domingo, 27 de abril de 2014

Virtud Prosaica y Bondad Poética

Virtud Prosaica y Bondad Poética

Por Mitchell Kalpakgian

Tomado de https://www.catholicculture.org/culture/library/view.cfm?recnum=8009


Traducido por Roberto Hope

Santo Tomás de Aquino describe lo bello como “el aspecto atractivo del bien,” pues la virtud no es aburrida o simple sino atrayente, cautivadora, encantadora e irresistible. La buena moral se expresa en modales agracia­dos, y los bellos modales reflejan una mente noble, un corazón caritativo y la reflexiva consideración de agra­dar y honrar a los demás. Cuando la bondad se hace pomposa, mojigata, puntillosa o criticona, pierde su belle­za y se vuelve repulsiva en vez de llamativa. Los discípulos que respondieron al llamado de Cristo cuando los invitó “vengan y síganme” fueron atraídos no sólo por su enseñanza moral, sino también por la belleza de su bondad: “Inmediatamente dejaron sus redes y lo siguieron” (Mat. 5:20). Las primeras comunidades cristianas también irradiaban la atracción de la bondad, que inspiraba la famosa observación: “Miren cómo se quieren unos a otros.” La bondad, pues, trasciende el cumplir con la letra de la ley, cumplir las obligaciones y pagar las deudas. Aun cuando estos deberes revelan un sentido de responsabilidad y un respeto a la justicia, no alcanzan a evocar asombro, inspirar al corazón o lograr un efecto poderoso. El esplendor de la virtud hace lo máximo, no lo mínimo, como lo ilustran los milagros y los sacrificios de Cristo. La verdadera bondad posee una natura­leza poética y nunca luce prosaica.

Aun cuando los fariseos honraban el Sabbath, cumplían la Ley, y rezaban en las sinagogas, no revelaban el hermoso corazón del padre que perdona a su Hijo Pródigo o la generosa caridad del Buen Samaritano. Aun cuando Malvolio, en Como Gustéis de Shakespeare es un mayordomo ordenado y puntilloso, que obedece las órdenes con una diligencia escrupulosa, se comporta con una gravedad pomposa y carece de todo sentido de alegría, lo que provoca la famosa observación de Sir Toby: “¿Crees tú que, porque eres virtuoso, ya no habrá más pasteles ni cerveza?.” La chocante displicencia (“¿no tienen inteligencia, modales u honestidad, para estar vociferando como hojalateros a estas horas de la noche?”) estropea una inocente diversión y no cultiva amistad alguna. Cuando Pamela, una simple muchacha sirviente y heroína de la novela epistolar de Samuel Richardson (1740), defendió su castidad y se ufanó de su virtud, resistió la seducción del aristocrático lord por razones mercenarias, más que morales, a fin de recibir su oferta de matrimonio y adquirir el estatus de una dama. “La Virtud Premiada”, subtítulo de la novela, insinúa que Pamela se sometió una vez que lo que se ponía en juego se volvió suficientemente lucrativo. En otra imagen poco halagadora de la bondad, Isabella, en Medida por Medida de Shakespeare describe la frigidez de la virtud. Aunque parece noble al rechazar la proposición luju­riosa de Lord Angelo, de librar a su hermano de una sentencia de muerte a cambio de su virginidad, traiciona su frialdad al no mostrar compasión alguna por el cruel castigo de su hermano y al resignarse pasivamente a su ventura. “Es mejor que mueras rápidamente.” Así la hipocresía de los fariseos, el pomposo orgullo de Mal­volio, la gazmoñería de Pamela y la frialdad de Isabella no se ganan el corazón de nadie ni inspiran a emularlos. Aun cuando estos personajes cumplen con las leyes y no cometen pecados mortales, no tienen atractivo porque no tocan el cora­zón de nadie ni evocan la admiración de nadie. Su virtud autocomplaciente permanece restringida y limitada y sus buenos actos no revelan el gran amor que evoca el asombro de lo bello.

La virtud pierde su esplendor cuando luce mezquina, tacaña o escasa a costa de la magnanimidad y de la caridad. El amor de Cristo no conoció límites y abundó en la generosidad de milagros, tales como el milagro de las cinco hogazas de pan y los dos pescados cuando “doce canastos llenos de los pedazos de pan que quedaron” (Mateo 14.20). La espléndida unción de los pies de Cristo con caros perfumes por Magdalena le ganaron el elo­gio de Dios: “Ella había amado mucho.” La virtud de liberalidad caballerosa da y sirve sin escatimar gene­rosidad ni sacrificio, como lo ilustran los nobles caballeros de “El Cuento del Caballero” de Chaucer. Teseo, el caballero que organiza el torneo “no escatimó costo alguno en preparar los templos y el teatro” para decidir la competencia entre dos caballeros rivales ambos buscando la mano de Emilia en matri­monio. Arcite, el victorio­so que accidentalmente se cae del caballo y sufre una lesión mortal, alienta magnáni­mamente a su amada Emi­lia a que se case con su rival: “Si algún día decides casarte, no olvides a Palamon, aquel noble caballero.” La grandeza de la virtud, entonces, trasciende la moralidad convencional al superar estrechos límites y aspirar a los ideales más altos. La belleza de la bondad surge en un corazón que abunda en generosidad inagotable – abundancia que epitomizan los hospitalarios corazones de Baucis y Filemón en “La Jarra Milagrosa” de Haw­thorne, pues su casa siempre recibe con gusto a los viajeros con una amabilidad pro­fusa. Su bondad es tan bella y conmovedora que los dioses griegos, viajando disfrazados de mendigos, llaman su comida néctar y ambrosía, y le regalan la jarra milagrosa que se vuelve a llenar siempre que se vacía – un regalo que corres­ponde a los corazones generosos de la anciana pareja que daba sin cesar. Sin esta copiosi­dad, la virtud per­manece simplemente insípida e incolora, y no gloriosa y maravillosa.  La belleza de la virtud se manifiesta no sólo en la caridad, la magnanimidad y la hospitalidad que sobrepasa límtes y restricciones, sino también expresa su atractivo en los modales, “la poesía de la conducta” como se refería C.S. Lewis a la virtud de la urbanidad.

Como lo escribe Henry Fielding en Tom Jones, uno no sólo debe ser bueno sino también parecer bueno para que los modales exteriores complementen a la moral interior. El pulcro decoro, las palabras corteses y la con­ducta refinada le dan a la moralidad una calidad “poética” que adorna a la virtud con un bello ropaje que llama la atención de inmediato y es poderosamente atractivo. Por ejemplo, el caballeroso Don Quijote no sólo era un valeroso caballero en la batalla, sino también un verdadero gentilhombre en su lenguaje y en su acción, honran­do siempre a las mujeres con decorosa elocuencia. “non fuyan vuestras mercedes, nin teman desaguisado al­guno, ca a la orden de caballería que profeso non toca ni atañe facerle a ninguno, cuanto más a tan altas don­cellas como vuestras presencias demuestran.” En Orgullo y Prejuicio, de Jane Austen, Elizabeth Bennet, el epí­tome de cortesía, rechaza la propuesta de matrimonio del aristocrático y apuesto Darcy porque le ofendió su grosera conducta y deplorables modales, al haberse rehusado a bailar o a entablar una cortés conversación con ella. La desagradable primera impresión que él le causó lo hizo aparecer mal educado aun cuando más tarde probó tener un noble carácter. Así pues los buenos modales corresponden al bello ropaje, la apariencia exterior o primera impresión que adorna, atrae y convida. Sin afabilidad o modales, la belleza de la bondad se asemeja a la lámpara escondida bajo un cajón.

