por el Dr. Francisco J. Romero Carrasquillo
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Traducido del inglés por Roberto Hope
Este libro es un valiente estudio crítico de la ideología que subyace los cambios litúrgicos que ocurrieron en el Rito Romano durante la segunda mitad del Siglo XX. Teológicamente profundo y bien documentado, puede verse como una contribución importante a la erudición católica “tradicionalista”. Monografías extensas anteriores que ha habido sobre este tema se han enfocado principalmente a criticar los cambios hechos al Ordinario de la Misa y en relatar las circunstancias históricas que condujeron a ellos. Este estudio, sin embargo, incluye no sólo una crítica de los cambios en el Propio (la parte variable), y en particular una relación sin precedentes de los cambios hechos al Leccionario, sino también un innovador análisis teológico de las influencias ideológicas que subyacen todos esos cambios. No obstante el antecedente ciertamente sedevacantista del autor, su crítica de la Nueva Misa está basada exclusivamente en una teología Católica, profunda y tradicional, y es, por lo tanto, independiente de (o por lo menos lógicamente anterior a) sus opiniones sobre el estado actual de la Sede Papal.
La obra está dividida en catorce capítulos de casi igual longitud. Después de un capítulo introductorio que cubre los motivos y el alcance de la obra, los capítulos 2 a 6 se enfocan en la historia general de los cambios litúrgicos recientes hechos al Rito Romano, exponiendo la ideología que está tras ellos. El Capítulo II se dirige al pensamiento de los sabios que encabezaron el movimiento litúrgico que llevó a cabo la reforma, con énfasis particular en Josef Jungmann y Louis Bouyer; el Capítulo 3 identifica a la Comisión Pian, anterior al concilio, y las reformas de la Semana Santa, como fases continuas en cuanto a objetivos y motivación, de la reforma litúrgica post-conciliar; y los Capítulos 5 y 6 tratan por separado las versiones de 1969 y 1970 de la Instrucción General del Misal Romano (IGMR) [1] Luego los Capítulos 7 a 13 analizan la Misa Nueva punto por punto, desde el arte, la arquitectura, los accesorios y los ritos introductorios hasta la despedida, incluyendo tanto el Ordinario de la Misa como el Propio. El autor lo hace comparando los elementos destacados de la Nueva Misa con sus equivalentes tradicionales, y citando a miembros de la Jerarquía, a peritos y a otras autoridades para revelar los motivos que estaban detrás de los cambios particulares. El libro luego concluye con un resumen de la evidencia y una recapitulación del razonamiento expuesto. Con excepción de este resumen general al final, cada capítulo termina con un útil, aunque poco convencional, resumen, punto por punto, del contenido del capítulo, que añade contundencia y claridad al argumento general. El apéndice del libro también amerita mencionarse: ahí Cekada presenta un caso convincente para el uso del Misal de 1951 (o cualquiera anterior a 1955), en vez del misal de 1962; argumento que podría ser bien recibido por los grupos tradicionalistas que actualmente utilizan éste último.
La tesis principal del libro es (A) que la Misa de Pablo VI, dicha conforme a las rúbricas prescritas como se encuentran en la Editio Typica del Misal, es gravemente irreverente y destruye la doctrina católica en las mentes de los fieles.[2] Cekada también defiende dos tesis secudarias que son corolario de la primera: La Misa de Pablo VI, dicha de conformidad con las rúbricas prescritas, representa (B) una ruptura con la tradición, y (C) una restauración espúrea de la antigua liturgia de la Iglesia. El libro puede ser visto como un argumento inductivo para sustentar estas tres tesis. Aun cuando puedo estar enteramente de acuerdo con las tesis (B) y (C), opino que la tesis (A) necesita ser matizada de manera significativa. Trataré las tesis (B) y (C) primero, luego la (A).
