Comunidades
Católicas ̶ Los sillares con que se construye la Cristiandad
Por
el Hermano André Marie, M.I.C.M
(Este
documento fue escrito para preparar una plática presentada en la
Conferencia del St Benedict Center del 2005)
(Traducido
del inglés por Roberto Hope)
En
esta plática, propondré que las comunidades católicas son los
sillares con los que se construirá la Cristiandad del futuro.
Antes de proceder a explicar por qué yo creo que así es, y antes de
explicar los principios que lo sustentan y lo que implica, sería
necesario dar algunas definiciones.
Cristiandad.
"Cristiandad"
como utilizo el término es "esa sociedad de naciones soberanas
que reconocen el reinado de Jesucristo en todo lo que concierne
a la ordenación de los asuntos nacionales e internacionales."
La
Cristiandad no existe en el presente. Existió en varias épocas.
Más notablemente en la edad media, y fue en parte el resultado de
un esfuerzo serio de los dirigentes católicos ̶ clérigos y
estadistas ̶ por permear a la sociedad con los preceptos del
Evangelio. Un vehículo fue La
Ciudad de Dios
de San Agustín, libro estudiado por dirigentes de la Iglesia y del
estado con el objetivo de ordenar a la sociedad conforme a ese
patrón.
Comunidad
católica.
Si busca usted la palabra comunidad
en el diccionario encontrará varias definiciones, todas las
cuales contienen la noción de una colectividad de individuos
reunidos en algún tipo de unidad. Esto es lo que la etimología
indica: com- del latín cum
(con)
que significa "junto" y unitas
que
significa "unidad". La primera definición del
diccionario Webster contiene dentro de ella varias sub-definiciones:
1:
un
cuerpo unificado de individuos:
como en a) un ESTADO, COMUNIDAD, b) la gente con intereses comunes
que vive en una área particular, en sentido amplio: el área misma
<v.gr.
los problemas de una comunidad grande>
c) una población interactuante de varios tipos de individuos (como
especies) en una localidad común, d) un
grupo de gente con una característica o interés común que viven
juntos dentro de una sociedad más amplia
<v.gr.
una comunidad de personas retiradas>,
e) un grupo unido por una política común, f) un cuerpo de
personas o naciones que tienen una historia común o intereses
sociales, económicos y políticos <v.gr. la
comunidad internacional>
g) un cuerpo de personas de intereses comunes y especialmente
profesionales esparcidos dentro de la sociedad más amplia
<v.gr. la
comunidad académica>
Extrayendo lo que es útil
de estas definiciones y añadiendo las nociones contenidas en la
palabra Católico. podemos formular esta definición de
comunidad católica: "un cuerpo de católicos que viven en una
área particular entre quienes las virtudes teologales y morales son
las normas aceptadas de comportamiento en la vida privada,
familiar, profesional y social."
Ventajas.
Entendida de esa manera, una comunidad católica tendría las
ventajas de santificar a los individuos y a las familias,
alentando la virtud y haciendo más accesibles los medios de
crecimiento en la vida espiritual. Esto implica, por lo menos,
la disponibilidad de la Misa, de los sacramentos, y de una buena
instrucción religiosa, así como un conjunto concreto de principios
compartidos entre los miembros de la sociedad.
Lo
que no es:
Por supuesto, una comunidad católica no es un culto como el de
Jonestown o una sociedad utópica como la de Fruitlands. Somos
miembros de la la Iglesia universal y somos realistas. Además,
una comunidad así no es necesariamente rural, urbana o suburbana.
Por muchas razones, la existencia de una multitud de comunidades
católicas rurales o agrarias sería ideal ̶ y los papas han
afirmado eso ̶ pero, para ser una comunidad católica no se
necesita encajar en ese patrón.
Preguntas.
Hay muchas preguntas que surgen de inmediato cuando comenzamos a
considerar esto que acabamos de definir; por ejemplo:
¿Por qué necesitamos de
Comunidades Católicas?
¿Dónde encajan en el
panorama general de la Cristiandad del mañana y en nuestra Cruzada?
¿Cuáles son sus
límites?
¿Cuáles son sus
ventajas?
¿Qué es necesario que
hagamos a fin de hacer que funcionen?
Para contestar estas
preguntas, presentaremos nueve principios fundacionales. Estos
principios pueden verse como elementos que integran los cimientos de
una comunidad católica.
Los nueve principios
que se enumeran:
1. Absolutamente no hay
salvación fuera de la Iglesia Católica. Nadie se salva si no es
elevado por su fe, el bautismo, la sumisión a la autoridad
constituida divinamente, a la vida divina de la gracia como miembro
viviente del Cuerpo Místico de Cristo, la Iglesia Católica. Esto
es un dogma definido solemnemente que todos deben creer.
2. Para el ordenamiento
correcto de la sociedad y para que se alcance más fácilmente el fin
sobrenatural del hombre, todas las sociedades, incluyendo las
naciones, deben reconocer el reinado temporal y eterno de
Jesucristo, como se revela a través de su Cuerpo Místico, la
Iglesia. Como ésta decididamente no es la manera en
que el mundo está al presente ordenado, vivimos en una sociedad
enferma; enferma políticamente, enferma económicamente.
Consecuentemente, es difícil vivir una vida de virtud. Esto se
traduce directamente en las dificultades diarias que experimentamos
en nuestros hogares, en nuestros matrimonios y con nuestros
hijos.
3. La Cultura Católica
es en esencia un resultado del acto más importante que ocurre en la
tierra, el Santo Sacrificio de la Misa, que es al mismo tiempo
una representación incruenta del sacrificio de la Cruz y el más
alto acto de adoración rendido a la Santísima Trinidad por todos
los miembros del Cuerpo Místico de Cristo. La restauración de
la Cultura Católica ̶ tan esencial para la reconstrucción de la
Cristiandad ̶ requerirá, entre otras cosas, de la restauración
de las auténticas tradiciones litúrgicas de la iglesia.
4. Poca gente cree en
estas proposiciones, y aquéllos con autoridad en la Iglesia y en la
sociedad civil parecen ser indiferentes a ellas o estar
empeñados en suprimirlas. Más aún, las fuerzas del naturalismo
organizado, bajo la dirección de Satanás, buscan borrarlas
totalmente y reemplazarlas con su agenda diabólica de
indiferentismo religioso, globalismo anti-Cristiano y adoración
naturalista al hombre en lugar de a Dios.
5. El Santo Sacramento
del Matrimonio es indisoluble y su fin primario, la procreación y la
educación de los hijos, es esencial para el bien temporal de la
sociedad y para la eterna salvación de las almas. El hogar es la
Iglesia doméstica y los enemigos del orden Cristiano por mucho
tiempo han pugnado por minar su estabilidad.
6. Como católicos que
no tienen autoridad o influencia en la sociedad temporal, el resolver
el dilema señalado en la cuarta proposición es algo que no
podemos hacer a gran escala a través de ninguna actividad
directa nuestra. Podemos rezar y trabajar por un cambio positivo,
pero el logro real habrá de ser obra de Dios a través de la
autoridad visible del magisterio.
