo menos amenazador y más aceptable para la población general.
  • La visión del paraíso del consumidor ... En esta visión, la técnica asume el carácter de la Gran Madre, una madre técnica en lugar de una natural, que amamanta a sus hijos y los pacifica con una incesante canción de cuna (en la forma del radio y la televisión). En el proceso, el hombre emocionalmente se vuelve un infante, sintiéndose seguro en la esperanza de que los pechos de la madre siempre le proveerán de leche en abundancia, y que ya no se necesitan hacer decisiones por el individuo.
──────────────────────────────────────────────

La Teoría de la Personalidad Autoritaria

La Escuela de Frankfort ideó el perfil de la "personalidad autoritaria" para ser usado contra sus enemigos políticos. El fraude descansa en el supuesto de que las acciones de las personas no son importantes, Más bien, la cuestión es la actitud psicológica del actor — determinada por científicos sociales como los de la Escuela de Frankfort. Este concepto está diametralmente opuesto a la idea de la ley natural y a los principios legales republicanos sobre los cuales se fundaron los Estados Unidos; es, en verdad, fascista, e idéntico a la idea del "crimen de pensamiento," como se describe en el 1984 de George Orwell, y a la teoría del "crimen volitivo" desarrollado por el juez Nazi Roland Freisler a principios de los 1930s.

Cuando la Escuela de Frankfort estaba en su fase abiertamente bolchevique, su trabajo de la personalidad autoritaria estaba ideado para identificar personas que no fueran lo suficientemente revolucionarias, a manera de que estas personas pudieran ser "reeducadas." Cuando la Escuela de Frankfort expandió su investigación luego de la Segunda Guerra Mundial, a petición del Comité Judío Americano y de la Fundación Rockefeller, su propósito no era el de identificar el anti-semitismo, eso era meramente la fachada. Su objetivo era medir la adhesión a las creencias de la civilización judeo-cristiana, a manera de que estas creencias fueran caracterizadas como autoritarias y así desacreditadas.

Para los conspiradores de la Escuela de Frankfort, el peor crimen era la creencia de que cada individuo está dotado de una razón soberana, que podría permitirle determinar lo que es bueno y lo que es malo para la sociedad entera; así, el decirle a la gente que se tiene una idea razonable a la cual se debe conformar es un extremismo autoritario y paternalista.

Bajo estas normas, los jueces de Sócrates y de Jesús estaban en lo correcto al condenar a estas dos personas (como, por ejemplo, lo afirma en uno de los casos I.F. Stone en su "Juicio de Sócrates"). Es la medida de nuestro propio colapso cultural el que esta definición de autoritarismo haya sido aceptada por la mayoría de los ciudadanos, y utilizada libremente por operaciones políticas como la Liga Anti Difamación y la Red de Conocimiento de los Cultos para "satanizar" a sus enemigos políticos.

Cuando Lyndon LaRouche y seis de sus colegas se enfrentaron a un juicio por cargos falsificados en 1968, LaRouche identificó que la fiscalía habría de apoyarse en el fraude de la personalidad autoritaria, para argüir que las intenciones del acusado eran inherentemente criminales. Durante el juicio, el abogado de LaRouche trató de demostrar que las raíces de la teoría de conspiración del fiscal se encontraban en la Escuela de Frankfort, pero el argumento fue denegado por el Juez Albert Bryan Jr., quien dijo "No voy a regresar a principios de los 1930s en declaraciones iniciales o en testimonios de testigos."

──────────────────────────────────────────────

Hipis nazi-comunistas de los 1920s

Una apabullante cantidad de filosofía y artefactos de la contra-cultura de los 1960s, además de la insensatez actual de la Nueva Era se deriva del experimento social a grande escala llevado a cabo en Ascona, Suiza entre aproximadamente 1910 y 1935. Originalmente una área de vacaciones para los miembro del culto de teosofía de Elena Blavatsky, el pequeño villorrio suizo se convirtió en el refugio de toda secta ocultista, izquierdista, y racista del movimiento original de la Nueva Era de principios del siglo veinte. Para finales de la Primera Guerra Mundial, Ascona ere indistinguible de lo que posteriormente habría de convertirse Haight Asbury, llena de tiendas de comida saludable, librerías de ocultismo pregonando el I Ching, y Naturmenschen, "Señores Natural" que andaban de pelo largo, en sandalias, y en túnicas, a fin de "retornar a la naturaleza." La influencia dominante en el área venía del Dr. Otto Gross, estudiante de Freud y amigo de Carl Jung, quien había sido miembro del círculo de Max Weber en la época en que el fundador de la Escuela de Frankfort, Lukacs, también era miembro. Gross llevó a Bachofen a sus extremos lógicos, y, en palabras de su biógrafo, "se dice de él el haber adoptado Babilonia como su civilización, en oposición a aquélla judeo-cristiana de Europa ...si Jezabel no hubiera sido vencida por Elías, ..el mundo habría sido diferente y mejor. Jezabel era Babilonia, religión de amor, Astarte, Ashtoreth; matándola, el moralismo monoteísta judío sacó el placer fuera del mundo "

La solución de Gross era re-crear el culto a Astarte a fin de comenzar una revolución sexual y destruir la familia burguesa, patriarcal. Entre los miembros de este culto estaban Frieda y D.H. Lawrence, Franz Kafka, Franz Werfel, el novelista que más tarde vino a Hollywood y escribió El Canto de Bernardette; el filósofo Martin Buber, Alma Mahler, esposa del compositor Gustav Mahler, y posteriormente enlace con Walter Gropius, y Oskar Kokoshka entre otros. El Ordo Templis Orientalis (OTO), la fraternidad ocultista establecida por Aleister Crowley, tenía su albergue sólo para mujeres en Ascona. Es aleccionador percatarse de que el número de intelectuales que ahora son laureados como héroes culturales y que fueron influenciados por esta locura de la Nueva Era — incluyendo a la mayor parte de los autores que gozaron de un importante resurgimiento en Norteamérica en los años 1960s y 1970s. El lugar y su filosofía figura de manera elevada en las obras, no sólo de Lawrence, Kafka y Werfel, sino también de los ganadores de premios Nobel, Gerhardt Hauptmann, y Hermann Hesse, H.G. Welles, Max Brod, Stefan George, y los poetas Rainer María Rilke, y Gustav Landauer.


En 1935, Ascona se convirtió en el cuartel general de la conferencia anual Eranos para popularizar el gnosticismo. Ascona fue también el lugar de creación de lo que ahora llamamos danza moderna. Fue el cuartel general de Rudolf von Laban, inventor de la forma más popular de notación dancística, y de Mary Wigman. Isadora Duncan era una visitante frecuente. Laban y Wigman, al igual que Duncan, buscaron reemplazar las geometrías formales del ballet clásico con re-creaciones de danzas de cultos, que fueran capaces de desenterrar las memorias raciales primigenias del auditorio. Cuando los Nazis llegaron al poder. Laban llegó a ser el funcionario más alto en el campo de la danza del Reich, y él y Wigman crearon el programa de danza ritual para los Juegos Olímpicos de 1936 en Berlín — que fueron filmadas por el director de cine personal de Hitler, Leni Riefenstahl, un anterior estudiante de Wigman. El peculiar psicoanálisis ocultista popular en Ascona fue también decisivo en el desarrollo de mucho del arte moderno. El movimiento Dada se originó en la cercana Zurich, pero todos sus primeros personajes eran Asconianos de mente y cuerpo, especialmente Guillaume Apollinaire, quien era un particular aficionado a Otto Gross. Cuando "Berlín Dada" anunció su creación en 1920, su manifiesto de inauguración fue publicado en una revista fundada por Gross. El documento primario del surrealismo también provino de Ascona. El Dr. Hans Prinzhorn, un psiquiatra de Heidelberg, viajaba a Ascona, donde fue el amante de Mary Wigman. En 1922 publicó el libro, "Las obras de Arte de los Enfermos Mentales," basado en pinturas de sus pacientes psicóticos, acompañado de un análisis que afirmaba que el proceso creativo mostrado en este arte era realmente más libre que el de los Antiguos Maestros. El libro de Prinzhorn fue ampliamente leído por los artistas modernos de la época, y un historiador reciente lo ha llamado "la biblia de los surrealistas"

Regresar a la Parte II

lunes, 20 de agosto de 2018

La Nueva Edad Obscura. II

La Nueva Edad Obscura

 La Escuela de Frankfort y la Corrección Política 


Por Michael Minicino

Tomado de: https://www.schillerinstitute.org/fid_91-96/921_frankfurt.html
el cual a su vez es una reproducción tomada del número de invierno de 1992 del Magazín Fidelio

