domingo, 6 de diciembre de 2015

Ataques al Tomismo. 3

Ataques al Tomismo

Un ensayo histórico teológico

Por John Lamont

(Continuación)


III: Reginald Garrigou-Lagrange

La descripción del neo-modernismo hecha arriba nos permitirá comprender por completo la importancia de la obra del Padre Reginald Garrigou-Lagrange O.P. El Padre Brian van Hove intenta un nada atípico asesinato de carácter de este teólogo dominico en su artículo sobre Humani Generis que publicó en la revista Homiletic and Pastoral Review. Este intento debe ser comentado antes de considerar la significación teológica de Garrigou-Lagrange.

El Padre van Hove hace gran cosa del apoyo dado por Garrigou-Lagrange a la Francia de Vichy. Este apoyo era compartido por la mayoría de los franceses en 1940, por la mayoría de los católicos franceses y por la jerarquía católica. El primado de Francia, Cardenal Pierre Gerlier, saludó a Pétain con estas palabras: 'Pétain, c’est la France, et la France, aujourd’hui, c’est Pétain' (Petain es Francia, y ahora Francia es Petain). Los obispos franceses llegaron hasta a condenar los actos de la Resistencia Francesa como 'actos de terrorismo' en una declaración publicada el 17 de febrero de 1944. El Cardenal Suhard, Arzobispo de París durante la ocupación, fue el partidario más importante de los opositores teológicos de Garrigou-Lagrange en la jerarquía francesa. Su carta pastoral emitida en la Cuaresma de 1947,  'Essor ou déclin de l'Eglise' (Crecimiento o declinación de la Iglesia) fue el primer acto abierto en favor del neo-modernismo por parte de un obispo; en él se presentaba el neo-modernismo como la clave para el crecimiento de la Iglesia, y en cambio el apoyo a los tomistas se presentaba como lo que garantizaría su declinación. Él también era partidario de Vichy, enemigo de la Resistencia Francesa (cuyas actividades tachaba de terroristas) y celoso colaborador de la ocupación alemana. 13 Esta colaboración llevó al dominico Raymond-Léopold Bruckberger, héroe condecorado de la Resistencia, a tomar parte en la exclusión de Suhard de la misa que se celebró en su propia catedral, para festejar la liberación de Paris en 1944; pero Bruckberger, antiguo editor de la Revue Thomiste, tomó la misma postura sobre el neo-modernismo que Garrigou-Lagrange.14

Por lo tanto, no se pueden asociar las opiniones teológicas de Garrigou-Lagrange con el apoyo al gobierno de Vichy. Ni, contrariamente a la vil calumnia contra Garrigou-Lagrange, se puede identificar el apoyo a Vichy con el apoyo a la persecución de los judíos.  El Cardenal Gerlier fue llamado 'recto entre las naciones' por el memorial Yad Vashem del Holocausto, por los esfuerzos que hizo por judíos para que escaparan de la persecución. Como lo ha demostrado Limore Yagil 15, los franceses que activamente salvaron a judíos del holocausto incluyeron por igual a partidarios y a no partidarios del gobierno de Vichy. Garrigou-Lagrange nunca participó en la persecución de los judíos ni en las medidas anti-semitas del gobierno de Vichy. En la Sorbona había sido discípulo de importantes pensadores judíos – Durkheim, Lévy-Bruhl, y Bergson – a quienes respetaba y con quienes se mantuvo en contacto, lo cual no es la marca de un anti-semita.

