50
años de Sacrosanctum Concilium y lo que el Concilio ha producido
La
Destrucción del Rito Romano
Traducido por
Roberto Hope de la version inglesa publicada en Internet por Rorate
Caeli:
http://rorate-caeli.blogspot.com/2013/12/50-years-of-sacrosanctum-concilium-and.html
En la celebración del quinquagésimo
aniversario de la promulgación de la Constitución sobre la Liturgia
Divina (Sacrosanctum Concilium), del Segundo Concilio
Ecuménico del Vaticano, presentamos aquí el epílogo del libro El
Rito Romano Antiguo y Nuevo, por Don Pietro Leone Monselice,
pseudónimo que utiliza un sacerdote que celebra exclusivamente la
misa tradicional en una diócesis de alguna parte de Italia. Si
fuera él un sacerdote que favoreciera la ordenación de mujeres no
tendría necesidad de temer represalias, pero sucede que es un
sacerdote que defiende la obvia y clara superioridad del Rito Romano
Tradicional, y si es castigado por eso, no será él quien lo sufra,
sino aquellos fieles a quienes actualmente sirve, quienes podrían
quedar privados de esas misas con regularidad. Esa triste y pequeña
aberración es sólo un ejemplo del nuevo y bizarro mundo
fundado (a sabiendas o no) por los Padres del Vaticano II cuando (a
sabiendas o no) le solicitaron a Pablo VI que “reformara” el Rito
Romano.
Epílogo
Causas y efectos de la Destrucción
del Rito Romano
A fin de comprender mejor la
destrucción de la antigua liturgia, terminaremos este ensayo con una
breve mirada a sus efectos y sus causas. Primero expondremos sus
efectos y luego sus causas. Procederemos en este orden, porque
aquéllos son más evidentes que éstas y, una vez que hayamos
establecido los efectos, nos ayudarán a identificar las causas.
Veremos primero los efectos en el Nuevo Rito y luego en la
Iglesia misma.
A. Efectos del Novus Ordo Missae
El propio Cardenal Ratzinger, en su
prefacio a “Reforma de la Liturgia Romana” por Monseñor
Klaus Gamber, calificó al nuevo rito como una 'patraña' [1],
y en la siguiente oración una ´falsificación' [2].
Mons.. Gamber la llamó un 'tumor'[3]. Apoyándonos principalmente en el material que hemos presentado en este ensayo,
procedemos a identificar los cinco principales defectos del Nuev
Rito[4].
1. Se tergiversa la Fe:
Hemos mostrado cómo la Nueva Misa se
representa como una cena; cómo se desdibujan la Persona y la Divinidad
de Jesús; cómo se minimizan el pecado, el Juicio Final, el
Infierno, el Demonio, la imitación de Cristo y la vida
ascética. La Fe ya no se presenta como la Verdad última [5],
ni la vida de la Fe como una lucha espiritual contra los poderes de
las tinieblas, ni como un asunto de vida eterna o muerte eterna.
En vez de hacerlo así, la Fe se
presenta como una colección de narraciones edificantes, y la vida de
la Fe como un compromiso a una cierta meta futura e indefinida.
Términos nebulosos tales como 'pueblo de Dios', 'comunidad'
[6], y 'solidaridad' reemplazan a aquéllos como Iglesia y
Caridad, y hasta la Persona de Dios Padre y la de Jesucristo son
transformados en conceptos vagos y abstractos.
2. El Culto a Dios se pone en riesgo
La Nueva Misa ya no manifiesta las
más profundas Verdades de la Fe: La Presencia del Señor en la
Eucaristía, su Muerte en la Cruz del Calvario; ya no responde a las
necesidades más profundas del corazón humano: el deseo de ser amado
por Dios con un amor perfecto, para recibir a Dios mismo adentro del
alma; amar a Dios con todo el ser, para ofrecerse uno enteramente a
Él.
Se desalienta el hacer genuflexiones,
el arrodillarse y el silencio; la introspección se hace casi
imposible por el ruido constante y por la interacción del celebrante
con los fieles, todo lo cual expresa no otra cosa que la celebración
de la comunidad por ella misma
3. Se Aleja a los Fieles
Con la Fe y la Misa vaciados de su
contenido (hablando subjetivamente) no queda incentivo para asistir a
misa, excepto para los devotos. Para los demás, la asistencia se
vuelve simplemente un asunto de convencionalismo, o de
costumbre, o de interés meramente cultural. Situación similar
ocurre con relación al matrimonio sacramental y al bautismo. La
caída en la asistencia a la Misa conforme al nuevo rito representa
una etapa intermedia en su vía de extinción[7].