Traducido del inglés por Roberto Hope



Parte II


Control Social: El "Proyecto Radio"

Aquí, pues, se hallaban algunas potentes teorías de control social: Las grandes posibilidades que se abrían con este trabajo de la Escuela de Frankfort acerca de los medios fueron quizás el principal factor que contribuyó al apoyo que los bastiones del grupo dirigente de los Estados Unidos le dio al Instituto de Investigación Social cuando éste se trasladó a ese país.
En 1937, la Fundación Rockefeller comenzó a financiar la investigación de los efectos sociales de los nuevos medios de comunicación masiva, el radio en particular. Antes de la Primera Guerra Mundial, el radio no había sido más que un juguete para aficionados, con sólo 125,000 radio receptores en todos los Estados Unidos. Veinte años después ya se había convertido en la forma principal de entretenimiento en el país: de 32 millones de familias que había en los Estados Unidos, 27,5 millones tenían radio en su casa — ¡un porcentaje mayor que el de las que tenían teléfono, automóvil, plomería o electricidad! Sin embargo, casi no se había hecho investigación sistemática alguna hasta entonces. La Fundación Rockefeller reclutó a varias universidades y les estableció su cuartel general en la Escuela de Asuntos Públicos e Internacionales de la Universidad de Princeton, y lo llamó la Oficina de Investigación del Radio; se le conocía popularmente como el Proyecto del Radio.
El director del proyecto fue Paul Lazersfeld, hijo adoptivo del economista marxista austriaco Rudolph Hifferding, y por largo tiempo colaborador del Instituto de Investigación Social, desde principios de los años 1930s. Debajo de Lazersfeld estaba Frank Stanton, que había obtenido recientemente un doctorado en psicología industrial de la Universidad Estatal de Ohio, y quien hacía poco tiempo había sido nombrado director de investigación del Columbia Broadcasting System (CBS) — título grandioso pero cargo de nivel muy bajo. Después de la Segunda Guerra Mundial, Stanton fue nombrado presidente de la división de noticias de la CBS, y finalmente llegó a ser Presidente de CBS, en la cima del poder de la cadena de Televisión CBS, también fue nombrado presidente del consejo de la RAND Corporation, y fue miembro de "gabinete de cocina" del Presidente Lyndon Johnson. Entre los investigadores del Proyecto estaban Herta Herzog, quien se casó con Lazersfeld y llegó a ser nombrada la primera directora de investigación de Voice of America; y Hazel Gaudet, quien llegó a ser una de las principales sondeadoras de preferencias políticas. Theodor Adorno fue nombrado jefe de la sección de música del Proyecto.
No obstante el objetivo oficial, las actividades del Proyecto del Radio hacen ver claro que su propósito era probar empíricamente la tesis de Adorno-Benjamin de que el efecto neto de los medios masivos de comunicación podía ser el atomizar a la gente y aumentar la inestabilidad emocional — lo que la gente posteriormente se dio en llamar "lavar el cerebro"

Las comedias radiofónicas y la invasión de Marte

Los primeros estudios fueron prometedores. Herta Herzog produjo "On Borrowed Experiences" (Sobre las Experiencias Tomadas Prestadas), la primera investigación extensa sobre las comedias radiofónicas. El formato de drama radiofónico por episodios se utilizó por primera vez en 1929, inspirado por la vieja serie por episodios de la película de suspenso "The Perils of Pauline" (Los Peligros de Paulina). Debido a que esas pequeñas obras radiofónicas eran altamente melodramáticas, comenzaron a identificarse popularmente con la gran ópera italiana, y como eran patrocinadas por fabricantes de jabón, acabaron siendo llamadas con el nombre genérico de "soap opera" (opera de jabón.)
Hasta que Herzog hizo su investigación, se pensaba que la inmensa popularidad de este formato se hallaba principalmente entre mujeres del estado socio económico más bajo quienes, en las estrechas circunstancias de sus vidas, necesitaban de un escape a lugares exóticos y a situaciones románticas. Un artículo típico de ese período, escrito por dos psicólogos de la Universidad de Chicago, "La Serie Radiofónica Diurna: Análisis de los Símbolos" publicado en Genetic Psychology Monographs (Monografías de Psicología Genética), enfatizaba solemnemente lo positivo, argumentando que las comedias radiofónicas "funcionan en gran manera como las leyendas populares, expresando las esperanzas y temores de su auditorio femenino, y en general contribuyen a la integración de sus vidas en el mundo donde viven."
Herzog descubrió que, de hecho, no había correlación con la situación socio económica. Lo que es más, había poca correlación con el contenido. El factor clave — como las teorías de Adorno y Benjamín parecían indicar que debía ser — era la forma misma de la serie, las mujeres efectivamente se hacían adictas al formato, no tanto para entretenerse o tener un escape, sino para "saber qué sucede la próxima semana". De hecho, descubrió Herzog, uno puede casi doblar el auditorio de un drama radiofónico dividiéndolo en segmentos.
Los lectores modernos inmediatamente reconocerán que ésta no fue una lección perdida en la industria del entretenimiento. En nuestros días, el formato de serie se ha extendido a la programación para niños, así como a espectáculos de alto presupuesto en las horas de mayor audiencia. Los programas más ampliamente vistos en la historia de la televisión siguen siendo el episodio "¿Quién mató a JR?" de la serie Dallas, y el episodio final de M*A*S*H, ambos de los cuales estaban basados en la premisa del formato de "¿qué irá a pasar después?" Aun películas de largo metraje, como las trilogías de La Guerra de las Galaxias y Regresando al Futuro, se producen ahora como series, a fin de amarrar al auditorio para nuevos episodios. La modesta telenovela diurna también en la era actual retiene las cualidades adictivas. El 70% de las mujeres americanas mayores de 18 años ahora ven por lo menos dos de estos programas diariamente, y existe un auditorio de hombres y estudiantes pre-universitarios de ambos sexos que está creciendo rápidamente.
El siguiente estudio principal del Proyecto del Radio fue una investigación de los efectos del drama radiofónico de Orson Welles, transmitido el día de Halloween (víspera del día de Todos Santos) de 1938, basado en la novela La Guerra de los Mundos de H.G. Wells. Seis millones de personas escucharon el programa, que describía de manera muy realista el aterrizaje de una fuerza invasora marciana en un área rural del Estado de Nueva Jersey. A pesar de repetidas y claras afirmaciones de que se trataba de una obra de ficción, aproximadamente el 25% de los que lo escucharon pensaban que era real, algunos de ellos de plano entrando en pánico. Los investigadores del Proyecto del Radio descubrieron que la mayoría de la gente que había entrado en pánico no pensaba que fueran marcianos los que estaban invadiendo, sino que en realidad creían que los invasores eran los alemanes.
Sucedió de esta manera: Los radioescuchas habían sido pre-acondicionados psicológicamente por reportes radiofónicos de la crisis de Munich meses antes en ese año. Durante la crisis, al reportero de CBS en Europa, Edward R. Murrow, le vino la idea de interrumpir la programación regular para presentar breves boletines de noticias. Por primera vez en la radiofonía las noticias se presentaban, no en programas de análisis largos, sino en breves segmentos — lo que ahora se llaman sound bites en inglés. En lo más álgido de la crisis, estas interrupciones con fragmentos de noticias se hicieron tan numerosos, que, en palabras del productor de Murrow, Fred Friendly, "boletines de noticias interrumpían boletines de noticias." Como los radioescuchas pensaban que el mundo estaba avanzando hacia el borde de una guerra, la audiencia de CBS se elevó de manera dramática. Cuando Welles difundió su drama más adelante, luego que la crisis se había atenuado, empleó la técnica de boletín de noticias para darle verosimilitud a la trama: comenzó la transmisión aparentando un programa normal de música de baile, que era interrumpido repetidas veces con cada vez más terribles "reportes desde el lugar de los hechos" en Nueva Jersey. Los radioescuchas que entraron en pánico, reaccionaron, no al contenido sino al formato, Oían "Interrumpimos este programa para transmitir un boletín de emergencia" e "invasión", e inmediatamente deducían que Hitler había invadido. La técnica de las series de episodios, transpuesta sobre las noticias, había funcionado en una amplia e inesperada escala.

"Little Annie" y el "Sueño Wagneriano" de la televisión.