El autor presenta una sólida evidencia para sus tesis segunda y tercera. El fundamento teológico del argumento general de Cekada se encuentran en el Capítulo 2, una verdadera joya acerca de los motivos teológicos que están detrás de la reforma litúrgica. Ahí, Cekada muestra que los cambios tenían como propósito promover la nouvelle theologie (“nueva teología”) de gente como Pius Parsch, Romano Guardini, Josef Jungmann y Louis Bouyer. Como principios teológicos operativos de la reforma, Cekada específicamente distingue los siguientes cuatro: (1) la “Teoría de la Corrupción” litúrgica, según la cual el Rito Romano que estaba en uso a principios del Siglo 20 representaba una desviación y corrupción de los ideales litúrgicos primitivos. Como resultado, la reforma litúrgica —alega Jungmann— debe recuperar este ideal primitivo. Jungmann de esa manera promovía un cierto tipo de resssourcement en el campo de la liturgia. (2) La concepción de “Liturgia Pastoral” de Jungmann, que abogaba por una reconfección de la Misa con el fin de satisfacer las necesidades percibidas del hombre contemporáneo — postura que también podría caracterizarse como un tipo de aggiornamento litúrgico. (3) La “Teología de la Asamblea” de Louis Bouyer, según la cual la esencia de la misa consiste en una asamblea del 'Pueblo de Dios' que, junto, celebra la reunión, con el sacerdote actuando solamente como 'presidente' — una perspectiva protestante que elude la doctrina tradicional católica de la Misa como esencialmente un sacrificio ofrecido solo por el sacerdote a Dios, al cual el pueblo se le une. (4) La teoría de las “Otras Presencias 'Reales'” de Bouyer, que infla la presencia de Cristo en la congregación y en la Escritura con el fin desenfatizar la fe en la Presencia Real de Cristo bajo las especies Eucarísticas — una técnica de los reformadores que permea la Nueva Misa a la que Cekada llama 'devaluación por inflación'. En tanto ressourcement y aggiornamento caracterizan los principios de Jungmann, una fuerte motivación ecuménica está evidente en la perspectiva de Bouyer.
Cekada demuestra meticulosmente que estos principios están rigiendo en los recientes cambios litúrgicos. En los Capítulos 5 y 6, demuestra cómo la “Teología de la Asamblea” de Bouyer y su teoría de las “Otras Presencias Reales” son los temas centrales en el Nuevo Misal y en el IGMR. También demuestra que por cada cambio que supuestamente representaba un 'retorno al ideal antiguo' (cf., la “Teoría de la Corrupción” de Jungmann); el motivo real no fue fidelidad hacia la antigüedad, sino un deseo de abolir una rúbrica que doctrinalmente es inaceptable para el 'hombre moderno' (o para estos nuevos teólogos). De ahí la necesidad de 'modernizar' la liturgia y hacerla aceptable a las 'sensibilidades contemporáneas' (cf., “liturgia pastoral”). Tomemos, por ejemplo, la “Oración de los Fieles” u “OraciónUniversal”: esas oraciones sí existían en algunas liturgias antiguas, y con ese argumento el restablecimiento de esas oraciones en la Nueva Misa fue presentada como un retorno a la antigüedad. Sin embargo, el texto original de estas oraciones, que el Misal tradicional todavía prescribe para la Misa de los Presantificados el Viernes Santo, es enfáticamente a-ecuménica y ofensiva para el 'hombre moderno' y para la nueva teología; además, no varían. La nueva Oración Universal, por otro lado, está sistemáticamente des-cristianizada, des-espiritualizada, y des-supernaturalizada, principalmente para aplacar a los liturgistas que se quejaban de que habían sido escritas “en dirección de una religión devota y convencional, enteramente extraña a las necesidades pastorales de hoy en día” (pág 256). Al final, aun las des-supernaturalizadas oraciones y su contenido han sido a fin de cuentas des-regularizadas y dejadas a la discreción del sacerdote, de la editora comercial que publica el misal o del comité de planeación litúrgica o director de culto. El resultado es algo que superficialmete se asemeja a una antigua oración litúrgica (cf., “Teoría de la Corrupción”) pero que fue establecida para satisfacer 'las necesidades del hombre contemporáneo' (cf., “Liturgia Pastoral”) y es, como lo expresa Gamber, “una novedad que se opone completamente a la tradición litúrgica” (pág 257).