4. Se Reducen las Gracias
Se reducen las gracias porque se
dicen menos misas, porque las oraciones en estas misas son más
escasas, y porque la devoción con que se dicen estas oraciones es
menor.
Hay menos misas debido a la multitud
de concelebraciones, en las que, dado que Jesucristo Nuestro Señor
es el principal celebrante de la misa, sólo será una misa la
celebrada, no importando cuánto sea el número de concelebrantes que
participe [8].
Además, debido a que fueron
eliminadas muchas de las oraciones que se dicen en la Misa del Rito
Antiguo, habrá muchas menos gracias; también por esta razón, menos
gracias son recibidas por aquél que pide menos. Como ejemplos
tomamos la supresión de las oraciones que preparan para una devota
Sagrada Comunión, todas las oraciones a Santa María Virgen, a los
papas, a los mártires, y a los santos apóstoles Pedro y Pablo, como
se dice arriba. Como un ejemplo particularmente atroz tenemos la
supresión de la oración a San Miguel Arcángel al teminar la misa
rezada. ¿Cuántos millones de oraciones diarias por sacerdotes y
fieles para restringir la acción de Satanás han sido silenciadas
por esa supresión? ¿Cómo puede, cualquiera que tenga Fe, no
entender el incremento del mal en el mundo a la luz de esto[9]?
Finalmente, la disposición que
tienen, tanto el celebrante como aquéllos que asisten a misa,
determinan la cantidad de gracias recibidas para la Iglesia, para
aquéllos por quienes se ofrece la misa y para los que están
presentes. El nuevo Rito conduce menos a la devoción, de manera que
la cantidad de estas gracias será menor.
5. Dios es Deshonrado
La consecuencia más grave del Nuevo
Rito es, sin embargo, el deshonor de Dios. Ésta es la consecuencia
más grave, ya que la gloria de Dios es el fin primario de todas las
cosas, y porque la gloria dada a Dios por la Santa Misa es la
gloria más grande que hay.
En este ensayo, hemos analizado el
Nuevo Rito en términos de su protestantismo y su antropocentrismo.
Su protestantismo consiste esencialmente en su negación de la
naturaleza sacrificial de la Santa Misa; su antropocentrismo está
relacionado con su falta de respeto a la Divinidad del Señor.
Para expresar estos dos factores en
la síntesis más breve posible, pudiéramos decir que el Nuevo Rito
deshonra a Nuestro Señor Jesucristo tanto en Su Humanidad, de la
cual Su sacrificio es lo más sublime, como en Su Divinidad.
Observamos que la significación
última de toda cosa está determinada por su relación con Dios.
Concluimos que la significación última del Nuevo Rito es ésta: que
deshonra a Dios en la Persona de Nuestro Señor Jesucristo.
La iconostasis del silencio ha sido
desmantelada. El Señor es llamado en una lengua vulgar, con
palabras compuestas por sus enemigos [10]. Su Presencia
es ignorada, Su Persona es degradada. Se le maneja torpemente, si
cae no pasa nada [11]. Se le coloca en mesas que no han
sido bendecidas, separado de Sus amigos [12], Sus
paramentos han sido reducidos[13]. Él, el Rey de Reyes,
en estado de inmolación, es colocado en vasijas vulgares y
primitivas. Mientras la gente, permaneciendo parada o sentada, cree
estar escuchando un mero cuento, Él está siendo Crucificado y
muerto ante sus ojos. Es elevado arriba de sus cabezas: “He aquí
el Cordero de Dios” y la gente se queda parada y mirando. Les es
entregado: Él, Dios Todopoderoso, su Creador y su Bien Supremo,
es colocado en sus sucias manos. Lo reciben en sus corazones
ensombrecidos, Lo sacuden de sus manos, lo estrujan inadvertidamente,
se lo llevan a casa. Es consignado a su capricho y a su malicia
[14].