7. Mientras tanto,
trabajando juntos para crear una atmósfera en la cual habrán de
realizarse las difíciles tareas que están implícitas en la quinta
proposición, podemos de nuestro pequeña manera, construir partes
del cimiento sobre el cual habrá de erigirse la Cristiandad futura.
Esto es construir "Comunidades Católicas", que yo
propongo que son los sillares con los que se construye la
Cristiandad.
8. Hay una multitud de
pequeñas cosas que deben hacerse para tener éxito en esta tarea.
Estas pequeñas cosas incluyen el cultivar una perspectiva
católica apropiada ̶ y desarrollar actividad ̶ en las
siguientes áreas: vida de hogar; esposas que trabajan fuera
del hogar; educación de los hijos; educación escolástica;
modestia en el vestir; música y otros tipos de entretenimiento; la
"sub-cultura del adolescente" con su resultado
inevitable; la brecha generacional; el cortejo honorable en
contraposición con los encuentros casuales; y el fomento de
vocaciones.
9.
Estas "pequeñas cosas" exigirán grandes
sacrificios de nuestra parte. Con la ayuda de la gracia y de los
dones del Espíritu Santo, llevándolas a cabo en estas tan difíciles
circunstancias nos hará santos ̶ siempre que estemos en estado de
gracia y mantengamos pureza de intención. Más aún, nos traerá
las mayores bendiciones de Dios en forma tal que nuestras oraciones y
nuestras obras por la restauración de la enseñanza de la
Iglesia, la restauración de la Misa y la restauración de la
Cristiandad, serán atendidas.
Explicación de los
nueve principios
Primer principio.
"Absolutamente no hay salvación fuera de la Iglesia Católica.
Nadie se salva si no es elevado por su fe, el bautismo, la sumisión
a la autoridad constituida divinamente, a la vida divina de la gracia
como miembro viviente del Cuerpo Místico de Cristo, la Iglesia
Católica. Esto es un dogma definido solemnemente que
todos deben creer."
Como la comunidad
católica tiene como una de sus metas la restauración del orden
Cristiano, los puntos fundacionales del dogma católico tienen una
incidencia directa en esa cuestión. Esto explica por qué
incluimos el que fuera de la Iglesia no hay salvación entre
nuestras bases para una Comunidad Católica.
De hecho, una comunidad
católica es sólo un medio para llegar a un fin sobrenatural y se
llega a ese fin solamente a través de la pertenencia a la Iglesia
Católica. En lugar de abundar más sobre este dogma, lo pongo como
el primer principio ̶ el único que tiene la solidez de la
infalibilidad ̶ y rápidamente lo relaciono con el segundo
principio.
El segundo principio:
Para el ordenamiento correcto de la sociedad y para que se alcance
más fácilmente el fin sobrenatural del hombre, todas las
sociedades, incluyendo las naciones, deben reconocer el reinado
temporal y eterno de Jesucristo, como está revelado a través de su
Cuerpo Místico, la Iglesia. Como ésta decididamente no
es la manera en que el mundo está ordenado al presente, vivimos en
una sociedad enferma; enferma políticamente, enferma
económicamente. Consecuentemente, es difícil vivir una vida de
virtud. Esto se traduce directamente en las dificultades diarias que
experimentamos en nuestros hogares, en nuestros matrimonios
y con nuestros hijos.
Cristo Rey.
Un católico que esté medianamente informado notará que estamos
refiriéndonos a la doctrina de Cristo Rey. Es la enseñanza
social de la Iglesia como ha sido articulada por todos los papas
desde Pío IX hasta Pío XII. La fiesta de Cristo Rey fue
promulgada por el Papa Pío XI a fin de imprimir esta enseñanza en
las mentes de los hombres, incorporándola al ciclo litúrgico. En
la encíclica Quas
Primas, que promulgó
esa fiesta, el Santo Padre recordó al mundo católico que el imperio
de Cristo es universal, y que las almas individuales y las naciones
deben reconocerlo: "Tampoco hay diferencia alguna en esta
cuestión entre el individuo, y la familia o el Estado; pues todos
los hombres, ya sea en forma colectiva o en forma individual, están
bajo el dominio de Cristo. En él está la salvación del individuo,
en él la salvación de la sociedad. 'Tampoco hay salvación en
nadie más, pues no hay otro nombre dado a los hombres bajo el
cielo por el cual habremos de ser salvados."
¿Debe el estado
reconocer no sólo los derechos de Dios sino también a la verdadera
Iglesia? Sí, debe hacerlo. Aquí está el Papa León XIII,
afirmando que los estados como "personas morales" están
tan obligados a rendir la divina adoración a Dios: "Es un
pecado para el estado no tener cuidado de la religión, como algo más
allá de su alcance, o como algo sin beneficio práctico: o que entre
las muchas formas de religión elija aquélla que entone con su
gusto; pues estamos obligados absolutamente a adorar a Dios en la
forma como Él nos enseñó que era su deseo..." (Immortale
Dei)
¿Entonces la Iglesia se
mete en política? La respuesta es "sí," en tanto que la
política toca la vida moral del hombre, algo enteramente dentro del
alcance de la jurisdicción de la Iglesia. Con el mandato de
Nuestro Señor de enseñar a todas las naciones, la Iglesia ̶
principalmente el papa ̶ tiene autoridad directa en
todos los asuntos espirituales, y autoridad indirecta en los asuntos
temporales cuando tocan la moral y los derechos de Dios. Esos
"asuntos mixtos," están relacionados con lo espiritual y
se ven principalmente en el área de educación y de los efectos
del matrimonio.}
Aquellos que se
escandalizan de que el papa se involucre en algo tan "mundano"
o tan poco santo como la política debe meditar las palabras del
místico y santo Papa San Pío X. "No ocultamos el hecho de que
habremos de pasmar a algunas personas diciendo que necesariamente
debemos interesarnos en política. Pero cualquiera que se haga
un juicio equitativo verá claramente que el Supremo Pontífice de
ninguna manera debe exceptuar violentamente la categoría de
política de sujetarse al control supremo de la fe y de la moral que
se le confirió." (Alocución Consistorial, 9 de noviembre de
1903, citado en Fahey p. 57.)
Si consideramos de manera
conjunta los dos primeros principios de nuestra plataforma, llegamos
a la siguiente formulación: Fuera de la Iglesia no hay
salvación ni para los individuos ni para las naciones. Ya hemos
oído a Pío XI decir esto en Quas Primas. En términos
todavía más explícitos, San Pío X habla de la Iglesia como la
salvación de la sociedad.
"Así como el
Cristianismo no puede penetrar el alma sin hacerla mejor, tampoco
puede entrar en la vida pública sin establecer orden.... Si ha
transformado a la sociedad pagana... así en nuestros días podrá
poner a este mundo otra vez en el camino verdadero, y volver al orden
a los Estados y a los pueblos de los tiempos modernos. Pero el
regreso al Cristianismo no será eficaz y completo si no restaura en
el mundo un amor sincero amor por la Única, Santa, Católica y
Apostólica Iglesia. En la Iglesia Católica está encarnado el
Cristianismo. Está identificada con esa sociedad espiritual
perfecta, soberana en su propio orden, que es el Cuerpo Místico de
Jesucristo y que tiene como cabeza visible al Romano Pontífice,
sucesor del Príncipe de los Apóstoles ... La sociedad tan
tristemente descarriada debe re-entrar al seno de la Iglesia si
desea recuperar su bienestar, su reposo y su salvación."