Otro ejemplo de consideración, de esgrimir la antigüedad como excusa para imponer lo novedoso, se describe en el Capítulo 10, que trata de los cambios en el Leccionario. Aquí — arguye Cekada — a pesar de que el Nuevo Leccionario, gracias a su ciclo tri-anual contiene mayor cantidad de lecturas que el viejo Misal, mediante 'habiles selecciones' algunos textos importantes de la escritura — frecuentemente uno o dos versos en medio de una lectura del evangelio de un día de fiesta o del domingo — se incluye entre corchetes como opcional o de plano se omite por razón de su 'teología negativa'; o sea que doctrinalmente choca contra la nouvelle theologie o contra el ecumenismo. Gracias a esas omisiones, el católico promedio puede asistir a misa cada domingo durante el ciclo completo (tres años) del Leccionario y jamás oír pasajes de la escritura teológicamente 'negativos' como, por ejemplo, las admoniciones que Nuestro Señor hace con respecto al infierno; o las advertencias que hace San Pablo contra el recibir indignamente el Cuerpo de Nuestro Señor, sus enseñanzas sobre la herejía, los herejes y su desgraciado fin, o su mandato de que las mujeres sean sumisas a sus esposos, que cubran sus cabezas, y que permanezcan en silencio en la iglesia. En términos prácticos, este capítulo es quizás el más devastador para quienes defienden la reforma litúrgica, y ése por sí mismo, en mi opinión, vale el precio del todo el libro.
Ahora bien, la principal tesis de Cekada, que identifico como la (A) arriba, no está, en mi opinión, suficientemente matizada. Es cierto que hay problemas doctrinales con el nuevo Misal y con la IGMR; sin embargo, contrariamente a lo que da a entender Cekada, nada hay en el Misal ni en la IGMR que pudiera ser explícitamente identificado como herético. En las 444 páginas de la obra, Cekada nunca señala con éxito una sola proposición herética contenida en el texto de la Nueva Misa, sea en el Propio o en el Ordinario. Todos los problemas doctrinales que él señala consisten en omisiones, frases ambiguas, 'devaluación por inflación', o deficiencias en las muchas rúbricas, expresiones y gestos, que constituyen el Misal y la IGMR. En ninguna parte se niega explícitamente el dogma.
En lo que yo alcancé a ver, sólo hay dos lugares en el libro en los que Cekada trata de identificar una herejía específica que él piensa que está presente en la nueva reforma litúrgica. Una de éstas es su tratamiento de la doctrina de la IGMR de que la Misa es una re-presentación de la Última Cena. Arguye que esto se opone al dogma definido por el Concilio de Trento, de que la Misa es una re-presentación del Sacrificio en la Cruz. Sin embargo, Cekada no trata ni explica por qué estas dos nociones se contradicen una a la otra o son mutuamente incompatibles. No veo por qué, alguien que crea que la misa es en cierto sentido una representación de la Última Cena niegue necesariamente el dogma de que la Misa es una representación del sacrificio en el Calvario. Aun cuando yo no defiendo la idea de que la Misa consista en una representación de la Última Cena, yo no llegaría a tanto como afirmar que eso sea necesariamente una negación de un dogma Tridentino. Una novedad doctrinal no entraña de ipso facto una herejía. Hay distintos niveles de error teológico — y Cekada bien lo sabe — sin embargo él no comenta sobre si los problemas doctrinales pudieran categorizarse como algo diferente de herejía.