“Entonces Pilato salió otra vez
(18:29), y les dijo: Mirad, os lo traigo fuera, para que entendáis
que ningún delito hallo en él. Y salió Jesús, llevando la corona
de espinas y el manto de púrpura. Y Pilato les dijo: ¡He aquí
el hombre![15]”
B. Efectos de la Destrucción del
Rito Romano en la Iglesia
Hemos visto cómo el nuevo rito es
protestantizante y antropocéntrico, y cómo tergiversa la Fe. Como
tal, está informado de un espíritu de ambigüedad que favorece doctrina que no es católica: es a-católica. Este espíritu no es otro que el espíritu
del Modernismo, en esa forma como se ha infiltrado en la Iglesia
actual, desde la época del Segundo Concilio Vaticano en adelante.
Este espiritu informa no sólo la liturgia, sino también muchas de
las enseñanzas de la jerarquía, especialmente en el área del
catecismo y en muchas de sus accciones, especialmente el
'Ecumenismo'. Constituye el espíritu del mundo disfrazado como
un Nuevo Catolicismo, que comenzó destruyendo ese gran edificio que
es el Antiguo Rito Romano, y pasó a destruir un mundo entero.
¿Dónde está el conocimiento de la
Fe en los laicos, o aun en el clero? ¿Dónde está el sentido
del año litúrgico? ¿Dónde el espiritu de adoración a Dios, el
sentido de lo Sagrado o de misterio, el espíritu de santificación,
de sacrificio, de abnegación; no se diga de martirio? ¿Dónde está
el sentido de la Justicia Divina[16], de jerarquía, de
disciplina, y de orden? ¿Dónde quedaron la entereza, la
modestia, la pureza, el respeto, y aun los buenos modales? ¿Dónde
están las familias con hijos numerosos? ¿Dónde los ojos inocentes
de los niños? ¿Dónde los actos de mortificacón de los niños
pequeños? ¿Dónde las flores ofrecidas a la Virgen María en el mes
de mayo? ¿Dónde están los jóvenes de las fotografías
preparatoranas en blanco y negro de generaciones pasadas viendo
con mirada serena y firme a sus familias? ¿Dónde está la identidad
católica? ¿Dónde está el sensus católicus: el verdadero sentido
de lo que es ser católico?[17]
Si fuésemos a preguntarnos si es el
modernismo de la liturgia, el de la doctrina o el de las acciones el que ha jugado el mayor papel en la destrucción de todo el mundo
católico u Orbis Catolicus; entonces deberemos contestar que
es la liturgia, pues lo que uno reza determina lo que uno cree (de
acuerdo con el principio de lex orandi, lex credendi[18]),
y lo que uno cree determina lo que uno hace. En una palabra, las
aguas han sido contaminadas en su fuente.
La Santa Misa constituye el corazón
de las virtudes teologales de Fe, Esperanza y Caridad: Fe en la
Santísima Trinidad, en la encarnación, en el Sacrificio del
Calvario para la redención de la humanidad, en el Santísimo
Sacramento del Altar, y en la Santa Comunión – inclusive, en
efecto, hace presentes estos mismos misterios; se ofrece en la
esperanza de alcanzar la vida eterna, y confiere la Santa Comunión
en los fieles como prenda de esa esperanza, hace presente el
amor sacrificial de Dios por los hombres y hace posible el amor
sacrificial del hombre por Dios.
Cuando esos misterios sagrados se
expresan con pujanza y claridad, fortalecen la Fe[19], la
Esperanza y la Caridad de todos los presentes, inclusive hasta el
punto del martirio. Cuando, en cambio, son expresados con tal
ambigüedad que favorece la herejía, entonces entorpecen el
crecimiento de estas virtudes, las alejan e incluso las destruyen[20]
Esto es especialmente cierto del
sacerdote, quien está envuelto más íntimamente en los sagrados
misterios: Es él quien los hace presentes. Si la liturgia que
celebra cada día se queda corta de la Verdad, también pasará
así con sus creencias, su enseñanza[21], y sus
acciones[22]. Pero esto también aplica a los
fieles, aunque en menor grado, porque es la Misa: lo que experimentan
y aprenden en la Misa (sea esto todos los días, cada domingo o sólo
ocasionalmente) es lo que determina su catolicidad.