Con respecto a la supuesta conexión de Garrigou-Lagrange con la fanática organización de derecha Action Française; antes de 1926 fue uña y carne con una de las figuras más prominentes de Action Française ... Jacques Maritain. La colaboración entre ellos, sin embargo, fue una puramente en los campos filosófico y teológico. A diferencia de Maritain, Garrigou-Lagrange nunca estuvo activo en política. Action Française fue condenada por el Papa Pío XI en 1926, y Garrigou-Lagrange jamás se opuso a esta condena; y después de esa condena nunca hubo sospecha de que apoyara a Action Française o siquiera de que hubiera querido hacerlo. El rompimiento de Garrigou-Lagrange con Maritain no estuvo relacionado con Action Française ni con Vichy. Ocurrió en 1936, sobre la cuestión de si los católicos estaban o no obligados a apoyar a Franco en su lucha contra los Republicanos españoles. Garrigou-Lagrange tenía la opinión de que sí era su obligación, pero Maritain opinaba que no deberían apoyar a Franco. Ya que la República Española estaba dominada por comunistas ― la NKVD tenía manos libres para llevar a cabo ejecuciones en la España Republicana ― y se había determinado a destruir a la Iglesia por medio de asesinatos al por mayor, Garrigou-Lagrange no puede ser condenado por su postura sobre esta cuestión.16

Las calumnias que se han dirigido contra Garrigou-Lagrange están en pleno contraste con su vida ejemplar. Además de su gran logro intelectual, sobresalía en su devoción a la enseñanza y a la liturgia, en su ascetismo y en su ayuda a los pobres.

El abuso que el Padre van Hove hace de Garrigou-Lagrange es un ejemplo característico de la propaganda anti-tomista. Su intento de desacreditar cualquier resurgimiento de interés en la obra de Garrigou-Lagrange hace surgir dudas en la mente de un lector inquisitivo. ¿Por qué elegír como objetivo a este tomista en particular, especialmente si su obra era 'cuando mucho secundaria'?

La respuesta es que Garrigou-Lagrange jugó un papel crucial en la batalla contra el resurgimiento del modernismo a mediados del Siglo XX. En una serie de artículos publicados a finales de los cuarenta17  previno sobre el resurgimiento de las ideas modernistas, afirmó que esas ideas eran heréticas, identificó los principios de este neo-modernismo y sometió esos principios a críticas devastadoras. Otros teólogos también hicieron algo de eso,18 pero Garrigou-Lagrange fue el único que hizo ambas cosas: refutar totalmente el neo-modernismo así como declarar que era herético y que había de ser tratado como tal. Su iniciativa fue una precursora importante de la posterior condenación del neo-modernismo en la encíclica Humani Generis, como lo dice el Padre von Hove. Pero es su contribución intelectual a la defensa de la fe lo que es más significante para los neo-modernistas de hoy en día, porque su rehabilitación académica constituye un peligro para esa escuela de pensamiento.

La cuestión de la rehabilitación académica de Garrigou-Lagrange hace importante considerar si los neo-modernistas estaban en lo correcto en alegar su superioridad sobre sus oponentes tomistas en el primero y legítimo sentido de “consciencia histórica” ― aquél de conocimiento histórico ― y en habilidad académica en general. Esta afirmación no puede sostenerse. Es por supuesto absurdo cuando se le aplica al tomista Etienne Gilson, quien rechazaba el perepectivismo histórico de los neo-modernistas.19 En cuanto a Garrigou-Lagrange: él ciertamente defendía a los escolásticos barrocos como intérpretes de Santo Tomás con mayor fuerza que lo que ameritaba, pero esta postura constituía una característica secundaria de su obra en el campo de la filosofía, que incorporaba una intelección bien informada de las fuentes históricas de las posturas que él trataba. Su obra en el campo de teología espiritual constituyó una recuperación importante del propio pensamiento de Santo Tomás, demostrando que, para Santo Tomás, la contemplación era algo que todos los cristianos están llamados a practicar, no sólo unos cuantos elegidos. Esta obra fue una pieza de redescubrimiento histórico más concreta y valiosa que todo lo que habían logrado los nouvels théologiens. Ninguno de los nouvels théologiens podía haber dado una explicación satisfactoria del contenido e importancia de cualquiera de las 24 tesis tomistas; no se diga haber propuesto una crítica filosófica efectiva de ellas.
El conocimiento erudito y la capacidad de Garrigou-Lagrange significaba que entendía perfectamente la naturaleza del neo-modernismo y la amenaza que representaba. Parte de su conocimiento de este movimiento se basaba en su experiencia personal de la historia; había experimentado la crisis modernista original de primera mano, asistiendo a conferencias del prominente modernista francés Alfred Loisy, y publicando su primer libro en 1908 que atacaba al modernista Edouard Le Roy. Su respuesta al neo-modernismo fue exactamente el opuesto de la caricatura propagandística del tomismo.