En 1939, uno de los números del Journal of Applied Psychology (Revista de Psicología Aplicada) le fue cedido a Adorno y al Proyecto del Radio, para que publicaran algunos de sus hallazgos. Su conclusión fue que los Americanos en los últimos veinte años se habían vuelto adictos al radio y que lo que escuchaban se había vuelto tan fragmentado, que la repetición de formato era la clave para la popularidad. La lista de lo que se transmitía determinaba los éxitos ("hits") — una verdad bien conocida por el crimen organizado, tanto antes como ahora — y su repetición podía hacer popular cualquier tipo de música, o hacer una "estrella" de cualquier ejecutante, hasta de un ejecutante de música clásica, Siempre que se retuviera una forma o contexto conocido, casi cualquier tipo de contenido podía hacerse aceptable. "No sólo las canciones exitosas, las estrellas, y las telenovelas, son cíclicamente recurrentes y constituyen tipos rígidamente invariables" dijo Adorno resumiendo este material años más tarde, "sino que el contenido específico del mismo entretenimiento se deriva de ellos y sólo parece cambiar . Los detalles son intercambiables."
La joya de la corona de lo que logró el Proyecto del Radio fue conocido como "Little Annie," intitulado oficialmente el Analizador de Programas Stanton-Lazersfeld. La investigación del Proyecto del Radio había demostrado que todos los métodos anteriores de sondeo previo no eran efectivos. Hasta ese momento, se convocaba al público a una audiencia preliminar para oír un programa radiofónico o ver una película y luego se le hacían preguntas generales, ¿les gustó el programa? ¿qué piensan de tal o cual actuación? El Proyecto del Radio descubrió que este método no tomaba en consideración la percepción atomizada del tema por el auditorio de prueba, y que le pedía que hiciera un análisis racional aun cuando lo que se buscaba viniera de una experiencia irracional. Entonces, el Proyecto creó un dispositivo en el que a cada miembro del auditorio de prueba se le proporcionaba un tipo de reóstato con el cual pudiera registrar la intensidad de lo que le gustaba o lo que le disgustaba en cada momento. Comparando las gráficas individuales generadas por el dispositivo, los operadores podían determinar, no si al auditorio le había gustado la función completa,  lo cual era irrelevante,  sino qué situaciones o personajes generaban un estado de sentimiento positivo, aunque fuera momentáneo.
Little Annie transformó la programación de radio, la cinematografía, y finalmente la televisión. CBS todavía mantiene instalaciones de analizador de programas en Hollywood y en Nueva York; se dice que los resultados se correlacionan al 85% con los índices de audiencia ("ratings"). Otras redes de medios de comunicación y estudios cinematográficos tienen operaciones semejantes. Análisis de este tipo son los responsables de ese extraño sentimiento que a veces uno tiene cuando al ver una nueva película o programa de televisión siente uno que ya lo había visto anteriormente. Lo ha visto, y muchas veces. Si un analizador de programa indica, por ejemplo, que los auditorios fueron particularmente excitados por una breve escena en un drama de la Segunda Guerra Mundial, que mostraba un cierto tipo de autor besar a un cierto tipo de actriz, entonces el formato de la escena se introducirá en docenas de películas — trasladado a la Edad Media, el Espacio, etc, etc.
El Proyecto del Radio también descubrió que la televisión tenía el potencial de intensificar todos los efectos que habían estudiado. La tecnología de televisión ya existía de varios años atrás y se había exhibido en la Feria Mundial de Nueva York, pero la única persona que intentó su utilización en serio había sido Adolph Hitler. Los Nazis transmitieron eventos de los Juegos Olímpicos de 1936 "en vivo" a salas comunales de exhibición en varios lugares de Alemania; estaban tratando de ampliar su gran éxito en el uso del radio para nazificar todos los aspectos de la cultura Alemana. Los planes para desarrollar más la televisión en Alemania fueron descarrilados por los preparativos para la guerra.

Adorno comprendió el potencial perfectamente

En 1944 escribía: "La televisión aspira a una síntesis del radio con la cinematografía, y se ha detenido solamente porque las partes interesadas no han llegado a un acuerdo, pero sus consecuencias son ciertamente enormes y prometen intensificar el empobrecimiento de la cuestión estética tan drásticamente, que para el día de mañana, la identidad velada de todos los productos de la industria de la cultura podrán salir triunfantes al exterior, cumpliendo el sueño Wagneriano del Gesamtkunstwerk — la fusión de todas las artes en una misma obra."
El punto obvio es éste: las formas profundamente irracionales del entretenimiento moderno — el contenido idiota y eroticizado de la mayor parte de los programes de televisión y de las películas, el hecho de que su estación local de música clásica toque Stravinsky junto con Mozart — no tiene por qué ser así — está diseñado para que así sea. El diseño fue tan exitoso que hoy en día nadie siquiera cuestiona las razones ni los orígenes.

III Creando la "Opinión Pública". La "Personalidad Autoritaria" el Coco y la OSS.

Los esfuerzos de los conspiradores del Proyecto del Radio, por manipular a la población dieron origen a la pseudociencia moderna del sondeo de la opinión pública, a fin de adquirir mayor control sobre los métodos que estaban desarrollando.
En nuestros días, los sondeos de opinión, al igual que las noticias de la televisión, han sido integrados completamente en nuestra sociedad . Una "encuesta científica" de lo que se dice que la gente piensa acerca de una cuestión puede producirse en menos de 24 horas. Algunas de las campañas para alcanzar altos puestos políticos son configuradas enteramente por las encuestas; de hecho, muchos políticos tratan de fabricar cuestiones que en sí mismas nada significan, pero que saben que los hará verse bien en las encuestas, exclusivamente con el propósito de favorecer su imagen de "populares." Se toman decisiones importantes de política aun antes del voto de la ciudadanía o de la legislatura, de acuerdo con los resultados de las encuestas. Los periódicos ocasionalmente escriben hipócritas editoriales llamando a la gente a que piense por sí misma, al mismo tiempo que el agente de negocios del periódico envía un cheque a la organización encuestadora local.
La idea de la Opinión Pública no es nueva, desde luego. Platón habló contra ella en su República hace más de dos mil años. Alexis de Tocqueville escribió largo y tendido acerca de su influencia en los Estados Unidos a principios del siglo XIX. Pero nadie pensó en medir la opinión pública antes del siglo XX, y nadie antes de 1930 pensó en usar esas mediciones para tomar decisiones.
Es de utilidad pausar y reflexionar sobre el concepto en conjunto. La creencia de que la opinión pública pueda ser una determinante de la verdad es filosóficamente descabellada. Pasa por alto la idea de la mente racional individual. Toda mente individual contiene la chispa divina de la razón, y es de esa manera capaz de hacer descubrimientos científicos, de entender los descubrimientos de otros. La mente humana es una de las pocas cosas que no pueden, en consecuencia, ser "promediadas". Considere: al momento del descubrimiento creativo, que sea posible, aunque no probable, que el científico que hace el descubrimiento es la única persona que tiene esa opinión acerca de la naturaleza, en tanto que todos los demás tienen una opinión diferente o no tienen opinión alguna. Uno puede imaginarse el resultado de una "encuesta conducida científicamente" sobre el modelo del sistema solar de Kepler poco después de que hubiera publicado La Armonía del Mundo: 2% a favor, 48% en contra y 50% sin opinión.
Estas técnicas psicoanalíticas se volvieron normales, no sólo en la Escuela de Frankfort, sino en todos los departamentos de ciencias sociales de las universidades norteamericanas, particularmente después de que el Instituto de Investigación Social arribó en los Estados Unidos. La metodología fue base de una obra de investigación por la cual la Escuela de Frankfort es más conocida, el proyecto de la personalidad autoritaria. En 1942, el director del Instituto de Investigación Social, Max Horkheimer, hizo contacto con el Comité Judío Americano, el cual le solicitó establecer un Departamento de Investigación Científica dentro de su organización. El Comité Judío Americano también otorgó una gran subvención para Estudiar el antisemitismo entre la población norteamericana. "Nuestro objetivo," escribió Horkheimer, en su introducción al estudio "no es meramente describir los prejuicios, sino explicarlos a fin de lograr su erradicación ... Erradicación significa reeducación planeada científicamente con base en la comprensión alcanzada científicamente."