Eso es para la Iglesia visible, pero
¿qué diremos de la iglesia invisible? ¿Cuántas almas se han
perdido o no han alcanzado ese grado de gloria en el Cielo que Dios
les ha preparado para toda la eternidad? Todo eso como resultado del
modernismo del nuevo rito, del alejamiento que produce en los
fieles y de su reducción de la gracia santificante,
En una palabra, el nuevo rito ha
obstruido y frustrado los propósitos mismos de la Iglesia, que son
la santificación del hombre y la Gloria de Dios.
La Santa Misa es el medio por el cual
Nuestro Señor Jesucristo, fuente de toda Verdad y santidad, entra en
este mundo; el medio por el cual la Palabra, el Esplendor del Padre,
desciende de su trono real, y pasando por un infinito de espacio
y tiempo [23] rasga el tejido de este mundo, transitorio y
finito. Pero su luz ha sido atenuada en su misma fuente y ahora
alumbra con menor brillo en nuestra doliente humanidad caída.
C. Las Causas de la Destrucción
Hemos presentado la destrucción del
Rito Latino en términos de protestantismo y antropocentrismo,
y, en un último análisis, subjetivismo. Subjetivismo que, a su vez,
deriva de las perfecciones y libre voluntad de la creatura, que le
hace posible adorarse a sí misma en lugar de a Dios.
Hemos aludido a la posibilidad de que
los francmasones hayan sido instrumentales en la Reforma Litúrgica.
Esto en el nivel humano pero ¿qué
hay del nivel espiritual? Hemos afirmado que el significado
final del Nuevo Rito y por consecuencia también de la destrucción
del Antiguo, es que deshonra a Nuestro Señor Jesucristo. Nuestra
pregunta es, entonces: ¿Quién puede haber deseado deshonrarlo de
esta manera?
Si vemos por un momento la historia
del Universo, hay un ser que ha estado interesado en deshonrarlo, y
esto desde el mismo principio del tiempo: un ser que se rehusó a
adorarle cuando, según los Padres de la Iglesia, le fue
presentada una imagen de Él antes de su encarnación, antes de
la creación del hombre; un ser que lo acometió en la hora de su
Pasión y Muerte; un ser que tiene la intención de destruir a
todos aquéllos que fueron hechos a Su imagen y semejanza,
especialmente a los miembros de su Cuerpo Místico, la Iglesia.
Y por este deshonor de nuestro Señor
Jesucristo, en particular en la liturgia, nos referimos a la 'décima
característica del espíritu diabólico' en esa obra clásica sobre
demoniología, 'El Discernimiento de los Espíritus' por el Padre
Scaramelli, S.J. (1687-1752): “La décima característica es
el alejamiento de Cristo Jesús y de Su imitación. Como prueba de
esto, basta recordar la gran aversión hacia la Persona del Redentor
por parte de los falsos contemplativos y de los herejes en los
que el espíritu diabólico triunfa: aquéllos prohibiendo la
meditación acerca de Él y éstos impidiendo su adoración y
veneración”
Si el objetivo principal del demonio
es Nuestro Señor Jesucristo en Persona, su segundo objetivo,
como acabamos de hacerlo notar, es su Cuerpo Místico, la Iglesia.
Hemos meditado en la sección anterior sobre el daño causado a
la Santa Madre Iglesia.
La hipótesis de que la reforma
litúrgica en un nivel espiritual representa un ataque del demonio
contra nuestro Señor Jesucristo se corrobora por los siguientes
factores:
i) las profecías sobre la creación del Nuevo Rito que citamos al
final de la Parte I de este ensayo: aquélla del apóstata Canónigo
Roca, siendo ciertamente de inspiración diabólica, y aquélla del
Cardenal Billot, que asocia la creación de la nueva liturgia con el
demonio.
ii) la supresión de las lecturas sobre el demonio y la oración a
San Miguel Arcángel que se dice al teminar la misa rezada en el Rito
Antiguo.
iii) la naturaleza universal de esa destrucción, desencadenada,
como lo ha sido, en el mundo entero.
iv) la naturaleza sistemática de la destrucción, que siguió un
programa en todos los frentes, relacionada con todo aspecto del Rito,
hasta en los detalles más pequeños; un programa implementado
gradual pero implacablemente por una serie de personas, durante un
período de tiempo considerable, con la precisión, los
esfuerzos concertados y todos los rigores de una campaña
militar.