En La Idea de una Universidad, el Cardenal Newman identifica las marcas especiales de un caballero que ejem­plifican la poesía de conducta. Primero, “es aquél que no inflinge dolor,” una persona que mide sus palabras para evitar “cualquier cosa que pueda causar un sobresalto o consternación en la mente de aquéllos con quie­nes trata.” Actuando siempre con el mayor tacto y respeto por los sentimientos de otros y pensando en agradar a otros en todo asunto, el caballero busca crear una atmósfera hospitalaria: “siendo su gran preocupa­ción el hacer a cada unos sentirse cómodo y tranquilo.” Toma un interés personal en cada uno: “es amable con el tími­do, gentil con el reservado, y misericordioso con el absurdo.” Al mismo tiempo no es oficioso ni entrometido, dejando que el fluir social de la ocasión tome su propia espontánea dirección: “se ocupa principalmente de qui­tar los obstáculos que entorpecen el actuar libre y desembarazado de aquéllos que lo rodean.” El caballero posee el arte de la conversación, sabe cuándo hablar y cuándo permanecer en silencio, tiene la habilidad de in­troducir temas generales de conversación y de evitar asuntos personales y temas desagradables. Nunca domi­na la conversación, recurre al chisme ni habla de sí mismo sin cesar: “se cuida de hacer alusiones impertinen­tes o de tocar temas que pudieran irritar; raramente predomina en la conversación, y nunca es pesado.” La cor­tesía de un caballero evita la frialdad, la melancolía, el resentimiento o la arrogancia en sus relaciones. Perma­nece siempre el hombre magnánimo que “interpreta todo en el mejor sentido” y trata de hacer amigos aun de sus enemigos, siguiendo el proverbio que dice “debemos conducirnos siempre con el enemigo como si algún día fuera a llegar a ser nuestro amigo.” En la compañía de gente descortés o desagradable siempre mantiene su compostura. Siempre paciente y condescendiente, “es demasiado sensato como para sentirse afrontado ante insultos, está demasiado ocupado como para acordarse de injurias, y es demasiado indolente como para actuar con malicia." En una palabra, el caballero pone a otros por delante y se coloca a sí mismo atrás; honra a las per­sonas con señales especiales de consideración y subordina sus propias preferencias, placeres, opinio­nes y conveniencia por el bien de la felicidad de otros. No tolera la mezquindad, la obsecación, la intemperan­cia o la vileza, pues su sentido de lo que Newman llama “meticulosidad,” o buen gusto, “se hace enemigo de toda clase de extravagancias” y “se refrena de lo que se llama berrinche.” El ideal del caballero de Newman, pues, ilustra la importancia tanto de ser bueno en lo moral y parecer bueno en modales, de manera que la belle­za se refleje en la bondad y la bondad en la belleza,

San Francisco de Sales (1567-1622), obispo de Ginebra que se dedicó a la conversión de los calvinistas, impre­sionaba a todo mundo con su cortesía, gracia, amabilidad y encanto. Sus modales exquisitos ilustraban el que una gota de miel hace más maravillas para las relaciones humanas que un galón de vinagre: “Nada se gana nunca con dureza.” Alegre y amiguero por naturaleza, San Francisco disfrutaba de la compañía y conversación de reyes, nobles, cardenales, y gente ordinaria que todos sentían la belleza de sus modales – lo que un biógra­fo llama su “constante alegría,” “tremendo encanto,” “recia gentileza,” y “sensibilidad social y delicadeza.” Este santo francés, un maestro del savoir faire, practicaba el arte de lo que San Pablo llamó la habilidad de “volverse todo para todos, adaptándose a los diferentes temperamentos y a la naturaleza individual de cada persona.” De hecho, como estudiante en la Universidad de Padua, se propuso a nunca evitar una conversación con nadie, sin importar cuán apático, aburrido o anodino fuera: “Nunca habré de menospreciar a nadie, ni de plano evitarlo principalmente porque eso daría la impresión de ser orgulloso, altivo, severo, arrogante, crítico.” Así pues, el arte de la conversación agradable es uno de los bellos atributos de la bondad. En su famoso clasico Introduc­ción a la Vida Devota, el santo de la cortesía da muchos consejos prácticos sobre la importancia de la conversa­ción educada y enseña que la bondad es atractiva por su atención a las pequeñeces. El amar al prójimo como a uno mismo exige que las personas no eviten la compañía de otros o eviten conversaciones: “Ser demasiado reservado y rehusarse a tomar parte en conversaciones parece como una falta de confianza en los demás o algún tipo de desdén.” Es deber de una persona el cumplir con sus obligaciones sociales y no ser acusado de mala educación: “Si te visitan o si te llaman a sociedad por alguna razón justa, ve como alguien que fue envia­do por Dios y visita a tu prójimo con corazón benevolente y buena intención.” Todas estas amenidades dan a la virtud una apariencia que convida, un atractivo natural y un encanto irresistible.

En particular, debido a que el vestido y el lenguaje manifiestan especialmente la belleza de la bondad, San Fran­cisco no pasa por alto la importancia del atuendo y de la propiedad en el uso de las palabras. Debido a que el vestido impropio evidencia una falta de respeto a los demás e insulta su dignidad, los humanos están obligados a presentarse de una manera elegante y con buen gusto cuando estén en compañía. El vestido her­moso es perfectamente compatible con la modestia y la elegancia complementa la simplicidad. "Para mí, la gente devota, sean hombres o mujeres, debe ser siempre la mejor vestida de un grupo pero la menos afectada y pomposa." La modestia en el lenguaje, que refleja la pureza del corazón y la sensibilidad hacia los senti­mientos de los demás y evita dar ofensa, debe acompañar a la modestia en el vestido: "Tengan cuidado de nun­ca dejar que una palabra indecente salga de tus labios." Este tacto en el hablar y gusto en el vestir forma el cimiento de toda vida social, cultiva amistades verdaderas, y desarrolla corazones afectuosos. La bondad es bella al comunicar amabilidad y amor y esparcir felicidad. "Qué bueno es amar aquí en la tierra como se ama en el cielo y aprender a querernos unos a otros en esta vida como lo haremos eternamente en la siguiente."


Para que la bondad sea bella, no sólo debe transmitir la generosidad del amor real, la magnanimidad de la noble­za y la consideración de la graciosa cortesía, sino también poseer una cualidad de la que las hadas en El Sueño de Una Noche de Verano de Shakespeare son la epítome  ̶  un amor a la bondad por la bondad misma. En la comedia de Shakespeare, las hadas juegan por el puro amor de jugar y se deleitan como niños, a los que les gusta jugar como un fin en sí mismo. Cuando dejan sus retozos de la noche al llegar el amanecer, adornan al mundo con joyas de gotas de rocío: "Y yo sirvo a la Reina de las Hadas, / Para esparcir su rocío en el césped"

Breves comentarios morales sobre la economía

Breves comentarios morales sobre la economía

Las reflexiones siguientes nos sirvan para juzgar moralmente la situación económica actual del mundo y para distinguir entre el deseo natural de satisfacer las necesidades corporales y el deseo desordenado de riqueza.