Una característica de esta caricatura es la acusación de que Garrigou-Lagrange calumnió como herejes a fieles teólogos católicos. Dado que los teólogos que él comentaba estaban de hecho impulsando posturas heréticas, no habría habido calumnia al denunciarlos como tales. Pero de hecho él hacía énfasis en que lo que él consideraba eran las posturas intelectuales y no la fe de aquellos que las sostenían. Él expresó su completa confianza en la fe personal de Blondel, a quien había conocido desde hacía muchos años, y afirmó que Blondel no asentía a las conclusiones heréticas que de hecho se derivaban de algunas de sus expresiones.

Los tomistas eran atacados diciendo que distorsionaban y tergiversaban las opiniones de sus oponentes. La pieza central de la crítica de Garrigou-Lagrange al neo-modernismo fue una explicación detallada y exacta de la propia tesis neo-modernista. Se enfocó en las expresiones de esta tesis de Henri Bouillard, que había afirmado que una verdad inmutable sólo puede expresarse, conforme la historia avanza cambiando los conceptos que contiene. Bouillard decía que si los conceptos permanecen iguales cuando el conocimiento ha avanzado, un enunciado que alguna vez fue cierto se vuelve falso. Garrigou-Lagrange señalaba que la postura de Bouillard no era lo mismo que los argumentos que dicen que I) cuando el lenguaje que se utiliza para expresar enunciados cambia su significado es necesario utilizar nuevas expresiones lingüísticas para transmitir ideas que antiguamente se expresaban con el lenguage antiguo y que II) no se puede entender lo que querían decir los enunciados pasados si no se conocen el lenguaje, las maneras de pensar y el contexto histórico en la época en que se expresaron. Él observaba que estas aserciones son obvias y que nadie las discute, pero que eso no es lo que dice Bouillard. Mediante un examen cuidadoso y completo de la obra de Bouillard, él demuestra que lo que Bouilllard quiere decir es precisamente que los conceptos involucrados en la enseñanza católica deben cambiarse.

Garrigou-Lagrange da un ejemplo claro de este tipo, que solía promoverse en los círculos católicos de esa época. Algunos teólogos afirmaban que aun cuando el término 'Adán' utilizado en la Sagrada Escritura y en el Concilio de Trento como un nombre propio, que se refiere a un solo individuo que fue el padre de toda la raza humana, el avance del conocimiento científico ― que supuestamente había probado falsa la existencia de un padre único de la raza humana ― exigía que el término 'Adán' fuese reinterpretado ahora como un nombre colectivo, refiriéndose al grupo que constituyó los ancestros originales de la humanidad.

Debemos ser claros acerca del argumento neo-modernista que se plantea en este caso. No significa simplemente que un significado de la palabra 'Adán' deba reemplazarse por otro; es la exigencia de este cambio, junto con el argumento de que al hacerse este reemplazo, por 'Adán' deba ahora entenderse un nombre colectivo, estemos haciendo la misma afirmación que se hacía cuando por 'Adán' se entendía el nombre propio de un solo individuo y que con ello no estemos negando la verdad de las afirmaciones hechas en la Sagrada Escritura y en los concilios que, por 'Adán' entendían un solo individuo y no un grupo.

Expresada así llanamente, la postura neo-modernista es, con razón, considerada absurda por la mayoría de la gente; pero no era presentada así llanamente ― por obvias razones ― en la polémica neo-modernista. La aportación de Garrigou-Lagrange fue el ver que esto era lo que los neo-modernistas creían, y probar falsa la base filosófica de su postura. Él señaló que lo que entendían por verdad lleva a la negación del principio de no contradicción, lo cual significa un suicidio intelectual. La idea de que podemos mantener la misma afirmación cuando cambiamos los conceptos que la forman es un sinsentido; una afirmación es sólo un sujeto que tiene un significado y un predicado que tiene un significado, unidos para hacer una aseveración acerca de la realidad. Si se cambian los significados del sujeto o del predicado, se cambia la aseveración que se hace. En respuesta al componente filosófico del persepectivismo histórico, Garrigou-Lagrange defendió el realismo aristoteliano, que mantiene que nuestros conceptos pueden captar las cosas como son, porque el contenido de estos conceptos es proveído por realidades extra-mentales.