v) la despiadada violencia de la destrucción, su lógica fría e
implacable, y su odio y desprecio por todo lo sagrado, como ya
lo hemos observado arriba con respecto a la destrucción de los
altares y de los reclinatorios ante el altar para comulgar.
vi) el hecho de que, tomados en conjunto, estos actos de destrucción
son un acto de soberbia y de sacrilegio que no tiene paralelo en
la historia de la Iglesia.
vii) la audacia del Espítiru Maligno, si en efecto fue la fuerza
instigadora que estuvo detrás de estos acontecimientos, como si
hubiera tomado posesión de los actores principales de este drama sin
ellos darse cuenta, incluyendo a la más alta autoridad de esta
tierra: para destruir el Rito Romano, crear uno nuevo, e imponerlo
irrebatiblemente sobre toda la humanidad.
Como sea que esto haya sido, su causa
final, por pasmoso que suene, es Dios mismo. Él ha permitido la
destrucción de la liturgia para Sus propios e insondeables
propósitos, que podríamos suponer que es castigar a la Iglesia
por males de extrema gravedad. ¿Son éstas las perversidades,
podríamos preguntaremos, que según las revelaciones de Fátima,
habrían de ser castigadas en este mundo con una pena que sería
visible, física y de duración limitada: por las guerras del siglo
pasado? ¿Perversidades que, por continuar, serían castigadas ahora
con una pena que es invisible, espititual y eterna?
Una cosa es cierta, sin embargo.
Dios no permite el mal a menos que sea para un bien mayor, tal como
la glorificación de Su Justicia y la purificación de Sus elegidos.
Y sin embargo no es papel de un
católico el descorazonarse o lamentarse; de manera que en vez de
mortificarnos por el triste legado del pasado, concluyamos este
estudio dando gracias a Dios de que por la sabiduría y el valor del [hoy abdicado] Supremo Pontífice, Benedicto XVI, el Antiguo Rito esté por
fin retornando, después de 40 años de permanecer relegado en el
desierto[24], y rezando por que este rito (junto con
sus ritos paralelos), que aportó los cimientos de la Cristiandad
Católica en todo país y en todo continente en el mundo, y que,
cuando fue suprimido, la hizo caer, pueda, con su regreso,
restaurar esa grande y santa civilización a su antiguo
esplendor, por la salvación de innumerables almas y para la gloria
de la Santísima e Indivisa Trinidad.
Así sea.
Notas
[1] citado en la
Introducción del libro
[2] Verfälschung
[3] en la versión
francesa del libro puede leerse (p.:95) : “Où sont les éveques
qui auront le courage de faire disparaitre cette tumeur ...qui est la
théologie moderniste implantée dans le tissu de la célébration
des saints mystères?”: “¿Dónde están los obispos que sean
lo suficientemente valientes para remover este tumor canceroso, que
es la teología modernista implantada en el tejido de la celebración
de los santos misterios?”