Extraido del libro The Kingship of Christ According to the Principles of St. Thomas Aquinas (El Reinado de Cristo de Acuerdo don los Principios de Santo Tomás de Aquino) por el padre Denis Fahey

Traducido por Roberto Hope

En su tratado sobre el gobierno civil (De Regimine Principum) Santo Tomás de Aquino señala que “dos cosas son necesarias para una vida buena. El requisito principal es el actuar virtuo­so... El otro requisito, que es secundario y casi instrumental en su carácter, es contar con una suficien­cia de bienes materiales cuya utilización es necesaria para un actuar virtuoso.” El hombre está compuesto de cuerpo y alma. Consecuentemente, a fin de que la multitud de los hom­bres o, dicho de otra forma, el hombre promedio, pueda vivir una vida virtuosa sin verse obli­gado a ser heróico, deben proveerse las necesidades del cuerpo de una manera adecuada.

Ahora bien “la riqueza natural es aquélla que sirve al hombre como remedio para sus necesi­dades naturales: tales como alimento, bebida, vestido, transporte y vivienda y otras semejan­tes. La riqueza artificial es aquélla que no constituye un auxilio directo a la natu­raleza: como, por ejemplo, el dinero. Éste último ha sido inventado por el arte del hom­bre para facilitar el intercambio y como una medida para las cosas que pueden ser vendi­das” El dinero, por lo tanto, como un medio de cambio tiene el propósito de facilitar el que los hom­bres puedan obte­ner los bienes materiales suficientes, o sea la riqueza natural, para satisfa­cer las necesi­da­des del cuerpo, a fin de que el alma quede libre para la contemplación. Es claro, por lo tanto, que la manipulación del dinero o riqueza simbólica puede volverse un terri­ble instru­mento en las manos de los adversarios del Mesías sobrenatural y de la vida sobre­natural que Él confie­re, obstaculizando en vez de facilitar el intercambio. “El deseo de riquezas naturales es limi­tado, pues para la naturaleza bastan en una cierta medida; pero el deseo de riqueza artifi­cial es ilimitado, pues ésta es servidora de la concupiscencia desor­denada.” El deseo de poder y de controlar, gracias al dominio de la riqueza artificial es esa concupiscencia des­orde­nada.


Deben hacerse esfuerzos, por lo tanto, para lograr una organización de la sociedad en la que la vida de la gente no quede subordinada a, ni a merced de, las operaciones en la bolsa de valores o de los golpes financieros de unos pocos. Ya en la gran Encíclica Rerum Novarum, del 15 de mayo de 1891, el Papa León XIII había aludido a los estragos que causa la usura: “Pues los antiguos gremios de artesanos fueron abolidos en el siglo pasado y ninguna orga­nización tomó su lugar. Las instituciones públicas y las mismas leyes han hecho a un lado a la religión ancestral. Así, gradualmente, ha sucedido que los trabajadores han sido entrega­dos, aislados y desamparados, a la dureza de corazón de los patronos y a la codicia de la competencia sin control. El daño se ha aumentado por la rapaz usura, la cual, aun cuando ha sido condenada por la Iglesia más de una vez, sigue no obstante practicándose, aunque bajo una forma diferente pero con la misma injusticia, por hombres avaros y codiciosos. A esto debe agregársele.... la concentración de tantas ramas del comercio en manos de unos pocos individuos, de manera que un pequeño número de hombres muy ricos han podido uncir sobre las masas multitudinarias de los pobres trabajadores un yugo poco mejor que el de la misma esclavitud”

domingo, 20 de abril de 2014

Prayer to Christ on Calvary

Prayer to Christ on Calvary
by Gabriela Mistral
translated from the Spanish by Roberto Hope

This afternoon, O Christ on Calvary
I came to plead to Thee for my ill flesh
but on seeing Thee, my eyes just went and came
from Thy wounded body to my own with shame.

How can I about my tired feet complain
when Thine so badly shattered I observe?
How can I show my empty hands to Thee
when Thine so full of wounds are spattered?

How can I, my solitude to Thee explain
when hoisted on the Cross alone Thou art?
How can I tell Thee that no love I have
when I see that Thy heart, all torn, Thou hast?

Now I no longer can anything recall
from me now all my ills have fled.
The vigor in the pleading I had brought
has from my cadging mouth now been suppressed.

And now I only plead to plead for nothing,
just to be here beside Thy dying image,
to go on learning that all pain is nothing
but holy door key to Thy holy gateway.

sábado, 19 de abril de 2014

Oh, Concilio ¿donde está tu infalibilidad?

Oh, Concilio ¿donde está tu infalibilidad?

Tomado de http://www.harvestingthefruit.com/o-council-where-is-thy-infallibility/
por Louie Verrecchio
Traducido por Roberto Hope

“Que un concilio ecuménico que satisfaga las condiciones arriba enumeradas (que haya sido convocado por un papa, presidido por él o por su legado y cuyos decretos reciban la aproba­ción del papa) es un órgano de infalibilidad no será negado por nadie que admita que la Igle­sia está dotada de autoridad doctrinal infalible.”
Esto es según el artículo sobre infalibilidad de la Catholic Encyclopedia de 1917.
Entonces, qué nos dice esto acerca del peso doctrinal de los decretos del Segundo Concilio Vaticano, concilio ecuménico que reunió todas las condiciones arriba mencionadas?
¡Absolutmente nada! Y es precisamente por esta razón que es tan instructivo.
Vean: la idea de Juan XXIII de emplear un concilio ecuménico, esta tan profunda y sublime expresión del magisterio infalible, cuando ninguna crisis doctrinal acosaba a la iglesia, para fines estrictamente pastorales, intencionalmente libre de cualquier intento de, ya sea definir doctrina o condenar error, es en sí misma una novedad que en una era eclesial más saluda­ble no podría sino haber reflejado pobremente sobre su causa.
¿Qué, entonces, debe uno colegir acerca del ejercicio por el Papa Juan de la autoridad investida en el Oficio Petrino?
Las analogías fallan pero, imagínese utilizar un ariete para pasar por una puerta que usted afirma no tener intención de destruir, y esto cuando usted trae la llave en el bolsillo. No sólo sería enteramente ilógica esa decisión sino que también sería una violación de la naturaleza del instrumento utilizado.
La naturalesa de un ariete es lograr entrada por medio de destrucción; la naturaleza de un concilio ecuménico es enseñar infaliblemente por medio de algún decreto, definición y conde­nación. Según los fines declarados por Juan XXIII, con toda seguridad habría él podido utili­zar cualquier número de otros instrumentos fácilmente disponibles que encajan mejor con el intento pastoral del Concilio como fue propuesto.
Por ejemplo, podría haber averiguado entre los obispos del mundo sus sugerencias con respecto a qué temas pudieran ser tratados (como de hecho lo hizo), resuelto las preocupaciones más tradicionales de los obispos (cómo al cabo tuvo lugar en las sesiones del Concilio), tomado la causa progresista (procediendo como lo hizo la mayoría de los Padres del Concilio), y simplemente promulgando una Exhortación Apostólica semejante en estatura a la que el Papa Francisco acaba de darle a la Iglesia.
¡Pero no! El Papa Juan XVIII, y de igual manera su sucesor, eligió en cambio apalancar con la fuerza, o dicho mejor, la ilusión de fuerza, de un concilio ecuménico mediante el cual podía hacer pasar por enseñanza solemne, diversas novedades, ambigüedades y errores manifies­tos que absolutemente carecen de soporte en el depósito sagrado de la doctrina cristiana.
Esto, amigos míos, o fue una trama bien concebida, incubada en mentes diabólicas, o fueron las maquinaciones ignorantes de pontífices tan rematadamente incompetentes como para estar prefectamente locos. Lo que de plano no es de manera alguna es virtud heróica.
En todo caso, ahora tenemos ante nosotros, en los decretos conciliares, una exposición de unas 200,000 palabras (en su traducción inglesa) en la cual la doctrina católica auténtica se confunde con proposiciones que habrían sido de plano condenadas menos de una década antes
Entonces ¿qué debemos hacer ahora?
Bueno, si usted es un modernista, totalmente resuelto a edificar la iglesia del hombre, o erigir una iglesia católica mal formada y desnutrida, que nomás no sabe que está cometiendo un error, la respuesta es obvia:

Canonice al papa que le puso el cerillo encendido a la Casa de Dios, déle via rápida al suce­sor que la roció con gasolina, trate todo el lamentable desastre cual si hubiera caido en la tierra como lluvia del Cielo, y espere a que llegue la tan prometida nueva primavera de la Iglesia.

viernes, 18 de abril de 2014

Veinticinco Errores Explicitos del Concilio Vaticano II. 1a

Veinticinco Errores Explicitos del Concilio Vaticano II
del comentario TWENTY-FIVE EXPLICIT ERRORS OF VATICAN COUNCIL II, por TIM, tomado de http://angelqueen.org/2013/12/30/o-council-where-is-thy-infallibility/
y traducido por Roberto Hope
Resaltados en letra negrita se muestran los conceptos erróneos contenidos en documentos del Concilio Vaticano II. Debajo de ellos se presentan algunas afirmaciones del magisterio anterior a dicho concilio y otras de santos y doctores de la Iglesia que las contradicen, así como algunos argumentos de recta razón del autor que los señala como errores.
Primera Parte — Lumen Gentium

  1. Esta Iglesia, constituida y organizada como una sociedad en el mundo actual, sigue existiendo (subsiste) en la Iglesia Católica, que es gobernada por el sucesor de Pedro y por los obispos en comunión con él. No obstante, muchos elementos de santificación y de verdad se encuentran fuera de sus confines visibles.Lumen gentium
    1. Otra causa que ha producido muchos de los males que afligen a la iglesia es el indife­rentismo, o sea, aquella perversa teoría extendida por doquier, merced a los engaños de los impíos, y que enseña que puede conseguirse la vida eterna en cualquier reli­gión, con tal que haya rectitud y honradez en las costumbres. Fácilmente en materia tan clara como evidente, podéis extirpar de vuestra grey error tan execrable. Si dice el Apóstol que hay un solo Dios, una sola fe, un solo bautismo, entiendan, por lo tanto, los que piensan que por todos los caminos se lleva al puerto de salvación, que, según la sentencia del Salvador, están ellos contra Cristo, pues no están con Cristo, y que los que no recolectan con Cristo, esparcen miserablemente, por lo cual es indudable que perecerán eternamente los que no tengan fe católica y no la guarden íntegra y sin mancha” — Papa Gregorio XVI Encíclica Mirari Vos.
    2. Si cualquiera afirmara que la condición de los fieles es igual que la de aquellos que aún no han llegado a la fe verdadera, sea anatema.” — Concilio Vaticano I
    3. Ni la fe verdadera ni la salvación eterna pueden encontrarse fuera de la Iglesia Católica; que ésta es la única arca de salvación” — Venerable Papa Pío IX Singulari quadam
    4. Todas las gracias que se dan a aquéllos que están fuera de la Iglesia se les dan con el propósito de que se incorporen a la Iglesia”. San Agustín
    5. Recta razón: ¿Pueden “elementos” de salvación salvar a alguien? ¿No tiene uno que cumplir todos los requisitos como Dios lo manda? ¿Basta con sólo “partes” de la verdad para la integridad de la fe Católica o se nos exige la totalidad de la fe como la Iglesia nos la enseña infaliblemente? Además ¿”constituyó y organizó” Cristo su iglesia como una “sociedad”? ¿No fue más bien como un Cuerpo – el Suyo propio, continuando (subsistiendo) en la tierra? Esto último ya había sido definido. En cambio Vaticano II lo contradice.
  2. Todos los hombres son llamados a esta unidad Católica que prefigura y promueve la paz universal, y de distintas maneras pertenecen a ella, o están relacionados con ella: Los fieles Católicos, otros que creen en Cristo y finalmente toda la raza humana, llamados por la gracia de Dios a la salvación.Lumen Gentium
    1. Es un error en materia de verdad divina imaginar que la Iglesia es invisible y que, por consiguiente, muchas comunidades cristianas, aunque difieran una de otra en la fe, estén unidas por una ligazón invisible a los sentidos”. Papa Pío XII
    2. No hay más que una Iglesia universal de los fieles, fuera de la cual nadie puede salvarse.” Cuarto Concilio de Letrán Papa Inocente III.
    3. La Fe en Cristo no puede mantenerse pura e inadulterada cuando no está protegida y soportada por la fe en la Iglesia. La fe en Cristo y la fe en la Iglesia están unidas. Cualquier persona que se prive de unirse a la Iglesia y cualquier persona que se separe de ella, estarán lejos de poder esperar vida y salvación” – Papa Pío XI.
    4. Los herejes y los cismáticos están excluidos de la Iglesia porque se han separado de ella y pertenecen a ella tanto como un desertor pertenece al ejército que abandona” – Catecismo del Concilio de Trento
    5. Recta razón: Decir que la Iglesia Católica sólo “promueve” una paz universal que ella simplemente “prefigura” es declarar que esa paz no se estableció en ella desde un principio, y que de hecho ella no se ha encontrado a sí misma. Esto contradice una de las Marcas de la Iglesia que la define como Católica, o sea Universal. Afirmar que hay más de una manera de pertenecer a la verdadera Iglesia es destruir otra de sus Marcas, que es la de ser Una, o sea su unicidad.
  3. Los catecúmenos que, movidos por el Espíritu Santo, desean con una intención explícita ser incorporados a la Iglesia, se unen por esa mera intención a ella, con amor y solicitud, la Madre Iglesia los abraza como suyos”Lumen Gentium
    1. No basta con creer. Aquél que cree y no se ha bautizado, sino es sólo un catecúme­no, aún no ha adquirido completamente la salvación.” Santo Tomás de Aquino.
    2. Ahora bien, aun el catecúmeno que crea en la Cruz del Señor Jesús, pero a menos que sea bautizado en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, no puede recibir la remisión de sus pecados ni el don de la gracia espiritual”. — San Ambrosio
    3. Sin el sacramento del Bautismo, nadie es jamás justificado. Si alguien dice que el Bautismo es opcional, o sea que no es necesario para la salvación: sea anatema”. — Concilio de Trento
    4. Ni conmemoración ni cantos deben emplearse para catecúmenos que han muerto sin haber recibido el Bautismo”. — Concilio de Braga (regional)
    5. Recta razón: Es imposible “unirnos” a la Iglesia por nuestra “intención”. De la misma manera que es imposible tener Electricidad Por Deseo sin realmente conectar la clavija al enchufe. Y ningún catecúmeno puede estar “abrazado como suyo” por una Iglesia que les ha pedido que se salgan de Misa antes del ofertorio, como se hace aun ahora en misas Novus Ordo en todo el mundo (yo fui testigo de esto en una misa dominical en la catedral de Fort Worth). El Punto es: si “ya” estaban “unidos” y ”abra­zados como suyos” ¿por qué no se les deja quedarse? . Los que mueven los hilos de V2 se han auto-destruido con esto.
