domingo, 12 de abril de 2020

Soy Persona de Alto Riesgo, pero Objeto al Pánico del Coronavirus

Soy Persona de Alto Riesgo, pero Objeto al Pánico del Coronavirus

Por John Leonard


Tomado de: https://www.americanthinker.com/articles/2020/04/im_a_highrisk_person_and_i_object_to_the_coronavirus_panic.html
Traducido del inglés por Roberto Hope

Uno de los momentos más inolvidables de la película Braveheart tiene lugar luego de que Guillermo Wallace ha sido traicionado, capturado por su enemigo, Eduardo Longshanks (Eduardo I de Inglaterra), y condenado a morir mediante tortura. Su amada, la Princesa Isabel, lo visita en prisión y le ruega a Wallace que confiese y jure su lealtad al Rey Eduardo, diciéndole: "Vas a morir. Será terrible". Wallace le responde: "Todo hombre muere. No todo hombre vive verdaderamente".

Esto no debe ser novedad para usted — todos vamos a morir. Lo único que no sabemos es si habremos de morir pronto o algún tiempo más adelante. Desde el momento en que nacemos, el reloj de la muerte comienza a correr, y así empieza a contar el número de nuestros días. Si vivimos en constante temor a la muerte, moriremos en una soledad miserable.

El gran Michael Crichton, ya difunto, se hizo famoso por escribir novelas tales como Jurassic Park, The Terminal Man, The Andromeda Strain, y Westworld, libros que unían su habilidad de  comprensión de los avances médicos y tecnológicos producidos por la investigación científica de punta, integrarlos en una trama de suspenso y escribir una novela emocionante. En 2004, Crichton publicó su novela State of Fear. Esta emocionante novela de suspenso presentaba a alarmistas del "cambio climático" como criminales que intentaban inducir pánico entre el público en general a fin de manipular y controlar el comportamiento de miles de millones de personas para beneficio económico de ellos.

Los críticos atacaron el libro porque, correctamente, reconocieron que Crichton había debilitado el popular movimiento del "calentamiento global" dos años antes de que Al Gore hiciera un papel estelar en la película An Inconvenient Truth y cinco años antes del escándalo Climategate, que dio a conocer al público la aparente conspiración para ocultar la caída en las temperatiras globales.

Es de notarse que a dieciseis años de que Crichton expusiera lo que luego Climategate confirmó, o sea que la insistencia en que la actividad humana puede tener un efecto en detrimento del medio ambiente es un intento de crear pánico en la gente, aun hoy en día, en medio del pánico global sobre el coronavirus, los activistas del clima siguen tratando de atizar la flama del cambio climático porque, parafraseando lo que dijo Rahm Emmanuel, "una crisis es algo terrible que no se puede dejar de aprovechar". Mientras la gente está ya fuera de sí con el miedo al coronavirus, es una gran oportunidad para apalancar el sentimiento general de miedo para engrandecer su tema favorito. La activista adolescente Greta Thurnberg dijo: "en una crisis cambiamos nuestro comportamiento y nos adaptamos a las nuevas circunstancias para el mayor bien de la sociedad" y luego reveló que, como resultado de su extenso viajar por la Europa Central, pensaba que probablemente se había contagiado del COVID-19 y que, de entonces a acá, ya se ha recuperado.

De manera semejante, el ex-presidente Barack Obama entró al ruedo diciendo "Hemos visto las terribles consecuencias de aquéllos que negaban las advertencias sobre la pandemia. No podemos darnos el lujo de negar las del cambio climático" pero quzás el Sr. Obama no debiera ser tan duro consigo mismo. Hasta el prejuiciado, y sesgado hacia lo liberal, periódico USA Today hubo de reconocer que Obama dejó que el inventario de mascarillas N-95 se agotara durante la pandemia de la fiebre porcina y nunca lo repuso, aun cuando el periódico trató de mitigar la culpa diciendo que Trump había manifestado gran falta de juicio por no haberse preparado para un brote a gran escala de alguna enfermedad contagiosa. Es demasiado fácil decir lo que alguien debiera haber hecho, mucho tiempo después de que algo ya ha ocurrido.

¿Es esto lo que el brote del coronavirus representa — un brote a gran escala? Veamos los números. El estado de Georgia tiene una población de 10.52 millones de personas. A la fecha de que escribo esto, el Viernes Santo del 2020, en Georgia se ha identificado un total de 11,483 casos confirmados y 416 muertes. Por hacer una comparación, considérese que 1,505 personas murieron en accidentes automovilísticos en 2019.