Los neo-modernistas apelaban esencialmente al pensamiento contemporáneo, que presentaban como algo que demostraba la verdad de su postura y exigía que fuera adoptada. Garrigou-Lagrange señalaba que las ideas del neo-modernismo de ningun manera eran nuevas. En filosofía, estaban basadas en conceptos filosóficos del pensamiento que habían surgido de Kant y de Hume, y más remotamente del nominalismo. En realidad, compartían características esenciales con los antiguos escépticos y sofistas; así fue por qué las posturas de Aristóteles sobre el realismo y la ley de no contradicción, que fueron utilizadas por Garrigou-Lagrange en su disquisición, son relevantes directamente a la postura neo-modernista. En teología, Garrigou-Lagrange llamó la atención al hecho de que la concepción neo-modernista del dogma revivía la postura del teólogo del siglo XIX, Anton Günther, cuyas opiniones habían sido condenadas por el Primer Concilio Vaticano en 1870.

Con su discusión sobre los orígenes históricos del neo-modernismo, Garrigou-Lagrange abre la puerta hacia una comprensión más profunda de la bancarrota intelectual de ese movimiento. El neo-modernismo, por supuesto, es auto-refutante, como se explica arriba, pues su aserción acerca de los límites del pensamiento humano es, en sí misma, una aserción universal de la propia clase cuya verdad descarta. Pero esta aserción descansa también en una falla histórica básica, que niega los argumentos neo-modernistas de percepción histórica. Su perspectivismo histórico borra el vínculo que existe entre el pensamiento de distintas épocas históricas, las cuales, con todo y sus diferencias, se unen en un interés por muchas de las mismas cuestiones fundamentales. Los sofistas, los antiguos escépticos y los herejes arrianos mantenían posturas que se hallan ahora en quienes se oponen a la fe católica; y los católicos contemporáneos a quienes ellos se oponen se adhieren a posturas que pueden hallarse en Aristóteles, en San Atanasio y en San Agustín. El perspectivismo histórico de los neo-modernistas surgió de las limitaciones intelectuales que ellos falsamente le atribuían a Garrigou-Lagrange. Es la reacción de gente que no puede aceptar ni hacerle frente a puntos de vista distintos de los suyos; que como resultado de ello son incapaces de reconocer cuestiones y problemas universales cuando están contenidos en formas de pensamiento que les son desconocidas. La insistencia neo-modernista de llevar la doctrina a confomarse con el pensamiento contemporáneo es parcialmente una consecuencia de estas limitaciones. En un encuentro entre la fe católica y el pensamiento contemporáneo, la alternativa a una rendición de este tipo es adquirir un conocimiento profundo de las posturas filosóficas contemporáneas, determinando exactamente cómo se relacionan con la enseñanza católica, y demostrando la superioridad intelectual de la fe.  Los neo-modernistas carecían de la capacidad intelectual para este proyecto; de manera que llevarlo a cabo estaba fuera de discusión, y en vez de ello tomaron la opción de rendirse.

Conclusión

El éxito de los neo-modernistas para conquistar el poder en la iglesia fue debido en parte a su habilidad práctica y a las condiciones favorables que existieron para ellos en la Iglesia. Aprendieron de la primera crisis modernista cómo lidiar con la oposición del magisterio; en la alta jerarquía de la iglesia no se tuvo la voluntad de tomar medidas drásticas contra ellos del tipo que había sido usado exitosamente por San Pío X, y no se creía que existiera la necesidad de tomar tales medidas ― Pío XII parece haber pensado que su ya olvidada encíclica Humani Generis había tratado la cuestión de manera adecuada; pero por razones que no se entienden claramente, el clero y los obispos fueron más receptivos al mensaje de los neo-modernistas de lo que había sido el caso 40 años antes.