(Carta Apostólica del 19 de marzo de 1902: Revista de su
Pontificado.)
"Pero" puede
usted decir, "la sociedad no tiene alma; los hombre son quienes
la tienen. La nación no irá
al cielo o al infierno."
Esto es cierto. Francia no puede perder su alma inmortal porque no
tiene alma. Lo mismo es cierto de España, Rusia, China y los
Estados Unidos. No obstante, aunque esas naciones no habrán de
salvarse o condenarse en la eternidad, sus ciudadanos sí, y si bien
cada uno será salvado o condenado en base a su correspondencia
personal con la gracia, las condiciones de esa sociedad le fueron
conducentes o no conducentes a su salvación. Este estado de cosas
es análogo a la pequeña sociedad que es la familia. Si un
musulmán es condenado porque por su libre voluntad no cooperó con
la gracia de Dios que lo llevara a su salvación, puede decirse que
el criarse en una familia musulmana no le ayudó. Esto es por qué
San Alfonso María Liguori pudo decir que criarse en una familia
católica es una de las mayores gracias que Dios le da a la gente.
El Padre Fahey demuele
esta objeción con su acostumbrado sentido común: "es muy
cierto que las naciones o las sociedades no se van al cielo.
Los seres humanos se van al cielo de uno en uno, a vivir en el
Círculo Familiar de la Santísima Trinidad. Pero el miembro
individual de la sociedad vive bajo la incesante influencia de
su ambiente, en el cual si no podemos decir que está sumergido, por
lo menos podemos decir que está profundamente inmerso. La
organización social se requiere para ayudar la disciplina de uno
mismo contra las no organizadas tendencias del formalismo y
naturalismo que están en todos nosotros. Es todavía más
indispensable a fin de combatir las fuerzas organizadas
anti-sobrenaturales que están infundidas de oposición al
programa de Nuestro Señor para el mundo. Si los católicos se
contentan con inculcar la práctica privada de la religión y
permiten que sus instituciones sociales sean moldeadas por esas
fuerzas organizadas, naturalistas y anti-sobrenaturales, entonces de
poquito en poquito, el miembro común de la sociedad sucumbirá
a la influencia de su ambiente. Gradualmente dejará de vivir como
miembro de Cristo, aun cuando pueda retener el nombre de Cristiano."
(MBCRS, Pág. 11)
Así pues en la medida en
que el ordenamiento político y económico de una sociedad esté en
conformidad con el Reinado de Cristo, las condiciones en esa sociedad
serán más conducentes a la salvación de sus ciudadanos. Entonces
la salvación de los individuos está relacionada con la "salvación"
del estado.
Lo siguiente es una
pequeña lista de los males sociales cuya existencia prueba que no
vivimos en una sociedad Cristiana:
- La descriminalización del aborto
- Uniones anti-naturales que se ostentan como matrimonios
- Un sistema económico que consagra la usura, que hace de los seres humanos medios de producción de bienes materiales y de los bienes materiales medios de producción de dinero, haciendo así a los financieros amos de la verdadera riqueza y de los humanos que la producen. (Se supone que el dinero o "riqueza monetaria" no es más que un mero instrumento para el intercambio de riqueza real, la cual, a su vez es para ayudar al hombre a alcanzar su fin sobrenatural. Santo Tomás arguye que para vivir una vida de virtud se necesita riqueza ̶- riqueza real: comida, vestido, tierra, casa.)
- Un gobierno omnipresente que por medio de impuestos excesivos, papeleo burocrático, controles draconianos sobre el uso del suelo, sobre la posesión de armas, sobre la educación, sobre el viajar, y sobre la vida privada, se muestra irrespetuoso de las libertades que Dios ha dado a los ciudadanos, libertades que existen para el propósito de ayudar al hombre a alcanzar su salvación.
La doctrina de Cristo Rey
no es un ideal abstracto, ni el rechazo de esa doctrina por la
sociedad es un mal puramente especulativo. Su rechazo toca nuestra
vida cotidiana de innumerables maneras, en asuntos pequeños así
como en asuntos de gran importancia. En pocas palabras, los efectos
perjudiciales de esta condición enferma de la sociedad es lo que
hace tan difícil para ustedes educar a sus familias.
Tercer Principio
"La cultura católica es en esencia un resultado del acto más
importante que ocurre en la tierra, el Santo Sacrificio de la
Misa, que es al mismo tiempo una representación incruenta del
sacrificio de la Cruz y el más alto acto de adoración rendido a la
Santísima Trinidad por todos los miembros del Cuerpo Místico
de Cristo. La restauración de la cultura católica ̶ tan
esencial para la reconstrucción de la Cristiandad ̶ requerirá,
entre otras cosas, de la restauración de las auténticas tradiciones
litúrgicas de la iglesia.
El Dr. John Senior,
hombre de letras y filósofo, lo resumió así: "El culto es la
base de la cultura. Una auténtica cultura cristiana, por lo
tanto debe centrarse en un culto cristiano auténtico." El
culto de devoción a la Santísima Trinidad que ejercemos en la Santa
Misa es el digno y justo rendirle a Dios lo que se le debe a Él.
Es el acto más sublime que podemos realizar como miembros del
Cuerpo Místico. Este acto, cuando se le ve en su verdadera
luz, deberá ser atendido con lo mejor que el hombre tiene que
ofrecer en unión con el sacrificio Dios-Hombre. Esto incluirá,
principalmente, el sometimiento de su inteligencia y voluntad; sin
embargo, como no somos ángeles, nuestros cuerpos con sus
sentimientos, movimientos, sonidos, imágenes y aromas también
intervienen. Cuando el hombre enfoca la atención del arte y la
ciencia sobre este acto sublime de adoración divina, el arte y
la ciencia se elevan y transforman. Aquí nuevamente el Dr.