  4. Estos cristianos están de hecho unidos a nosotros de alguna manera real en el Espíritu Santo pues, por Sus dones y gracias, Su poder santificador está también activo en ellos, y Él ha fortalecido a algunos de ellos hasta el grado de que han dado su vida” — Lumen Gentium
    1. Sólo la Iglesia Católica es el Cuerpo de Cristo, del cual Él es la Cabeza y el Salvador. Siempre debemos recordar la unidad del Cuerpo Místico fuera del cual no hay salva­ción, pues no hay entrada a la Salvación fuera de la Iglesia. La Verdad, la gracia,los Sacramentos: todas las normas ciertas para nuestro camino a Dios vienen de la Igle­sia. La Iglesia Católica es la extensión de Jesucristo en el tiempo y en el espacio. Fue­ra de este Cuerpo, el Espíritu Santo no da vida a nadie. Aquéllos que son enemigos de la unidad no participan en la caridad de la vida divina; aquéllos que están fuera de la Iglesia no poseen al Espíritu Santo. Un Cristiano no debe temer nada tanto como el quedar separado del Cuerpo de Cristo. Si se separa del Cuerpo de Cristo, deja de ser uno de sus miembros y no se alimenta del Espíritu Santo.” Papa Pablo VI
    2. Si aquéllos que no desean estar de acuerdo con la Iglesia mueren fuera de la Iglesia, no pueden alcanzar los premios de la Iglesia.” Papa Pelagio II
    3. Nadie, aunque derrame su sangre en nombre de Cristo puede salvarse a menos de que permanezca dentro del seno y unidad de la Iglesia Católica.” Concilio de Floren­cia, Papa Eugenio IV
    4. Recta razón: El Espíritu Santo no puede reconocer miembros del Cuerpo al cual Él le da vida, que difieran en la fe, en los sacramentos o en el sometimiento a la autoridad espiritual, pues “'El no puede negarse a Si mismo” (II Tim. 2:13). El Espíritu Santo no puede santificar con la misma gracia a almas que estén dentro o fuera del Cuerpo de Jesús. Se afirma que algunos han derramado su sangre por Jesús, pero no puede decirse que esto haya venido de la fuerza del Espíritu Santo, pues lo que están defen­diendo es el “derecho” de promover el error. Si verdaderamente amaran a Jesús tanto para morir por él, habrían estado cumpliendo sus mandamientos (Jn. 14:23), uno de los cuales es el de ser miembro de Su Iglesia y recibirlo en la Santa Comunión.
  5. ... el Cuerpo episcopal, que sucede al Colegio de los Apóstoles en el magisterio y en el régimen pastoral, más aún, en el que perdura continuamente el Cuerpo apos­tólico, junto con su Cabeza, el Romano Pontífice, y nunca sin esta Cabeza, es tam­bién sujeto de la suprema y plena potestad sobre la Iglesia universal, si bien no puede ejercer dicha potestad sin el consentimiento del Romano Pontífice.” Lumen gentium
    1. la Iglesia Romana, por disposición del Señor, posee el principado de potestad ordina­ria sobre todas las otras, y que esta potestad de jurisdicción del Romano Pontífice, que es verdaderamente episcopal, es inmediata. A ella están obligados los pastores y los fieles, de cualquier rito y dignidad, tanto singular como colectivamente, por deber de subordinación jerárquica y verdadera obediencia ...de modo que, guardada la uni­dad con el Romano Pontífice, tanto de comunión como de profesión de la misma fe, la Iglesia de Cristo sea un solo rebaño bajo un único Supremo Pastor. Esta es la doctrina de la verdad católica, de la cual nadie puede apartarse sin menoscabo de su fe y su salvación.” Concilio Vaticano I Constitución Dogmática Pastor Aeternus
    2. Seria apartarse de la verdad y contradecir abiertamente a la constitucion divina de la iglesia, el pretender que cada uno de los obispos considerados aisladamente deban estar sometidos a la jurisdicción del romano pontífice pero que todos los obispos con­siderados en conjunto, no deban estarlo” León XIII Satis Cognitum
    3. Recta Razón: Jesucristo nombró a uno solo de sus apóstoles cabeza de su Iglesia; no a los doce. El que la cabeza consienta a cederle la suprema y plena potestad al cuer­po episcopal equivale a una abdicación de su responsabilidad, semejanto a la de Pila­tos cuando se lavó las manos dejando que fueran los judíos quienes crucificaran a Jesucristo.
  6. Los Musulmanes, junto con nosotros adoran al único Dios Misericordioso.” Lumen Gentium
    1. La Iglesia Católica enseña que Dios no puede ser verdaderamente adorado salvo dentro de su seno” — Papa San Gregorio Magno
    2. Solamente la Iglesia Católica preserva la adoración verdadera” Papa Pío XI
    3. Un adorador verdadero es uno cuya mente no ha sido contaminada con alguna cre­encia falsa” Papa León Magno
    4. Recta razón: Nadie puede adorar “junto con nosotros” a un Dios en que él no cree (la Santísima Trinidad). Nosotros no podemos adorar “junto con ellos” una deidad en que no creemos (que permite, por ejemplo, tener cuatro esposas, como lo dice el Korán). Nadie puede adorar “junto con nosotros” si no comparte la única fe verdadera. El Islam enseña que Jesús no es Dios y que en Dios sólo hay una persona; entonces ellos no creen en el Dios que nosotros adoramos. Por lo tanto, de ninguna manera pueden ellos adorar “con nosotros” a nuestro Dios. Ningún hombre puede adorar de modo alguno a un Dios en el que no cree, pues la Ley de la Oración es la Ley de la Creencia y viceversa. Si ellos creen en una deidad de una sola persona, eso es lo que ellos adoran, y de ninguna manera pueden “con nosotros” adorar a la Santísima Trini­dad, o a la Segunda Persona, que es un ser humano como nosotros en todo menos en el pecado y en que a la vez es Dios.
  7. quienes, ignorando sin culpa el Evangelio de Cristo y su Iglesia, buscan, no obstante, a Dios con un corazón sincero y se esfuerzan, bajo el influjo de la gracia, en cumplir con obras su voluntad, conocida mediante el juicio de la conciencia, pueden conseguir la salvación eterna” Lumen Gentium
    1. Confieso que el Señor dará por un muy justo castigo al fuego eterno e inextinguible a los malos que ya sea porque no sabían por Cristo o que, sabiéndolo, lo abandonaron por diversas transgresiones; para que ardan sin fin.” Papa Pelagio I