La Escala A-S

Para este estudio, cinco volúmenes llegaron a producirse en el curso de los finales de los años 1940s, el más importante fue el último, The Autoritarian Personality, escrito por Adorno, con la ayuda de tres psicólogos sociales de Berkeley, California.
En los años 1930s, Erich Fromm había ideado un cuestionario para ser usado para analizar psicológicamente a los trabajadores alemanes y clasificarlos como "autoritarios", "revolucionarios" o "ambivalentes". El núcleo del estudio de Adorno fue, una vez más la escala psicoanalítica de Fromm, pero cambiando el extremo positivo de "personalidad revolucionaria" a "personalidad democrática", a fin de hacer las cosas más aceptables para el auditorio de la post-guerra.
Se probaron y midieron nueve características de la personalidad, que incluían:
convencionalismo — adhesión rígida a los valores convencionales de la clase media.
agresión autoritaria — la tendencia a estar alerta de, y condenar, rechazar y castigar a la gente que viole los valores convencionales
proyectividad — la disposición para creer que en el mundo ocurren cosas desastrosas y peligrosas
obsesión por el sexo — preocupación exagerada de las cosas sexuales que ocurren
Se construyeron varias escalas de estas mediciones: La Escala E (de etnocentrismo), la escala PEC (conservadurismo político y económico), la escala A-S (anti semita), y la escala F (fascista). Utilizando la metodología de Rensis Lickert para ponderar los resultados, los autores pudieron extraer una definición empírica de lo que Adorno llamó un "nuevo tipo antropológico" la personalidad autoritaria. La trampa aquí, como en todo trabajo de encuesta psicoanalítica, es el supuesto de un "tipo" Weberiano. Una vez que el tipo ha sido determinado estadísticamente, todo comportamiento puede ser explicado, si una personalidad anti-semita no obra de una manera anti-semita, entonces es por que tiene un motivo ulterior para su actuar, o está siendo discontinuo: La idea de que la mente humana es capaz de transformarse se pasa por alto.
Los resultados de este mismo estudio pueden ser interpretados de maneras distintas diametralmente opuestas . Uno podría decir que la población de los Estados Unidos era generalmente conservadora, no deseaba abandonar la política capitalista, creía en una familia sólida, y que la promiscuidad sexual debiera ser castigada, pensaban que el mundo de la post-guerra era un lugar inseguro, y que todavía sospechaban de los judíos (y de los negros, de los católicos, de los orientales, etc. — desafortunadamente cierto, pero corregible en un contexto social de crecimiento económico y optimismo cultural.) Por otra parte, uno podría tomar los mismos resultados y probar que bajo la superficie estaban fermentándose progroms anti-judíos, y congresos de Nüremberg, en espera de que un nuevo Hitler los viniera a levantar. Cuál de las dos interpretaciones es la que se acepte será una decisión política, no científica. Horkheimer y Adorno firmemente creían que todas las religiones, incluido el judaísmo, eran "el opio de las masas". Su objetivo no era proteger a los judíos de los prejuicios en su contra, sino la creación de una definición de autoritarismo y anti-semitismo que pudiera ser explotada para forzar la "reeducación planeada científicamente" de los americanos y los europeos, para alejarlos de los principios de la civilización judeo-cristiana, que la Escuela de Frankfort despreciaba. En sus escritos teóricos de este período, Horkheimer y Adorno promovieron la tesis hasta lo más paranoico, tal como que el capitalismo era inherentemente fascista, o que la filosofía del mismo cristianismo es el origen del anti-semitismo. Como Horkheimer y Adorno escribieron conjuntamente en su obra "Elementos de Anti-Semitismo" de 1947:
"Cristo, el espíritu hecho carne, es el brujo deificado. La auto-reflexión del hombre en el absoluto, la humanización de Dios en Cristo es el proton pseudos (la falsedad original). El progreso más allá del judaísmo está unido al supuesto de que Jesús, el hombre, se ha vuelto Dios. El aspecto reflexivo del Cristianismo, la intelectualización de la magia, es la raíz del mal"
En la misma época, Horkheimer pudo escribir, en un artículo más popularizado intitulado "Anti-Semitismo. Una Enfermedad Social" que "al presente, el único país donde no parece haber anti-semitismo de ninguna clase es Rusia" [1]
Este intento egoísta de maximizar la paranoia fue más adelante auxiliado por Hannah Arendt, quien popularizó la investigación de la personalidad autoritaria en su ampliamente leída obra "Los Orígenes del Totalitarismo": Arendt también agregó la famosa floritura retórica acerca de la "banalidad del mal" en su obra posterior "Eichmann en Jerusalén", hasta un simple individuo tipo tendero como era Eichmann, puede ser convertido en una bestia nazi bajo las circunstancias psicológicas correctas — todo gentil es sospechoso, psicoanalíticamente.

Si la versión extrema de Arendt de la tesis de la personalidad autoritaria, que es la filosofía que opera en el Cult Awareness Network (CAN — Red de Conocimiento de los Cultos), un grupo que trabaja con el Departamento de Justicia de los Estados Unidos y con la Liga Anti Difamación del B'nai B'rith, entre otros. Utilizando un método estándar de la Escuela de Frankfort, CAN identifica grupos políticos y religiosos que representan sus enemigos políticos, y luego los re-bautiza como "culto" a fin de justificar operativos contra ellos.

lunes, 13 de agosto de 2018

La Nueva Edad Obscura. I

La Nueva Edad Obscura

 La Escuela de Frankfort y la Corrección Política 


Por Michael Minicino

Tomado de: https://www.schillerinstitute.org/fid_91-96/921_frankfurt.html
el cual a su vez es una reproducción tomada del número de invierno de 1992 del Magazín Fidelio

Traducido del inglés por Roberto Hope

Parte I


Los pueblos de Norteamérica y de Europa Occidental ahora aceptan un nivel de fealdad en su vida diaria, casi sin precedente en la historia de la Civilización Occidental. La mayoría de nosotros nos hemos vuelto tan acostumbrados, que la muerte de millones por inanición y enfermedad no produce en nosotros más que un suspiro, o un murmullo de protesta. Las calles de nuestras propias ciudades, donde viven legiones de personas sin techo, están gobernados por Drogas, SA, la industria más grande del mundo, y en esas calles, los americanos se asesinan el uno al otro a una tasa no vista desde las Edad Obscura.

Al mismo tiempo, miles de horrores menores son tan comunes que pasan desapercibidos. Nuestros hijos pasan tanto tiempo frente al televisor como pasan en la escuela, viendo tan campantemente escenas de tortura y muerte que habrían escandalizado un auditorio en el Coliseo Romano. La música suena por todas partes, casi es inevitable — pero no levanta el ánimo, ni siquiera tranquiliza — se afianza a los oídos, a veces expectorando alguna obscenidad. Nuestras artes plásticas son horrorosas, nuestra arquitectura es fea, nuestra ropa es fea. Ha habido ciertamente períodos en la historia en que la humanidad ha atravesado tipos semejantes de salvajismo, pero nuestro tiempo es crucialmente diferente. Nuestra era de la post-guerra segunda mundial es la primera en la historia, en la cual estos horrores son enteramente evitables. Nuestra época es la primera en tener tecnología y recursos suficientes como para alimentar, albergar, educar y emplear a toda persona que haya sobre la tierra, independientemente de lo que crezca la población. Sin embargo, cuando se le muestran las ideas y las tecnologías probadas que pueden resolver los problemas más horribles, la mayor parte de la gente se retrae hacia una pasividad implacable. Nos hemos vuelto no sólo feos sino también impotentes.

Sin embargo, no hay motivo alguno por el cual nuestra situación moral-cultural, legal o naturalmente tuviera que resultar como ha resultado; y no hay razón alguna para que esta tiranía de la fealdad deba continuar un instante más.

Considérese la situación de hace sólo cien años, en los principios de los 1890s. En música, Claude Debussy estaba terminando su Preludio al Atardecer de un Fauno, y Arnold Schönberg estaba comenzando a experimentar con el atonalismo; al mismo tiempo, Dvorak estaba trabajando en su Novena Sinfonía, mientras que Brahms y Verdi todavía vivían. Edvard Munch exhibía El Grito, y Paul Gauguin su autorretrato con Halo, pero en los Estados Unidos, Thomas Eakins seguía pintando y enseñando. Los Mecanistas, como Helmholtz y Mach, ocupaban importantes cátedras universitarias de ciencia junto con alumnos de Rieman y Cantor. La Encíclica Rerum Novarum del Papa León XIII estaba siendo promulgada, cuando ya secciones de la Segunda Internacional Socialista se estaban tornando terroristas y preparándose para la guerra de clases.