Senior explicando esto de la manera más elocuente:
"¿Qué es la
Cultura Cristiana? Esencialmente es la Misa. Esto no es mi opinión
o deseo o la de alguien más sino el hecho central de dos mil años
de la historia de la Cristiandad, lo que los secularistas llaman la
Civilización Occidental, es la Misa y la parafernalia que la protege
y la facilita. Toda la arquitectura, el arte, las formas
políticas y sociales la economía, la forma como vive, como siente y
como piensa la gente, la música, la literatura ̶- todas estas
cosas, cuando se hacen bien, son formas de fomentar y proteger al
Santo Sacrificio de la Misa. Para efectuar un sacrificio debe haber
un altar, un altar debe tener un techo que lo cubra para el caso de
que llueva; para guardar al Santísimo Sacramento construimos una
pequeña Casa de Oro y sobre ella una Torre de Marfil con una campana
y un jardín alrededor, con rosas y lirios de pureza, emblemas de la
Virgen María ̶ Rosa Mystica, Turris Davidica, Turris Eburnea,
Domus Aurea, que llevó su Cuerpo y su Sangre en su vientre,
Cuerpo de su cuerpo, Sangre de su sangre. Y alrededor de la iglesia
y del jardín donde enterramos a los fieles difuntos, viven quienes
la cuidan, los sacerdotes y los religiosos cuyo trabajo es orar, que
mantienen el Misterio de la Fe en su tabernáculo de música y de
palabras en la Oficina de la Iglesia; y alrededor de ellos, los
fieles que se reúnen para adorar y distribuir el demás trabajo que
debe ejecutarse a fin de hacer posible la perpetuación del
Sacrificio ̶- reunir comida, hacer ropa, construir y mantener la
paz para que las generaciones futuras puedan vivir para Él, para
que el Sacrificio siga hasta la consumación del mundo." ̶
páginas 15 y 16.
La destrucción que hemos
visto en la misa Novus Ordo ̶ y yo no mantengo que éste
sea un rito invalido ̶ es una destrucción de la Cultura
Cristiana. La revolución litúrgica no sólo les causó enorme
confusión doctrinal a los fieles, sino que también ayudo a la
desintegración de la cultura en las artes y las letras. Testimonio
de ello son los sentimientos expresados en una carta enviada a Pablo
VI por 57 artistas y literatos, católicos y no católicos,
incluyendo a Agatha Christie, Vladimir Ashkenazi, Graham Greene,
Yehudi Menuhin y Malcolm Muggeridge.1 La carta decía,
en parte: "El rito en cuestión, en su magnifico texto latino,
también ha inspirado una multitud de inapreciables logros en las
artes ̶ no sólo obras místicas, sino obras de poetas, filósofos,
músicos, arquitectos, pintores y escultores en todas las épocas y
países Por lo tanto pertenece a la cultura universal tanto como a
los hombres de iglesia y a los cristianos formales. En la
civilización materialista y tecnocrática que amenaza cada vez más
la vida de la mente y del espíritu en su expresión original
creativa ̶ la palabra ̶ nos parece particularmente inhumano
privar al hombre de una forma de la palabra en una de sus
manifestaciones más grandiosas."
Por supuesto el peor
resultado de la nueva liturgia es que redujo la gloria extrínseca
que se nos llama que demos a la Santísima Trinidad. Eso, en y por
si mismo es suficientemente condenatorio de la revolución.
Más que eso, sin embargo, como la salvación del hombre y la gloria
que le rinde a Dios no están divorciadas del hombre como ser
social y cultural ̶ como se afirmó arriba ̶ todos estos malos
efectos están relacionados. En otras palabras, la cuestión
cultural no puede reducirse a una mera cuestión de un sentido
estético más elevado: está relacionada con el dogma; está
relacionada con la salvación
Cuarto principio.
"Poca gente cree en estas proposiciones, y aquéllos con
autoridad en la Iglesia y en la sociedad civil parecen ser
indiferentes a ellas o estar empeñados en suprimirlas. Más aún,
las fuerzas del naturalismo organizado, bajo la dirección de
Satanás, buscan borrarlas totalmente y reemplazarlas con su agenda
diabólica de indiferentismo religioso, globalismo anti-Cristiano y
adoración naturalista al hombre en lugar de a Dios."
No soy sociólogo No
tengo estadísticas al dedillo para demostrar cuántos católicos
putativos se rehúsan a creer que fuera de la Iglesia no hay
salvación, rechazan la enseñanza social tradicional de la iglesia,
o creen que la Nueva Misa es mejor que la que trató de remplazar.
Sin embargo, podemos mirar a nuestro alrededor y ver el estado de
cosas. Somos una definitiva minoría y tenemos poco apoyo de nuestra
jerarquía, aun cuando con nuestro nuevo Santo Padre [Benedicto
XVI], las cosas están mejorando a través de darle mayor latitud
a la tradición Pero este progreso, que nos alegra tener, no es
suficiente para cambiar las cosas de la manera como deberían
cambiar. Lo que verdaderamente necesitamos es una radical reversión
de la Revolución en la teología, en la moral y en la liturgia.
Cuando digo que las
fuerzas del Naturalismo Organizado buscan eliminar el dogma, la
liturgia y el orden social católicos, algunos pudieran concluir que
estoy exponiendo una absurda teoría conspiratoria. Aun cuando mucha
teorías conspiratorias son curiosas, cómicas u ofensivas al sentido
común y a los hechos conocidos, el que haya conspiraciones contra la
fe es algo que debemos dar por hecho de las palabras de nuestro Señor
en el evangelio acerca de que el mundo nos odie Muchos papas han
hablado de las maquinaciones que sociedades secretas llevan a cabo en
contra de la Iglesia, y la evidencia de la historia está ahí para
quien quiera verla. Lo que quisiera decir acerca de las
conspiraciones es lo que los mejores estudiosos de la Revolución
contra el Orden Cristiano ̶ gente como el Padre Fahey y Monseñor
Jouin ̶ explican en su verdadero contexto. Es la guerra de
Satanás contra Dios ̶ o la serpiente que muerde el talón de
Nuestra Señora. Todos los demás que participan en la conspiración,
sean Sionistas, Masones o Cabalistas ̶ son los tontos útiles
Esta es la razón por la que los no católicos son incapaces de
explicar adecuadamente estos hechos de la historia. Careciendo de la
fe sobrenatural que se requiere para ver la verdadera naturaleza del
Naturalismo Organizado, están condenados a interpretar mal el gran
escenario aun cuando vean muchas de sus partes. Este "gran
escenario" fue resumido por el Padre Fahey como el plan de
Satanás para el orden, en contraposición al plan de Nuestro Señor
.
El Padre Fahey documenta
el anti-sobrenaturalismo de la Nación Judía y de la masonería
Pero él enfatiza que ninguna de estas fuerzas del Naturalismo
Organizado está en ultima instancia en control de la verdadera
batalla contra el orden social católico Ningún humano está tan
organizado, tan unido en propósito, ni es tan inteligente como
para poder dirigir la descristianizacion del mundo que ha ocurrido
desde la época en que Bonifacio VII fue abofeteado en Anagni hasta
ahora. El operador conspiratorio de más alto nivel no es más que
un peón en el juego de Satanás
Lo que nos han dado es
precisamente lo opuesto del orden que Dios quiere para las cosas.
Dios quiere muchas naciones y una sola religión Destruyendo la
soberanía nacional a través de organismos tales como las
Naciones Unidas y la Corte Mundial, Satanás nos empuja hacia ser una
nación con muchas religiones.
Quinto principio.
"El Santo Sacramento del Matrimonio es indisoluble y su fin
primario, la procreación y la educación de los hijos, es esencial
para el bien temporal de la sociedad y para la eterna salvación de
las almas. El hogar es la Iglesia doméstica y los enemigos del
orden Cristiano por mucho tiempo han pugnado por minar su
estabilidad."