[4] A la luz de estos
defectos, es claramente imposible para nosotros atribuirle un valor
igual a los dos ritos; esto es en un sentido irrestricto. Podemos de
hecho asignarles igual valor sólo en cuanto a que ambos hacen
presente el Sacrificio del Calvario (con la salvedad expresada en el
Breve Examen Crítico del Novus Ordo Missae, de los Cardenales
Alfredo Ottaviani y Antonio Bacci)
[5] Nos referimos en
relación con esto a la remoción de 'la fe verdadera' por la cual
murió San Fidel de Sigmaringen (in verae fidei
propagatione); de la conquista de las herejías en la fiesta de
San Ireneo (veritate doctrinae expugnaret haereses); de
la oración por la vuelta a la unidad de la Iglesia y por la
salvación de aquéllos que están en el error, en la fiestas de San
Roberto Bellarmino y de San Pedro Canisio; y la supresión de las
oraciones por la conversión de los herejes y cismáticos en las
oraciones solemnes del Viernes Santo: las oraciones más antiguas del
Rito Romano, que provienen de los tiempos de las primeras
persecuciones (WHH p.29)
[6] con sus
limitaciones en el espacio y en el tiempo
[7] El nuevo rito no
tiene la suficiente vitalidad para resistir (ver The Devastated
Vineyard [El Viñedo Devastado] cap 8 p.73). En efecto
incluso para mantener la atención de los fieles por un corto tiempo
requiere de 'animadores' que recurren a elementos que son propios de
otras formas de actos públicos, como son los espectáculos
televisivos o la danza, para llenar el vacío. El Rito Antiguo, en
contraste, tiene esta vitalidad: ha durado dos milenios y, a pesar de
todos los esfuerzos de sus enemigos para destruirlo, está (al
momento en que esto se escribe) volviendo inexorablemente. En
relación con esto, citamos a ‘la Révolution liturgique’
por Jean Vaquié (Diffusion de la Pensée Francaise, Paris 1971,
p.45): « Les antiques architectes de la messe traditionnelle
l’ont construite pour durer. Elle est concue dans un esprit de
stabilité et de vérité. La nouvelle messe, au contraire, est
concue dans un esprit d’apostasie et de tolérance. Elle est
transformable. Elle capte le vent et se laisse entrainer par lui. Il
est évident que l’orage éclatant dans le ciel de l’Eglise, la
messe de Paul VI sera entrainée contre les récifs. La logique de
son pluralisme le brisera. Au contraire, la vieille messe
traditionnelle résistera encore une fois aux assauts, parce qu’elle
est faite pour cela»: “Los antiguos arquitectos de la misa
tradicional la construyeron para que durara. Está concebida en
un espíritu de estabilidad y de verdad. La nueva misa, por el
contrario, está concebida en un espíritu de apostasía y de
tolerancia. Es transformable. Navega como le sopla el viento y se
deja llevar por él. Es obvio que cuando reviente la tormenta en el
cielo de la Iglesia, la misa de Pablo VI será lanzada contra
los arrecifes. La lógica de su pluralismo la hará añicos. Por el
contrario, la Antigua Misa Tradicional va a resistir los ataques una
vez más, porque fue hecha para eso.
[8] ver
L’Eucharistie, salut du monde II ch.3.II.1, P. Joseph de
Sainte-Marie OCD, Editions du Cèdre DMM.
[9] viene a nuestra
mente la visión del Papa León XIII de demonios confabulándose
contra la Iglesia, que le llevó a componer la oración que se agrega
al final de la misa rezada en el Rito Antiguo.
[10] ver el libro,
Parte 1 2 (iii) sobre las palabras de la consagración que fueron
modificadas siguiendo el ejemplo de los Reformadores
[11] ver el libro,
Parte I 3 sobre las indicaciones acerca de lo que se debe hacer
cuando se cae la Hostia
[12] ver el libro,
Parte I 3 sobre la eliminación de las reliquias
[13] ver el libro,
Parte 1 8 sobre la remoción de los frontales del altar y de los
manteles, y la Parte I 4 sobre la reducción de las vestimentas.
[14] ver el libro,
Parte I 3 (nota)
[15] Jn. 19:4-5
[16] En tándem con
la reducción del sentido de Justicia Divina y de sacrificio
observamos una tendencia dentro de la Iglesia hacia el pacifismo y
hacia la abolición de la pena capital, y, como lo lamenta el [ahora
abdicado] Santo Padre Benedicto XVI en su libro Luce nel Mondo,
la renuencia, en las décadas recientes, a castigar las ofensas
criminales perpetradas por clérigos.
[17] claramente hay
enclaves en los que aún sobreviven estos elementos, pero estamos
hablando del fenómeno en términos universales.
[18] Hemos citado las
palabras del Padre Nocent, de que el nuevo leccionario iría a
cambiar la teología y la espiritualidad católica; el Padre Braga
afirmaba que el Nuevo Rito alteraría la “realidad doctrinal”,
introduciría “una nueva formulación de la teología
eucarística” (Il propium di Sanctis p. 419) y tendría un efecto
transformador en la catequesis (Il nuovo, p. 274) WHH p 396
[19] Monseñor Gamber
observa: 'El Rito Romano es al presente la roca donde rompen las olas
de la falta de fe. Los innovadores lo saben bien: eso explica su
ciego odio contra la 'Misa Tridentina'. Su preservación no es
asunto de estética sino de la vida de la Iglesia: Der Ritus
romanus ist gegenwaertig der Fels in der Brandung des Unglaubens. Das
wissen die Neuerer sehr gut. Darum auch der blinde Hasz gegen die
‘Tridentinische Messe’. Ihre Erhaltung ist keine Frage der
Aesthetik, sondern des Lebens der Kirche.’ (Una Voce
Korrespondenz 5, 1976, p.301). Con relación a esto, mencionamos
también la observación de Pablo VI en Paul VI Secret (op. Cit):
‘Cette messe dite de St. Pie V, comme on la voit à Econe,
devient le symbole de la condamnation du Concile': Esta Misa,
llamada la Misa de San Pío V, como se le ve en Econe; está
convirtiéndose en un símbolo de la condenación el Concilio.