La optimista creencia de que uno podría componer música como Bethoven, pintar como Rembrandt, estudiar el universo como Platón y Nicolás de Cusa, y cambiar la sociedad sin violencia, estaba viva en los 1890s — concedemos que estaba débil y bajo sitio, pero difícilmente estaba muerta. Sin embargo, en el breve lapso de veinte años, estas tradiciones clásicas de la civilización humana casi se habían echado por la borda, y Occidente se había entregado a una serie de guerras de matanza inconcebible.

Lo que comenzó hace como unos cien años, es lo que podría ser llamado un Contra-Renacimiento. El Renacimiento de los siglos quince y dieciséis fue una celebración religiosa del alma humana y del potencial de crecimiento del género humano. La belleza y el arte no podían concebirse como nada menos que la expresión de los principios científicos más avanzados, como se demuestra con la geometría en la cual se basan la perspectiva de Leonardo y la gran cúpula de la Catedral de Florencia. Las mejores mentes del día volcaron sus pensamientos hacia los cielos y a los grandes océanos, e hicieron mapas del sistema solar y de la ruta al Nuevo Mundo, planificando grandes proyectos para cambiar el curso de los ríos para el mejoramiento de la humanidad. Hace como cien años, sucedió algo, como si se hubiera hecho una larga lista de los maravillosos logros del Renacimiento — para darle reversa a cada uno de ellos. Como parte de este movimiento de la "Nueva Era" como era llamado entonces, el concepto del alma humana fue minado mediante la más vociferante campaña intelectual de la historia: el arte fue separado de la ciencia a la fuerza, y la misma ciencia fue hecha objeto de una profunda sospecha. El arte se tornó horrible porque, decíase, la vida se había vuelto horrible.

El desplazamiento cultural de alejamiento de las ideas del Renacimiento que construyeron el mundo moderno fue debido a una francmasonería de la horripilancia. Al principio fue una conspiración política formal para popularizar teorías que se habían ideado específicamente para debilitar el alma de la civilización judeo-cristiana de manera que hizo a la gente pensar que la creatividad no era posible, que adherirse a la verdad universal era evidencia de autoritarismo, y que la razón misma era sospechosa. Esta conspiración fue determinante para planificar y desarrollar, como medio de manipulación de las masas, las vastas nuevas industrias hermanas del radio, la televisión, la cinematografía, la grabación musical, la publicidad, y el sondeo de opinión. El asimiento psicológico extendido de los medios fue fomentado a propósito para crear la pasividad y el pesimismo que aflije a nuestras poblaciones hoy en día. Tanto éxito tuvo esta conspiración que se ha incrustado en nuestra cultura, que ya no necesita ser una "conspiración," para tomar una vida propia. Sus éxitos no son debatibles — basta con encender el radio o la televisión. Hasta el nombramiento de un Juez de la Suprema Corte ha sido deformado, convirtiéndolo en una telenovela erótica, con los espectadores embobados por su personaje favorito.

Nuestras universidades, cuna de nuestro futuro intelectual y tecnológico, han sido asediadas por la "Corrección Política" de la Nueva Era, estilo Comintern. Con el colapso de la Unión Soviética, nuestros recintos universitarios ahora representan la concentración mayor de dogma marxista en el mundo. Los arrebatos adolescentes e irracionales de los 1960s se han institucionalizado como una "revolución permanente." Nuestros profesores miran sobre sus hombros, esperando que la moda actual explote antes de que una denuncia de algún estudiante destruya su trabajo de toda una vida; algunos graban sus conferencias, no vaya a ser que algún rabioso "Guardia Rojo" lo acuse de "insensibilidad". Unos estudiantes de la Universidad de Virginia solicitaron con éxito que se eliminara el requisito de leer a Homero, Chaucer, y a otros "hombres europeos difuntos", pues esos escritos se consideran etnocéntricos, falocéntricos, y en general inferiores a los "más relevantes" autores del Tercer Mundo, femeninos, u homosexuales.

Ésta no es la academia de una república, es la Gestapo de Hitler, y la NKVD de Stalin, extirpando a los "desviacionistas" — lo único que falta es la hoguera pública.

Tenemos que enfrentarnos al hecho de que la horripilancia que vemos a nuestro alrededor ha sido conscientemente fomentada y organizada de una manera tal que la mayoría de la población está perdiendo la capacidad cognitiva para transmitir a la siguiente generación, las ideas y métodos sobre los cuales se construyó nuestra civilización. La pérdida de esa habilidad es el indicador primario de una Edad Obscura. Y una Edad Obscura es exactamente en la que estamos. En tales situaciones, lo que registra la historia es inequívoco: o creamos un Renacimiento — una vuelta a nacer de los principios originales sobre los cuales se originó nuestra civilización — o nuestra civilización desaparece.

I La Escuela de Frankfort: Intelectualidad Bolchevique.

El componente organizacional individual de esta conspiración es el centro de estudios comunista llamado Instituto de Investigación Social (Institut für Sozialforschung), conocido popularmente como la Escuela de Frankfort.

En los días violentos que siguieron inmediatamente después de la Revolución Bolchevique en Rusia, estuvo muy extendida la creencia de que la revolución proletaria se extendería pronto, remontando los Urales hacia la Europa y finalmente hasta los Estados Unidos. No resultó así; los dos únicos intentos de conformar un gobierno de los trabajadores en Occidente — en Munich y en Budapest — duraron apenas unos meses. Por lo tanto, la Internacional Comunista (Comintern) inició varias operaciones para determinar por qué había sido así. Una de ellas estuvo encabezada por Georg Lukacs, aristócrata húngaro, hijo de uno de los principales banqueros del Imperio de los Habsburgo. Educado en Alemania y ya para entonces importante teórico literario. Lukacs se hizo comunista durante la Primera Guerra Mundial, y cuando se unía al partido escribió “¿Quién nos salvará de la civilización Occidental?” Lukacs estaba bien preparado para desempeñar la tarea que se había impuesto el Cominterm: había sido uno de los Comisarios de Cultura durante el breve Soviet húngaro en Budapest en 1919; de hecho, historiadores modernos asocian la brevedad del experimento de Budapest a las órdenes de Lukacs que obligaban la educación sexual en las escuelas, el fácil acceso a los contraconceptivos y la liberalización de las leyes del divorcio — todo los cual repugnaba a la población católica romana de Hungría.

Huyendo a la Unión Soviética después de la contra-revolución, Lukacs entró secretamente a Alemania en 1922, donde presidió una reunión de sociólogos e intelectuales inclinados hacia el comunismo. Esta reunión fundó el Institut für Sozialforschung. Durante la siguiente década, el Instituto elaboró lo que habría de llegar a ser la más exitosa operación de guerra psicológica contra el Occidente capitalista.

Lukacs identificó que cualquier movimiento político que fuera capaz de llevar el Bolchevismo a Occidente tendría que ser, en sus propias palabras, “demoníaco”. Tendría que “poseer el poder religioso que fuera capaz de llenar el alma entera; un poder como el que caracterizaba al cristianismo primitivo.” Sin embargo, Lukacs recomendó, ese movimiento político “mesiánico” sólo podrá prosperar cuando el individuo crea que sus acciones están determinadas no por un destino personal, sino por el destino de la comunidad” en un mundo “que ha sido abandonado por Dios.” El bolchevismo funcionó en Rusia porque esa nación estaba dominada por una peculiar forma gnóstica de cristianismo, tipificado por los escritos de Fyodor Dostoievski “el modelo de hombre nuevo es Alyosha Karamazov” decía Lukacs refiriéndose al personaje de Dostoievsky que voluntariamente entregó su identidad personal a un hombre santo y de esa manera dejó de ser “singular, puro, y consecuentemente abstracto."

El abandono de la singularidad del alma también resuelve el problema de "las fuerzas diabólicas que acechan en toda violencia" que deben ser desencadenadas a fin de crear una revolución. En este contexto, Lukacs citaba la sección del Gran Inquisidor de Los Hermanos Karamazov de Dostoievsky, notando que el Inquisidor, quien está interrogando a Jesús, ha resuelto la cuestión del bien y del mal: una vez que el hombre ha comprendido su alejamiento de Dios, entonces se justifica todo acto al servicio del "destino de la comunidad;" tal acto no puede ser ni crimen ni locura.... Pues el crimen y la locura son objetivizaciones de la falta de un hogar trascendental."