Parece que estamos
pasando algo rápidamente de lo muy global a lo muy local. Hasta
ahora, todo lo que hemos discutido concierne a la Iglesia Universal,
la vida de las naciones y los movimientos internacionales. De
pronto estrechamos nuestro enfoque a la sala de su casa y a su lecho
conyugal. Pero todo está conectado, y por esta razón: el progreso
o retroceso de cualquier sociedad, sea natural o sobrenatural
comienza en el hogar.
La siguiente es una
capsula de sabiduría preservada en un proverbio nigeriano,
presumiblemente de origen pagano. "La ruina de una nación
comienza en los hogares de su pueblo."
El Padre Mario Eugenio
Boylan agregó un estrato sobrenatural a esto al escribir en This
Tremendous Lover "Es urgente, en este momento, que los
católicos santifiquen a la familia y la vida de la familia, ya que
la influencia del cristianismo en la sociedad depende de su
influencia en la familia. En la medida en que la familia deje de ser
cristiana, la civilización cristiana se acercará a su fin."
(M. Eugene Boylan, O. Cist. R., This Tremendous Lover, The Newman
Press, Westminster, MD, 1957, pg. 233.) ¡Puede sorprender
a algunos descubrir que esta alarma fue sonada por el Padre Boylan en
un libro publicado por primera vez en 1947! La degeneración
del hogar católico y el impacto necesario que esto tendría en la
sociedad era algo que estaba perfectamente a la vista de
aquéllos que prestaban atención
Podemos retroceder aún
más en el tiempo hasta los papas León XIII y Pío XI, cuyas
encíclicas sobre el matrimonio hacían advertencias semejantes. No
podemos recomendar suficientemente la encíclica Casti Connubi
como un manifiesto para la pareja católica.
Lo que merece decirse es
que el fin primario del matrimonio ̶ la procreación y educación
de los hijos ̶ es en gran parte el punto más critico de este
asunto de reconstruir la Cristiandad. A veces solemos oír de
entusiastas padres opuestos a la anticoncepción, que su meta es
"ganarle en población al enemigo". Hay algo de cierto en
esto; sin embargo, los padres católicos pueden procrear todos los
hijos que quieran pero no van a ganarle en población al enemigo si
fallan en su trabajo de educarlos. De hecho es peor que eso, pueden
acabar entregando a sus hijos al enemigo.
"Educación"
como utilizamos aquí ese término no es simplemente enseñar a leer,
a escribir y a usar la aritmética. La educación que se
menciona como el fin primario del matrimonio incluye todo lo
que implica criar a un niño: comida, vestido, techo, instrucción
religiosa, otras formas de instrucción, disciplina en el
comportamiento, buenos hábitos mentales y físicos ̶ todo.
Los enemigos del orden
cristiano por mucho tiempo han luchado en contra de la estabilidad de
la familia. Difícilmente necesitamos mencionar el fruto obvio de su
esfuerzo: el aborto y la anticoncepcion. Para ser completa, la
lista tendría que extenderse al divorcio, al feminismo, ̶
incluyendo el tener a las madres trabajando fuera de casa, una
estructura de impuestos que alienta a las parejas a evitar la
concepción, escuelas que alientan el comportamiento promiscuo,
y una economía que ha transformado al padre de ser un proveedor para
su familia a ser un medio de producción para los ricos financieros.
Para ver un retrato
verdadero y sobrenatural del hogar y de la vida en familia, debemos
considerar las palabras del Papa Pío XI:
"Los padres
cristianos deben entender, además, que su deber no sólo es propagar
y mantener la raza humana sobre la tierra; ni siquiera es criar
adoradores del verdadero Dios. Se les llama a dar hijos a la
Iglesia, criar conciudadanos de los santos y miembros de la casa
de Dios, a fin de que los adoradores de nuestro Dios y Salvador
aumenten día con día ... pues es su función ofrecer a sus hijos a
la Iglesia para que ella, fructífera Madre de los hijos de Dios, los
pueda crear de nuevo al bien sobrenatural en las aguas del bautismo,
hacerlos miembros vivos de Cristo, partícipes de la vida inmortal, y
herederos, finalmente, de esa gloria eterna a la cual todos aspiramos
fervientemente.
Sexto principio.
"Como católicos que no
tienen autoridad o influencia en la sociedad temporal, el resolver
el dilema señalado en la cuarta proposición es algo que no
podemos hacer a gran escala a través de ninguna actividad
directa nuestra. Podemos rezar y trabajar por un cambio positivo,
pero el logro real habrá de ser obra de Dios a través de la
autoridad visible del magisterio."
Trabarse en mucho
"lenguaje fuerte" acerca de cómo habremos nosotros
de cambiar las cosas sería ridículo. Debemos reconocer
nuestra pequeñez y ser humildes. Podemos obrar y orar por que
vengan cambios positivos; podemos tratar de lograr una
conversión a la vez; podemos, lentamente, tratar de influir en
otros para abrazar toda la Tradición Católica y una adhesión
integral a las enseñanzas de la Iglesia, pero somos impotentes
para trabajar en gran escala porque no tenemos autoridad. San
Maximiliano María Kolbe llevó a cabo ambiciosos proyectos,
pero con cierto realismo. Les habló a sus hermanos franciscanos
acerca de la visión que él tenia para usar los medios en términos
de su propia pequeñez.
"Nosotros, también,
debemos usar la prensa y otros medios de comunicación ̶ seamos
claros, aun en la mejor de las circunstancias esto siempre será poco
en contraste con lo que dispone la prensa mundial atea y
anti-religiosa ̶ y ponerlas al servicio de la Inmaculada para
combatir el error y la impiedad, por la Gloria de Dios, para que todo
hombre pueda conocer que ha sido redimido por Jesucristo y llamado a
la gloria inmortal. Nuestra fragilidad humana, recursos limitados y
demás dificultades mundanas no deben disuadirnos; confiemos en la
Inmaculada, pongámonos verdaderamente en Sus manos y Ella seguirá
ganando las batallas de Dios, como lo hizo en Lepanto y en
Viena. Debemos poner a Nuestra Señora en cada alma para que de cada
alma el pecado sea expelido y Jesús sea recibido. Quien encuentre a
la Inmaculada encontrará a Jesús"
Conscientes de que las
cosas han venido para abajo desde que enunció estas palabras,
debemos imitar su realismo y también nuestra confianza en la
intercesión de Nuestra Señora. La razón de que debemos reconocer
totalmente nuestra pequeñez no es para que nos desalentemos, sino
para que sepamos cómo habrá de llegar la victoria. No importa
cuánto luchemos, la victoria final será de la Santísima Trinidad,
obrando a través de Nuestra Señora y de la Iglesia.
Es el magisterio,
principalmente el Santo Padre, el que tiene que efectuar los cambios.
Esto es por lo que rezamos; esto es para lo que estamos tratando de
enseñar a la gente a sostener y defender su autoridad.
Permanecer confiados en que esto ocurrirá requiere de una
perspectiva sobrenatural, iluminada por la Fe y animada por
los dones del conocimiento y del entendimiento.