En vez de aseverar que la Nueva Misa contiene herejías, yo más bien diría que fue claramente motivada por doctrinas novedosas, algunas de las cuales son obviamente peligrosas. Uno podría hasta decir que, en el contexto de las tendencias teológicas actuales, el Nuevo Rito puede indirectamente promover estas doctrinas novedosas, y en las mentes de la mayor parte de los fieles, estas doctrinas novedosas entrañan una negación de la fe tradicional; sin embargo, de ninguna manera significa esto que el nuevo Misal contenga proposición o gesto alguno que inherentemente implique alguna herejía.
Tomemos, por ejemplo, los cambios en las oraciones del ofertorio. Las oraciones tradicionales, al ofrecer la patena y el cáliz, resumen elocuentemente la doctrina católica del Sacrificio de la Misa, y ofrecen el pan y el vino ya bajo el aspecto de una 'Víctima Inmaculada' (Immaculatam Hostiam) que será sacrificada más adelante, haciendo de esta manera una alusión a la posterior Consagración. Las nuevas oraciones, en cambio, no hacen referencia a la Víctima ni al Sacrificio. En vez de ello, están permeados de un tono naturalista, pues hablan del ofrecimiento de (simple) pan y vino, que son considerados como obra de 'manos humanas' y que habrán de convertirse en 'pan de vida' y 'bebida espiritual'. Aquí es donde Cekada hace su segunda acusación de herejía: da a entender que el llamar el pan y el vino 'obra de manos humanas' equivale a afirmar que la materia del Sacramento de la Eucaristía consiste en labor humana, y que esto es herético. Sin embargo, de ninguna manera el Nuevo Misal afirma que la materia de la Sagrada Eucaristía sea obra de humanos. El que algunos teólogos lean el misal de esa manera es una cosa, pero que la Misa misma lo dijera explícitamente sería otra muy distinta. Una crítica más razonable de las oraciones del nuevo ofertorio sería que, aun no siendo heréticas, simplemente omiten comunicar la teología católica del Santo Sacrificio de la Misa.
De manera semejante, en el contexto de las actuales tendencias teológicas, la necesidad ecuménica de hacer la misa menos ofensiva para los protestantes, y el deseo de muchos de abandonar la teología católica de la Misa, el ahora permitido modo de recibir la comunión en la mano pudiera verse como un ataque indirecto a nuestra fe sobre la Presencia Real. No es inherentemente incorrecto o herético en sí mismo el recibir la Santa Comunión en la Mano. Hasta el antiguo De defectibus lo prescribe en ciertas situaciones irregulares. En sí mismo, este cambio sólo equivale a una omitida profesión de fe en la Presencia Real — omisión que no implica en sí misma una negación. Consecuentemente, es solamente en el contexto, y no en sí misma, el que esta nueva concesión pueda verse como doctrinalmnete problemática. Quizás el cambio fue motivado por una teología novedosa que difiere de la teología tradicional del Sacrificio de la Misa; sin embargo, en el rito mismo no está presente negación alguna de la doctrina tradicional.