    2. La gracia salvadora de esta religión, la única religión verdadera, sólo a través de la cual está prometida realmente la verdadera salvación, nunca ha sido negada a nadie que fuera digno de ella, y quienquiera que careciera de ella era indigno de ella. Conse­cuentemente, aquéllos que no han oído el Evangelio y aquéllos que habiéndolo oído se han rehusado a venir a Cristo,o sea a creer en Él, todos éstos han perecido a su muerte; todos van en un solo montón a su condenación” San Agustín
    3. Es un error creer que existe una justicia natural por la cual, por las buenas obras y sin otra consideración, se prometa a los justos la vida eterna.” Papa San Pio V, bula Ex omnibus afflictionibus
    4. Actos que nazcan de la bondad natural tienen sólo la apariencia de virtud, no pueden por sí mismos durar ni pueden ameritar la salvación” Papa San Pío X
    5. Aquél que está separado del cuerpo de la Iglesia Católica, no obstante cuán digna de mérito pueda aparecer su conducta en otros aspectos, nunca gozará de vida eterna” Concilio de Cirta (regional)
    6. Pues ésta es la vida eterna: que puedan conocerte, el único Dios verdadero, y a Jesucristo a quien tú has enviado” (Juan 17:3)
    7. Recta Razón: Este error presupone que un hombre de buena voluntad puede pasar limpio a la muerte sin encontrar la verdad. Esto ha sido contradicho por tantos Conci­lios y Papas y por la Sagrada Escritura, que no pueden catalogarse todos en este comentario, y va directo en contra de la Justicia y Misericordia divina (1 Tim. 2:4). Este error pone a la conciencia del hombre por encima de la voluntad de Dios y hace a Dios mis­mo incognoscible. Este error afirma que Dios dará su gracia para ayudar a un hom­bre a llevar una vida buena pero no la dará para ayudar a ese hombre a encontrar a Dios y a su única Iglesia verdadera.
  8. Ni negará la Divina Providencia la asistencia necesaria para la salvación a aquéllos a quienes, sin culpa propia, todavía no han llegado a tener un conocimiento explíci­to de Dios, y que, no sin gracia; luchan por llevar una buena vida.Lumen Gen­tium
    1. No parece necesaria con necesidad de medio sino la fe en un solo Dios, pero no la fe explícita en el Remunerador.” Error condenado por el Papa San Inocente XI
    2. "Parecería que el hombre no está obligado a creer en nada explícitamente, pues nin­gún hombre está obligado a hacer lo que no está en sus facultades. Por el contrario, está escrito que 'Aquél que viene a Dios debe creer que Él existe, y que es un Remu­nerador para aquéllos que lo buscan' (Heb. 11:6). Por lo tanto, en lo que toca a los puntos primarios de los artículos de fe, el hombre está obligado a tener Fe. Tanto los hombres letrados como los hombres sencillos están obligados a una fe explícita en los misterios de Cristo, principalmente aquéllos proclamados y observados por toda la iglesia." Santo Tomás de Aquino
    3. La ruina de las almas es producida por esta sola causa: la ignorancia de estas verda­des tan sublimes, tan alejadas del entendimiento natural de las multitudes, las cuales no obstante deben ser conocidas por todos los hombres a fin de que puedan alcanzar la salvación eterna. Mantenemos positivamente que la voluntad del hombre no puede ser recta, ni su conducta buena, mientras su intelecto sea esclavo de crasa ignoran­cia. Esto afirmamos solemnemente: la mayoría de aquéllos que son condenados al castigo eterno caen en este perdurable infortunio por su ignorancia de los misterios de la Fe que deben necesariamente ser conocidas y creídas por todos los que pertene­cen a los Elegidos.” Papa San Pío X
    4. No obstante lo digna de elogio que en su propia opinión pueda ser su vida, quienquie­ra que esté separado de la Iglesia Católica, no habrá, por esta misma razón — que al mismo tiempo esté separado de la unidad de la Iglesia — ver la vida; más bien la ira de Dios caerá sobre él. En la Iglesia Católica hay tanto buenos como malos, pero aquéllos que están separados de ella no pueden ser buenos. Pues, aun cuando lo que dicen algunos de ellos parezca elogiable, empero su misma separación los hace malos de acuerdo con Nuestro Salvador 'Aquél que no está conmigo está contra mí' (Mt 12:30).” San Agustín
    5. Recta razón: Es ilógico sugerir que Dios en su Divina Providencia no le negará la ayu­da necesaria para salvarse a aquéllos que carecen del conocimiento explícito de la Fe única y verdadera si simultáneamente les niega la ayuda de este mismo conocimiento. El que el Vaticano II explícitamente lo sugiera es irrefutable. Pero el hecho es que, si este párrafo y el N° 7 huberan sido traducidos del latín con exactitud (y al menos yo no he visto que se haya hecho esto por editor o traductor alguno) podría haber sido acep­table: Aquí va: 'Aquéllos que sin falta de su parte, no conocen el Evangelio de Cristo, o de Su Iglesia, pero que sin embargo buscan a Dios con un corazón sincero y, movidos por la gracia, tratan en sus acciones hacer la voluntad de Él, de la manera como la conocen a través de los dictados de su conciencia — PUEDE QUE ellos también alcancen la salvación eterna. Ni la Divina Providencia habrá de negar la ayuda nece­saria para su salvación a aquéllos que, sin falta propia, AÚN NO han llegado a un conocimiento explícito de Dios y quienes no sin la ayuda de la gracia luchan por llevar una vida buena. Lo que sea de bueno o de verdad que se encuentre en ellos es consi­derado por la Iglesia como una preparación para el Evangelio, dada por Aquél que ilu­mina a todos los hombres para que A LA LARGA tengan vida'. El modo subjuntivo del latín está aquí explícito, denotando incertidumbre, duda, condi­ción futura, potenciali­dad, y es cuestionablemente dudoso. Las palabras de que Dios “no habrá de” negar­les la gracia a tales hombres (a aquéllos que “aún no” están en la Iglesia), como “pre­paración” para la Fe, para que al fin, “a la larga” PUEDE QUE tengan vida, etc. indican claramente una potencialidad futura. Si luego la frase “PUEDE QUE ellos obtengan la salvación (“ellos pueden obtener la salvación” en el “Credo” del Papa Pablo VI en el cual él está citando al Vaticano II) se toma en su obvio sentido futuro, ningún católico lo cuestionaría para nada. De manera interesante, Lumen Gentium N° 16 termina con la estipulación infalible: “Cuantos crean y sean bautizados serán salvados, y cuantos no crean serán condenados” (Abbot, p.35; Flannery p.368).