Piense en términos de
Fátima. Nuestra Señora prometió que al final su Inmaculado
Corazón habría de triunfar. ¿Pero cómo? El Santo Padre habrá
de consagrar a Rusia y Rusia se convertirá a la fe católica Esto
debe imprimir en nosotros el pensamiento de que Nuestra Señora
quiere el triunfo de su Corazón Inmaculado, lo cual es el triunfo de
Dios, que será efectuado por el papa, actuando conjuntamente con
todos los obispos del mundo. El resultado será la conversión de
una nación entera.
Referente a nuestra
pequeñez, debemos darnos cuenta de que la humildad es una virtud
necesaria en esta batalla. Ciertamente nuestro status quo nos
da muchas razones para practicar la humildad. Pero también debemos
recordar las palabras de San Pablo: "Pues Dios ha escogido las
cosas tontas de la tierra para confundir a los sabios; y a las cosas
débiles del mundo para confundir a los fuertes." (I Cor. 1:27)
Séptimo principio.
"Mientras tanto, trabajando juntos para crear una atmósfera en
la cual habrán de realizarse las difíciles tareas que están
implícitas en la quinta proposición, podemos de nuestro modesta
manera, construir partes del cimiento sobre el cual habrá de
erigirse la Cristiandad futura. Esto es construir 'Comunidades
Católicas', que yo propongo que son los sillares con los que se
construye la Cristiandad."
Siguiendo con lo que
acabamos de decir acerca de nuestra "pequeñez," tenemos
que darnos cuenta de los límites de una comunidad católica con
respecto a lo que puede lograr. Hay dos sociedades sobre la tierra a
las que se les llama "sociedades perfectas," una natural,
la otra sobrenatural. Son el estado y la Iglesia. Por "sociedad
perfecta" no queremos decir una moralmente perfecta. Es un
término técnico que denota una sociedad que tiene a su disposición
todos los medios necesarios para alcanzar sus propósitos ̶
preservar el bien común de la población ̶ porque tiene los
recursos necesarios para hacerlo. Con tierra suficiente para
cultivar alimentos, riqueza mineral, autoridad para regular el
comercio, para imponer contribuciones justas, para promulgar
leyes y hacerlas cumplir; con una población suficientemente grande
para que las ciencias, artes y oficios necesarios estén a
disposición del bien común, el estado puede proveer para sus
fines. La iglesia, que es sobrenatural, tiene aquellos medios
otorgados por Nuestro Señor para lograr su fin, que es celestial:
el depósito de la fe, un magisterio infalible para enseñar, etc.
La dotación total de dones que Jesús concedió a su Iglesia
están a su disposición para que ella pueda lograr su fin,
específicamente el de salvar almas.
La familia no es una
sociedad perfecta, aun en la mejor de las circunstancias. Depende de
ayuda externa para lograr sus fines. (¡A aquellos rudos
individualistas que quisieran tratar de probar falso este hecho les
invito a que consideren cómo habrán casar a sus hijos sin ayuda
externa!)
Una comunidad católica
como la que estamos proponiendo tampoco es una sociedad perfecta.
Podemos tratar de ser tan auto-suficientes como sea necesario: tener
nuestra propia capilla para la Misa y los sacramentos,
nuestra propia escuela, nuestra propia vida social y entretenimiento.
Hasta podemos tener agricultores que provean algunos de nuestros
alimentos, pero no podemos tener nuestra propia policía, ejército,
hospitales; no podemos mantener nuestra propia infraestructura de
caminos, regular el comercio, promulgar leyes, etc. Si tratáramos
de hacer estas cosas acabaríamos todos en la cárcel o peor.
Además acabaríamos quedando fuera de la Iglesia, ya que
dependemos de esa sociedad perfecta para nuestro fin
sobrenatural. No, no somos una sociedad perfecta y por lo tanto
dependemos de ayuda externa. Consecuentemente hay limites en lo que
podemos hacer.
Dicho eso, podemos tratar
de construir un vecindario en el que católicos comprometidos
compartan la misma visión Recuerden lo que antes dijimos
acerca de cómo el hombre es una criatura social y que su salvación
se afecta por su entorno. Una atmósfera católica en la que la
gente esté tratando de "soportar las cargas de uno a otro"
como nos lo encomendó San Pablo es una ventaja para la salvación de
quienes vivan en ella. Nos hemos quejado de que las fuerzas del
naturalismo organizado han creado una atmósfera
destructiva en el mundo; proponemos como solución que nos unamos
para ayudarnos unos a otros a luchar contra las fuerzas de lo que el
Padre Fahey llamo las fuerzas del naturalismo no organizado, o sea la
concupiscencia en cada uno de nosotros, nuestra propia tendencia a
pecar. Si nos esforzamos por vivir juntos las virtudes teologales y
morales, entonces habremos de estar haciendo lo que podemos para
levantar los fragmentos de la Cristiandad sillar por sillar. Las
familias que se esfuercen por re-adquirir la sabiduría de
sentido común del pasado tendrán como vecinos a otras familias
interesadas en las mismas cosas. Nos daremos cuenta de que no
estamos locos: todos los demás si.
Lo más importante, esta
comunidad de valores, este tesoro común será pasado a la siguiente
generación en la familia, y esta red de apoyo que la familia tiene
en esta pequeña sociedad, padres, profesores, clérigos,
vecinos, compañeros de trabajo, estarán todos esencialmente de
acuerdo uno con otro, de modo que Juanito no creerá que mamá y papá
son raros. La sociedad entera apoyará esta forma de pensar.
Octavo Principio.
"Hay una multitud de pequeñas cosas que deben hacerse para
tener éxito en esta tarea. Estas pequeñas cosas incluyen
el cultivar una perspectiva católica apropiada ̶ y desarrollar
actividad ̶ en las siguientes áreas: vida de hogar;
esposas que trabajan fuera del hogar; educación de los hijos;
educación escolástica; modestia en el vestir; música y otros
tipos de entretenimiento; la "sub-cultura del adolescente"
con su resultado inevitable; la brecha generacional; el cortejo
honorable en contraposición con los encuentros casuales; y el
fomento de vocaciones."
Muchas de estas
cuestiones están relacionadas directamente con la vida de la
familia. Sin vida católica de familia, no habrá comunidad
católica.
En cierto sentido. poco
debería tener que decirse de esto, pues lo que verdaderamente se
necesita en esta área es simplemente el vivir las costumbres
sensatas de aquellos mejores tiempos. Sin embargo esas costumbres se
han perdido debido a la revolución sexual de los años sesenta, las
extrañas nociones del Dr. Spock sobre la de educación de los
hijos, la transformación de las escuelas en vehículos de reforma
social promovida por John Dewey, la explosión de una multitud de
escuelas de pensamiento de psicología del comportamiento con
sus ataques más o menos perniciosos a la moral cristiana, una
industria del entretenimiento anti-cristiana cuya invasión ha sido
bienvenida en la sala de casi todas las casas, un sistema
judicial que, siguiendo al juez Oliver Wendell Holmes, ha determinado
que la moralidad no puede legislarse. Todos estos factores,
combinados con la concupiscencia presente en cada uno de nosotros, ha
contribuido a la pérdida del sentido común de la buena
vida en familia a la antigua. Como resultado, el sentido común
ya no es común y tiene que ser aprendido desde cero.