El carácer proteico de sus posturas fue también clave para su éxito. La idea de que la doctrina deba ser adaptada al pensamiento del día no especifica qué adaptaciones deben hacerse. Esto permitió a los neo-modernistas ser todas las cosas para todos los hombres, adaptando su atractivo a los deseos particulares de cualquier auditorio. Esto hizo posible concertar alianzas con elementos poderosos en la Iglesia que eran atraídos, no por el neo-modernismo como tal, sino por el abandono de doctrinas particulares que consideraban inconvenientes o les repelían. Todas esas doctrinas trataban de una u otra manera con el carácter exclusivo de la Iglesia Católica como medio de salvación; la conceptuación de los cristianos no católicos como herejes o cismáticos, la calificación de las religiones no cristianas como caminos a la condenación del alma, la insistencia de que el estado debe reconocer y apoyar la fe católica como única religión verdadera. Estas alianzas fueron las que permitieron a los neo-modernistas alcanzar hegemonía en la Iglesia, y es el apoyo de estos aliados lo que a esta fecha previene tomar cualquier medida contra el neo-modernismo por las autoridades eclesiásticas. Tales medidas exigirían hacer cumplir toda la doctrina católica, lo cual implicaría un retorno al exclusivismo que les parece intolerable; les parece preferible en último análisis aceptar y promover a aquéllos que rechazan toda esa doctrina.

La clave para la conquista del poder por los neo-modernistas es también, sin embargo, la razón de su fracaso en mantener una cultura religiosa. El neo-modernismo no es como el protestantismo, que comprende ideas con algún contenido positivo, así como también constituye un rechazo al catolicismo. Estas ideas ― justificación por la fe y otras por el estilo ― no son correctas, pero dicen algo sustancial y tienen un atractivo que puede hacer surgir un movimiento importante. El neo-modernismo, sin embargo, en un nivel religioso es una tesis puramente negativa. Como resultado, carece de una fuerza atrayente propia, y las estructuras eclesiásticas que caen en sus garras eventualmente acaban muriéndose ― proceso que es ahora visible en todo el mundo. Esto es algo que, en un nivel natural, permitió la supervivencia del tomismo, a pesar de las medidas drásticas que se tomaron para tratar de desarraigarlo de la Iglesia. A diferencia del neo-modernismo, tiene algo positivo y sustancial que decir. Además, lo que tiene que decir es de hecho la verdad. Esto de ninguna manera es garantía de un amplio éxito, pero asegura la existencia continua del tomismo en la pequeña comunidad de buenos académicos que están interesados en la verdad y en posición de descubrirla. Que si se extenderá mucho más allá de esta comunidad en el futuro es cosa que no se sabe, pero es indudable que su futuro muestra más promesa que el del neo-modernismo.