martes, 15 de abril de 2014

Hosanna in excelsis

Hosanna in excelsis
by Father Terzio

Taken from http://exorbe.blogspot.mx/2014/04/hosanna-in-excelsis.html

Translated from the Spanish by Roberto Hope


We have followed Him: from the Mount of Olives, we have walked among the people who acclaimed Him waving olive branches and golden palms. We also cut branches which looked like silver and silk when we swayed them as He passed, acclaiming him with the children and the youth who surrounded the donkey on which He rode. How beautiful His features! His face shines with light more luminous than the Sun; I don't know how to express it, but His look, serene and exquisite irradiates a splendor of peace, of grace. His deep eyes are, when they peer, a well of mercy, of compassion and haleness, reflecting purity, mystery, power, and humility at the same time, irresistible, wise, comforting, peaceful, and pious.
From the height of the Mount of Olives, we saw the beautiful vision of golden Jerusalem, golden its skies, golden its walls, golden the Temple. And we saw Him weeping, also with golden tears which from His eyes left a mark of sorrow with gold on his cheeks, and shined as gold tips on His beard. He wept for Jerusalem who did not recognize Him, for the Jerusalem that did not raise olive and palm branches as he passed, for those in Jerusalem who refused to open the door of their souls, and hardened their hearts as stone, insensible to His word. He wept bitterly, with slow sobs galled of the disappointments, treasons, denials, forsaking. He wept but did not cease to irradiate consolation; even when weeping He conveyed light and glory, peace, and grace.
When he reached the gates of the Holy City, the people laid their garments on his path, for Him to tread on them, and covered the way with twigs of myrtle and rosemary. Women uncovered their faces and opened their arms, blessing Him as if they were His mother, as though they were His wife. When He looked at them, they knelt, kissed His feet; with trembling and reverent shyness touched His hands, his tunic, tears flowing with emotion.
The eyes of the men who escorted Him also glittered. Some of his disciples, his Apostles, walked muttering psalms, almost ecstatic; others cheered with the crowd, fervently, expanding the joy of that spontaneous triumph afforded by the humble people who believed and loved Jesus the Nazarene.
Then, when we came back, I picked up and kept a small olive bough of those which remained laying on the ground after He passed. I kissed it as though I kissed the feet of the Nazarene and I put it on my chest as if I were treasuring the key to one hour of Glory with infinite instants of Heaven
He knows not what love is who loves Thee not,
celestial beauty, a husband so handsome
Your head is made of gold, and your tresses
are like the sprout which the palm embowers.
Your mouth is like an iris, which sheds
liquor at dawn; of ivory your neck;
Your hand the lathe and on its palm the seal
which the soul for disguise, hyacinths calls.
Oh God! What did I think of when, forsaking
so much beauty and the mortal ones, watching,
I lost that which I could be enjoying?
But if I am offended of so much time lost,
such great hurry I will afford, that one-hour loving
shall defeat so many years I wasted just pretending


~ Lope de Vega ~

sábado, 12 de abril de 2014

Windows to Evil

Windows to Evil
Jorge Doré

Translated from the Spanish by Roberto Hope
source: http://radiocristiandad.wordpress.com/2014/04/05/jorge-dore-ventanas-al-mal/

«Brothers, as custodians of God´s mysteries, raise and act. You who have before your eyes the devastation which others are perpetrating».
(Saint Athanasius, “Greek Patrology”; XXVII, 219)