Demasiados católicos
tradicionales creen que, mientras le enseñes a Juanito el catecismo,
lo lleves a misa, lo mantengas alejado de los abusos más obvios
de la cultura moderna, las cosas saldrán bien. En lo demás, se
alimentan de lo que su frecuentemente laxa conciencia acepta de la
basura emanada de Hollywood, la industria de la televisión y
demás entretenimiento, siempre y cuando no sea "fuerte".
Fallan al no tomar en consideración dos cosas:
Primero, aquellas cosas
que acabo de enumerar son, en general, productos de una cultura
anti-cristiana y, aun cuando se le suprima el lenguaje vulgar, la
desnudez, y las referencias obviamente impuras, el mensaje sigue
siendo el mismo.
Segundo, para hacer de un
hogar cristiano algo que merezca el nombre, debe hacerse un verdadero
esfuerzo para volverlo en algo radicalmente diferente de la
cultura dominante que nos rodea. Esto no es meramente una lista de
negaciones (no a la televisión, al cine, al Rock and Roll, a los
video-juegos, etc.) La naturaleza aborrece el vacío y la persona
humana necesita el descanso. Lo que hacemos con nuestro descanso,
sin embargo, debe ser diferente de lo que el resto del mundo hace.
Otro punto teórico más,
antes de pasar a lo práctico. Algo muy importante para tener en
mente es el axioma clásico de la teología escolástica, "la
gracia se construye sobre la naturaleza." Si nuestra
naturaleza es formada por la cultura dominante que nos rodea,
aun si tratamos de purgarla de sus elementos más ofensivos,
seguiremos teniendo una naturaleza sobre la cual la gracia apenas
pueda echar raíces. Si la Roma pagana que los Apóstoles se
esforzaron en convertir tenía ideas perversas de las cosas, por lo
menos tenía alguna noción de la virtud sobre la cual los Apóstoles
podían construir. Nuestra actual cultura post-cristiana, sin
embargo, es aquél "nuevo paganismo" del que Belloc dijo
que sería peor que el antiguo.
Referente a lo práctico,
hay mucho qué decir sobre cómo retornar a la normalidad. Sobre la
educación de los hijos, podemos decir esto de un arte casi perdido:
la disciplina debe comenzar en la más tierna infancia. Cuando
decimos que el procrear y educar a los hijos es el fin primario del
matrimonio, esto es lo que queremos decir: el padre "educa"
a su hijo para la vida, no simplemente le enseña a leer, escribir y
hacer aritmética. Esto puede ser enseñado en las escuelas, pero
los modales y otras cuestiones relacionadas con el buen
comportamiento deben enseñarse en el hogar o de lo contrario la
escuela tendrá poco con qué trabajar. Hay muy buenos libros sobre
el tema. Especialmente recomendado es Cómo Educar a un Niño.
No fue escrito por un católico, por lo que hay muy poca noción de
gracia en el libro, pero la sabiduría natural sí está
presente.
Los niños deben aprender
modales. El Dr. Senior enfatiza que los modales son los custodios de
la vida moral como la vida moral es el custodio de la vida
espiritual. Aquéllos que pecan habitualmente no desarrollarán
una intimidad cercana con Nuestro Señor y aquéllos que no tienen la
protección que dan los buenos modales caerán presa de la mala
moral. Es una ley fija de la naturaleza humana. Aun cuando suene
casi fanático enfatizar el punto, necesita hacerse: aquéllos que
no se preocupan de controlar sus movimientos corporales, su lenguaje,
su apariencia, y todo lo demás que constituye los buenos modales
básicos, tendrán mucho trabajo para mantener una buena moral.
Permita a un niño pequeño que interrumpa cuando quiere, que
mantenga su cuarto desordenado, que se pare, se sienta y ande
corriendo por donde quiera, y que coma lo que quiera, cuando quiera,
con o sin utensilios, y ese pequeño niño ̶ garantizado
̶ será un monstruo de impureza cuando llegue a la adolescencia.
El punto verdaderamente no puede sobre-enfatizarse. Será un
bárbaro. Póngale un rosario en su mano y será un bárbaro con
rosario. Reglas semejantes aplican a las niñas pequeñas. Si su
vanidad se elogia en su niñez, que Dios le ayude cuando llegue a los
doce o trece años. Si de niña no se le enseña a callar cuando
debe, su boca podrá hacer caer naciones en su edad adulta, o
por lo menos exasperar a su pobre marido.
Las Escrituras nos dicen
que "aquél que rompa una protección será mordido por la
serpiente" (Ecclesiastes 10:8.) La sociedad ha roto las
protecciones y tenemos serpientes por todos lados. Necesitamos
construir nuevamente las viejas protecciones, y los simples
modales son las protecciones naturales más básicas que construimos
en los niños. No me refiero aquí a Emily Post; en lo que insisto
es en lo básico que casi todo mundo parece descuidar en estos días:
mantenerse quietos en la mesa, no replicar, tratar con respeto y
cortesía a todos los adultos, pedir por favor, dar las gracias, sí
señor, no señor, mantenerse callados cuando los adultos están
hablando, decir con permiso, recoger sus cosas, no vaciar todos los
juguetes de la caja al suelo para luego irse después de cinco
minutos porque les aburre lo que tienen, no correr en frente de los
adultos, especialmente de los viejos. Aquéllos que creen que estoy
enfatizando lo obvio, por favor vean a su alrededor. Estamos
convirtiéndonos en una sociedad de bárbaros. Los adolescentes
que llevan cada apertura y extremidad de su cuerpo perforada,
remachada, o encadenada no fueron educados en sus modales. Ahora son
unos bárbaros.
Más sugerencias
prácticas para la vida del hogar fuera del tema de los modales
involucraría cómo se entretiene la familia, cómo gasta su muy
importante ̶ aun sagrado ̶ tiempo libre. Primero, por el amor
de Dios ̶ y lo digo literalmente ̶ por el amor de Dios, cenen
juntos! El Padre Payton se hizo famoso por su expresión de que "la
familia que ora unida se mantiene unida." ¿Debemos recordarle
a la gente que coma en familia? Aparentemente sí. La madres
quedándose en casa y preparando la merienda a la misma hora todas
las noches, mientras todos se sientan a la mesa, rezan juntos y
tienen una conversación de familia durante la cena ̶ ésta
es la forma en que la gente debe comer.
Fuera de eso, los padres
deben quedarse en casa tanto como sea posible y recrearse junto con
los hijos. No compren una televisión ni tengan video juegos en su
casa: todo eso es basura. No hay nada bueno que ver en la televisión
y los video juegos convertirán a sus hijos en afeminados vulgares,
obesos y violentos, incapaces de poner atención. Aprendan
a tocar su propia música, tengan juegos de familia, y lean juntos ̶
en voz alta para los pequeños y en silencio, en grupo, en los años
posteriores. Aprendan el arte perdido de contar cuentos. Piense
cuánto podrá ahorrarse si, en vez de gastar en video juegos y cosas
idiotas operadas con baterías, que se romperán, le narra a su
pequeño cuentos de su propia imaginación que le harán reír, a la
vez que le hará quererlo, y no darle la cosita de plástico que se
le romperá.