De forma interesante, Cekada también presenta dos argumentos de la invalidez de la Nueva Misa. Primero presenta el conocido argumento de 'pro multis' vs 'por todos'. Para mi decepción, Cekada jamás discute una sola de las defensas de la traducción “por todos” esgrimidas por eruditos tales como John McCarthy y Manfred Hauke, ni siquiera hace mención del pronunciamiento del Vaticano sobre este tema. Su segundo argumento; sin embargo, es más interesante: se basa en una de las críticas incluidas en la 'Intervención de Ottaviani' relativas al requisito de intención ministerial para que una Misa sea válida. La misa tradicional no daba lugar a que el sacerdote careciera de la intención requerida de convertir el pan y el vino en el Sacratísmo Cuerpo y Sangre de Nuestro Señor: Los textos dejaban claro lo que estaba sucediendo y lo que debería ser la intención del celebrante. El sacerdote que pronunciara esas palabras de manera expresiva y asertiva automáticamente tendría la intención requerida. Sin embargo, la Nueva Misa así como la IGMR presentan lo que solía llamarse la 'Consagración' como una mera “narración de la institución”, [3] de manera que el sacerdote puede pronunciar la nueva 'narración de la institución' como una simple crónica histórica de la Última Cena sin la intención de que se lleve a efecto la Transsubstanciación. Esto daría como resultado una misa inválida: “Si no hay Cuerpo, si no hay Sangre, no hay Misa” — como lo presenta dramáticamente Cekada. Ésta, en mi opinión, es una crítica teológicamente sensata de la nueva terminología 'narración de la institución'. Sin embargo, esta crítica debe atemperarse con una clarificación importante que Cekada nunca hace: este argumento sería aplicable solamente a misas individuales en las que el sacerdote careciera de la intención requerida — algo que también es posible, aun cuando significativamente más difícil, en el contexto de la Antigua Misa.
La crítica no es aplicable a todas las misas que se dicen de acuerdo con el Nuevo Misal, pues aun en el Nuevo Rito, un sacerdote que, a pesar del vago lenguaje de la nueva 'narración de la institución', pronuncia las palabras de la consagración de manera expresiva y asertiva, con la requerida intención, supera este problema y verdaderamente lleva a efecto la transsubstanciación [4]
La investigación llevada a cabo por Cekada es, en general, erudita y profunda. No deja lugar a dudas en la mente del lector, de que los creadores de la Nueva Misa buscaban promover doctrinas alineadas con los movimientos ecuménicos y con la Nouvelle Theologie. Aun cuando la tesis principal de Cekada no es simplicidad garantizada, el libro muestra con éxito que la Nueva Misa representa una novedad teológica, una ruptura doctrinal con la tradición y un retorno espúreo a la liturgia primitiva. Inevitablemente, el libro deberá ser tomado en serio por los estudiosos de teología contemporáneos de ambos bandos.
Notas:
[1] Cekada lo abrevia “GI” pero yo seguiré la convención general de abreviarlo como “IGMR”
[2] Debe hacerse notar que Cekada no trata de criticar los simples 'abusos' litúrgicos — violaciones de las rúbricas del Nuevo Misal — que con frecuencia tienen lugar en el contaxto de la Nueva Misa. Mas bien, explícitamente critica a la Nueva Misa en sí misma como doctrinalmente problemática. Según Cekada, su punto de visto lo diferencia de otros autores tradicionalistas que, según él, solamente han criticado los 'abusos' o que arguyen en favor de la misa tradicional basados en meras preferencias estéticas o sentimiento individual, y si llegan a criticar la nueva misa en sí misma sólo lo hacen calificándola como 'ambigua' en vez de hacer notar que es inherentemente problemática en su doctrina. Creo que Cekada exagera un poco, sin embargo, pues hay muchas otras obras que critican la doctrina contenida implícita y explícitamente en la Nueva Misa y en las nuevas leyes litúrgicas y no sólo sus problemas estéticos o sus 'abusos'. Para citar algunas de estas obras: la monumental Revolución Litúrgica en tres tomos de Michael Davies; “El Problema de la Reforma Litúrgica: Un Estudio Teológiico y Litúrgico” de la Fraternidad Sacerdotal de San Pío X, y, por supuesto, Un Breve Estudio Crítico de la Novus Ordo Missae por los cardenales Ottaviani y Bacci, conocida comúnmente como 'La Intervención Ottaviani'.
[3] La IGMR se vio forzada a cambiar la expresión a “narración de la institución y consagración”
[4] Curiosamente, aunque Cekada considera inválida la Nueva Misa, ¡tambíen la considera sacrílega!. Sin embargo, “Si no hay Cuerpo, si no hay Sangre, no hay Misa”, entonces ¿cómo puede ser sacrílega? Cekada parece nunca haber hecho esta conexión
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