Es útil recordar que, según algunos reportes, toda persona que haya muerto después de haber contraído el coronavirus cuenta como muerte por coronavirus, lo cual infla las estadísticas de muerte por el virus. Y también recuerden por favor que un enorme número de 28,544 abortos fueron llevados a cabo en Georgia. Ciertamente, todo hombre va a morir, pero no a todo hombre se le da la oportunidad de vivir.

Reconoceré, para mi vergüenza, que no siempre he optado por ir a misa en Domingo de Pascua, pero jamás en mi vida entera, se me había negado la oportunidad de asistir a los oficios de Pascua porque todas la iglesias fueran a estar cerradas. Nuestra nación está actualmente paralizada por un miedo que en gran medida ha sido provocado por la misma clase de modelos computacionales que se han utilizado para predecir un cambio abrupto y catastrófico en el clima, que requiere el mismo tipo de reacción empanicada que estamos viendo ante el COVID-19.

Según los modelos estadísticos, estoy considerado dentro de la categoría de alto riesgo para el coronavirus porque he sido asmático desde mi nacimiento hace casi sesenta años. Las estadísticas han demostrado que la gente de mi edad y mayores, con condiciones pre-existentes de mala salud son las más vulnerables al coronavirus y las más susceptibles de morir una vez contagiados. Déjenme ser abundantemente claro: no tengo ningún deseo inminente de morir ni tengo razón para pensar que no gozaré de algunas más décadas de vida, pero no quiero que extensión alguna de mi vida me venga a costa de todos los demás.

Hasta que haga un poco más de calor, estoy perfectamente de acuerdo en ponerme mascarilllas N-95 y guantes de plástico que encontré en mi taller, cuando salgo a comprar a la tienda, porque no quiero morirme pronto. Sin embargo, no quisiera pasar el resto de mi vida preso en mi propia casa. No quiero que gente más joven y saludable que yo sufra sin límites porque yo pudiera estar en un riesgo algo mayor que la gran mayoría de la población. Quiero poder ir a la iglesia y recibir la comunión este domingo. Quiero salir a comer en un reataurante. Quiero ir a ver jugar beisbol a los Bravos de Atlanta. Quiero ver a Georgia jugar contra Alabama el 19 de septiembre. Quiero jugar tenis y hacer más ejercicio que el de sacar a pasear a mis perros.

No me concentré en matemáticas en la universidad, pero por haber tomado una o dos clases de estadística sé que si divides el número de infecciones entre la población total de Georgia deberías poder calcular la probabilidad de toparte con una persona contagiada del coronavirus, y 11,483 divididos entre 10.52 millones da 0.001 o sea una probabilidad de uno entre mil de siquiera toparte con alguien que traiga el virus. Si llevo puesto equipo de protección personal y me lavo las manos con frecuencia, la probabilidad de contraer el virus se reduce aún más. 

La neta es simplemente ésta: el daño a nuestra economía no se justifica con la supresión del riesgo adicional a mi propia vida. Hablando estadísticamente, no es más probable que muera del coronavirus que de un ataque cardiaco o de un accidente automovilístico. Todos habremos de morir tarde o temprano. Nunca ha sido cuestión de 'si', sino de 'dónde', 'cuándo' y 'cómo'.

En la película The Wrath of Khan, el Sr. Spock elige sacrificarse a sí mismo por salvar a la tripulación del USS Enterprise, diciéndole al Capitán Kirk, "La lógica claramente dicta que las necesidades de los muchos pesan más que las de los pocos."

Yo, no siendo tan inteligente o elocuente como el Sr. Spock, probablemente habría dicho: "Estoy dispuesto a jugarme una por el equipo". Sinceramente, me repugna la idea de mantenerme cautivo por un programa de computación que hasta ahora ni siquiera ha acertado, ni por mucho, en sus predicciones. Y, si me equivoco, seré yo quien habrá de pagar el precio ¿cierto?

América necesita volver a trabajar. Mis necesidades personales no son más importantes que las del resto de la sociedad. El reabrir la economía para beneficio de todos justifica el riesgo que yo estoy dispuesto a tomar.

John Leonard es un escritor independiente y, más recientemente, editor de la serie Rootstock de novelas épicas fantásticas. Puede hallarlo en Facebook o contactarlo a través de su página web southernprose.com

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