Padres, enséñenles a
sus hijos cosas viriles. Madres, enséñenles a sus hijas cosas
femeninas. Si los hombres mantienen sus manos ocupadas con proyectos
sanos y constructivos, v.gr. armar cosas, les ayudará a
mantenerse puros en los años por venir, evitando que se vuelvan
"sacos de papas." También los hará útiles. Si las
niñas aprenden a hacerse ropa modesta en su juventud, nunca serán
esclavas de la más reciente prenda spandex de corte bajo "a la
moda" cuando lleguen a la adolescencia. Y sí, deben aprender a
cocinar comida verdadera. Serán entonces más casaderas y podrán
pasar esta sabiduría a la siguiente generación.
Con respecto a la vida
de hogar y el entretenimiento, el Dr. Senior tiene algunas
percepciones notables:
"Nuestro Señor
explica en la Parábola del Sembrador que las semillas de su amor
sólo crecerán en cierto tipo de tierra ̶ y esa es la tierra de
la cultura cristiana ... que incluye la música, el arte, la
literatura, los juegos, la arquitectura ... Es un hecho obvio
que aquí en los Estados Unidos, el Diablo se ha apoderado de estos
instrumentos para tocar una danse macabre, una danza de
muerte, especialmente a través de lo que llamamos los "medios,"
las industrias de televisión, radio, grabaciones, libros, revistas y
periódicos. La restauración moral, espiritual y física de la
cultura, exige el cultivo de la tierra en la cual el amor de Cristo
pueda crecer, y eso significa, como dicen, que debemos re-pensar
nuestras prioridades.
"Lo que yo sugiero,
no como respuesta de todos nuestros problemas, sino como una
condición para obtener una respuesta, es algo al mismo tiempo
muy simple y muy difícil: poner nuevamente 'los toques de la dulce
armonía' [unas páginas antes había citado un pasaje del Mercader
de Venecia que contiene esta expresión] en el hogar, para que los
niños y las niñas crezcan mejor que como crecimos nosotros, con
canto en sus corazones..." [Da recomendaciones prácticas
sobre cómo podemos hacerlo] "Primero, negativamente,
destruya el televisor. Y positivamente, ponga el tiempo y el dinero
que ahora gasta en entretenimiento, en un piano, de manera
que la música regrese a su hogar; música cristiana común y
ordinaria, mucha de la cual es fácil de tocar. Todo mundo
puede aprender las canciones de Stephen Foster, Robert Burns, las
canciones irlandesas e italianas, después de pocas horas de
instrucción y práctica. Y entonces las familias estarán juntas en
casa al anochecer y el amor crecerá nuevamente sin pensar en ello,
pues estarán moviéndose juntos en armonía. No hay nada que
desintegre más al amor que los esfuerzos artificiales para
propiciarlo en grupos de encuentro o cosas de ese tipo. El amor sólo
crece; no puede manufacturarse o forzarse, y sólo crece con los
dulces sonidos de la música."
Aquí el Dr. Senior lanza
invectivas contra uno de los flagelos de la vida en familia: la madre
que trabaja. "Si las mujeres se quedaran en casa, donde les
corresponde, alguien sabría dónde están los niños y dónde
están los abuelos; la comida nuevamente sabría a carne y verduras
porque estaría cocinada, no sólo descongelada; la vida sería sana,
buena y nuevamente llena de amor porque ella estaría en casa; los
pianos extraerían la vieja música de las partituras; los
niños, los padres y los abuelos cantarían juntos y se contarían
cuentos junto a la chimenea. Alguien estaría en casa para cuidar de
los inválidos, de los enfermos y de los moribundos. Las
mujeres deberían ser liberadas de su moderna "emancipación,"
que no es más que la obsecuente sumisión al ideal calvinista
masculino ̶ para que puedan regresar a sus propias labores ̶
superiores a la medicina, la ingeniería, los negocios y la política
̶ que consisten en participar con Dios en la creación y crianza
de la vida humana, lo cual ni el hombre ni los ángeles pueden
hacer." (pág. 78)
Y aquí hace énfasis en
un punto acerca de los modales. Tenga en cuenta al leer esto que
percibía los efectos de estas cosas en los muchachos universitarios
que él enseñaba. No estaba especulando en el vacío: "Es
ridículo, pero no obstante cierto, que esa generación que ha
olvidado la diferencia entre los dedos y los tenedores encontrará
difícil mantener la distinción entre afecto y sexo o entre el
derecho sobre su cuerpo y el asesinato de su propio hijo. Si
todos los días come usted con los dedos sus papas fritas a la
francesa mojadas en salsa catsup, va usted por el camino de los
Cíclopes [había antes explicado que los Cíclopes mitológicos eran
incivilizados porque vivían sin paredes, lo que era una expresión
poética para decir que no tenían restricciones. Las acciones
ordinarias semi-conscientes que caen en la categoría de
modales son la cama de cultivo de la moral, como a su vez la moral lo
es de la vida espiritual. Somos criaturas de hábitos, como nos
decían las monjas. En el orden moral y espiritual, nos volvemos
como nos vestimos, tanto como lo que nos ponemos se "convierte"
en nosotros ̶ y pasa lo mismo con la forma como comemos y con lo
que hacemos.
Noveno principio:
"Estas "pequeñas cosas" exigirán grandes
sacrificios de nuestra parte. Con la ayuda de la gracia y de los
dones del Espíritu Santo, llevándolas a cabo en éstas tan
difíciles circunstancias nos hará santos ̶ siempre que estemos
en estado de gracia y mantengamos pureza de intención. Más aún,
nos traerá las mayores bendiciones de Dios en forma tal que
nuestras oraciones y nuestras obras por la restauración de
la enseñanza de la Iglesia, la restauración de la Misa y la
restauración de la Cristiandad, serán atendidas."
Muchos sacrificios
tendrán que hacerse simplemente para volver a ser personas normales,
comunes, en casa, en nuestro trabajo, en la escuela y en el
vecindario. Es una batalla que requerirá de mucha energía.
Me recuerda la profecía de San Luis de Montfort de que los
verdaderos devotos de Nuestra Señora en los últimos días tendrán
que construir con una mano y luchar con la otra. Aun cuando no me
considero ser uno aquéllos a quien él se refería, ciertamente
parece que eso es lo que estamos siendo llamados a hacer.
Debido a lo que las fuerzas del naturalismo organizado han hecho en
su guerra contra el orden Cristiano, vivimos en un ambiente que
no solamente es estéril, sino francamente nocivo. Además, el
apoyo que deberíamos estar obteniendo del clero es insuficiente
debido al liberalismo rampante que hay en el clero. Dios
ciertamente entiende este estado de cosas y nos ha dado el ejemplo
notable de santidad en la forma del "pequeño camino" de
Santa Teresita del Niño Jesús.
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