The few Catholics who still struggle to keep the deposit of faith now watch, live and suffer in their own flesh and soul, the attacks of Satan's kingdom on earth. The toxic tides threaten the purity of the sands of our loved spiritual Galilee. And even more, it is an authoritarian fist which closes upon nations and societies with cruel totalitarianism, which already shows its impious repression against anything connected with Christ, in methodical preparation for a final stroke.
The embankments which for centuries had held the foretold iniquity and with this the evil incarnate, the second man of sorrows – sorrows which he will inflict upon humanity but which he will not bear upon himself – have been dismantled by anti-christian sappers who have taken over the ex-Catholic church. The current owners of the latter are members of secret societies which untiredly toil for the gradual accommodation of Christian doctrine to the expectations of the new world order, so many times praised openly by hierarchs such as Paul VI, John Paul II and Benedict XVI, who saw the only possibility for world peace in the UN.
Whence these lackeys of Lucifer, with throats of lamb but dragon aims, keep taking away Christ´s divinity, layer by layer, just as His tunic was torn off from Him at the foot of the Cross – to present Him as a Western Confucius, a simple moralizer, one more avatar who has occupied a certain niche of transition in history, now obsolete and surpassed. Its miracle powers attributed simply to legend, so that the image of Jesus can be subjected to him who, upon emerging, will demand to be idolized and will force the adoration of his effigy, overflow­ing with iniquity: the Man of Sin.
It is necessary to distort Christ in order to open the path to the glorification of His rival, who will be the personification and sum of all evils and sins which a human being can commit, the epitome of all iniquities fused into a single vile nature, fed with the false trinity of world, demon, and flesh.
The triumph of decadence
It is evident that the World has deteriorated rapidly since the first great hierarch and active participant in the final plot against the Catholic Church came to the fore: the anti-pope John XXIII. Coordinated attacks, more acerbic every day, by Christ's enemies outside and within religion, achieved not only the annihilation of the Christian defenses by means of retractions and of the Chuch's universal mea culpa, but also by the liquidation of its material goods, aside from the usurpation of all powers. And that way they left the legacy of a deceived fold which still follows them without becoming aware of their pilgrimage towards the spiritual slaughter­house. Because they no longer serve God.
Sequels of these catastrophic events are the moral anguish, the hunger and thirst for justice and the impotence of lucid Catholics' to act against this evil´s advance which overwhelms us. From more than one personal and daily Cross seems to spring this lamentation: Father, why hast Though abandoned us? Principle, this, of the sorrows of those who are to bear witness of Christ in the face of the hate and contempt of a humanity which has become allergic to light. But we honor the warning in the words of our Divine Teacher:
If the world hates you, know that it has hated me before you. If you were of this world, the world would love its own, but because you are not of the world, I chose you from the world beforehand; that is why the world hates you. Remember the word I have told you. The servant is not greater than his master. If they have persecuted me, so they will also persecute you, if they have kept my word, they will also keep yours." (John 15:18, 20)
Punishments and deceptions
Man will be harshly afflicted in the fulfillment of biblical prophecies. Maybe this warning escapes the futuristic sphere and we may already be suffering the Divine chastisement; well deserved by a vain, materialistic and arrogant humanity which, closing its wickets to eternity, has elected to walk in the dark, guided by voices which promise to build a paradise on Earth. Damned utopia this one, which still survives despite having put one hundred million to death in that paradise which was conceived by Marx and Lenin.
Aside from the unstoppable moral degradation sickening our society, insufflated by the same enemies which fed on the Church, – read Talmudic and cabalistic Judaism and its very useful idiots, masonry – we are at the mercy of its instituted cynicism, which propagates and consents humanity's moral anarchy, deceived by a false bull of individual liberty. Liberty which many supposedly Christians have used to self destruct, despising their only salvation life ring, Jesus Christ. But still sadder is that this liberty to self destruct should have been declared a human right in the conciliar Church's documents.
Our cunning enemies have braided the rope which our pathetic and stupefied Western Civili­zation is tying around its neck. So much so, that they have not hesitated to give us the gener­ous, and legal, offer of euthanasia, which is nothing other than assisted suicide, to eradicate us more quickly, pretending to make obsolete those words of Jesus Christ in the Garden of Gethsemane, which give metaphysical meaning to human suffering:
My Father, if Thou willst, let this chalice pass from me, but yet not my will but Thine be done”. (Matthew 26:39)
If we are not too dumb, we should ask ourselves: Is it not paradoxical that we should have such great preoccupation with the environment, global warming, and ozone layer depletion while we ignore legalized mass murder and its sequel of human waste which, instead of allowing us to enjoy a universe of lace, colors, and smiles are now used to heat long, cold and soulless hospital halls, as is done in England now?
How can we not see the human being's hypocritical preoccupation with the debatable intensity of solar rays while it stabs its own defenseless descendants in the mother's womb or, better said, in the tomb of the cruelest outrage, with a blood clot for seal and oblivion for a tombstone.
Although perhaps late, many people are beginning to wake up,
tired of the prevailing lies and stealth,
tired of the shameless corruption of soulless, anti-christian politicians,
tired of the insolence and the forced imposition of homosexual immorality on those who seek to preserve virtue and the integrity of the family,
tired of the malevolent deceit about the urgency and need for a world government,
tired of the corruption and psychological manipulation of the masses,
tired of the slanted information and the pertinaceous imbecileization of the public on the part of the media,
tired of the infamous expert panels which statistically and scientifically celebrate self- complacency, and immorality,
tired of the destruction of national identities by means of the injection of massive immigration,
tired of hearing that the nation´s arks are empty while enormous amounts of money are invested in subsidizing enemy causes and atrocious campaigns,
tired of the abuse and depredation of children and youth, manifested in shared restrooms and free condoms, given away in schools by the school system itself.
tired of the prohibition to pray in classrooms or refectories or to hang crucifixes in school rooms.
tired of the indoctrination of youth in the infamous gender ideology (a diabolic triumph of subjectivism over objectivism)
tired of books plagued with malicious doctrines to instigate Christ´s rejection on youth or their embarrassment of Him.
tired of the State´s intromission on citizen's private lives,
tired of the discrimination against Our Lord and His followers, who are assassinated, harassed and mocked, news of which are silenced everywhere, they being victims and undeniable targets of the secret and universal program of Christian eradication.
Yes, many of us live weary of the cynicism with which decent citizens are accused of being homophobic, racist, anti-semitic, intolerant, unjust, anti-social, and now also abortiphobic, and we are being deprived of legal rights and protection, while these are granted to the children of the last social revolution, those who enjoy sloshing in sin and vice, to all that impudent, mali­cious and corrupt crowd which, as long as their carnal desires are satisfied and they can boast of their progressivism, they spit with joy on Christ's cross without the least qualm of rotting a civilization to its roots. They nevertheless, try to make the rest of us catatonic with the terror of global warming.
It is our duty not to let ourselves be turned into imbeciles by the enemy. There are too many victims and too many lepers infected to the bone marrow. Millions of Christians have been stripped of the cross around their neck and now in its place bears the name of the latest pop singer, of the latest sports personality or of the character of some morally pernicious show.
Christ is our guide and they want to get rid of Him. This is a fight to death. The Earth's ozone hole is nothing compared with the moral vacuum by which Western civilization is crumbling down to a bottomless pit.
Satan's heralds
This and no other is the world which entered through the windows opened by John XXIII when he announced the fateful milestone of the Second Vatican Council. This herald of Satan, sweetened in the media with “The good pope” pet name so as to enhance his public image will soon be elevated to the altars of the catholic counter-church, as an example of a sanctity in which even he did not believe, nor do those who in one way or another will carry out his imminent and fraudulent canonization. Vain, as a matter of fact, as any other work of Satan, who every so often seems to forget these words of Christ:
Without me, you can do nothing.” (John 15:5)
A canonization that can only be interpreted as a mockery of Christ, and which will anesthe­size dormant pseudo-Catholics still more, who will find in this new devotion another hook to swallow, –for being evil's lackeys and credulous– along with the heavy sinker of their diso­bedient obedience, because they don't come to realize that they are serving Satan and liking it. A canonization which is a hidden prize to the first soldier who fought against the mystical body and opened the door to secret societies, so that they could undertake the doctrinal demolition of the Christian citadel with their hammers, chisels and tight-fitting aprons.
And along with that of John XXIII, the canonization of another corrupter of the faith as has never been before in the entire history of the Church: John Paul II. These two scandalous enemies of Christ took great pleasure – before an ignorant and flabby Christianity which still sighs for them – vexing the bride of Christ and humiliating her before the world, and silencing the Mother of God by never permitting that her third secret be made public, as the devious­ness of Rome came to light again when they proclaimed a falsified message (passing it off as the third secret of Fatima) which, however, omitted the warning of the terrible apostasy of the conciliar church and with that, the connection of our time with the eschatological prophesies. False message accepted only by those with a blind disposition and, obviously, dictated by the father of lies.
And as if that were not more than enough, the cause remains open for the beatification of antichrist Paul VI, who began the concubinage with Satan's synagogue, and in the last ses­sion of Vatican II confided to his intimate friend, Jean Guitton, that: “I am about to sound the seven trumpets of Apocalypse”. Disturbing confession of one who should have rather thought about bringing the peace of Christ on earth.
History epilogue?
We are witnessing the banishment of men of good will, the exile of virtue, the burying of the faith in Christ. We are entering territory where apart from the physical stars, Christ's sun will cease to shed light and the moon of the Virgin will not shine. Man's wish to liberate himself from God will finally be granted. And in dumping the sails and masts overboard of what should have been his ark of salvation, the ship will be left at the command of he who will steer it in the darkness of its fetid bilge. A just Divine concession to an ungrateful mankind who, for a time, will suffer the chastisement of a raging Nature plus the cruelty of the beast which it will deify instead of the Anointed.
We have reached a historical moment which makes one suppose that the spiritual and moral decay, has no way to turn around. All seems to indicate that the apocalyptic prophecies are in utter fulfillment. It is impossible that a Pope emerges in Rome who will attempt to turn back the calamity brought about by the conciliar mitered apostates and who, in addition, can get elected in an honest ballot beyond the reach of masonry's power.
Who remains validly ordained to occupy the position? validity lost when the new post-conciliar rite of holy orders was altered by the modernists to empty it of content –with the consent of Paul VI– and imposed on June 18, 1968. Who is Catholic in Rome? Who is there in the stables of Asmodeus –as Our Lady of La Salette called the corrupt temples and churches– who has kept the holy deposit of faith uncontaminated?
It rather seems that we are getting closer to the advent of the false prophet: that man harden­ed in heresy and apostasy and –as though they were spiritual pustules– impregnated with anathemas he disdains, who will work as the right-hand man of the Antichrist.
False prophet this who will send out his own personal anathemas on those Catholics remaining, inciting their persecution under the excuse of a bogus zeal for a false “truth”
When the plenitude of the number of the beast has been fulfilled to the last digit when the sum of all abominations that the Antichrist will be capable of doing is completed, the wrath of God will fall upon him to free the faithful again from the captivity of the sin surrounding.
It is possible that the cry “It has fallen, it has fallen, the Great Babylon...” (Apocalypse 14:8) means a spiritual fall followed by a physical one later.
Should this be true, maybe the first fall has been fulfilled with the loss of faith of the counter­church in Rome, and the only thing pending is to see the physical destruction of what no longer deserves to remain standing without the backing of the Holy Spirit.
The times of our new liberation are in the hands of the Father. The will to wake, pray, and bear witness of Christ –with the aid of God's grace– is in ours.

¡Come, oh Lord Jesus!