Bibliografía
9 Sobre el neo-modernismo de Rahner, ver John Lamont, ‘The historical conditioning of church doctrine’, The Thomist 1996, vol. 60, pp. 511-535.
10 El impacto del redescubrimiento de Santo Tomás fue sentido en metafísica, antropología filosófica, ética, filosofía poltica, lógica filosofíca y jurisprudencia – un amplio campo. Una bibliografía completa de este impacto sería enorme. Peter Geach, Elizabeth Anscombe, Alasdair Macintyre, Michel Villey, John Haldane, Gyula Klima, Philippa Foot, y Anthony Kenny son figuras importantes de este renacimiento.
12 Estos cambios han sido explorados de la manera más completa en el campo de teología moral; ver John Lamont, ‘Conscience, freedom, rights: idols of the Enlightenment religion’, The Thomist 73 (2009), para una disquisición y mayores referencias.
12 Bouillard afirmó en 1973 que Blondel fue una inspiración principal de su propio pensamiento, y que las posturas de Blondel habían llegado a reconocerse como correcta: ver H. Bouillard, 'Ce que la théologie doit à la pensée de Maurice Blondel', Journées d’inauguration 30-31 mars 1973. Textes des interventions (Centre d’archives Maurice Blondel), (Louvain: Éditions de l’Institut supérieur de philosophie, 1974).
13 Otto Abetz, el embajador alemán en Paris, reportó in 1940 que  el ‘Cardenal Suhard me asegura que el clero francés está preparado para actuar en colaboración con Alemania’: Carmen Callil, Bad Faith (London: Vintage, 2007), p. 239.
14 Ver M. Labourdette, M.-J. Nicolas, R.-L. Bruckberger et al., Dialogue théologique, pièces du débat entre 'La Revue Thomiste' d’une part et les R.R. P.P. de Lubac, Daniélou, Bouillard, Fessard, von Balthasar, SJ, d’autre part (Saint-Maximin: Les Arcades, 1947).
15 Ver Limore Yagil, Chrétiens et Juifs sous Vichy, 1940–44: sauvetage et désobéissance civile (Paris: Cerf, 2005).
16 Otra causa de la división entre Garrigou-Lagrange y Maritain fue la postura sobre la Iglesia, el estado y la sociedad que Maritain comenó a impulsar en los 1930s. Garrigou-Lagrange pensaba que Maritain mantenía la postura que Montalembert había defendido en el siglo XIX – proponiendo una 'Iglesia libre en un Estado libre' – y esa había sido condenada por la encíclica Quanta Cura: ver la carta de Garrigou-Lagrange's de 28 Sep.1946 al Padre. Julio Meinvieille. El analysis hecho por Garrigou-Lagrange's de la postura de  Maritain's es una plausible, y su fidelidad a la enseñanza papal no era una  falta en un católico y un teólogo.
17Los artículos están útilmente reunidos aquí: https://archive.org/details/7NouvelleThologieRefutationsInAngelicum.
18 La primera reaparición abierta del modernismo occurrió in las obras de Louis Charlier, Essai sur le Problème Théologique (Thuillies; Ramgal, 1938) y de Marie-Dominique Chenu, Une ecole de teólogie:le Saulchoir (Paris: Cerf, 1985, impresa originalmente en forma privada en 1937). Esta reaparición fue denunciada por Pietro Parente en 'Nuove tendenze teologiche', L'Osservatore Romano, February 9-10, 1942 – el artículo en el cual se originó el término 'nouvelle théologie' –  y condujo a sanciones Romans contra estos eruditos. El episodio fue bien descrito por Robert Guelluy en 'Les antécédants de l’encyclique Humani Generis dans les sanctions romaines de 1942: Chenu, Charlier, Draguet', Revue d’histoire ecclésiastique 81 (1986): 421-497. René Draguet, profesor de teología fundamental de la Universidad de Lovaina, era citado por los neo-modernistas en sustento a sus opiniones, pero no aceptó el neo-modernismo (como lo señala Guelluy). Fue removido de su cargo de enseñanza de  teología en Lovaina como parte de las sanciones de Roma contra el neo-modernismo, y se hizo, en cambio, un renombrado especialista en patrística oriental; su castigo es el único caso real de la supuestamente extendida práctica de dar castigos injustos por herejía a teólogos católicos que eran fieles. La defensa de la tesis modernista fue tomada entonces por Jean Daniélou y Henri Bouillard. El neo-modernismo de este ulterior grupo fue criticado por los Dominicos de Toulouse en una serie de artículos que fueron coleccionados en M. Labourdette, M.-J. Nicolas, R.-L. Bruckberger et al., Dialogue théologique, pièces du débat entre 'La Revue Thomiste' d’une part et les R.R. P.P. de Lubac, Daniélou, Bouillard, Fessard, von Balthasar, SJ, d’autre part (Saint-Maximin: Les Arcades, 1947). Los Dominicos plantearon un potente caso intelectual contra el neo-modernismo, pero fueron intimidados por sus oponentes Jesuitas, y no se atrevieron a pedir claramente la condenación magisterial de las opiniones de éstos.
19 Con respecto e este rechazo ver 'Correspondance Étienne Gilson - Michel Labourdette,' Revue thomiste 94 (1994): 479-529.
[En todo caso, favor de referirse a la publicación original en Rorate Caeli, authorizada por el autor.]

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