Según un testigo, en reuniones de los dirigentes del Soviet húngaro en 1919 para preparar listas de candidatos para el batallón de fusilamiento, Lukacs con frecuencia citaba al Gran Inquisidor: "Y nosotros, quienes, por la felicidad de ustedes, hemos asumido sus pecados sobre nosotros, nos plantamos ante ustedes y decimos: 'Júzgennos si pueden, o y si se atreven.'"

El problema del Génesis.

Lo que distingue a Occidente de Rusia, identificó Lukacs, era una matriz cultural Judeo-Cristiana que enfatizaba exactamente la singularidad y sacralidad del individuo, de lo cual Lukacs abjuraba. En el fondo, la ideología occidental mantenía que el individuo, a través del ejercicio de su razón, era capaz de discernir la Voluntad Divina, en una relación no intermediada. Lo que era peor desde el punto de vista de Lukacs: esta relación razonable implicaba necesariamente que el individuo podía y debía cambiar el universo físico en pos del bien; que el hombre debía tener dominio sobre la naturaleza, como se afirma en el precepto bíblico del Génesis. El problema era que, en tanto el hombre tuviera la creencia — o siquiera la esperanza de creer — que la chispa de su razón pudiera resolver los problemas que encara la sociedad, esa sociedad nunca llegaría al estado de desesperanza y enajenación que Lukacs reconocía ser el prerequisito para una revolución socialista.

La tarea de la Escuela de Frankfort era, pues, primero minar la herencia judeo-cristiana de Occidente mediante la "abolición de la cultura" (Aufhebung der Kultur, en el alemán de Lukacs); y, segundo, determinar nuevas formas de cultura que incrementaran la enajenación de la población, creando así una "nueva barbarie." A esta tarea, se congregaron en, y alrededor de, la Escuela de Frankfort, una increíble variedad no sólo de comunistas, sino también de socialistas sin partido, fenomenologistas radicales, sionistas, freudianos renegados, y por lo menos algunos miembros del auto-nombrado "culto a Astarte". La abigarrada membresía reflejaba hasta cierto grado, el patrocinio que recibía: aun cuando el Instituto de Investigación Social se inició con apoyo del Comintern, durante las tres décadas siguientes, sus fuentes de fondos incluyeron varias universidades alemanas y americanas, la Fundación Rockefeller, el Columbia Broadcasting System, el Comité Judío Americano, varios servicios de inteligencia norteamericanos, la Oficina del Alto Comisionado de los Estados Unidos para Alemania, la Organización Internacional del Trabajo, y el Instituto Hacker, una elegante clínica psiquiátrica en Beverly Hills.

Similarmente, las adhesiones políticas del Instituto, aun cuando el personal de nivel más alto mantenía lo que pudiera llamarse una relación sentimental con la Unión Soviética (y hay evidencia de que algunos de ellos trabajaron para la inteligencia soviética bien entrados los años 1960s), el Instituto consideraba que sus metas eran más elevadas que las de la política exterior rusa. Stalin, que estaba horrorizado de la indisciplinada operación 'cosmopolita' que había sido establecida por sus predecesores, cortó lazos con el Instituto a fines de los años 1920s, forzando a Lukacs a una "auto-crítica" y encarcelándolo como simpatizante de Alemania durante la Segunda Guerra Mundial.

Lukacs sobrevivió para asumir su antiguo cargo de Ministro de Cultura durante el régimen anti-Stalinista de Imre Nagy en Hungría. De los otros altos personajes del Instituto, el deambular político de Herbert Marcuse es típico. Comenzó siendo comunista, se hizo protegido del filósofo Martin Heidegger aun cuando éste último se estaba uniendo al Partido Nazi; emigrando a los Estados Unidos, trabajó para la Oficina de Servicios Estratégicos (OSS) durante la Segunda Guerra Mundial, y luego llegó a ser un principal analista de política soviética en el Departamento de Estado en lo más álgido de la era de McCarthy; en los 1960s volvió a cambiar de adhesión para tornarse en el guru más importante de la Nueva Izquierda, y acabó sus días ayudando a fundar el extremista Partido Verde, ambientalista, de Alemania Occidental.

En toda esta aparente incoherencia, de posturas tornadizas y de financiamiento contradictorio no existe conflicto ideológico alguno. Lo inmutable es el deseo de todas las partes de contestar la pregunta original de Lukacs: "¿Quién nos salvará de la civilización Occidental?"

Theodor Adorno y Walter Benjamin

Quizás el más importante y menos conocido de los logros de la Escuela de Frankfort fue la conformación de los medios electrónicos de radio y televisión para convertirlos en los poderosos instrumentos de control social que hoy en día representan. Esto surgió del trabajo hecho originalmente por dos hombres que se unieron al Instituto a finales de los años 1920s, Theodor Adorno y Walter Benjamin.

Después de terminar sus estudios en la Universidad de Frankfort, Walter Benjamin planeaba emigrar a Palestina en 1924 con su amigo Gershom Sholem (que luego se convirtió en uno de los filósofos más famosos de Israel, así como el gnóstico principal del judaísmo), pero fue impedido por un amorío con Asja Lacis, una actriz latvia y reportera del Comintern. Lacis rápidamente se lo llevó a la isla italiana de Capri, un centro de culto desde la época del Emperador Tiberio, que se usaba entonces como base de adiestramiento del Comintern; el hasta entonces apolítico Benjamin le escribió a Sholem desde Capri que había encontrado "una liberación existencial y adquirido una percepción intensa de la actualidad del comunismo radical."

Lacis luego se llevó a Benjamín a Moscú para seguir su indoctrinación, donde conoció al dramaturgo Bertolt Brecht, con quien habría de comenzar una larga colaboración; poco después, mientras trabajaba en la primera traducción al alemán del poeta francés, entusiasta de las drogas, Baudelaire, Benjamin comenzó a experimentar seriamente con alucinógenos. En 1927, estaba en Berlín formando parte de un grupo dirigido por Adorno, estudiando las obras de Lukacs; otros miembros del grupo de estudio incluían a Brecht y a su socio compositor Kurt Weill; Hans Eisler, otro compositor que habría de llegar a componer música para películas de Hollywood, y co-autor con Adorno, del libro de texto Composition for the Film (Composición para Películas), el fotógrafo avante-garde Imre Moholy-Nagy, y el director de orquesta Otto Klemperer.

De 1928 a 1932, Adorno y Benjamin tuvieron una colaboración muy intensa, al final de la cual comenzaron a publicar artículos para la revista del Instituto, el Zeitshchrift für Sozialforschung. Benjamin fue mantenido al margen del Instituto, principalmente debido a Adorno, quien más adelante se apropiaría de mucho de su trabajo. Cuando Hitler llegó al poder, el personal del Instituto huyó, pero en tanto que la mayoría fueron sacados a nuevas encomiendas en los Estados Unidos y en Inglaterra, no había ofertas de empleo para Benjamin, probablemente debido al ánimo de Adorno. Pasó a Francia, y, después de la invasión alemana, huyó hacia la frontera con España; esperando ser arrestado por la Gestapo en cualquier momento, se desesperó y muríó en su habitación, en un hotelucho, por una sobredosis auto-administrada de droga.

La obra de Benjamin permaneció casi completamente desconocida hasta 1955, cuando Sholem y Adorno publicaron una edición de su material en Alemania. Su total resurgimiento ocurrió en 1968, cuando Hannah Arendt, la antigua amante de Heidegger y colaboradora del Instituto en los Estados Unidos, publicó un artículo importante en la revista New Yorker, seguida en ese mismo año de traducciones de su obra al inglés. Hoy en día, toda librería universitaria en los Estados Unidos se jacta de tener todo un estante dedicado a traducciones de todo lo que Benjamin escribió, por más mínimo que fuera, además de exégesis, todo ello con derechos de autor fechados en 1980.

Adorno era más joven que Benjamin, y tan agresivo como el mayor de ellos dos era pasivo. Nació de una familia corsa y llevaba el nombre de Teodoro Wiesengrund-Adorno; una tía que vivía con la familia le enseñó a tocar el piano desde muy tierna edad; ella había sido la acompañante al piano en conciertos de la estrella internacional de ópera, Adelina Pratti. Siempre se pensó que Teodoro habría de llegar a ser músico profesional, y estudió con Bernard Sekles, el maestro de Paul Hindemith. Sin embargo, siendo todavía un estudiante del Gymnasium, Adorno conoció a Siegfried Kracauer. Kracauer formaba parte de un círculo kantiano-sionista que se reunía en la casa del Rabino Nehemiah Nobel en Frankfort; otros miembros del círculo de Nobel incluían al filósofo Martin Buber, al escritor Martin Rosenzweig y dos estudiantes, Leo Lowenthal y Erich Fromm. Kracauer, Lowenthal y Fromm habrían de unirse al Institut für Sozialforschung dos décadas después. Adorno empleó a Kracauer para que le enseñara la filosofía de Kant, Kracauer también lo introdujo a los escritos de Lukacs y lo conectó con Walter Benjamín, que rondaba la camarilla de Nobel.