[20] Una de las
razones por las cuales la Iglesia considera peligroso para los fieles
el asistir a liturgias no católicas, y por lo tanto los desanima a
hacerlo, es que esto puede llevar a una pérdida de la fe. El nuevo
rito, católico en cierto sentido pero protestante en otro,
representa un peligro a un grado eminente. Con relación a la
destrucción de la fe citamos las palabras memorables del Cardenal
Journet: 'La liturgia y el catecismo (de hoy en día) son las dos
quijadas de las pinzas con las que están arrancando la fe de los
corazones de nuestros niños: “La liturgie et la catechèse
(d’aujourd’hui) sont les deux machoirs de la tenaille avec
laquelle on arrache la foi du coeur de nos enfants.’ Lucien
Méroz l’Obéissance dans l’Eglise (Claude Martingay,
Genève). El Padre Bruckberger O.P., director de la película Les
Carmelites de Compiègne va más allá y escribe (en La
Révélation de Jésus Christ) 'Aquéllo de que estamos siendo
testigos bajo el pretexto de una renovación litúrgica es la
apostasía de la fe católica': 'Ce à quoi nous assistons sous
prétexte de renouvellement liturgique c’est l’apostasie
organisée de la foi catholique’. En relación con esto, nos
referimos a un pasaje en Les Institutions Liturgiques de Dom
Prosper Guéranger (Paris 1878, pp. 388-407, esp. 398) en donde el
autor explica que todos los herejes siempre han comenzado su labor de
destrucción atacando la liturgia. 'Todo sectario que quiere
introducir una nueva doctrina se topa necesariamente con la presencia
de la liturgia que es la Tradición en su máximo grado de
potencia... En efecto, ¿cómo se han establecido y mantenido
entre las masas el luteranismo, el calvinismo y el anglicanismo?
Para lograrlo, todo lo que fue necesario hacer fue sustituir con
nuevos libros y nuevas fórmulas a los antiguos, y todo quedó
consumado.'
[21] esto es de
particular relevancia para los obispos y aquéllos responsables de la
composición de documentos oficiales de la Iglesia.
[22] En particular
hacemos notar que, si es emasculada la acción central de un
sacerdote, que, como lo declara dogmáticamente el Concilio de
Trento, es la celebración de la Santa Misa, entonces eso también
le ocurrirá al sacerdote. (Lo mismo es aplicable, en menor grado, a
la doctrina). Las consecuencias, que son de una naturaleza
moral, se han mostrado a la vista en los años recientes.
[23] ver Iota Unum
s.266
[24] ciertamente un
grave castigo de Dios para la Iglesia por maldades indecibles. Nos
referimos a “el tiempo en que el sacrificio continuo será
quitado”: “a tempore cum oblatum fuerit juge sacrificium”
(Daniel 12,11) como lo interpretaba el Cardenal Billot (La
Parousie, op. Cit. p.47 de la versión alemana) : “Gemeint
ist also das Opfer unserer Altaere, die hl.Meszfeier, die in diesen
Tagen ueberall geaechtet, ueberall untersagt sein und die –
abgesehen von jenen hl. Meszopfern, die in den Katakomben, im
Dunkeln und Verborgenen gefeiert werden – ueberall
unterbrochen sein wird”: A lo que se está refiriendo es al
sacrificio en nuestros altares, la celabración de la Misa, que en
estos días será despreciado y prohibido, y que, con la
excepción de esas misas que serán celebradas en las catacumbas, en
la obscuridad y en secreto, se interrumpirá en todas partes.”
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Escriba su comentario