En 1924, Adorno se mudó a Viena, a estudiar con los compositores atonalistas Alban Berg y Arnold Schönberg, y se conectó con el círculo avante-garde y ocultista que rodeaba al viejo marxista Karl Kraus. Aquí no solo conoció a su futuro colaborador Hans Eisler, sino que también tuvo contacto con las teorías del extremista freudiano Otto Gross, Gross, por mucho tiempo adicto a la cocaína, había muerto en un barrio bajo de Berlín en 1920, cuando iba en camino para ayudar a la revolución en Budapest. Había desarrollado la teoría de que la salud mental sólo podría ser alcanzada a través del resurgimiento del antiguo culto a Astarte, que eliminaría el monoteísmo y la "familia burguesa."

Salvando la estética marxista.

Para 1928, Adorno y Benjamin habían satisfecho su peregrinaje intelectual y sentaron cabeza en el Institut für Sozialforschung, a hacer algún trabajo. Como tema eligieron un aspecto del problema planteado por Lukacs: cómo darle a la estética una base firmemente materialista. Era una cuestión de cierta importancia en esa época. Los debates oficiales soviéticos sobre arte y cultura, con sus giros desenfrenados hacia el "realismo socialista" y el "Prolekult," les parecían idiotas, y sólo servían para desacreditar entre los intelectuales la aspiración del marxismo a ser considerado una filosofía. Los escritos de Karl Marx sobre el tema eran, cuando mucho, exiguos y banales.

En esencia, el problema de Adorno y Benjamin era Gottfried Wilhelm Leibniz. A principios del siglo XVIII Leibniz había, una vez más, desmoronado el dualismo gnóstico de siglos, que separaba a la mente del cuerpo, demostrando que la materia no puede pensar. Un acto creativo en el arte o en la ciencia capta la verdad del universo físico, pero no está determinado por ese universo físico. A través de concentrar el pasado en el presente deliberada y conscientemente, para dar efecto al futuro, el acto creativo, apropiadamente definido, es tan inmortal como el alma que visualiza el acto. Esto tiene efectos filosóficos fatales para el marxismo, que descansa enteramente en la hipótesis de que la actividad mental está determinada por las relaciones sociales excretadas por la producción de la existencia física de la humanidad.

Marx evadió el problema de Leibniz, igual como lo hicieron Adorno y Benjamin aunque este último lo hizo con más estilo. Es incorrecto, decía Benjamin en sus primeros artículos sobre el tema, comenzar con la mente razonable y constructora de hipótesis como base de desarrollo de la civilización; esta es una herencia desafortunada de Sócrates. Como alternativa, Benjamin planteaba una fábula aristotélica para interpretar el Génesis: Supongamos que el Edén hubiera sido dado a Adán como el estado físico primigenio. El origen de la ciencia y la filosofía no radica en la investigación y el dominio de la naturaleza, sino en dar nombres a los objetos de la naturaleza; en el estado primigenio el dar un nombre a una cosa es todo lo que podía decirse acerca de esa cosa. En sustento de esto, Benjamin cínicamente citaba las líneas con que comienza el Evangelio de San Juan, evitando cuidadosamente tomarlas del griego, filosóficamente más vasto, prefiriendo la Vulgata Latina (de modo que en la frase "En el principio era el Verbo," las connotaciones de la palabra griega original logos — que significa discurso, razón, raciocinio, y están traducidas como "Verbo" — son remplazadas por un significado más estrecho de la palabra latina verbum). Después de su expulsión del Edén y de la sentencia de Dios, de que Adán comerá el pan que gane con el sudor de su frente (para Benjamín una metáfora marxista del desarrollo de las economías), y la maldición posterior de Dios a Nimrod en Babel (o sea el desarrollo de los estados-nación con idiomas distintos, que Benjamin y Marx veían como un proceso negativo alejado del "comunismo primitivo" del Edén) la humanidad quedó "separada" del mundo físico.

De esa manera, seguía diciendo Benjamin, los objetos siguen emitiendo un "aura" de su forma primigenia, pero la verdad es ahora inalcanzablemente elusiva. De hecho, el habla, el lenguaje escrito, el arte, la creatividad misma — aquello mediante lo cual dominamos físicamente — meramente amplía la separación, al tratar de, en la jerga marxista, incorporar objetos de la naturaleza en las relaciones sociales determinadas por la estructura de clases que predomina en este momento de la historia. El artista creativo o el científico, por lo tanto, es una vasija, como Ion el rápsoda, como él mismo se describía, para Sócrates, o como un moderno partidario de la "teoría del caos". el acto creativo surge de la mescolanza de la cultura como por magia. Mientras más trate el hombre burgués de comunicar lo que quiera acerca de un objeto, menos verdadero se vuelve o, en una de las afirmaciones citadas más frecuentemente de Benjamin, "La verdad es la muerte de la intención"

Esta prestidigitación filosófica le permite a uno hacer varias cosas destructivas. Al hacer la creatividad históricamente específica, se le despoja tanto de su inmortalidad como de su moralidad. Uno no puede construir hipótesis sobre una verdad universal, o sobre la ley natural, pues la verdad es enteramente relativa al desarrollo histórico. Descartando la idea de verdad y error, se puede también desechar el concepto "obsoleto" del bien y del mal; se estará, en las palabras de Friedrich Nietzche, "más allá del bien y del mal". Benjamin es capaz, por ejemplo, de defender lo que él llama el "Satanismo" de los Simbolistas Franceses y sus sucesores, los Surrealistas, pues en la médula de este satanismo, "uno encuentra el culto al mal como un artificio político... para desinfectar y aislarse de todo diletantismo moralizador" de la burguesía. Condenar como malo el satanismo de Rimbaud es tan incorrecto como ensalzar como bueno un cuarteto de Bethoven o un poema de Schiller; pues ambos juicios están cegados a las fuerzas históricas que inconscientemente actúan sobre el artista.

Entonces se nos dice que, las estructuras de los acordes en las últimas obras de Bethoven trataban de ser atonales, pero Bethoven se abstuvo conscientemente de aventurarse a romper con el mundo estructurado de la Europa del Congreso de Viena (tesis de Adorno); de modo semejante, Schiller realmente quería afirmar que la creatividad era la liberación de lo erótico, pero como verdadero hijo de la Ilustración y de Emmanuel Kant, no pudo hacer la renuncia que se requería a la razón (tesis de Marcuse). La epistemología se convierte en un pariente pobre de la opinión pública, pues el artista no crea obras conscientemente con el fin de elevar a la sociedad, sino que en vez de ello, transmite inconscientemente los supuestos ideológicos de la cultura en la que nació. La cuestión ya deja de ser lo que es verdadero universalmente, sino lo que puede ser interpretado plausiblemente por los auto-designados guardianes del Zeitgeist.

Los malos tiempos nuevos

Así pues, para la Escuela de Frankfort, el objetivo de la elite cultural en la era "capitalista" moderna debe ser el extirpar la crencia de que el arte se deriva de una emulación consciente del Dios Creador; debe enseñarse, dice Benjamin, que la "iluminación religiosa reside en una iluminación profana, una inspiración materialista, antropológica, de la cual el hashish, el opio o cualquiera otra cosa pueda dar una lección introductoria." Al mismo tiempo, deben encontrarse nuevas formas culturales para incrementar la alienación de la población, con el fin de que ella entienda qué tan verdaderamente enajenado es vivir sin el socialismo. "No construir sobre los viejos buenos tiempos," — decía Benjamin — "sino sobre los malos tiempos nuevos"

La dirección apropiada en la pintura, por lo tanto, es aquélla que tomaron las últimas obras de Van Gogh, que comenzó a pintar objetos desintegrándose, con lo equivalente al ojo de un fumador de hashish que "desconecta y atrae las cosas fuera del mundo que le es familiar." En música, "no se propone que uno pueda componer hoy en día mejor" que Mozart o Beethoven, decía Adorno, sino que se debe componer atonalmente, pues el atonalismo es enfermo, y "la enfermedad es, dialécticamente, al mismo tiempo la cura.... La reacción de protesta, extraordinariamente violenta que esa música confronta en la sociedad presente ... parece no obstante sugerir que la función dialéctica de esta música ya puede sentirse... negativamente, como 'destrucción'.

El propósito del arte, la literatura y la música modernos debe ser destruir el potencial edificante — y por lo tanto burgués — del arte, la literatura y la música, con el fin de que el hombre, privado de su conexión con lo divino, comprenda que su única opción creativa es la revuelta política. "Organizar el pesimismo significa no otra cosa que excluir de la política la metáfora moral, y descubrir en la acción política una esfera reservada ciento por ciento a imágenes." Con esa idea, Benjamin colaboró con Brecht para llevar esas teorías a la práctica, y su esfuerzo conjunto culminó en el Verfremdungseffekt (efecto de enajenación), el intento de Brecht de escribir sus obras de teatro a manera de hacer que el auditorio abandone el teatro desmoralizado, enojado y sin propósito.

Corrección Política

El análisis Adorno-Benjamin representa casi completa la base teórica de todas las tendencias estéticas políticamente correctas que ahora asolan nuestras universidades. El post-estructuralismo de Roland Barthes, de Michel Foucault, y de Jacques Derrida, la Semiótica de Umberto Eco, el deconstruccionismo de Paul DeMan, todos ellos citan abiertamente a Benjamin como la fuente de inspiración para su obra. El Nombre de la Rosa es poco más que un panegírico a Benjamin. DeMan, el antiguo colaborador nazi en Bélgica que llegó a ser un prestigiado profesor de Yale, comenzó su carrera traduciendo a Benjamin; la infame aseveración de Barthe hecha en 1968 de que "el autor ha muerto", tiene el propósito de ser una ampliación de la sentencia de Benjamin sobre la intención. Benjamin de hecho ha sido llamado heredero de Leinbniz y de Guillermo de Humbodlt, el filólogo colaborador de Schiller, cuyas reformas educativas generaron un tremendo desarrollo de Alemania en el siglo diecinueve. Tan recientemente como septiembre de 1991, el Washington Post se refirió a Benjamin como "el mejor teórico literario alemán del siglo (y muchos suprimirían el calificativo alemán)."

Sin duda, algunos lectores han oído una u otra historia de horror sobre, por ejemplo, cómo un Departamento de Estudios Afro-Americanos consiguió que se prohibiera la presentación de Otelo por ser "racista," o cómo una profesora feminista radical dictó una conferencia ante una reunión de la Asociación de Lenguas Modernas sobre las brujas como las "verdaderas heroínas" de Macbeth. Estas atrocidades ocurren porque quienes las cometen son capaces de demostrar plausiblemente, en la tradición de Benjamin y de Adorno, que la intención de Shakespeare es irrelevante, que lo importante es el "subtexto" racista y falocéntrico, del cual Shakespeare estaba inconsciente cuando lo escribió.

Cuando el Departamento de Estudios sobre la Mujer o el de Estudios del Tercer Mundo organiza a los estudiantes para que abandonen los clásicos en favor de autores modernos negros o feministas, las razones dadas son Benjamin puro. No es por que estos escritores modernos sean mejores, sino que, de alguna manera, son más verídicos porque su prosa alienada refleja los problemas sociales modernos que los autores antiguos ignoraban. A los estudiantes se les está enseñando que el mismo lenguaje es, como lo dijo Benjamin, meramente un conglomerado de "nombres" falsos endilgados a la sociedad por sus opresores, y se les previene contra el "logocentrismo," la sobre-dependencia en las palabras.

Si estas excentricidades parecen ser de "retardados" (en palabras de Adorno), eso es porque así es como están ideadas. El logro más importante de la Escuela de Frankfort consiste en darse cuenta de que sus monstruosas teorías podían volverse dominantes en la cultura, como resultado de los cambios en la sociedad originados por lo que Benjamin llamó "la era de la reproducción mecánica del arte"

II La clase dirigente se torna Bolchevique: El "entretenimiento" sustituye al arte.


Antes del siglo veinte, la distinción entre arte y "entretenimiento" estaba mucho más pronunciada, Ciertamente, uno podría entretenerse con el arte, pero la experiencia era activa, no pasiva. En el primer nivel, uno tenía que hacer una elección consciente de ir a un concierto, de ir a ver una cierta exhibición de arte, de comprar un libro o una partitura. Es muy improbable que más de una fracción infinitesimal de la población hubiera podido tener la oportunidad de ver el Rey Lear o de oír la Novena Sinfonía de Bethoven más de una o dos veces en su vida. El arte exigía que uno pusiera todas sus facultades de concentración y de conocimiento del tema en cada experiencia, de lo contrario la experiencia se consideraba perdida. Esos eran los días en que la memorización de la poesía y de obras de teatro completas, y la reunión de familia y amigos para un "concierto de cámara" era la norma, aun en hogares rurales. Esos días también eran antes de la "apreciación musical;" cuando uno estudiaba música, como lo hacían muchos, aprendía a tocarla, no a apreciarla.

Sin embargo, las nuevas tecnologías del radio, la cinematografía, y la grabación musical representaban, para usar la expresión marxista, un potencial dialéctico. Por un lado, estas tecnologías ofrecían la posibilidad de llevar las más grandes obras de arte a millones de personas que de otra manera no tendrían acceso a ellas. Por otra parte, el hecho de que la experiencia sea infinitamente reproducible podría tender a desconectar la mente del auditorio, haciendo la experiencia menos sagrada, incrementando de esa manera la alienación. Adorno llamó a este proceso "desmitologización". La nueva pasividad, planteaba Adorno la hipótesis en un artículo crucial publicado en 1938, podía fracturar la composición musical en sus partes "entretenidas," que serían "fetichizadas" en la memoria de quien las escucha, y sus partes difíciles, que serían olvidadas, seguía diciendo Adorno.

La contraparte del fetichismo es una regresión del escuchar. Esto no significa que el individuo que escucha vuelva a una fase anterior de su propio desarrollo, ni a una declinación en el nivel general colectivo, ya que los millones que pueden ser alcanzados musicalmente por primera vez mediante los medios actuales de comunicación masiva no pueden compararse con los auditorios del pasado. Más bien es la escucha contemporánea la que ha sufrido regresión, frenada en la etapa infantil. Los sujetos que escuchan no sólo pierden, junto con su libertad de elegir y su responsabilidad, su capacidad para la percepción consciente de la música ... ellos oscilan entre olvido total, y repentinos esfuerzos por reconocer. Escuchan de manera atomizada y se disocian de lo que oyen, pero precisamente en esta disociación desarrollan ciertas capacidades que corresponden menos a los conceptos tradicionales de la estética que a aquéllos del fútbol o del motorismo. No son infantiles ... pero sí son pueriles, su primitivismo no es el del subdesarrollado sino el del retardado a la fuerza.

La retardación conceptual y el preacondicionamiento causado por el escuchar indicaba que se podrían determinar preferencias mediante la programación. El mismo acto de poner, por ejemplo, un número de Benny Goodman junto a una sonata de Mozart en el radio, tendería a amalgamar ambos como "música de radio" entretenida, en la mente de quien escucha. Esto significaba que aun ideas nuevas y difíciles de tragar podrían hacerse populares "re-denominándolas" por medio del homogeneizador universal de la industria de la cultura. Como lo planteaba Benjamin:

La reproducción mecánica del arte cambia la reacción de las masas hacia el arte. La actitud reaccionaria hacia una pintura de Picasso se convierte en una reacción progresista hacia una película de Chaplin. La reacción progresista se caracteriza por la fusión directa e íntima del disfrute visual y emocional con la orientación del experto... En lo que toca a la pantalla, las actitudes crítica y receptiva del público coinciden. La razón decisiva de esto es que las reacciones individuales están predeterminadas por la respuesta del auditorio masivo que están por producir, y esto no está más pronunciado en ninguna parte que en las películas.


Al mismo tiempo, el poder mágico de los medios podría utilizarse para re-definir ideas anteriores. "Shakespeare, Rembrandt, Bethoven, todos serán llevados a la pantalla," concluyó Benjamin, citando al pionero trances del cine, Abel Gance, "... todas las leyendas, todas las mitologías, todos los mitos, todos los fundadores de religiones, y las religiones mismas... esperan que su resurrección sea expuesta."

(Continuará)

Ir a la Parte II